Vale. Pues bien, estamos grabando de nuevo desde casa de mi ex y con su ordenador, como es notorio porque se ve muy bien. La chica tiene un Macintosh de los de antes. Funciona bien, no como el mío a las orillas. Y vamos a tratar en esta clase una duda que planteaba Alejandro Marzano desde Cádiz con el tema de la idea de autor. Una de esas ideas fundamentales para tratar lo estético. Una de esas ideas que va y vuelve y que parece que nos la cargamos pero nunca acaba de desaparecer, etc. Si tenéis alguna conferencia por ahí de mi compañero Simón Marchand con el tema de las muertes nunca consumadas del autor, está por ahí circulando por la web. Si no lo encontráis me lo decís en los foros y os lo dirijo. Pero vamos a darle un enfoque diferente. Lo que Alejandro planteaba, y ya me corregirá él que está conectado si me equivoco, era de alguna manera esa noción de autor que va a la que se le añade el matiz de una distancia jerárquica poco menos que insuperable con la noción de espectador. De hecho, eso sí, ¿no Alejandro? Ortega y Gasset decía que en un mundo había unos pocos que creaban y otros muchos que seguían. y claro, decía él, si así es así debe ser, nada menos como que estaba bien que el mundo estuviera dividido entre líderes y ovejillas entre pastor y rebaño o entre creadores y espectadores y claro, se preguntaba el bueno de Alejandro si eso era así y tenía que ser así en cualquier circunstancia el caso el caso es que queríamos ahondar en esto, a tal fin Bueno, es muy sencillo y muy imprescindible empezar por el principio. En algún texto que tengo por ahí, seguro que lo habéis leído, hemos hablado de la conexión, del origen etimológico de la palabra autor. ¿Sabéis o os suena que deriva del verbo augere, que significa aumentar? ¿Verdad que sí? Suena esto, el augere, la conexión con el augere. Yo creo que está en Cotarquievi, en el libro de la estética, en el primer tomo. Bueno, si no os suena os lo digo. La noción de autor, el autor en la cultura clásica, en la cultura antigua, es un aumentador, es alguien que coge. Un repertorio ya común, ya compartido, un sistema de referencias en el que la gente se reconoce y lo que hace es llevarlo un pelín más allá. Incrementarlo un poco, aumentarlo. Por eso, AUD, autor. Eso puede funcionar en cualquier cultura clásica, como de las que habla Lukács en la teoría de la novela, en la que viene a decir que es un mundo de sentido de alguna manera redondo, completo, donde la gente sabe a qué atenerse, donde los valores son compartidos y donde la sociedad en su conjunto tiene una estabilidad tal. que permite que precisamente esos sistemas de valores tanto estéticos como éticos y políticos y tal pasen de generación en generación y por tanto un autor, si sea un poeta o un filósofo o un dramaturgo, meramente de alguna manera redondee, perfeccione, acabe de aquilatar ese repertorio y lo vaya transmitiendo a muchísimas generaciones. Esa sería la noción probablemente clásica del actor, el actor como aumentador. Y ahí no hay tanto una gran diferencia jerárquica, una pequeña diferenciación funcional. De aquel que en vez de ser un mero usuario del repertorio es un técnico en el repertorio, un experto en repertorio que lo estira un poco más. Recordad que la noción clásica de arte, en griego arte se dice tecne, que obviamente resuena a nuestra moderna técnica. El autor es aquel que hace con técnica, como Gabriel Zelaya en alguno de sus poemas. Y calculo por ello con técnica que puedo, me siento un ingeniero del verso y un obrero. Trabajo con otros en España, España en sus aceros. Pues eso, el autor sería un aumentador, un ingeniero del verso, un técnico. Pero para que eso suceda, eso no depende solo de las buenas intenciones del autor, depende del tipo de sociedad, del tipo de momento, de la cultura estética en que se halla. Para eso os he pintado aquí al lado el esquema de los cuatro modos relativos y el modo fundamental de los efectivos. De esto de los modos hemos hablado poco en algunas de las clases, pero bien está que vayamos introduciéndolo para irlo viendo. Os he pintado así, si os fijáis aquí, no sé si veis en la pizarra como muevo el puntero este, aquí estaría el modo, la M es el modo de lo necesario. ¿Lo seguís? ¿Lo veis? la P sería el modo de lo posible ¿de acuerdo? esto suena de algo lo necesario y lo posible, ¿sí? ¿habéis leído algún texto por ahí? ¿alguien sabe algo? ¿a ti de Carmona se le suena? bien, perfecto, pues bien de alguna manera el polo de lo necesario tiene que ver con el polo de lo repertorial como sabéis, con el polo de lo que forma conjuntos de todos los sentidos el autor como aumentador sería alguien que habita en este lado de acá en el lado de lo necesario ¿vale? vamos a pintar Si me deja mi batón, una flecha, ay no puedo porque está estropeado el ratón. Bueno, yo quería pintar una flecha que fuera de lo necesario a lo contingente, que lo contingente pasaría por lo efectivo, volvería lo posible o imposible y otra vez vuelta, formando una especie de ocho tumbado o una cinta de moedio de las que tanto me gustan. Vale, esta circulación sería la que me gustaría. En cualquier caso, a lo que yo iba es a que el autor este de la era clásica es alguien que de hecho, De alguna manera circula en este ámbito de lo necesario. Y como mucho, ya en una era en que lo necesario, lo repertorial está cumplido o ha llegado a su cénit o ya no puede aportar nada más, evidentemente cuando un autor ya no puede aumentar un repertorio de modo consistente, tratándolo de más sentido, lo único que puede hacer es aportar contingencias, que es el polo negativo. Habría un autor contingente que sería un autor que de hecho seguiría trabajando sobre ese repertorio, seguiría comentándolo. Es la época de los comentaristas, es la época de los glosadores, es la época de la gente que se dedica meramente a trasegar. Una y otra vez con aquellos elementos que ya estaban de alguna manera clarificados y eran compartidos. Pero claro, esto compañeros entra en crisis y ahí yo creo que tenía una disputa con Alejandro porque yo le decía que en la edad moderna el autor, que en la edad moderna me refiero a partir del barroco tardío, el romanticismo sobre todo, el fin de siglo, la época de la autonomía moderna para entendernos. En ese momento el autor ya no es meramente un aumentador y no lo es porque al contrario de lo que me decía Alejandro en el foro, sí que ha habido un cercamiento. O sea, sí que ha habido una especie de proceso en el cual aquellos elementos comunes que formaban ese mundo compartido de sentido y de... referencias que teníamos como parte de una misma comunidad, eso se debe tomar por saco. La modernidad después de la revolución francesa, con la revolución industrial con los desplazamientos masivos de gente, de millones y millones de personas hablamos de Europa evidentemente o hacia las grandes ciudades industriales o hacia América en muchos casos tanto América del Norte como América del Sur o hacia las colonias que se están explorando en Australia, en África y tal esos grandes movimientos de masas no solamente son movimientos de personas, son de hecho representan la aniquilación de una cultura agraria, una cultura campesina que había estado ahí durante miles de años y que de hecho se va a tomar por saco en ese momento en que coinciden revoluciones políticas, revoluciones tecnológicas y revoluciones de alguna manera evidentemente postproductivas y sociales. Todo eso se va a tomar por saco. La nueva humanidad que aparece en las grandes ciudades industriales o en las nuevas colonias es una humanidad sin referentes compartidos. No es una humanidad homérica, para entendernos, no es una humanidad en la cual hay pequeñas comunidades densamente tramadas y largamente conectadas, sino son todo comunidades improvisadas. donde se está con una mano adelante y con una mano atrás en ese contexto y hablo de París, de Londres de Nueva York, de los finales del XIX ningún autor puede ser un aumentador, ningún autor puede ser un homero ningún autor puede hacer una cosa que venga a añadirse a un repertorio largamente segmentado ¿verdad que no? los autores en ese momento, en el momento de la autonomía moderna en el momento de lo posible tienen que ser individuos extremadamente desacoplados extremadamente aislados Y en ese momento del romanticismo es cuando se forja la idea que tenemos todavía del autor como genio absoluto, como alguien que crea de la nada. Claro, a mí mismo me ha dado mucha rabia esa idea de genio romántico, de genio creador, poco menos que absoluto, porque me pareció una idea apestosa. Pero si lo consideramos con cuidado, dado el momento histórico y social, tecnológico y tal, en que se produce, es poco menos que inevitable. Porque ¿qué otra cosa va a hacer un artista en ese momento más que crear desde cero? Porque están en pelotas, están completamente desposeídos de cualquier referencia. común. Me seguís, ¿verdad? En ese momento al final del XIX el autor no puede ya ser un aumentador tiene que ser alguien que genere desde esa absoluta pobreza. Sí, es un creador, por llamarle de alguna manera porque no puede ser otra cosa no hay más narices Ahora bien, igual que veíamos y por eso insisto en pintaros el título moral este aquí de la cinta de Moellus, igual que veíamos que el autor que de una manera de la era clásica Se iba constituyendo el repertorio, aquí en la M, por lo necesario. Ese autor se había convertido en un personaje contingente cuando ya no había nada que aportar, no había nada que, de un modo distintivo, añadir al repertorio. El autor este heroico del primer romanticismo, el de Goethe, Beethoven, que se yo, hasta llegar a volver a leer si queréis, siguen explorando los matices de la sensibilidad, siguen explorando diferentes disposiciones sin la categoría modal fundamental en el polo de lo necesario. El halo repertorial, recordad que la categoría fundamental, en todo lo posible, sería lo disposicional. Las disposiciones son, ya sabéis, los ingenios, las inteligencias, las diferentes sensibilidades particulares que cada cual tenemos. Casi más singulares que particulares, o sea, completamente desvejadas. Bien, hay un momento de exploración de esas sensibilidades desacopladas, más o menos heroico, si queréis llamarle así, y a su vez hay un momento que coincide con el final del siglo, más con Malarné, con Lautremont, que de hecho se larga y abandona París, Baja África. En el que ser un autor creador incluso se convierte en imposible. Sería el siguiente paso modal. Es decir, hay un momento en que ya no hay nada que explorar, en que ya están todas las posibilidades prácticamente agotadas y en que los mismos creadores sienten que no pueden, de hecho, se sienten impotentes porque no pueden aquilatar nada, no pueden constituir ningún conjunto de sentidos, no pueden encontrar iguales. Exploran sus sensibilidades, sus posibilidades, pero no llegan a nada. Y ese sería el momento de la primera vanguardia ya condadada. con cierto surrealismo, con Beckett sobre todo en teatro, en el que se dan cuenta que ya no quieren seguir siendo autores creadores, en que ya no quieren seguir acumulando exploraciones que no llevan a nada, porque no constituyen una comunidad de gusto, no constituyen un grupo homogéneo en el cual puedan reconocerse. Y recordad que las personillas hacemos arte y hacemos teoría para encontrarnos, para tocarnos las antenitas, para reconocernos y generar comunidades que aumenten nuestra potencia de ver y comprender, que nos permitan ser más potentes, ¿no? Y bien, este pueblo de lo posible, la P está aquí arriba, pues tiene ese momento heroico, insisto, de indagación que es necesario, de prospección, pero que se acaban dando cuenta que no llegan a ningún lado. Entonces se vuelven todos primitivos, se vuelven todos arcaicos y de alguna manera reniegan incluso de la posibilidad misma. Claro, es el momento, Linares, muy bien, es el momento en que se proclama la muerte del autor. Es el momento en que de alguna manera todo eso entra en crisis y la gente está desconcertada. Es sacando rentas, viviendo de rentas de ese momento, que no dejan de ser los años 20, años 30. pues en los años 40 con Beckett es cuando aparece luego Roland Barthes cuando aparece Foucault y hablan de hecho de la muerte del autor y la tematiza pero claro, cuando el autor muere cuando el autor muere, que es aquí en este pulo no sé si veis mi lápiz como se mueve, aquí en el dibujito no lo puedo pintar ¿lo veis como se mueve? ¿no lo veis? pues vaya putado que estoy haciendo maniretillos con el lápiz bueno, mi lápiz está ahora en la IP de lo imposible ¿vale? No pasa nada, es que no funciona bien el ratón. Bien, cuando el autor se proclama su muerte porque ya de alguna manera hay un agotamiento de ese ciclo de exploración disposicional, lo único que puede pasar, si os fijáis en el dibujo de al lado, ya que no puedo señalarlo con el puntero, pues no lo con mi dedo, si os colocáis en la IP de lo imposible y seguís ese 8 imaginario que no he podido pintar, yo creo que estaba aquí pintado en la pantalla anterior, aquí está pintado hecho una chacuza, ahora lo veis, ¿no? intento dibujarlo antes y me salía fatal vale pues habéis visto lo que hemos pasado de la N de lo repertorial a la C de la contingencia, es decir al autor que ya no aporta nada a un repertorio compartido ha atravesado la E de lo efectivo, ahora hablaremos de la efectividad ha llegado a la P de lo posible de la investigación disposicional y ha acabado cayendo en la IP de lo imposible en el que ya no cabía ninguna exploración disposicional, aunque ya no tenía sentido seguir explorando esos ingenios y esas capacidades porque no llegaban a ninguna parte, porque no nos conectaban con nadie porque no aumentaban nuestra potencia ¿verdad? Vale, eso a lo único que nos puede llevar la muerte del autor, a lo único que nos puede llevar es de nuevo a una noción de autor clásico, porque si os fijáis siguiendo el dibujo volveremos a la N de los repertorios. Eso sí, seguramente ya no sea un único gran repertorio compartido. Según Lukács esos repertorios han dado muy pocas veces en la historia. Él piensa en la Grecia clásica, piensa en la Edad Media, en la época de Dante, de Santo Tomás de Aquino, esos momentos en que de verdad hay una especie de cultura homogénea que agrupa a una gran masa de la humanidad boliviana. En cualquier caso, ya no habría esa especie de momento de unicidad cultural, sino seguramente a lo que estaríamos enfrentándonos, y hablo de nuestra época, sería la necesidad de constituir pequeños repertorios suficientemente estables para darnos sentido. Es el momento, si os fijáis, después de las segundas vanguardias, en que empezamos a generar comunidades de gusto, comunidades de afinidad, en los que nos reconocemos, en los que nos encontramos, y en los que de alguna manera tramamos sentido. Ese sentido ya no es un gran sentido único para todos, no puede ser más que pequeños sentidos a los que nos asociamos por afinidad, a los que nos sentimos próximos y a los que contribuimos de alguna manera. Ese momento, esa vuelta de la IP, esta de la parte inferior izquierda, ese tránsito hacia la necesidad de nuevo sería el momento de la autonomía modal, compañeros, que tantas veces hemos discutido. El momento en el cual la potencia, la autonomía, la capacidad de vivir con libertad y con inteligencia se trasladaría. Más que de esa exploración disposicional más o menos dispersa y difusa del polo de lo posible, se trasladaría hacia los modos de relación mismo, hacia los lenguajes, hacia los pequeños repertorios que nos permiten reconocernos y tramarnos unos con otros. Ese sería el momento de la autonomía moderna. Y Carmona me pregunta, entonces si no son imitadores, ¿qué son? Vamos a ver, yo no he dicho que no sean imitadores. Carmona ha dicho que hay un momento modal, un momento de la necesidad en el que los autores son aumentadores, imitadores, aumentadores, en que cogen un repertorio y lo cultivan, lo cuidan, que recordáis cuando hablábamos de la eula bella. Lo cuidan como yo cuido mis plantitas o cuido a mis hijos y lo hago crecer, lo hago tener más potencia y más diversidad. Ese es el momento del autor como aumentador. Pero claro, para que tú aumentes tienes que tener algo, tienes que haber recibido algo. Yo tengo las plantas que le dé mi abuela y de mi madre, de mi abuela sobre todo, y son las que todavía cuido. No te preocupes. A ver, Alejandro Manzano va a decir algo, vamos a dejarle decirlo. Ese autor aumentador, ese autor del momento de la necesidad tiene que haber recibido algo y cuidar y transformar, aumentar ese algo. El momento del autor posible, del autor vanguardista, del autor moderno, es el de aquel autor desposeído de una base común prácticamente en pelotas, desacoplado completamente y que tiene que empezar. Hay más que un aumentador, es un empezador, es alguien que comienza desde cero y que forzosamente no llega a gran cosa. ¿Vale? Porque de hecho no le da tiempo a que eso se asiente. No tiene ni siquiera la opción socialmente de fundar una nueva comunidad en la cual su labor de producción vaya a... Eso sí, lo que hay, Alejandro, por eso te parecía jerárquica la nación de autor, en este momento de lo posible, lo que hay sí es desde luego una distancia mayor entre autor y espectador. Porque la mayor parte de la gente se limita un poco a buscarse la vida como puede y el autor es alguien, en un momento de lo posible, prácticamente un héroe, un santo de estos nuestros desquiciados, un desesperado total que está intentando indagar. ¿Qué te has perdido, Alejandro? Efectivamente, Guillermo, bilinario. Como dice Barthes, nace el espectador-lector. Con la muerte del autor nace un nuevo tipo de bicho que es más como era el autor clásico, que efectivamente es a la vez autor y a la vez es lector y es espectador. Barthes todavía tiene un punto ahí vanguardista de intentar hacer todo muy horizontal, muy tal, muy cual. Fijaros, no obstante, que aquí se introduce una dimensión muy interesante, que es la noción esta del medio homogéneo que hemos manejado con Lukács alguna vez, con algún texto por la web y alguna clase grabada. Es decir... Nos va a hacer falta, incluso en el más horizontal, Alejandro, de los repertorios, en el más compartido de los lenguajes, nos va a hacer falta siempre alguien que en su cabeza sintetice las cosas. Que de alguna manera coja todo ese sentido, todas esas palabras, todos esos términos y lo condense en una forma suficientemente potente y lo vuelva a acuñar por así decirlo. Entonces, esa labor, que es una labor de síntesis, que es una labor como en el que condensa algo... seguramente tenga que seguir haciéndola un individuo, una personilla con su cabeza en su cabeza y teniendo sus dolores de parte, igual que un hijo lo hacemos entre varios, pero entre varios entre dos como poco en algunos casos más pero al final alguien tiene que parirlo que mira tú por donde, eso de ser una mujer pues aquí pasa una cosa parecida alguien tiene que de alguna manera quedarse peñado, pasar sus meses de concepción y dar a luz ese proceso de sintetizar fibrillas, bichillos y tal y generar una criatura Eso tiene que hacerlo alguien y es un proceso que colectivamente se hace medianamente mal y está bien que alguien lo haga. Ahora bien, el hecho de que una mujer tenga un hijo no quiere decir que lo haya engendrado ella sola. Sin ninguna duda hace falta más gente para engendrar un hijo y así es una obra de arte o una especie de condensación de la sensibilidad, pues ni te cuento. Hace falta muchas más cosas. Lo que quería sobre todo explicaros era esta noción de que en términos modales, para que os vayáis familiarizando con el tipo de pensamiento. que estamos explorando, en términos modales, no se puede hablar tal cual del autor como si fuera un único bicho. Porque como poco son cuatro bichos. Es decir, un autor de lo necesario, un autor de lo contingente, uno de lo posible y otro de lo imposible. Si os fijáis en esos cuatro modos relativos. ¿Y qué pasa con lo efectivo? La E que está pintada en el centro, ahí está echada. Pues lo efectivo es lo que hay, camarada. La gente o familias que de hecho están produciendo. Me gustaría que interpretarais el esquema este de la cinta de Moebius, no como una especie, no como una especie de jaula de hamsters en que vamos dando vueltas de un lado para otro. aunque pueda ser cierto que haya una cierta sucesión de etapas me gustaría que lo interpretarais como un campo de fuerza como un diagrama de fuerzas como decía Darcy Thompson es decir, como una especie de mapa de magnetismo es como esa E que está en el centro que es lo efectivo y eso que de hecho tenemos está tensado de ello tiran hacia unos lados unas fuerzas y empujan otras lo que tira es la tendencia hacia la repertorial por un lado, es decir, hacia constituir conjuntos de sentido compartidos y hacia lo disposicional por el otro es decir, a explorar lo arbitrario lo experimental lo juguetón ¿Vale? Esas dos tendencias están presentes en cualquier situación de creatividad, en cualquier situación incluso de experiencias típicas. ¿Vale? Y a su vez vuelven de alguna manera al autor. Y el autor, el que está creando, está haciendo algo, es de alguna manera embestido por un repertorio relativamente gastado que él tiene que renovar con sus disposiciones y ahí sería, si pudierais ver mi dedo señalando, señalaría cómo la hace... Se acerca a la E, es decir, cómo la circulación va de la N a la C y de la C a la E. Pues lo que va de la C a la E es el repertorio relativamente desgastado, relativamente deslustrado ya como viejuno que le llega al autor y cómo lo relanza él, pues lanzándolo hacia la P, hacia las disposiciones, relanzándolo hacia la exploración completamente nueva o fresca o jugona o como queráis llamarlo. Y a su vez, ¿qué sucede con esa experimentación? Pues que tiene su desgaste, tiene su propia... agotarse y ese agotamiento disposicional a su vez le llega desde la IP del imposible al autor que está en la E y como lo procesa, lo procesa mandándolo hacia lo necesario, mandándolo hacia lo repertorial cuando nos cansamos de tanto experimento cuando nos cansamos de tantos jueguecillos vanguardistas, lo único que podemos hacer compañeros, lo único que puede hacer el autor o el espectador que está en esa E de lo efectivo es recoger ese empuje que le viene desde la IP y mandarlo hacia lo necesario hacia lo repertorial es decir, volver a construir conjuntos compartidos de sentido recordad siempre la decisión de repertorio el conjunto es relativamente acotado relativamente estable, en los que nos podemos reconocer, en los que nos podemos encontrar, ¿me seguís? y vuelta a empezar por eso el símbolo del infinito, el cofrado no en vano ¿me explico bien? ¿creéis que vale esto como una pequeña aproximación modal a las diferentes nociones del autor? vale, he hablado rápido como una metralleta, pero esto hay muchas cosas que decir y lo que mejor es no poder pintar en la pizarrilla ¿vale? Pero bueno, he visto que Alejandro antes empezaba una frase, efectivamente Linares muy bien traído, se está dando una vuelta al hiperrealismo como una vuelta a lo repertorial, una vuelta al hiperrealismo, a la fotografía, a un montón de elementos en el que de alguna manera nos reconocemos, nos encontramos. ¿Por qué? Pues lo que os he dicho, porque obviamente el ciclo de exploración disposicional, el ciclo de experimentación, el ciclo de juego tiene su propio agotamiento y estamos hartos, como cuando juego con mis niños, al cabo de un rato estoy harto y digo no, orden, volvamos al orden. De alguna manera el polo de lo necesario es el polo del orden y el polo de lo posible es el polo del caos. Y vamos, como sabéis, del orden al caos y del caos al orden continuamente yendo y viniendo. Pero la vida real, lo de verdad, lo que hay, que es lo efectivo, está siempre en el centro, en esa efectividad. Y recordad que las cintas de Moebius, aquí está pintada, vamos, he hecho un churro, las cintas de Moebius no se tocan. Sabéis cómo se hace una cinta de Moebius, ¿no? Es como una corona, que hicierais una corona de angelito, pero le dais la vuelta a uno de los extremos y lo pegáis. Bien, generamos una figura que de hecho no tiene centro, no se toca. Por eso yo intento tratarla como una especie de campo de fuerzas, como si fueran imanes, de hecho, lo que lo organiza, lo que lo tensa. Y lo efectivo, tanto, fijaros qué bonito esto. Esto hablaremos en otra clase de ello porque realmente tiene mucha tela filosófica. Esto de poner esta E, que es lo efectivo en el centro, es algo que ya está en Aristóteles, que recoge Hegel y luego recogen ahora los biólogos como Estudar Kauffman cuando hablan de la complejidad situada ante el orden y el caos. Pues bien, lo que para Kauffman es la complejidad situada ante el orden y el caos, para Hegel es la particularidad situada entre la generalidad, que es el orden, y la particularidad, que es el caos y su posición. Esto lo recoge Lukács en el tercer tomo de su Estética. Y para Aristóteles, fijaros que bien, estaba esto en la teoría del justo medio. Él intentaba generar una situación de una sabiduría ética situada siempre, como es aquí más o menos el caso, en un punto intermedio, localizado en un punto intermedio entre dos tipos de excesos, un exceso y una deficiencia. Un exceso de orden en el repertorial y una deficiencia de orden o un exceso de caos en los dispositivos. ¿Vale? Pues si os parece claro y no tenéis más preguntas, lo vamos a dejar aquí. Hombre, Linares, estas cosas siempre son bonitas. Por algún rato que me falle el ordenador. Vale, me alegro que te haya gustado. A ver, Alejandro, la afirmación de Maillard. Ahí nos meteríamos en la cultura china, ahí no es verdad. Vamos a hacer una cosa, Manzano, Alejandro. Voy a revisar algunos textos que tengo de autores chinos, que me traje este verano de por ahí, de Cracovia y tal, y te los planteo. Porque los chinos tienen un acercamiento peculiar a todo esto. Donde nosotros vemos emergencia, cosas que emergen, ellos ven sedimentación, cosas que se posan. Así que vale la pena pensarlo con calma y exponerlo con detalle, ¿vale? Lo reviso y para la siguiente clase le damos una vuelta. Sí, tengo bastante material sobre estética oriental, sobre estética chile, que podemos verlo cuando queráis, ¿vale? Pues me lo preparo a raíz de esta alusión de Alejandro a Chantal Meillard y lo prepararé. Y ahora con vuestro permiso me voy a hacer la cena en mis hilos que tendré que experimentar algo. Perfecto. Que fluya, camaradas. Adiós, chavales. Voy a cortar esto.