Este tema trata el Autoconcepto,

que como su propio nombre indica,

es como,

es la imagen que tengo de mí mismo.

Entre los muchos objetos que
reconozco en mi mundo,

el más importante soy yo mimo.

Ya veréis en psicología del desarrollo,

que la imagen de mí mismo,

incluso de mi cuerpo
como una entidad separada,

la voy construyendo con la experiencia,

y de mi yo como una entidad histórica,

permanente en el tiempo,

también la voy
construyendo en el tiempo,

con la experiencia, en base a
mi memoria y las circunstancias,

y ahí entra todo lo que me ha pasado,

todo lo que he hecho,

con qué sentido,

lo que importa,
lo que no.

Todo esto forma parte del autoconcepto.

De mí mismo es del objeto
del que más información tengo.

Y como casi toda la información,

llega principalmente mediante
acciones perceptivas,

de mí mismo,

que pueden ser de las consecuencias
de lo que yo hago,

pueden ser internas,

todo eso va generando
un conocimiento acumulado.

Ese conocimiento acumulado
es el autoconcepto.

Quién soy yo para mí mismo.

Asociado a él

hay una actitud positiva o negativa,

me gusto o no me gusto,
hasta cierto punto,

y dependiendo en qué cosas
me gustó más,

dependiendo en qué aspectos
me gusto menos,

le llamamos autoestima.

La autoestima
es un componente valorativo,

es decir, tiene un significado positivo
o negativo para mí.

Y ya hemos visto varias veces

que uno de los aspectos principales

para mantener la vía psíquica

es que esa autoestima

mantenerla en un nivel aceptable
por lo menos.

Y recordamos otra vez

que los motivos más asociados
con la autoestima social es

entender el mundo,
potenciación personal

y la necesidad de pertenencia
que nos lleva

a buscar el grupo mediante el cual
tenemos más posibilidad de sobrevivir.

(no se entiende bien)

Poco a poco nos vamos
familiarizando con los

diferentes autores
que salen a menudo.

Susan Fiske,
los motivos básicos sociales.

Este autoconcepto

se refleja muchas veces

cuando nos piden que nos describamos
nosotros mismos,

y somos conscientes de
la imagen que proyectamos

y procuramos mantener
una buena imagen pública,

por lo mismo, porque
necesitamos autoestima alta,

pertenecer a grupos,
una buena imagen,

que se proyecta
tanto con las palabras

como con los hechos
de cara a los demás,

cuando yo me describo,

cuando hago algo
delante de alguien,

y bueno también señalar
que a veces,

no siempre nos estamos
autoensalzando,

también de vez en cuando
conviene mostrar las debilidades

para generar otras utilidades o
por unas motivaciones diferentes.

Bueno, pues eso,

de una forma abierta
es lo que es el autoconcepto

que es bastante comprensible,

solo que ya veis que bastante amplio,
una cosa muy simple.

Entonces vamos a ver
cómo lo ve la psicología,

la psicología social.

Resumimos el autoconcepto
como el conocimiento del yo.

Los primeros psicólogos
que hablaron de ello,

Williams James,
al principio del siglo XX,

lo consideraban muy vinculado
con la vía social,

como ahora lo vinculamos también.

Sin embargo, a partir de la década
del 10 y hasta los 50, 60,

el conductismo, también lo vamos
a ver muchas veces,

esa corriente mayoritaria,

no trabajó los autoconceptos,

no los consideraba objeto de estudio,
hasta los años 70.

En los años 70, estos motivos,

la psicología social,

vuelven a ver el autoconcepto

como una variable clave
en la interacción social.

En esa relación con la autoestima,

es parte inseparable del autoconcepto,

y de esa manera
vuelven a estudiarlo.

Y en esos estudios, si recordáis,
cuando hablábamos de cognición,

cómo organizamos la información
en nuestra mente,

de cualquier cosa,
también lo social,

de cualquier persona, mediante
un constructo que llamamos ‘esquema’.

Un esquema es
un contenedor de información,

con diferentes categorías
ya preparadas

para recibir un tipo de
información concreta.

El esquema que tengo de cada
persona es más o menos complejo

en función de lo que conozca
a esa persona.

Puedo tener un esquema de
un grupo de personas

de las que no conozco
a ninguna particularmente,

por ejemplo, los alemanes,

conozco un esquema de
cómo suelen ser los alemanes

para mí según mi experiencia.

Si conozco a una persona
en concreto,

ese esquema se ajusta
a esa persona,

pero bueno, el esquema que
me aplico a mí mismo

será el que más información,
más categorías,

más rico y más complejo sea.

Por un lado, tengo mucha
más información de mí mismo,

de muchas situaciones
a lo largo de mi vida,

y además tengo acceso
privilegiado a esa información.

Es íntimo.

Al final, es tan complejo,

que proponemos que se compone
de una serie de autoesquemas,

de diversos aspectos,
todos relativos a mí,

y si los viéramos como un conjunto,
eso sería el autoconcepto.

Una agrupación de
esquemas jerárquicos

que comprenden
todo lo que hemos dicho arriba,

están los sentimientos,
los planes también para el futuro.

Entonces están ordenados
en función del tiempo,

en función de la importancia,

en función de varias dimensiones,
bastantes.

¿De dónde vienen?
¿De dónde se construye el esquema?

Lo hemos señalado arriba un poco,
pero

todos estos aspectos
tienen algo que ver

Es decir,
lo que he hecho yo en mi vida,

los diferentes papeles que
he desempeñado,

con quién me he relacionado,
qué grupos pertenezco,

mis valores, mis experiencias,
mis expectativas,...

Y además, todo esto,
se puede mostrar,

de todos estos autoesquemas y
de todas las diferentes partes de mí,

puedo mostrar diferentes perfiles,

diferentes personas me ven
de diferentes formas.

No sólo eres complejo sino también
es complejo el cómo se muestra,

incluyendo sentimientos, planes…

Vamos a ver cómo se ha
medido esto en la Psicología.

Un cuestionario que sea capaz
de aportar un poco de luz.

Éste del AF5 propone que
para agrupar toda esa información

que parece inabarcable,

se podría articular en torno
a unas dimensiones,

porque yo tengo diferentes
caras y diferentes

‘yoes’ en función
de en qué contexto me muevo,

en función de por qué
me estás preguntando,

qué habilidades tengo que
poner en juego.

Y en principio en algunos cuestionarios
por ejemplo en este de García & Musitu

que está en el libro,
que está en castellano,

nos proponen cinco áreas,

que pueden tener
diferencias significativas,

por eso cuando hablamos
de dimensiones

una se puede separar de
la otra de forma significativa,

es decir, que cambia una y
la otra puede permanecer independiente.

En principio, puedo obtener
un autoconcepto

muy diferente en lo
laboral y en lo social,

otro emocional,

otro familiar y
otro con mi físico.

El cuestionario hace preguntas,

un cuestionario es un autoinforme,

al fin y al cabo,
ordenado,

en el que le preguntamos
a la persona

cómo se ve a sí misma,
que es una forma de estudiarlo.

Según un meta-análisis de baremos,

un estudio sobre el tema,
que hicieron Simons y Johnson,

para ver como se podía
operativizar el autoconcepto,

qué teorías había detrás de ella,

teniendo en cuenta que,

dependiendo de la importancia
que un aspecto

o una dimensión tenga para mí,

lo tengo mucho más organizado,
elaborado,

más profundamente procesado,
una imagen más nítida,

en función de la importancia
que yo le concedo,

que eso depende también de
la experiencia y todo eso.

Entonces, según también la importancia
que le concedo a una dimensión,

hay una especie de memoria selectiva
de efecto auto-referencia, se llama.

Recuerdo mucho más
esas cosas que me marcan

en esos aspectos que
para mí son importantes,

sobresalientes,
les doy mucho más peso

en las descripciones sobre mí,

cuando tienen que afectar a
otras variables como la autoestima,

son constructos o esos
autoesquemas más amplios,

más ricos, les dedico más atención,
controlo mejor,

ese tipo de variables cognitivas

que veíamos
también con el resto de los esquemas,

que demuestran las dimensiones.

Si una dimensión
no es importante,

se suele mantener en el tiempo,
más consistente,

también,
más estable.

Si es más importante,
también,

es más probable que afecte
a la autoestima,

cualquier modificación,

cualquier efecto en esa área
o esa dimensión.

Imaginaros que tengo pocas dimensiones
positivas de la autoestima,

sólo me valoro por ejemplo
por mi físico.

No me puedo apoyar en
otras dimensiones, cuando

tengo pocas donde apoyarme,
cuando esa me falla

la autoestima se verá más
afectada que si tuviera otras.

Trato de ser más coherente con lo que
para mí es más importante,

si le doy mucha importancia
a mi físico,

pues me dedicaré a cuidarlo,
a cuidar mi imagen.

Y claro, lo mismo, si tengo
un fracaso en eso, me afecta mucho.

Bueno, esto es
un poco a grosso modo,

cómo sería mi esquema de autoconcepto
y cómo se organiza.

Vamos a ver que no sólo
se han propuesto esquemas,

sino que puede haber
otras formas diferentes

de guardar la información
sobre mí mismo,

por ejemplo en una línea del tiempo,

la autobiografía, podría considerarse
un esquema autorreferencial,

con diferentes implicaciones,
un esquema externo.

Otros son informaciones
que puedo tener de mí mismo,

que no son conscientes,
que no son tan conscientes,

manías, gestos,
cosas que yo no veo,

sin embargo están ahí,
o pequeños complejos,

de los que yo no soy consciente
o no tengo muy claros,

sin embargo se demuestran,

pues eso no se podría representar
en este esquema consciente,

podría estar almacenado de otra forma,
a eso se refiere.

Eso sería un conocimiento,
al que llamaremos, implícito.

Bueno, pues todo eso,
también puede estar ahí,

en el autoconcepto.

Entonces vamos a ver
diferentes aspectos del yo,

de representación,
para que veais en qué forma,

desde qué perspectivas
se pueden estudiar.

La primera es, por histórica,
la de William James que, distinguía

al principio del siglo XX,
distinguía entre el yo y el mí.

El yo es la parte de mí que sólo
puedo ver yo a través de introspección,

aspectos íntimos a los que sólo
puedo acceder yo,

y el mí sería el yo social,

el cómo creo que me ven,

relacionado con los demás.

El yo es una especie de objeto
con los que los demás interaccionan,

y de esta visión primera
el que ha quedado

en la Psicología social moderna
es el mí.

La psicología social se dedica a ese yo,

a cómo yo creo que me ven,

y como me ven los demás,
y cómo las interacciones y todo eso.

No tanto al yo íntimo.

Bueno, esto es
una apreciación.

Vamos a ver cómo ha variado
el yo en las diferentes

formas de aproximarnos de la
Psicología Social moderna.

Una distinción que habréis
visto en el libro

que viene con varias
distinciones dicotómicas.

Una es el yo activo
con el yo almacenado.

El yo activo es mi yo ahora mismo.

Como he dicho,
tenemos muchas caras,

y usamos en diferentes papeles,

diferentes situaciones,
exigen diferentes aspectos de mí mismo,

y los que yo pongo en marcha,

los que saco en cada situación,
es el yo activo.

Y el almacenado es todo lo demás,

con esa jerarquía que está ahí adentro.

La segunda distinción, un yo
abstracto y un yo episódico.

Esto parecido a la memoria,

el episódico está relacionado

con experiencias mías
en el espacio y el tiempo

Y el abstracto son características,

independientes del espacio
y el tiempo,

que yo he inferido,

creo que tengo,
mi forma de ser,

y esto es cómo me comporto
en diferentes situaciones.

Lo que, también en la memoria
ha llevado a esta distinción

es que parece ser que hay
áreas cerebrales diferentes,

que se almacenan de forma
diferenciada,

y que hay fenómenos que afectan
a uno y que no le afectan a otro,

por eso mantenemos la
diferenciación.

¿En qué página estoy?
Estoy en la página 171 o por ahí.

Otra distinción:
implícito contra explícito.

Éste es el conocimiento que
he nombrado aquí.

El explícito son las cosas
que yo sé,

de mí mismo de las
que soy consciente.

Y el implícito son cosas
que yo no sé de mí mismo,

de las que no soy consciente,
pero que están ahí.

El explícito es fruto
deliberado de reflexión,

de memoria voluntaria,

y el implícito es automático,
muchas veces inconsciente.

¿De dónde viene?
El explícito viene de

una construcción antigua
de información.

Y el implícito viene de,
muchas veces podría ser

que se construya por
proceso de automatización

que hemos visto alguna vez.
Creo que sí, ¿no?.

Esas acciones que se llevan a
cabo de forma repetida generan

un procedimiento automático,
que da menos esfuerzo,

y que queda grabado en la mente

y que se pone en marcha por su
cuenta ante distintos estímulos.

Otras podrían ser experiencias
de antes de adquirir el lenguaje,

que vayan configurando mi forma de
ser, de las que no soy consciente.

Otra que se ha nombrado
mucho también,

es una construcción defensiva
de información,

por ejemplo, negar las cosas
que me afecten,

no verlas, memoria selectiva,
quitarles importancia,

proyectar en otros, hay muchos
mecanismos que la mente utiliza

para evitar cosas que
me stressan.

Pues ese tipo de mecanismos defensivos,
que hacen que cierta información

la tapemos inconscientemente,

y muchas veces quizás otros vean
esa tendencia y nosotros no.

Y por último otro mecanismo

es el condicionamiento clásico,

asociaciones automáticas,

entre placer o displacer con
determinadas situaciones

que van generando unos hábitos
de conducta y una forma de ser.

Es decir, autoconcepto implícito
puede venir de estas dos fuentes.

Otra distinción, autoconcepto global
contra el autoconcepto específico.

Obviamente no son
dos cosas separadas,

hay todo un continuo.

El autoconcepto global son
aquellas creencias sobre mí

que afectan a un amplio rango
de conductas y de situaciones,

y cuanto más específico sea.

Podemos verlo de una forma continua.

Éste es otro,
otra forma de distinguirlo,

el real contra otros posibles.

Cuando digo real me refiero
a subjetivo, real para mí,

contra otros posibles que podrían
ser los dos que se proponen:

el yo ideal y
el yo responsable.

El ideal se asocia con el querer

y el responsable con el deber.

Cómo quiero ser y
cómo creo que debo ser.

También puede haber una
proyección hacia el futuro

en el sentido de que puede haber
también un yo proyectado

de cómo quiero ser en el futuro,

que no tiene porque coincidir
exactamente con esto, sino

que tengo en cuenta mi yo actual,
mi historia,

mis posibilidades, más reales, y esto
es como construcciones más abstractas.

Sabemos también que

que cuando hay una discrepancia entre
lo que yo soy y lo que yo quisiera ser,

se produce un malestar,
ya lo hemos visto otras veces.

Y tenemos la construcción de
la teoría de la autodiscrepancia,

que veremos ahora.

Lo que no he nombrado

es la relación entre implícito y
explícito, que lo tenía aquí.

Pero bueno.
Lo digo.

Hay entre estos dos

varias notas importantes en el texto,

que muchas veces,
hacemos elecciones,

moduladas por estas
cuestiones implícitas,

y no nos damos cuenta,
es decir,

si yo tengo un condicionamiento que
me lleva a reaccionar con ansiedad,

en determinadas situaciones,
aunque yo no me dé cuenta,

muchas veces eso se
superpone al explícito

y más potente que el explícito,

eso se llama efecto del
egotismo implícito,

preferimos esos efectos
que vimos alguna vez que,

una información que
yo ya he conocido,

que he visto alguna vez,
la prefiero,

aunque yo no haya sido
consciente de haberla visto,

ese aspecto que vimos en
la atención subliminal,

y en muchos experimentos
se ha demostrado,

que las cosas que más sueles ver,

sueles preferirlas, eso
es una cuestión implícita.

Hay falta de correlación
entre ambos,

no necesariamente van a la par,

simplemente quiere decir
que cada uno se construye

mediante mecanismos diferentes,

y que obviamente pueden interactuar.

Puedo modular mis
tendencias defensivas,

por ejemplo, si yo siento mucha
vergüenza al hablar con una persona,

puedo hacer un ejercicio consciente

de autocontrol y mejorar
esa situación.

Bueno y aquí vamos a ver la
teoría de la autodiscrepancia,

la teoría de la autodiscrepancia

Higgins,

tiene que ver

si recordamos las teorías de
la disonancia cognitiva,

o Heider cuando decía que buscamos
reducir el malestar,

buscar el equilibrio y la
coherencia en la información,

por eso tendemos a hacer
deducciones internas,

todo aquello que tendemos a buscar
previsibilidad en el ambiente,

cuando

cuando el yo ideal no coincide
con el yo real, el yo subjetivo,

se produce la discrepancia,

y cuanto mayor sea la discrepancia,
se produce mayor malestar.

El malestar psicológico
que puede manifestarse en diferentes

síntomas externos.

Esta teoría concreta bastante los
sentimientos que podemos encontrar,

y dice que cuando la discrepancia
se produce entre el yo real y el ideal,

la tendencia es a la depresión,

sobre todo si se mantiene
durante mucho tiempo.

Si la discrepancia se produce entre
el yo real y el yo responsable,

entre lo que debo y
lo que hago,

el sentimiento más preciso es
culpa.

¿Entonces qué hacemos?

Evitar la discrepancia para
buscar la satisfacción,

porque sin discrepancia
hay más seguridad

y por lo tanto más felicidad.

Y lo que hacemos es diferentes
estrategias para buscar

ese bienestar de una forma social.

El yo ideal,
el yo responsable,

en gran parte están dictaminados
por el entorno social,

no los elijo libremente,

entonces yo actúo también
me pongo unas metas

de naturaleza social,

y de dos tipos de estrategias

que pueden ser o de promoción
o de prevención,

para regular lo que yo hago,

para decidir o tomar decisiones.

La de promoción se refiere a hacer
aquello que me va a dar beneficios,

hacer algo que me pueda
reportar algo positivo,

contra la de prevención que es
impedir que me pase algo negativo.

Podríamos decir que una
estrategia es buscar ganancias

y la otra evitar pérdidas.

Claro, no siempre
utilizamos la misma,

depende con quién y dónde
optamos por una o por otra.

Bueno ésta es la teoría
que venía al caso de

de la distinción
entre real y posibles.

Otra distinción entre
el yo personal y el yo social,

que desde la teoría que
también es importante

que la vamos a ver varias veces.

Las teorías de Tajfel y Turner

de identidad social
y categorización del yo.

Recuerdo.

Me he saltado dos temas.

Vamos a ver una pequeña matización
ampliación de la teoría de Higgins,

la teoría de la autodiscrepancia,
la teoría de Markus,

en la que presenta otra forma
de ver los yoes posibles

añadiendo el yo que antes hemos
apuntado que era el del futuro,

en el que proyecto el pasado y presente,
en donde se ven mañana,

y eso me sirve tanto para valorar la
situación en la que estoy hoy

como para darme fuerzas energía,
marcarme metas posibles

de cara al futuro.

Tiene un papel de motivación
y un papel de información.

Y esas metas que yo me
planteo para el futuro,

como todas las demás,
vienen de unos estándares

que me impone el medio
social en el que vivo

y también a lo largo de mi historia
que he aprendido del conjunto.

Volvemos ahora al yo personal
contra el yo social.

Si habéis visto
a lo largo de los temas,

la historia de la psicología social
tiene unos puntos muy concretos,

primero esa fase de no estudio
de la psicologia social, el conductismo,

y a partir de ahí empieza un
periodo con la psicología cognitiva

en la que se hacen muchos
estudios sobre grupos,

pero sobretodo con las teorías
que enfatizan el cara a cara

y los grupos interactivos
que tienen relaciones,

que tienen metas comunes.

En esos procesos se basaban
la mayoría de las teorías.

Y en un momento dado se
propone que las categorías,

las teorías categoriales,
categorías sociales,

en las que no interactuamos pero sí

que tenemos una identificación
personal con ciertos grupos,

grandes normalmente,
pueden influir de la misma forma

que los interactivos, pueden tener
efectos en todas estas variables

que se estudian.

Esa teoría, sistematizada,
son estas dos,

la teoría de la identidad social
y la categorización del yo

que surgen en los 80s y los 90s,

y que la distinción básica de la
teoría es básicamente ésta,

entre yo tengo un extremo personal
y un extremo social.

Y entre uno y otro puedo estar actuando
de una forma más idiosincrática mía,

o una forma intermedia, o una forma
totalmente vinculada a un rol social.

Y esto es un proceso mental,
con el que yo me identifico,

para estas teorías no es
necesario o no es esencial

que haya una interacción
o metas comunes.

Lo que es esencial es que yo
me considere parte del grupo

y asuma las características,

y a partir de ahí se explican
todas los demás fenómenos.

A la hora de categorizarme
a mí mismo,

puedo optar por diferentes niveles,

de acuerdo a lo social o lo grupal
que sea esa autocategorización,

desde uno muy genérico,
como humano,

otros intermedios en diferentes
grupos en los que me muevo,

intermedios que pueden
ser grupos de todo tipo,

grupos pequeños como el de este aula

o grupos grandes como la nación
con los que yo me identifico

en los que yo considero que pertenezco,
que me parezco a ellos,

donde yo cumplo esa necesidad
de pertenencia,

mediante la comparación,
o sea,

pienso que las demás personas que
pertenecen al grupo se parecen a mí

y además los que no pertenecen
al grupo

son diferentes precisamente por eso.

Y eso conlleva también una implicación
emocional habitualmente,

una cuestión emocional de
valoración de esas características.

Dice “ante una autodiscrepancia
interviene en las actitudes,

interviniendo conjuntamente con
los factores cognitivos y afectivos”.

Sí, la autodiscrepancia es
una percepción cognitiva,

es una valoración propia,

es decir es una percepción
de un hecho que yo valoro,

si hay mucha discrepancia, como algo
negativo y me genera un malestar

afectivo emocional, en ese
sentido hay un proceso

que procuro reducirla,
tiene las dos caras, sí.

“Y el rol social corresponde

a la categorización de la faceta
de autoconcepto”

No, el rol social… No sé a lo
que te refieres con la pregunta.

El autoconcepto social,
el autoconcepto personal,

estamos hablando del autoconcepto
como una variable cognitiva interna

en la que todas mis variables
se agrupan en un esquema,

entre ellos los sociales
pero no sólo los sociales.

Entonces el autoconcepto es
más amplio que el rol social.

Pero obviamente los roles
que yo represente

tendrán que ver con lo
que yo creo que soy.

No sé a lo que te refieres con la
pregunta. Si va por ahí.

El autoconcepto es un esquema de mí
mismo que abarca muchas cosas.

Entre ellas determinar
cómo actuo socialmente.

Lo que también hay que
señalar en todo esto,

en la pertenencia a los grupos, la
dimensión emocional

es bastante importante,

y esta le da bastante
importancia a esta teoría,

es decir cómo valoro yo
la pertenencia a los grupos.

Por lo tanto, tiene efectos
inmediatos en la autoestima

a través de qué valores
le atribuyo yo al grupo.

Esto es muy habitual.

Estamos orgullosos de ser, por ejemplo,
españoles,

le atribuyo una serie de
valores por eso.

Claro, en cada grupo al
que pertenezco,

tengo una cara.

Me puedo atribuir diferentes valores,
diferentes identidades,

en función a todos los grupos
a los que pertenezco,

con lo cual a cuantos más grupos
pertenezca, más crezco en autoestima.

Y aunque el grupo no me dé

ese componente emocional
en la medida suficiente,

es decir, aunque yo no esté
muy orgulloso de ser español,

podría usar varias estrategias,

por ejemplo, irme del grupo,

valorar lo bueno, no nos va
muy bien en lo económico,

pero nos divertimos más que los
alemanes, que es un tópico,

pero se usa, sinceramente,

para sentirse uno mejor.

Y obviamente compararse con otros
grupos a los que también podría unirme.

Son mecanismos de defensa.

Lo que pasa es que salirse del
grupo es difícil o no se puede.

Por ejemplo, un grupo racial.

Y a veces lo que tenemos
que ver es,

si no podemos salir,
ver si hay legitimidad cuando

cuando el grupo te afecta
a la autoestima,

y si ves que no la hay pues puedes

contestar contra el grupo que te esté,
digamos, discriminando.

Ya vimos algunas estrategias,
¿no?,

de comparar lo mejor mío
con lo peor del otro,

en darle más importancia a lo que
a mí me va bien, en fin, todo eso.

Bueno, pues, el tercer nivel,

más personal, es el yo específico,

porque no hay dos iguales,

esa parte que me diferencia
de todo lo demás,

y estos tres niveles,
en función donde estemos,

utilizaremos uno u otro.

No es que
cambiemos de forma de ser,

sino que nosotros somos todo esto.

Y le daremos más prominencia a uno que
a otro según en qué situación estemos,

nada más.

Y también según la utilidad que
veamos, según el ambiente.

Nos refugiamos en nosotros mismos o

nos refugiamos en cualquiera
de las opciones que tenemos.

Si estamos en una situación
social y vamos

ajustando nuestro papel al del grupo

tanto que dejamos de ser
nosotros mismos,

puede llegar a un extremo que
se llama de despersonalización.

La mayoría de estudios de las
teorías de despersonalización,

y de identidad social abarcan
esas categorías grupales,

no la categoría general de humano,
esa no es objeto de estudio,

sino cuando oscilamos entre la
categoría del yo y la categoría grupal.

Llegando al extremo grupal,
social,

puede darse el caso de la
despersonalización,

simplemente que mi papel es
todo lo grupal que puede ser,

todo lo impersonal que puede ser,
en ese momento

me identifico solamente
con mi rol en el grupo.

En alguna situación puede ocurrir.

También ha habido otros autores

que han propuesto niveles intermedios.

Esta teoría propone que el yo grupal

y el yo personal como extremos,

otras en el medio, por ejemplo

las relaciones entre dos

o relaciones comprometidas
con colectivos, es decir,

no solamente una identificación
genérica,

abstracta y pasiva
sino una idenficación viva

y concreta para hacer algo.

Otras forma de concretar
los niveles del yo social.

Bueno, y como hemos visto
también algunas veces,

hay ingredientes culturales
y personales

a la hora de utilizar una y otra,

hay gente que tiende a ser más
influida por el grupo,

a adoptar más el rol social,

y hay gente que es más independiente
a la hora de

actuar y adoptar roles personales.

Hasta el punto que se ha propuesto

una escala entre estos dos extremos:

la independencia o el enfoque personal,

y la dependencia como un continuo

en el que podemos situar
a cada una de las personas

con un estilo personal,
una tendencia general.

Para ello, traza una escala.

Y trata de verlo.

¿En qué medida una persona hace
atribuciones internas,

o nombra aspectos internos
a la hora de describirse,

en qué medida atribuye o se describe

con adjetivos únicos propios
de la persona

y tiende a la comunicación directa

del yo como yo,

por contraposición

a las referencias externas públicas,

a las descripciones con
carácter grupales,

soy de tal sitio,

pertenezco a este grupo,

o la comunicación
indirecta más a través de roles.

Bueno, y los datos dicen que

normalmente las personas pueden
diferir en esto

independientemente de en
qué cultura estén.

Depende más de las diferencias
entre personas,

que las diferencias culturales.

La persona no es tanto la cultura
de la que hace un tipo de autoconcepto

sino más bien cada persona.

Ni siquiera es más frecuente en las
culturas colectivistas

el autoconcepto dependiente
que independiente.

Ni siquiera eso,
a veces es al revés.

Para introducir el siguiente punto,

la idea que precede al siguiente punto
es la siguiente:

si yo tengo todas estas dimensiones
que hemos visto,

el yo posible y abstracto,

cómo con todo eso

tengo una imagen estable y
homogénea de mí mismo,

cómo construyo y cómo elijo

hay una estructura más o menos
permanente del autoconcepto,

cómo mantengo la coherencia,

a pesar de que haya tantas
variables en juego.

Para eso hay un proceso activo,

que la busca,

que busca la coherencia,

y que se basa en

otra vez estas estrategias que
hemos visto más de una vez,

esa visión sesgada de las cosas que

procuro ver aquello que es más
coherente con la información

que yo creo que tengo de mi mismo,
la atención selectiva,

la memoria selectiva.

Por otro lado, una cuestión activa
de búsqueda de armonía,

de todo lo que me ocurre,

es decir, tratar de encontrar
puntos comunes

de las cosas que no se parecen mucho,

y buscar dónde se parecen,

y usarlo como articulación.

Y por último hacer
atribuciones externas,

atribuir las cosas que no
concuerdan con el autoconcepto

que yo tengo a las circunstancias.

Bueno, pues todo eso

lo hago para mantener
una estructura permanente

de una forma activa del autoconcepto.

Esa estructura tiene que

la complejidad de todas
esas informaciones

en una imagen del yo fija y estable.

Concretamos estas estrategias generales.
Primero,

en cada situación

está actuando un yo diferente.

Y yo percibo esas variables,

más salientes,

más pertinentes para esa situación,

con lo cual siempre suele
haber coherencia,

la misma situación,
el mismo yo,

y esa coherencia la percibo,

veo que la información que
me llega es coherente

con la que yo esperaba.

También soy capaz de encajar
incoherencias

mediante procesos de
autoverificación que se llaman,

buscar esa información que
me favorece a mí, esos detalles

que superan la incoherencia,

aunque una persona
pueda ver claramente que

no te ajustas a lo que
tú crees que eres,

siempre necesitas un detalle que
te permita agarrarte a eso.

Por último, lo que hemos
señalado arriba.

El próximo día veremos

cómo se construye a lo largo de

de la historia del autoconcepto

y yo creo que no queda mucho más.

Así que trataremos de acabarlo

antes del próximo día,

y nos quedamos con los
dos últimos temas,

la última práctica,

para las tres semanas o cuatro.

Y espero que traigáis un
montón de dudas

y podamos hacerlo más interactivo.

Eso que vimos de los exámenes

de una forma más automática.

Traed preguntas de otros temas para
repasar y traer la información.