Bueno, compañeras, compañeros, pues estamos aquí grabando esta clase del 5 de mayo y que es una reiteración, como decíamos, es un volver a andar un camino de la clase que grabamos la semana pasada y que salió fatal. Salió fatal porque nos tocó interrumpirla, volverla a iniciar, se oía mal, se grabó peor y bueno, un desastre. Así que sin hacer bromas respecto al tema de la clase, que es trágico, pues vamos a volverla a grabar. A ver si esta vez sale mejor, ¿vale? Aparte, como ya he dicho antes de empezar, iré añadiendo algunas cosas y haciendo la reflexión pues algo más sólida y contundente. Y aún irá más, porque aquí ya veréis que hay un punto en que el temita promete bastante. No demasiado, como la madre de Hamlet, sino bastante. Vamos a ello. Para empezar, el tema de lo trágico obviamente es uno de los grandes temas que encontraréis en la historia de la estética. Prácticamente no hay filosofillo ni profesorcillo que no se haya dignado dar su sermón, su teoría sobre qué es lo trágico. No vamos ni a intentar hacer un resumen. Si a alguien le interesa el tema, por ahí hay artículos en internet de muy loables profesores que han intentado hacer ese resumen. Si a alguien le interesa me lo pedís y os lo mando. Pero vamos, en cualquier caso yo me he ido tomando algunos elementos que me parecía que podían hacernos a nosotros avanzar un poco más en ese respecto. Y sobre todo tener una inteligencia. Tener una inteligencia más generosa, más general. Porque en este tema, como en todos, es muy fácil o relativamente fácil generar, segregar una teoría propia que normalmente intenta barrer hacia el asco, hacia la propia sardina o barrer debajo de la propia alfombra, como sea, con tal de de alguna manera sacarle partido a esto. Yo creo que es imprescindible que generemos algún tipo de herramienta teórica, como digo, más generosa, más amplia. Y ahí vamos. Para empezar... Está bien, después de haber hecho la clase sobre Lupasco y sobre todo este tema de la contradicción y los equilibrios dinámicos y todo lo que hemos estudiado sobre Caos en todo este curso, está bien que retomemos a un gran clásico y de hecho al primer romántico, que es Goethe, que es la primera cita que tenéis ahí arriba. Cuando dice que todo lo trágico se basa en un contraste que no permite, dice Goethe, salida alguna. Tan pronto, de hecho, y ahora hablaremos de esto, como la salida aparece o se hace posible lo trágico, dice Goethe... Se esfuma, ¿vale? Esto tiene lo suyo. Vale. Evidentemente, ¿por qué tiene esto lo suyo? Pues lo que os decía antes, porque nos permite enlazar muy bien con toda esta estética que está basada, todo este pensamiento estético más contemporáneo que está basado en el reconocimiento de la contradicción, del conflicto. O si queréis, como decía Kant, del libre juego de las facultades, ¿vale? Y este va a ser un poco un hilo conductor. De hecho, me he aprovechado para recuperar uno de los grandes... de los grandes textos de filosofía escrita en español, que no puedo más que recomendar encarecidamente a quien no tenga todavía trabajo o siempre tenga curiosidad, que es sobre el sentimiento trágico de la vida. Una obra de Unamuno, que se lee, vamos, maravillosamente bien. Y Unamuno, pues retomando a Goethe, dice contradicción, naturalmente, como que sólo vivimos, dice Unamuno, de contradicciones y por ellas, como que la vida, dice Unamuno, es tragedia y la tragedia es perpetua lucha sin victoria ni esperanza de ella. Es contradicción. Es un autor, como veis, muy lupasquiano o lupasco, muy unamuniano mejor, porque es más antiguo, ¿no? Y aquí ya vamos a ir metiendo en una harina, porque lo que dice Unamuno es que el más trágico problema de la filosofía es conciliar las necesidades intelectuales con las afectivas y con las volitivas. Es decir, conciliar aquello que tenemos de cabezón, en el sentido más cultural, más civilizado, más poblado por referentes de orden social, conciliar eso, dice él, sino conciliarlo, hacerlo compatible con nuestras necesidades afectivas, volitivas, en tanto animalillos, en tanto, de hecho, prácticamente materia que somos. ¿Por qué digo que empezamos a entrar en harina? Porque esto nos empieza a acercar, como vosotros bien ya podéis ir corrigiendo, a nuestra querida teoría de estratos. Es decir, lo trágico, la tragedia se basa en un conflicto, en un contraste que no puede esfumarse, a no ser que hagamos alguna trampa, como ahora veremos, entre diferentes elementos. Y esos diferentes elementos que componen esa contradicción viva, ese equilibrio dinámico, van a ser elementos procedentes de diferentes estratos, como lo afectivo, lo volitivo, lo intelectual, etc. Pero vamos un poco más a ello. De hecho, esa especie de convivencia, de conflicto, convivencia conflictiva, como tantas otras, entre elementos procedentes de diferentes estratos, entre diferentes facultades, entre diferentes tensiones, constituirá, obviamente, una relación, o lo que yo llamaría un modo de relación. Luego hablaremos con más calma de esto. Y ahí nos encontramos con otro clásico, con Albert Camus, que decía justo eso, que lo trágico es una relación. Y él ya planteaba, de un lado está la capacidad humana para imaginar todo tipo de trascendencias, y por otro lado, decía Camus, la certidumbre de la muerte física, de nuestra aniquilación como proyectos individuales, como cuerpecillos, incluso como memorias posteriores. Entonces, claro, ahí está introduciendo Camus, como veis, un muy interesante juego de estratos. Porque la capacidad humana para imaginar todo tipo de trascendencias, evidentemente, nos remite al estrato superior de lo social, lo objetivado, en el cual imaginamos o construimos trascendencias. Por ejemplo, escribir un libro de filosofía es un tipo de trascendencia. Porque yo me muero mañana de un macetazo en la cabeza y mis libros, ni de Dios, seguirán distribuyéndose y tal como se distribuyen los de Kant o los de Hegel, ¿verdad? Pero que yo pueda imaginar o construir esa trascendencia en el plano de lo social objetivo, no impide que ignore que como individuo voy a desaparecer. Estoy destinado, ineluctablemente, por muchas cremas que me ponga e inyecciones de microvitaminas, a ser aniquilado, a borrarme de la faz del planeta. Esa especie de choque, dice Camus, esa relación, ese modo de relación, de tomar los elementos de ambos estratos en consideración, nos adentra en lo trágico. Claro, yo decía de hacer una teoría más generosa porque, claro, podemos hablar, Camus, que es un existencialista, pues habla de la certidumbre, de la angustia, de la muerte física y del tipo de trascendencias a las que él, como escritor, se puede sentir, de alguna manera, llamado, ¿verdad? Pero vamos a ir más allá de esto. De hecho, citaba a Alexandros Argiros, que es un filósofo, pero también muy metido en temas de biología, de genética, de ecología y tal. Y él dice que él ya intenta llevar esto más allá del plano literario de los existencialistas a decir que lo trágico es el conflicto sentido por criaturas, dice Argiros, que han desarrollado un sistema nervioso suficientemente complejo para manejar nociones de infinito, es decir, para imaginar todo tipo de trascendencias, como decía Camus, y que, sin embargo, se sienten limitados por su condición mental. Las dos citas, la de Argiros y la de Camus, están diciéndolo. Es lo mismo, si os fijáis, en diferentes lenguajes. Argiros es más biólogo, el otro es más literato, pero estamos ahí. Y todo esto, evidentemente, nos remite, y ahí yo decía que íbamos a acercarnos, a nuestra teoría de estratos. Porque ahí se da un conflicto entre el estrato de lo personal y lo social, o, si queréis ir buscándole variaciones, había un discípulo de Lukács, Lucián Goldman, que establecía esas contradicciones, esos diferentes estratos, y decía, entre mundo, hombre y Dios. Entre mundo. O sea, pues todo lo que es lo inorgánico y lo orgánico. Hombre, ya entraríamos en la esfera de lo psíquico, donde ya hay memoria, donde ya hay afectividad, donde hay emociones complejas, y lo que Goldman llamaba Dios, además Goldman, que era un marxista, pues evidentemente se refiere a lo social objetivado, es decir, aquello que construimos. Dios, ahora que no nos oye nadie, es notorio. Es una construcción social que hacemos entre todas y entre todos, culturalmente, y que nos trasciende. De hecho, el concepto de Dios, como los libros de filosofía, nos sobrevive a nosotros y a nuestras imaginaciones, y se lo pasamos como quien pasa al testigo a los que vienen detrás. Mundo, hombre y Dios serían una manera, yo no creo que especialmente lúcida, pero una manera de aludir a los diferentes estratos. Ya sabéis que yo me manejo mejor con los cuatro estratos de Harman, pero en realidad de lo que se trata aquí es de ver que lo trágico va a ser la convivencia conflictiva y consciente de esos elementos procedentes de diferentes estratos que se chocan, que se dan ahí, de alguna manera, en la frente. Uno de los grandes ejemplos históricos de este choque de elementos procedentes de diferentes estratos es, a veces hablamos de lo trágico, la tragedia de Antígona. Antígona, como sabéis, era hija de Edipo y por tanto le dio unas cuantas maldiciones, esto les venía de familia. Entre otras maldiciones estaba el hecho de que los dos hermanos de Antígona, Teocles y Polínice, pues se iban a matar uno al otro a tortas, una cosa entrañablemente frecuente entre hermanos, ¿verdad? El caso es que, bueno, como sabéis Edipo pues muere y la corona deberían pasársela así como por turnos, como si fuera una especie de multipropiedad, Teocles y Polínice. Pero en esto, Teocles, que es listillo, pues en una de las veces que es rey dice no, no, esto me ha gustado, yo me quedo y no le paso la corona a mi hermanillo. El hermano se raya un montón, se va a la ciudad de Argos, que son sus... enemigos, recruda un ejército de la ciudad enemiga y se dedica a pelear contra su madre patria. Por mucho que su hermano le hubiera arrebatado el trono, pues la verdad es que es un poco sobrado este buscar otro ejército, de enemigos además, en fin, todo este jaleo. El caso es que, como ya estaba cantado, Teocles y Polínice se matan entre sí y el nuevo rey, que es Creonte, viene y dice, bueno, pues a Teocles le enterramos con todos los honores, porque al fin y al cabo ha muerto defendiendo su patria, pero Polínice, que es un traidor suelo, se lo van a comer los perros y los cuervos. Y entonces prohíbe que se le den unas ampras. Como sabéis, entre los griegos, que son muy mirados para estas cosas, no enterrar a un muertecillo supone condenarle a vagar como un espectro, aullando y a dar por saco a los descendientes, supongo, y a los que pasen por allí. Antígona, todo esto, pues vive ahí sí el conflicto trágico. De un lado, dice Hegel, entre la ley estricta y escrita, si se quiere, del nuevo rey, de Creonte, que prohíbe la inhumación de su hermano, y la otra ley no estricta, no escrita, que es la ley paternofilial, la ley de la piedad, en este caso fraternal, que le impulsa a desobedecer al rey y a enterrar a su hermano. Cosa que hace. Bueno, los entes peripecias la pillan, la condenan a muerte, se ahorcan... Pero de lo que vamos es que ahí nos encontramos como la tragedia misma se arma a partir de la irrupción de elementos procedentes de dos diferentes estratos. En este caso, el estrato de lo social objetivado, de la ley, y el estrato, si queréis, de lo psíquico, de esa estructura psíquica que también analizó Freud, por ejemplo, que tiene que ver con las relaciones entre hermanos... Evidentemente, como dice Frías, puede haber conflicto dentro de un mismo estrato. Por supuesto que sí, claro, siempre podemos tenerlo ahí chocando. Pero cuando más trágico, cuando más duro es ese conflicto va a ser cuando venga de diferentes estratos, precisamente porque ahí no tiene solución. Es decir, puede haber un conflicto, evidentemente que hay conflicto dentro de un estrato, por ejemplo, entre dos teorías religiosas. Si yo soy musulmán y tú eres cristiano y no estamos de acuerdo en nuestros esquemas teológicos podemos pelearnos. Pero digámoslo así, no sería previamente lo que estos autores definen como un conflicto trágico porque no sería imposible resolverlo. Podemos llegar a una nueva síntesis religiosa o a un acuerdo teológico que no es muy frecuente, pero se podría llegar porque, por así decir, las demandas son de una misma naturaleza. Lo trágico sucede cuando hay demandas, que de hecho, o vectores o tensiones no son jamás conciliables. O sea, no es conciliable jamás de la vida de Dios el hecho de que por un lado seamos mortales, es decir, vayamos a desaparecer y por otro lado tengamos capacidad para imaginar el mundo tal y como va a ser después de nuestra muerte. ¿Vale? Eso choca. Ahí está el conflicto trágico, de alguna manera. Por eso Camilo centraba ahí. Veremos más casos, ¿vale? Bueno, aquí, como veis, había anotado que George Steiner decía que en Antígona se dan los cinco grandes conflictos entre hombres y mujeres, vejez, juventud, sociedad e individuo. Bueno, en realidad estos grandes conflictos de los que habla Steiner son de nuevo replanteables en términos, si queremos, de estratos o son simplemente conflictos. Me parece un poco enciclopedia china. Lo he puesto aquí para que lo tengáis presente, pero vamos a seguir en ello. De acuerdo. De hecho, ahí es donde tenemos que darnos cuenta de en qué tipo de cultura habitamos, qué tipo de cultura habitamos. Porque puede suceder, y esta es la línea que sigue Argyros, el biólogo que os he citado antes, que encontremos culturas que sean incapaces de asumir esta condición trágica y que no se la puedan comer y que por tanto quieran siempre colocar un tipo u otro de final feliz, de happy end. Eso es lo que hacemos, por ejemplo, con el pensamiento religioso. Jaspers, uno de los fundadores del existencialismo cercano al cristianismo, viene a decir justo esto. Dice, la redención cristiana, dice Jaspers, se coloca frente al saber trágico. Dice, hasta aquí has llegado. Y dice, la posibilidad personal de redención elimina el encierro, dice él, sin salidas del mundo trágico. Claro. ¿Por qué? Porque si os fijáis teníamos este conflicto entre los estratos, el estrato de nuestra mortalidad en tanto animalillos y el estrato de nuestra capacidad en tanto humanos de proyectar trascendencias. Claro, mientras hay conflicto, mientras hay tensión, por así decir, polaridad, ¿verdad? Como en un imán entre los dos polos. Mientras está eso vivo, tenemos drama trágico. Tenemos esa... Yo lo veo bien, ¿eh? A mí me va bien. Tenemos esa especie de tensión interna que nos habita. Claro, en cuanto decidimos apostar abiertamente por uno de esos dos polos, como hace Jaspers por el de la trascendencia, obviamente, no hay sorpresa, se acabó lo trágico. Porque ya hemos apostado directamente porque aquel estrato que verdaderamente cuenta es esa trascendencia que imaginamos. Y entonces lo hacemos como Kant, que en su crítica de la razón práctica tuvo que decir, bueno, aquí tenemos que plantear tres postulados para que esto de la razón práctica funcione. Uno de ellos es Dios. Dios es un postulado. Dios tiene la obligación de existir para que el mundo tenga sentido y para que podamos de alguna manera comportarnos bien, ser bonines, no defraudar Hacienda, etc. y no obstante, no sentirnos gilipollas. Estoy resumiendo la crítica de la razón práctica de un modo un tanto brutal, pero va de esto, ¿verdad? Kant dice, si nos portamos bien, evidentemente nos perdemos un montón de cosas aparentemente maravillosas y nadie nos compensa ni nadie nos da una palmada en la espalda. Entonces Dios, dice él, tiene la obligación de existir e igualmente el alma tiene que ser inmortal. Porque sino el mundo es una putada, sino el mundo es una faena. Si no somos inmortales y Dios no existe para darnos la gran palmada metafísica en la espalda, apaga y vámonos. Bueno, por alguna razón Kant también añade la libertad. Un postulado de la razón práctica. Pero bueno, eso nos metería en otros rollos. A lo que voy es a que lo trágico, al fin y al cabo, no es que estemos condenados a ello. Podemos disolverlo muy fácilmente. Basta con apostar por uno de los dos, digamos así, polos de tensión a los que estamos sometidos. Si apostamos por el idealista, religioso, trascendente, etc., nos subimos por arriba. Yo diría que nos ponemos en una posición más alta de la que en realidad tenemos. Puesto que podemos imaginar trascendencias, podemos construir ciertas trascendencias, pero jamás dejaremos de ser materia y de ser mortales. Y a su vez, si le damos la prioridad al estrato inferior, por así decir, y nos negamos a darle la más mínima bola a esa trascendencia imaginable, construible, a esa civilización que, pese a todo, vamos haciendo, ¿verdad?, en el universo siniestro y oscuro, si nos negamos a darle el más mínimo pábulo a esa trascendencia y nos limitamos a considerarnos como si fuéramos animales brutales o polvo, pues nos ponemos más bajos de lo que en verdad también somos. Puesto que, además de ser materia y ser animales brutales, unos más que otros, somos entes capaces de trama, de organización, de autonomía y de proyección social. Esto lo estaba yo intentando describir en una especie de línea continua en la que me salían estos cuatro términos. Por un lado estaría, evidentemente, si reforzamos el polo de lo más material, de lo más bajo, de lo más mecánico, nos quedaría la actitud de lo cínico, del que niega toda trascendencia. Cioran, por ejemplo, que es un autor que está situado ahí muy feliz y que juega un poco a acercarse a esto. Pero incluso esto estaría más allá de Cioran, ¿verdad? Sería una especie de desgarro, de absoluta... absoluto descreimiento y de cinismo en el sentido literal de la palabra que es comportarse como perros. ¿Verdad? Sabéis que viene de ahí la palabra. Lo cómico y lo trágico que están en el centro, ahora hablamos de ello, en un extremo estaría lo cínico, por tanto, y en el otro, si queréis, estaría lo religioso, o lo idealista, o lo que se cree la trascendencia, lo que queráis llamar, o lo religioso, para entenderlo. Lo cínico y lo religioso marcarían dos extremos determinados por su afirmación completamente inmoderada de uno de los dos polos de lo trágico. ¿Vale? Cuando afirmamos uno de los dos, el superior o el inferior, nos caemos en el ámbito de lo religioso o en el ámbito de lo cínico. Pues bien, una hipótesis que yo adelantaría es que el espacio propiamente cismundano, como dice Loucax, de este mundo, el espacio incluso de lo estético, es el espacio que queda entre lo trágico y lo cómico. En lo trágico, evidentemente, tenemos esta especie de contraposición entre los dos polos, aunque de alguna manera le damos un poco más de pábulo, un poco más, no tanto como los religiosos, pero un poco más al ámbito de lo social objetivado, al ámbito de lo superior, de lo ideal, de lo trascendente, que de alguna manera queda ahí. Por eso hay grandes héroes trágicos. Son héroes que sacrifican su deseo de estar vivos como Antígona, que es un animalillo como podemos ser nosotros y como tal animalillo quiere seguir viviendo y casarse con Emón, que era el hijo del creonte al que la condena a muerte. Pues pese a ese deseo comprensible y compartido de seguir vivo como animalillo, ella elige de alguna manera la opción que sabe que la va a llevar a la muerte y al elegirla de alguna manera se casa en vez de con Emón se casa con la concepción con lo más elevado si queréis decirlo así en términos de estratos que hay en él. Por las mismas introduciríamos el tema de lo cómico que es el gran compañero de baile de lo trágico que ahora veréis un par de citas al respecto. ¿Por qué? Porque a poco que afirmemos un poco más o tengamos un poco más presente el estrato más inferior más animal, más pedestre entonces resultamos un personaje cómico. Por eso hay tanta complicidad y tanta circulación entre lo trágico y lo cómico y muchas veces gente que pretende pasar por grandes héroes trágicos de hecho provocan risa porque incluso en esa especie de gesto de comprometerse con lo más elevado que hay en sí mismo de repente les vemos comiéndose un bocadillo de panceta como ven a mí todas las mañanas mis compañeros de la UNED o bostezando y entonces de repente aparece el animalillo que hay en nosotros y damos risa que no está mal dar risa pero vamos. Si me seguís entonces yo plantearía que sólo en este espacio que va de lo cómico a lo trágico es un pedazo de espacio se dan propiamente el juego de las facultades el juego de los estratos y se da lo estético. Cuando nos decantamos del todo y nos salimos del mapa o bien hacia lo cínico o bien hacia lo religioso o lo ideológico o lo idealista ahí desde luego no hay lugar para juego estético. Esa sería mi hipótesis que espero que me contradiga en algún momento. Solamente para apuntar esto de la relación entre lo cómico y lo trágico pues traía obviamente las citas fundamentales Platón al final del simposio ya exigía que el escritor trágico a la vez tenía que ser un escritor cómico. Si no lo era le podía pasar lo que le pasaría al gran filósofo que es sorprendido devorando un bocata de panceta y es que resultaría gracioso sin pretenderlo. Por eso Platón recomendaba que el gran escritor trágico fuera un escritor cómico y Shakespeare como es notorio lo cumplió. De hecho en prácticamente todas sus grandes obras más trágicas como Hamlet mi querido Hamlet que en un par de semanas saldrá el libro ya impreso quien quiera matrícula de honor ya sabe lo que tiene que hacer pues incluso en Hamlet evidentemente cada escena prácticamente aparece un personaje francamente risible Polonio fundamentalmente y también otras tragedias por esta Falstaff o bueno quien quiera pero van a aparecer. Y en España Lope de Vega en el arte nuevo de componer comedias decía justo esto lo trágico y lo cómico mezclado dice y Terencio con Seneca aunque sea como otro minotauro de Pacific harán grave una parte y otra ridícula ya que esta variedad deleita mucho buen ejemplo nos da la naturaleza que por tal variedad tiene belleza que bonito Pues ahí tenéis como la convivencia esta entre lo cómico y lo trágico o más bien como os decía antes como el abanico de posibilidades modales que abarca todo el trayecto de lo cómico a lo trágico es propiamente el ámbito de lo estético y ahí lo tenéis en Shakespeare y en Lope y en Platón nada más Para reforzar lo que hemos dicho de precisamente cómo se construyen esas posiciones de equilibrio en la que no no echamos del todo al estrato superior ni echamos del todo al estrato inferior sino que lo contemplamos hay una tensión hay un modo pues bien en lo cómico según Sitze que es un autor que cita a Hartman que yo no he encontrado ni en Wikipedia esa es una de estas fricadas que leía Hartman mientras dormía en su sofá según Sitze lo cómico es un juego dice que la naturaleza juega con el hombre mientras el hombre cree actuar libremente la naturaleza en forma de bocata de panceta emerge aparece y por así decir redefine al hombrecillo esto es un juego que juega con la libertad humana este pensamiento dice Hartman verdaderamente infernal e insidioso es mitigado por la concepción de que lo cómico es en realidad solo percepción o representación de tal juego bueno vale pero ahí estaría en lo cómico por tanto dice Sitze aparece el estrato inferior y de alguna manera muestra que la naturaleza por ejemplo el hambre devoradora de panceta eh aparece y juega con mis grandes proyectos como filósofo por ejemplo por seguir con mi ejemplo lo trágico en cambio dice Hartman comparece vinculado a la seriedad de lo verdaderamente amenazante lo que nos pone ante las pruebas mayores una gran prueba sería desafiarme a no comer más panceta y centrarme en mi gran libro que debería acabar un día estos y eso haría parecer lo que en mí hubiera de grande es decir que hubiera algo verdad ahí tendríamos definidos esos dos vectores lo cómico y lo trágico de alguna manera entendidos como absolutas polarizaciones porque eso es la muerte eso es lo religioso y lo cínico sino como modos de relación como juegos de facultades entendiendo que de cada estrato surgen diferentes facultades bueno menuda chapa os he solitado no os he dejado ni respirar mmm yo acabaría la clasecilla volviendo a este esquema donde volvemos a tener esta especie de mapa insisto que debería ser mucho más amplio tener mucho más matices lo iniciaco lo bello lo sublime lo feo en fin todo esto debería estar todos esos vocablos todas esas categorías deberían aparecer en el ámbito delimitado entre lo cómico y lo trágico yo muchas veces cuando doy chapas por ahí y cuando hablo de flamenco siempre pongo precisamente el flamenco como ejemplo de una repertoria de un repertorio que incluye desde lo más trágico que puedas oír musicalmente solamente sea una siguirilla o una solea de Alcalá hasta lo más cómico que seguramente sean unos tanguillos o unas bulerías de Jerez y ese ámbito que ocupa desde las bulerías de Jerez hasta la siguirilla eso es lo que abarca la estética ahí os quiero ver lo demás en la medida en que ya son soluciones que nos pueden tranquilizar como decía Jasper bueno sí en realidad o como Kant pretendía no en realidad vamos a decir que existe Dios porque nos viene genial porque nos deja dormir más tranquilos vale eso podemos hacerlo pero ahí no hay juego de facultades ahí de alguna manera resolvemos la cuestión tirando para un lado o para otro pero ya no admitimos equilibrios dinámicos ya no admitimos juego vale pues yo lo dejaría ahí si no se os ocurre ninguna pregunta claro está voy a rascarme la patilla tres veces más y si nadie dice nada cortamos la clase y me pongo a hacer la cena yo creo que es cena de panceta ¿para el teatro? claro de hecho esta pequeña IPD se llama este teoria de lo trágico debería servir en Vegas 21 para cualquier práctica artística cualquiera de ellas igual que la teoría de estratos la podemos utilizar como ha demostrado Harman en su estética para cualquier práctica artística para la pintura para la novela para lo que queráis en cualquier situación hombre hablar de lo trágico es fundamentalmente hablar del drama es decir de la mimesis de la mimesis praxio de la mimesis de la práctica de la acción ¿no? se deja aparecer o se representa una acción típicamente humana en ese actuar de los humanos aparecen los diferentes estratos y aparecen en esta especie de conflicto vivo que es efectivamente lo trágico pero de alguna manera esta tragicidad aparece en todo tipo de arte en el teatro que siempre es conflicto pero también en el cine evidentemente que es otro gran arte que de alguna manera plantea situaciones humanas en música sería muy muy en lo religioso o lo cómico tiene lugar yo ahí creo que no claro por eso yo marcaba tanto lo lo religioso como lo cínico como dos ámbitos que quedaban prácticamente fuera de del juego de facultades vamos de hecho díselo a los teólogos ¿no? no son muy dados a emitir bromas sobre su propia fe ni caricatura sobre Mahoma ni broma sobre la virgen vamos de hecho a Leo Bassi aquí hace poco le pusieron una bomba en Madrid por hacer una obra en que de hecho introducía lo cómico en el ámbito de lo religioso no andan muy sobrados y de hecho no pueden andar muy sobrados los teólogos ni los grandes cínicos los engañados porque el sentido del humor es precisamente el lubricante la risa es como el lubricante que hace que saltemos de un estrato a otro que seamos conscientes de las exigencias de esos diferentes estratos y les demos bola pues cada cual según su modo de relación evidentemente hay gente más dada a la guasa o gente más dada a la seriedad como es mi caso en ese tipo de situación cada modo de relación se decanta un poco pero no se sale del todo del juego no deja de jugar cuando deja de jugar es cuando se convierte en teólogo o en cínico completamente desarrapado y descreído y ahí es donde bueno lo que quería que os quedara claro es esta especie de planteamiento general sobre todo para abundar en la idea de la aprovechabilidad de los elementos teóricos que hemos ido introduciendo en clase como en este caso la teoría de estratos y luego de algún tipo de cosa que más que un elemento teórico me refiero a todo el pensamiento de lupasco y de unamuno como he visto que de alguna manera nos sitúa en un tono mental en una manera en un tipo de inteligencia que da el conflicto no diré por bueno sino por inevitable por saludable en ese sentido sí por bueno ¿verdad? y lo da como condición misma de nuestra existencia en tantos seres vivos y y en la medida en que queramos seguir siendo eso que somos es decir seres humanos sometidos a una vida llena de tensiones contradictorias si nos metemos a monjes o a monjas y queremos en los postulados de la razón práctica de Kant acabáramos no hace falta nada de esto gozoso esta especie de complejidad que habitamos entonces ya nos va bien toda esta teoría de lo trágico y los retratos ¿vale? pues camaradas si no se os ocurre nada más lo dejamos acá que a mí el estrato de lo biológico en forma de hambrecilla me está dando unos tirones por aquí abajo que no veas ¿vale? pues espero que se haya grabado mejor y ahí os quedéis venga a grabar un nit