Bueno, pues ahí estamos. Hemos estado un ratito hablando de Dios, aprovechando que no estábamos grabando y ahora que sí que estamos grabando vamos a empezar con esta clase de este martes 15 de noviembre dedicada a un verso de John Donne, un poeta contemporáneo más o menos de Shakespeare, que dice esto. Ningún hombre es una isla entero o suficiente por sí mismo, sino que todo hombre es una parte del continente, una parte de algo principal, una parte de algo más grande que le abarca o que le explica y que le engloba. ¿Y por qué he tomado este verso? Bueno, pues... Pues vamos a ello, a verlo, porque tiene este verso de relevancia para entender el pensamiento estético en el que andamos metidos explorando. Pues bien, pues porque ningún hombre es una isla evidentemente nos remite a pensar que los seres humanos no nacemos y sobre todo no nos desarrollamos aisladamente, islas, sino que siempre estamos tramados, pues eso, en articulaciones, en redes, en redes sociales, que las hemos inventado ahora, ¿verdad? Como si no existieran antes en redes sociales, una de las cuales es el lenguaje. Creo que lo he puesto de ejemplo en alguna otra clase, los ilustrados pensaban que si dejabas a un niño o a una niña, especialmente un niño, abandonado solo en el campo con tres meses y, vamos, le caía maná del cielo y se alimentaba y tal y cual, él solo, sin que nadie le explicara nada, aprendería a hablar latín, porque pensaban que el latín era un idioma natural que nos brotaba, así como el agua de las piedrecillas en los manantiales, ¿no? Y claro, pues... John Donne dice que no, que ningún hombre es una isla, menos una isla que hable latín por sí misma, abandonada a mitad del campo, sino que necesitamos, pues, afectos, cuidados y toda una serie de redes, de relaciones que nos sustenten. ¿A dónde llevaba yo esto? Pues a que, bueno, que tiene razón John Donne, evidentemente, me parece difícilmente discutible, ahora veremos en qué sentido tiene aplicación en la estética, pero a mí me hace pensar que si ningún hombre es una isla, de hecho, ninguna isla es tampoco una isla, porque la figura de Donne es como... Si las islas flotaran en mitad de la nada, hubieran aparecido así, plop, de la nada también, ¿no? Ningún hombre es una isla y, de hecho, ninguna isla es tampoco una isla. De hecho, una isla, evidentemente, lo sabemos todos, son como los picos emergentes de sistemas morfológicos que están sumergidos, de cadenas montañosas que están debajo del agua, en el planeta, inundadas, y que algunas partes de esos sistemas morfológicos, de esos sistemas de producción de formas, emergen. Y claro, ahí ya estamos muy cerca de la estética, porque evidentemente las obras de arte, las figuras de los grandes artistas, no son islas, como tampoco lo son las islas, sino que son los picos emergentes de sistemas sumergidos, de sistemas morfológicos, de sistemas simbólicos sumergidos, que están por ahí abajo. Esto viene especialmente a cuento de la raíz de las últimas clases que hemos dedicado a la polidimensionalidad. A lo estético, es decir, a lo estético como una cuestión de altura, de anchura o frondosidad y de enraizamiento, una cuestión radial. Lo tenéis presente, ¿no? En las clases de los meristemas. Pues claro, aquí tenemos muy claro que aquello que vemos emerger por encima de las aguas, aquello que vemos destacar con una palmerita y un banano y tal, una isla, pues que efectivamente es la manifestación de que por debajo hay todo ese sistema morfológico, ese sistema de montañas, ¿no? Que aparece, que emerge. Claro, esto, aparte de venir a cuento de las clases de la semana pasada, viene a cuento de una consulta que hacía un compañero o compañera, no me acuerdo ahora mismo, ni siquiera en qué foro era, pero me preguntaba si la estética, o sea, el conocimiento de todas estas historias que tenemos entre manos, de alguna manera precedía a la elaboración de la obra de arte, o si el artista o la artista tenía que ser consciente de todas estas historias que nosotros hablamos para hacer su obra de arte. Pues es que no, o sea, es notorio, ¿no? No hay que ser primitivos ni postmodernos, hay cantidad de gente que hace cosas chulísimas, que son obras de arte como copas de pino, que jamás han escuchado estas clases y las escucharán jamás, ni falta que les hace, porque hacen lo que tienen que hacer, que es emerger, salir del nivel del agua, ¿verdad?, plop, y mostrarse como un pico emergente. Ahora hablaremos del tema de las emergencias. Lo que le contestaba al compañero o compañera, no recuerdo que preguntaba esto, ¿no? No sé. Es que la estética efectivamente aparece después, aparece como una reflexión que hacemos sobre la obra de arte o sobre la experiencia estética que hemos tenido y nos ha dejado mirando a cuenca. La estética aparece después de esta obra, de esta experiencia, pero ojo, es relevante porque aunque aparezca después, nos habla de cosas que estaban antes de la obra, ¿verdad? Esas cosas que estaban antes de la obra son precisamente los sistemas morfológicos sumergidos cuya emergencia, producen las islas o las obras de arte o los grandes artistas. Me seguís, ¿verdad?, con el del después y el antes. Ah, eras tú, Ramos, mira que bien. Pues no es cuestión efectivamente de que la estética esté antes y después de la obra, no, no, no, está después y antes, en ese orden, ¿vale? Porque efectivamente la reflexión estética siempre, mucha de la reflexión filosófica sucede después de haber vivido lo que teníamos que vivir, de haber visto lo que teníamos que ver, ¿verdad? Pero ojo, es relevante porque no se limita a hacer un comentario, más o menos bien informado, no se limita a hacer un mapa de esa isla, sino que de hecho nos explica cómo es que esa isla está ahí y cómo es que esa isla se mantiene ahí, cómo es que no se hunde. Eso es lo que nos explica. Entonces, bueno, la diferencia con otros gremios como los críticos de arte, por ejemplo, bueno, parte de los historiadores cuando son solo historiadores, es que los críticos o los historiadores, por el caso, se dedican a hacer mapas de esas islas, a explicarnos cómo son, dónde hay buenas playas, dónde hay bananeros, dónde hay bandas de chimpancés, y está muy bien, y es un saber muy importante. Pero desde la reflexión estética lo que hacemos es, obviamente, apreciar grandemente esos mapas que los críticos o los historiadores hacen, pero además aportar precisamente ese saber sobre todo aquello que está sumergido. Ahí, camaradas, es donde entra la pertinencia de una teoría de estrategia. Es decir, de una teoría de las diferentes dimensiones y de las diferentes articulaciones, de los recuajes, de las formas, recordáis de la primera clase del Nifunifo, de las necesidades, de las funciones y de las formas que acaban produciendo, por emergencia, una imagen de orden artístico o experiencia de orden estético. ¿Vale? ¿Hay un componente hermenéutico, Ramos? Hombre, claro que sí, hay un componente de conocimiento. Por eso lo... La teoría de islas, de emergencias, nos remite no solamente a estratos, que es lo que hay, sino a categorías, que es lo que podemos conocer, y a valores, que es lo que queremos hacer o lo que apreciamos en aquello que hay y que conocemos. ¿Vale? Estratos, categorías y valores serán los temas de otras tantas clases que iremos dando en lo sucesivo y son a todo esto las tres secciones que va a tener el segundo libro de Estética Modal. Estratos, lo que hay, categorías, lo que podemos conocer, valores, lo que queremos hacer, o lo que apreciamos como valioso. Entonces, bueno, pues tenemos esto de la estética que está después y antes, contestando a la pregunta de Ramos, que fue altamente pregnante. Y, bueno, nos sugieren este pensamiento de isleños reflexivos. Nos hace pensar otras cosas, como, por ejemplo, una cosa en la que anduve hace años, que era trabajando sobre lo que llamamos el procomún, o sea, aquello que no es privado, o pueda ser privado. De vino, que no voy a compartir con vosotros porque lo estoy bebiendo yo y es mi vaso de vino. Pero que tampoco es público, como pueda ser un curso de la UNED, que de alguna manera tiene unas instituciones que lo respaldan y tal, sino que es un algo compartido entre una comunidad. Por ejemplo, nuestra complicidad, nuestra confianza, nuestro juego, todo eso es un procomún. Pues bien, yo anduve investigando hace años esto de las estéticas del procomún y lo que advierto con la teoría de islas es que es un poco redundante decir estéticas del procomún porque toda estética... parte necesariamente de un procomún, parte de un estrato sumergido en lenguaje, en las tradiciones de conformación formal, incluso las poéticas, son un procomún. Procomún no significa que sea de todos, significa que es de una comunidad concreta que lo sustenta, que lo aprecia y que lo cuida, ¿verdad? Como un bosque de un pueblo o como un riachuelo o como cualquier elemento de estos que hay en todos estos pueblos. Son procomúnes, son compartidos. Pues bien, en este caso, toda estética se apoya y surge, emerge de un procomún, de algo compartido entre todos. Y no hace falta que lo especifiquemos porque de hecho es así. Hay tres cosas que yo quería dejar claras respecto a esto de las islas, de las obras de arte y de los artistas en tanto islas, en tanto emergencia. Y lo primero es una cosa que vendrá dada con teoría. ¿Estás? Pero que está bien que la mencionemos acá, que es el hecho de que aquello que emerge, efectivamente la isla, ¿verdad? No se puede entender sin todo lo que está debajo. Tenéis presente esto para teoría de estratos, ¿verdad? O sea, la obra de arte no se puede entender sin todo aquello que contribuye a darle sustento por abajo para que emerge. Pero una vez que emerge, aquello que está por encima del agua no es lo mismo que lo que está por abajo. Porque abajo no hay chimpancé. No hay chimpancés, ni bananeros, ni monos subidos, en fin, ni piratas obteniendo tesoros. Es otro rollo. En cuanto emerge, aparece otro nivel de realidad que se diferencia de lo que está por abajo. Aunque necesita lo que está por abajo. Esto es teoría de estratos absolutamente básica. Pero bueno, creo que la imagen de la isla viene bien para si alguien todavía andaba teniendo inquietudes de orden estratificante. Vale. Y las tres cosas que quería sostener son estas. Tres que están en el último lugar en el esquema. Lo primero, hay que ver con la iconología. O sea, muy bien, muy bien traído. Estratos efectivamente tiene que ver con la iconología en el sentido en que los iconos normalmente, ahí sí que entraríamos como con las alegorías, forman parte del estrato de lo social objetivado, ¿verdad? O sea, que nos hablan de una especie de cultura visual compartida y de unos códigos de imágenes que están más o menos distribuidos y que nos permiten... que nos permiten elaborar más. En ese sentido tiene que ver con la iconología. Pero estratos es especialmente fértil... Estratos es especialmente fértil más que para dar cuenta de la iconología, para dar cuenta, por ejemplo, de la psicología de la Gestalt. Y hablando antes de conectarnos, estaba hablando del estrato de lo psíquico, ¿no? O sea, cómo los esquemas con los cuales, a los cuales intentamos, o mediante los cuales intentamos entender la realidad, y sabéis, ¿no? Psicología de la Gestalt, psicología de la forma, que son formas en las que nuestro cerebro tiende a pensar y tiende a entender el mundo y por tanto intenta hacer que el mundo se parezca a esos esquemas, a esas formas que ya tenemos en la cabeza y que no son de hecho culturales, son prácticamente como automatismos o comodidades, por así decir, de nuestro cerebro que entiende mejor así, ordena mejor así la información, ¿no? Entonces estratos viene mejor para entender la teoría de la Gestalt como viene mejor para entender teoría evolutiva, o sea, estética evolutiva o etología, es decir, lo que hay en nosotros todavía pues de comportamiento directamente animal y que integramos, da base, da sustento a nuestra producción cultural, iconológica por ejemplo o artística, y que sin ella pues no podríamos entenderla tampoco, aunque no podamos reducirla ahí, ¿vale? La isla dice Bayerri sería la genialidad. Pues claro, de hecho, por eso lo relacionaba con la clase de los meristerios y demás, la isla es la genialidad, es la obra de arte que literalmente sobresale, ¿vale? Es aquello que de hecho obtiene más visibilidad y que establece un nivel diferente de, nosotros como estudiosos de historia del arte, de estética, evidentemente tomamos todo el tiempo las obras de arte como excepciones dignas de estudio. El punto que tiene esta clase es, de nuevo, y con estratos sustener, que no podemos concebir esas genialidades de lo que hay por debajo, sin todos esos sistemas morfológicos que no es meramente lo que le ha dado sustento al artista para que creciera y se hiciera una persona adulta, sino también todos los lenguajes de los artísticos de los que se han nutrido, toda la infinidad de obras llámale mediocres, llámale normales, que ha tenido que deglutir para llegar a producir su quehacer. Eso entonces se está perdiendo, los sumergidos no son los fantasmas. Hombre, si nos ponemos en plan vivos y muertos, podríamos pensar que los sumergidos en los espectros, como en los corales, todos los cadáveres de los animalillos que han estado antes que nosotros aquí, bueno, puedes verlo así, en sistema de espectros de muertos y vivos, y los vivos montados sobre los hombros de los muertos, intentando emerger. Sí, pero también en un sentido más cognitivo, ¿no? ¿Cómo que no, no? En un sentido más simplemente, pues eso, de conocimiento. Bueno, pues explícate bien, si quieres Santi, y te contesto. Y si no, sigo primero, si te parece. Sigo, acabo con estos tres puntos que nos quedan, ¿vale? Para darle coherencia a la clase. Y abrimos preguntas al final. Ahora hablamos también de Chomsky, Valle, que no te preocupes. Yo quería rematar con estos tres puntos últimos que están en el esquema, que son la autoorganización, la diversidad y la complejidad. Los explico rápidamente para que los tengáis en mente y luego entramos a todas estas preguntas que surgen de modo tan fértil e interesante. Pues eso, primero es la autoorganización en el sentido en que los lenguajes, los sistemas morfológicos sumergidos funcionan autoorganizándose, es decir, funcionan de un modo autopoyético, se producen a sí mismos de alguna manera. Y esa excrescencia o esa emergencia que es la isla, que es la obra de arte, es el resultado de un lenguaje que se produce a sí mismo. No hace falta tirar de una hipótesis, no hace falta tirar de Dios o tirar del artista genial, que es una especie de alter ego, de Dios creador, sino que son los lenguajes mismos los que están vivos y los que producen alguna forma de emergencia. Evidentemente hace falta un artista o una persona que lo transcriba, alguien que ponga aquello, que lo sintetice, pues sí, seguramente sin ningún problema. Pero el lugar real de la creatividad está en la capacidad de autoorganización, de autopoiesis de los lenguajes. Eso es una cosa que iremos viendo una y otra vez. Que está presente en cualquier estética contemporánea de medio pelo. Autoorganización sería el primer rasgo de estos sistemas morfológicos sumergidos, de estos lenguajes de patrones o de estos sistemas modales. La autoorganización. La segunda sería la diversidad, es decir, que no vamos a hablar de un solo tipo de cadena montañosa, sino que va a haber unos cuantos sistemas montañosos diferentes, habrá mesetas, habrá sistemas terciarios, habrá sistemas de la era secundaria, habrá diferentes tipos de sistemas que estarán tramados, de hecho en diferentes estratos, categorías, valores, en diferentes estratos porque los lenguajes no funcionan igual si pertenecen al estrato del orgánico o si pertenecen al estrato de lo cultural objetivado, por ejemplo. Ahí tendremos diferencias. Por eso te decía ayer, Ricardo, hablábamos de Chomsky. Es importante que nosotros como pensadores o profesionales de la estética, aparte de tomar en cuenta este factor de autoorganización de los lenguajes, tomemos en cuenta que ni siquiera nuestro lenguaje preferido, aquella poética con la que nos sentimos más identificados, marca la pauta para todas las demás, sino que es fundamental en estética entender que va a haber una diversidad de sistemas morfológicos. Efectivamente esto, más que ser equivalente, Rodríguez, al concepto de paisaje, es lo que posible, lo que posible y lo que trama el concepto de paisaje, porque el paisaje, como recordaréis, es la matriz de conflictos posibles. O sea, es aquel entorno que no solamente está ahí esperando que lo veamos al atardecer, sino que es una especie de resultado agónico de una pelea de diferentes modos de relación, diferentes modos de hacer por constituir el mundo y es a su vez la condición sin la cual determinados modos de hacer no podrían ni siquiera existir. Entonces esta diversidad, desde luego, está en el paisaje, da lugar al paisaje y es todo el tiempo el objeto de pugna mediante la que el paisaje se define. ¿Vale? Eso sería la diversidad y luego nos faltaría para rematar, y ahora me pongo contigo Mariscal, el tema de la complejidad. Es decir, que toda vez que veamos esta explosión de diferentes sistemas morfológicos, todos ellos, algunos de ellos cada vez, ¿no?, se armarán formando aleaciones, formando tramas, formando medios homogéneos que es aquello que entendemos como obras de arte y como modos de relación. ¿Vale? El complexo efectivamente, Borja. La idea del complexo de Harman es justo esto. Y Harman habla del complexo no como una especie de sofisticación añadida. El complexo es aquello absolutamente más básico que vamos a poder encontrar en términos fenomenológicos, en términos de lo que hay en la calle, lo que nos encontramos, de bruces, ¿no? Lo demás son abstracciones nuestras. Nosotros cogemos y abstraemos el estrato de lo psíquico como si pudiésemos coger los sueños de un perrillo o de un bebé y separarlos del resto de su vida. No, no, no. Lo que vamos a encontrar en términos reales, en la vida nuestra que vivimos todos los días, son ya complexos. Y no vamos a encontrar nada más simple que un complexo. Esas partes más simples de un complexo las abstraemos con nuestra razón para poder pensar mejor. Y con ellas construimos esa especie de panoplia de la diversidad, ¿verdad?, de la que hemos hablado en el segundo punto. Pero para no caer en idealismo de la peor especie, es importantísimo considerar que aquello mínimo que vamos a encontrar en el mundo van a ser complexos. Y ahora vuelvo para arriba en el chat para contestar a Mariscal, que no entiende muy bien esta idea de que los lenguajes sumergidos se autoorganizan. Es decir, que el artista da forma a algo que ya hay en su época, en su momento histórico. Pues, propiamente. O sea, es difícil de rebatir eso, Mariscal. O sea, cualquier artista solamente puede dar forma a lenguajes que de alguna manera, más o menos hegemónica, están en su tiempo, están maduros para ser trabajados. Es irrepresentable cualquier otra situación. Otra cosa es que ese lenguaje esté completamente maduro y absolutamente difundido en la sociedad en cuestión, o esté apareciendo, en cuyo caso le ocasionará serios problemas, seguramente, al artista que intenta acoplarse con esa autoorganización. Vamos a ver, lo que estoy sugiriendo con esto es que directamente las poéticas y los lenguajes tienen una necesidad interna, ¿verdad?, tienen una lógica, una coherencia que nos lleva a algún tipo de resultados, obras, y no nos lleva, no nos puede llevar a otras. Esa es la gran cuestión. O sea, lo que sucede en la dramaturgia de estilo, con un actor solo en escena, no puede suceder en la dramaturgia de Shakespeare o en la de Pirandello. Son diferentes poéticas que se autoproducen, se autoorganizan en función de sus propias leyes internas. El artista llega y se acopla, mejor o peor, con la poética, el lenguaje sumergido que de alguna manera le es dado encontrar y con el que tiene que producir. Y esa es la condición de la libertad del artista. Y es el límite de la libertad del artista. Ningún artista puede ni siquiera soñar en producir algo de cuyo lenguaje parece. Eso es casi una obviedad. Espero que me haya explicado un poco mejor. Vale, muy bien, muy bien, pues me alegro que lo entiendas mejor. Es que estas son realmente grandes cosas. Lo malo de estas primeras clases es que tenemos que tratar los grandes conceptos, las grandes movidas. Luego ya vamos entrando en detalle, como estamos haciendo ahora, y se va viendo. Vale, pero ahí estamos. Y efectivamente, Ramos, esto de lo que hablamos, los lenguajes sumergidos, los lenguajes de patrones, tienen mucho que ver con el ámbito de lo repertorial, claro, sobre el repertorio con el que todo artista trabaja. Es decir, el repertorio sobre el que todo artista aplica sus disposiciones, aquello que se le da bien hacer, aquello que puede acoplar. A ver qué me dice Té García, que en la teoría de diamantes está lo impensable y lo infumable. Claro, efectivamente, la teoría de diamantes, como teoría extrema que es, de la complejidad extrema, tiene que pensar lo impensable. O sea, más que pensar lo impensable, poco jodido, tiene que reservarle un espacio a lo impensable. Eso es lo gracioso de la teoría de diamantes. Es decir, que no solamente piensa A y no A, como sabéis, sino que piensa la posibilidad simultánea de A y no A, y la imposibilidad simultánea de A y no A. Realmente te permite reservar un espacio para aquello que no puede ni siquiera concebir. Y eso está bien como higiene mental, porque muchas veces tendemos a pensar, de hecho, la mayor parte de las veces, que el mundo se reduce a aquello que nosotros podemos percibir o podemos entender. Es muy saludable, saliendo del antropocentrismo, que nos acostumbremos a reservar un espacio en nuestros esquemas para aquello que ni siquiera podemos concebir, para aquello que ni siquiera podemos imaginar. Porque aunque nosotros no podamos concebirlo o imaginarlo, existe. Es muy inquietante. Os recordáis como cuando poníamos el ejemplo de los hombres de la era de piedra con la categoría del metal, ¿verdad? Para ellos no había metales. Entonces, claro, el metal era lo impensable. Sabios fueron los hombres de la era de piedra si reservaron en sus diamantes conceptuales aquellos que pintarían en las cuevecillas, si reservaron en sus diamantes conceptuales un lugar para lo impensable y ahí estaba, por ejemplo, el metal. Aunque no lo podían pensar. Pero está bien que se vea en ese sitio, ¿no? Me parece. Bayer dice que difícil será ser original en contenido que sea en forma solo. No sé si he entendido esa aportación tuya, Bayer. Igual la puedes explicar un poco mejor. ¿Te refieres a que es difícil ser original en contenido y que se puede ser original no obstante en la forma? Yo creo que para eso sí que es bueno que repaséis el diamante. Del libro gordo, tomo primero, donde se trata de materia y material o de forma y contenido porque son como... precisamente es un diamante al que le puedes dar la vuelta y entonces se puede ser conservador en contenido, es decir, no contar nada nuevo pero contarlo de una forma muy novedosa y al revés. Se puede optar una forma conocida para contar algo completamente novedoso. Es la vieja dialéctica, ¿recordáis? Entre novedad y confirmación. La que vimos en Aristóteles también, entre el mito y la praxis. Pues si lo tenéis presente se trata de eso. Pero no sé si queréis decir eso, Bayer, o otra cosa. ¿Sí? Eso. Pues ya está, son las 8 y 26. Así que podemos rematar la clase cuatro minutos antes. A mí cuanto más breves, más eficaces se me hacen. Pero bueno, en estos cuatro minutos y este culillo patético de vino que me queda podemos hablar de algo si queréis. Y si no, nos dejamos y me pongo más vino. Efectivamente, construimos sobre lo que conocemos. No tenemos más narices. Es decir, que más que sobre lo que conocemos, construimos sobre aquello que nos es dado a lo que nos es dado tener acceso para poder trabajar. En el caso de las poéticas, pues efectivamente posibilidades. He puesto el ejemplo del teatro porque es como muy evidente. Ni se nos ha pasado por la cabeza que puedan haber más de dos actores en escena a la vez. La dramaturgia que generamos es una dramaturgia para dos actores, no para un tropel de gente dando barridos. Y ahí está la cuestión. Lo disposicional siempre es como categoría, como ya sabéis, agradezcados expertos en Estética Modal, que sois todos, lo disposicional como categoría modal que es de lo posible y de lo imposible tiene que ver con lo que podemos y no podemos hacer. Lo que podemos hacer está vinculado con aquellas disposiciones que tenemos o de las que carecemos. Yo, por ejemplo, carezco de disposición alguna para, qué sé yo, tocar el piano. Digamos que carezco de oído musical. Pongámoslo así, es mentira. Pero digámoslo. Entonces pues malamente podré intervenir desde ese lado. Aunque el repertorio que yo herede culturalmente sea musicalmente muy poderoso. Si yo carezco, si estoy negado para la música o para el baile o para la pintura, pues malamente. Y en cambio sí estaré capacitado para otras cosas. Entonces establece un nivel en el cual nuestra intervención, lo que nos caracteriza como individuos, ahí sí, como personillas concretas, tiene una importancia pero que siempre debe acoplarse con el repertorio que tenemos. No porque seamos unos cracks de la música. Mozart, por ejemplo, nacido en el Paleolítico, pues malamente hubiera podido componer óperas o piezas para pianoforte. Porque no había aquello, ¿verdad? Entonces ahí es donde se ve claramente la necesidad de abordar cualquier experiencia estética o cualquier práctica artística desde estos dos niveles que nos aportan los repertorios. Nietzsche es un débodo del lenguaje. Sí, sí, muy bien. Yo creo que podría ser una... Yo no soy un gran experto en Nietzsche. Lo he leído mucho de chaval. Lo he utilizado variablemente. Pero es un autor que al final, en fin, no me resultaba cómodo trabajar con él. Quizá porque vale para justificar muchas cosas. Porque es muy buen literato, ¿no? Y escribe muy bien. Pero sí, de alguna manera se podría pensar en ese sentido de que puedan ser parte y a la vez dar forma al lenguaje. Claro que sí. A mí me interesa sobre todo, porque es la manera... Es el problema que tenemos en estética, ¿verdad? Dar cuenta... Este es lo que trata la tercera sección del libro. Dar cuenta de realidades tan diferentes como la de las prácticas artísticas tradicionales o antiguas y el arte contemporáneo. Y ahí te das cuenta de que la proporción de repertorialidad y disposicionalidad es proporcionalmente inversa en ambos ejemplos extremos. Y seguramente ahora estemos yendo hacia una época de... No diría yo de síntesis, pero sí de reequilibrio de esas dos grandes categorías modales que tienen que darse de tortas y encontrarse efectivamente en el paisaje. Y ahora sí, camaradas, voy a tener que cortar. González y Martínez, estáis nichianos. Pues vamos a seguir discutiendo esto en el foro y si hace falta le dedicamos una clase para las semanas que vienen más lejos al amigo Nietzsche. Si buscáis por ahí y colocáis en internet nula ética sin estética, ninguna ética sin estética, aparece un artículo que escribí precisamente sobre la estética de Nietzsche. Ahí le podéis dar bola. Venga, camaradas, pues nos vamos viendo la semana que viene. Chao.