Muy bien, grabando. Bueno, pues tras la consabida sesión aquí de chateo entre la gente que está conectada sobre posibilidades de temas para esta clase de hoy, han aparecido la cuestión de categorías y valores, que como sabéis es una distinción que hemos trabajado en alguna otra clase. Las categorías son aquellas clasificaciones, aquellos cajas mariposas, como he dicho alguna vez, que sirven para ir captando lo que hay y por tanto son conceptos de orden epistemológico que nos permiten conocer categorías. Y luego están los valores y los valores son aquellas polaridades, aquellas cajas, aquellas decantaciones que nos permiten organizar nuestra acción. Mediante las categorías podemos conocer y mediante los valores podemos organizar nuestro quehacer, nuestra acción. Esas son las dos grandes herramientas que tenemos que tener presentes. Es importante diferenciarlos, muy importante diferenciarlos, por muchas razones. Una de ellas es porque las categorías efectivamente están activas históricamente en determinado momento. Por ejemplo, Lukács ponía el ejemplo siempre de lo que eran los metales. Hasta que no se inventa la metalurgia en algún momento pasado neolítico, pues los metales no es que no existieran, claro que existían, pero éramos los humanos, éramos incapaces de verlos como metales. No teníamos la categoría que nos permitía diferenciar una piedra cualquiera de un cacho de hierro que podía ser fundido, trabajado, transformado, convertido en herramienta, etc. ¿Veis? Con la noción de categorías se entiende. Se entiende muy bien, es el ejemplo que pone Lukács, esta especie de extensión del mundo en que el mundo se hace más rico, se hace más complejo, precisamente merced, gracias a nuestras categorías, a la ampliación categorial que hacemos. Ahora bien, con los valores pasa una cosa también peculiar. Los valores pueden no ser reconocidos por nadie, pueden estar completamente arrumbados en algún desván de la historia y no obstante, y esto lo dice Harman, no obstante siguen valientes. Siguen siendo valiosos. Los valores son valores de Harman porque valen. ¿Y por qué valen? Pues porque aunque nadie los respete o nadie los recuerde, constituyen, y esto es lo importante, constituyen decantaciones, constituyen, por así decir, como destinos posibles de aquello en que consiste ser humano o estar vivo o habitar este planeta. Dadas las condiciones que nos constituyen como especie, o sea, dada una esperanza de vida determinada, dada una sensibilidad, eso que no tenga, y una inteligencia, pues podemos vivir de determinadas maneras. No de cualquier manera. No podemos vivir como pajarillos moviendo las alitas porque no somos pajarillos. No podemos vivir como fieras devorándonos unos a otros porque no lo somos. Aunque algunos se acerquen. El abanico de opciones, el abanico de formas de estar vivo. El repertorio, iríamos usando los términos que ya le tenemos cariño, el repertorio de formas de estar vivo se organizan o se identifican en función de esos valores. Pues bien, para introducir esta cuestión de los valores y las categorías, sobre todo valores, hay un término que nos es muy recurrente y para todos los que estéis haciendo trabajo sobre temas más bien literarios o incluso de cine y tal, es una noción que os va a aparecer, que es la noción del héroe. ¿Vale? Vamos a verlo. Vamos a hablar un poco de esta noción del héroe como manera de entender mejor de qué hablamos cuando hablamos de categorías y valores o de decantaciones de la mirada para el abogado. Bien. Hay una peli que a mí me gusta tomar como excusa para hablar de los héroes, que es la película esta de Ridley Scott, The Counselor, El abogado. Bueno, en The Counselor, en algún momento, al principio, sale un experto en diamantes, aunque lo habíamos invitado alguna vez a darnos una clase, sale un experto en diamantes. Y es un experto en diamantes intentando explicarle al galán de la película algunas cosas. Y, de hecho, le dice que aquello que constituye el corazón de una determinada cultura, aquello que hace que una cultura sea lo que es, dice este experto en diamantes, es el concepto de héroe que tiene esa cultura. Y este señor, este personaje, por ejemplo, es un personaje de una peli y que es un judío sefardí en Amsterdam, este personaje dice, al fin y al cabo, hay solamente dos grandes culturas. Está la cultura semítica. Y está la cultura griega clásica. Y cada una de ellas tiene un tipo de héroe específico que es el hombre que debe ser reverenciado, que es aquella figura, que debe ser reverenciada, aquella figura a la cual tomamos como prototipo de qué? Prototipo de una mirada para el valor, de una forma de estar en el mundo, como decíamos antes, que nos es especialmente relevante, con la cual, en función de la cual, podemos organizar nuestra propia vida, nuestro propio quehacer, ¿verdad? Esto, evidentemente, como iréis viendo, va a tener... Va a tener un día resonancias estéticas, porque, obviamente, las obras de arte son... Los artistas, muy a menudo, son considerados héroes, como Beethoven, Schubert, Sestakovich, pero las obras de arte mismas son concreciones de esas miradas para el valor. Son posibilidades de sensibilidad y de vida, mismamente, ¿no? Pero vamos, por no correr mucho. Y volviendo a The Counselor. Hay dos grandes posibilidades, dice el señor este de la peli. Dos grandes modelos de héroe. Uno es el semítico, que es el hombre de Dios, dice el personaje en cuestión, que es el profeta, que es Cristo, que es el elegido, en fin, de estas figuras teológicas. Y luego está el héroe griego, que es el guerrero. Es Aquiles, seguramente es Ajax, es Héctor. Son todos estos tipos que, fundamentalmente, son guerreros. Claro, esto nos plantea una especie de dualidad inmediata entre el sacerdote y el guerrero. Son dos figuras que, seguramente, están... En casi todas las culturas. Aunque hay algunas, como dice nuestro experto en diamantes, que, de alguna manera, se decantan más hacia una o se decantan más hacia otra. Bueno. Sacerdotes y guerreros. Y ya está todo. No hay nadie más. Hay alguna sociedad que esté compuesta exclusivamente de sacerdotes y guerreros. Nadie curra aquí. Evidentemente, faltan los currantes. Falta la gente que trabaja, la gente que produce. Por eso, hay un escritor. Se llama un escritor, una especie de estudioso de las religiones y de los mitos. Se llama Dimesil. Acabo de escribirlo ahí en el chat. George Dimesil. Que plantea que en las sociedades indoeuropeas... Lo plantearé en principio. Luego ya, seguramente, se extiende a más sociedades. Hay lo que le llaman una trifuncionalidad. Es decir, hay tres funciones básicas en función de cuyo equilibrio se puede entender cómo funciona esa sociedad. No quiere decir que esas tres funciones estén en la misma proporción en todas. O reciban el mismo prestigio. O sean presentadas con la misma dignidad. Pero sí que están presentes. Y esas tres funciones que se ven en lo que Dimesil recupera como la tría, la capitolina. Que eran los tres dioses del Capitolio de los Romanos. Que eran Júpiter, Marte y Quirino. Júpiter y Marte todos los tenemos presente. Quirino es precisamente el dios que se nos estaba olvidando antes del tercer estado. El de los campesinos, el de los ganaderos... La gente que está preocupada por cosas tan importantes como la fertilidad de la tierra. O la fertilidad de las vacas. O que se dé bien el año, y comer y beber bien. Esos personajes que de hecho constituyen parte importantísima de la sociedad. Pues bien, según Dimesil ya entonces no habría esos dos tipos de héroes de los que hablaba Estelton Diamantes de la peli. Sino ya tenemos tres. Estaría el sacerdote, estaría el guerrero, y estaría el ciudadano, estaría el hijo del vecino, estaría el labrador. Que también puede contribuir con una figura de héroe, claro que sí. Y que de hecho lo hace seguramente de modo mucho más decantado a partir de la aparición de la modernidad. A partir del Renacimiento, del barroco. En el cual ese personaje que prácticamente no contaba en las grandes cuentas de la historia de la sociedad antigua. De la sociedad feudal, que es una sociedad muy teológica y muy guerrera. Empieza a tomar hegemonía. Este proceso de lenta hegemonía de las personas... Trabajadoras, de las personas que construyen el mundo con sus manos. Que prácticamente no existen en términos de su propia representación. Igual que no existen las mujeres y de hecho siguen sin existir en cierta medida. En muchas culturas antiguas o feudales y tal. Este proceso de aparición, de cobrar importancia de las personas que trabajan. De las personas, no sé si decir normales, porque eso es la normalidad esta, de los trabajadores. Este proceso empezará en el Renacimiento y en el barroco. Y irá lentamente fortaleciéndose. Seguramente tenga un punto clave en la Revolución Francesa. En la que, como recordaréis, el Tercer Estado. Precisamente el pueblo chileno. Abandona los estados generales que había convocado el rey. Y convocan cortes constituyentes. Hay un momento en que el Tercer Estado rompe la baraja de esa especie de subordinación.