Poemas del libro La lucidez del alba desvelada. Labio, sueño, voz. Tu silueta que da su preciso contorno a la calle. Su sentido verdadero e íntimo. Solo alcanza su auténtica dimensión la calle si camino contigo. Si está el aire a tu lado, junto a mi respiro, lo recuerdo del otro día. Tu aliento junto al mío, tu voz, tus pasos que la calle vuelve en luz, sosiego, compañía. Solo contigo la calle deja de ser herida. El dolor se olvida. Ven como brisa, como brisa tal tú eres, siendo solo ya tú misma. Acompaña la calle, acompáñame, y que con tu paso al lado deje la vida de ser herida. Son poemas muy positivos por ser míos, pienso ahora, porque son una afirmación en la esperanza. Pese al silencio y al olvido. En estos poemas aún te espero. Te quiero viva, cierta, luz de verdad para mi vida. Así lo quiero, así lo digo. Te quiero como alba para vivir, para el poema. Hay olvido y hay silencio, pero yo aún te canto como espera. Te cumplas y no te pierdas, amor seas, amanezcas. Lejos el adiós y el olvido, lejos tú, lejos todo, lejos, muerto, un hormoseco, un rayo que lo ha partido. Un poema viejo que cuenta esto y que quizá ahora recuerdo porque me siento como ellos. Un poema viejo, un olmo seco o el gallo que lo ha herido. Como en tu amor, en el verso estoy perdido. Voy por la calle y me asalta el verso, o me asaltas tú, me asalta tu amor, que como herida o poema llega. La calle es soledad, es llaga. mientras llega el verso y adentro tu rostro siento como viento o como beso como agua como pozo que refresca y a la vez de sombra llena el amor es luz y es también lo oscuro me siento huérfano como aire que la luz no traspasara esa luz o cualquier luz, y opaca la calle sobre el agua cada vez más triste de los sueños. Agua, porque como aguas se me escapan, como algo a cada vez más lejano. Yo iba por la calle desde tu amor me asaltó el verso. Un pequeño poema que al llegarte al escribo, que empezaba con todo y tú lejos y te hay consigo rayos, olmos y poemas viejos, pero del que luego nacen otros ritmos, otros versos. Pues el amor es manantial que la poesía inunda, y cuyo curso sigo sin saber dónde me lleva. El agua de la poesía, como decía Leonardo de la de los ríos, es siempre la primera y la última vez que la toco. La poesía es sola y única, como el amor, como tu amor que la trae y la convoca. con la que me persigue y me inunda, manantial único y fresco, vida única que quiero, como si pudiera apresar un momento. Este momento en que lo siento, poesía y amor, mientras entierran los versos, se encadenan. y al final en el corazón se esparcen por el viento. El mar que hay bajo tu risa, el mar que está en tu compañía. El mar que siento adentro mío como una respiración o un latido, si paso las horas contigo, si las horas son de autismo del mar o de la vida, las horas juntos, en este bar, tras el cristal en la calle. Mientras la tarde se adentra en un niño antiguo y también ríe, mientras tal vez igualmente antiguas como la adolescencia o la amistad se suman las cervezas y las palabras y turquiza soña el mar, el mar, una luz diáfana sobre el mundo. que penetra las cosas y las salva, las lava, les da por primera vez nombre. Tú eres el mar, en esta tarde, en este bar. Bajo estas palabras tú eres el mar que rima con la vida. Una vida que es más rica y es más pura, más limpia, si conmigo estás. La tarde puede ser el mar, tú eres mar y yo en él la vida. Tú eres la vida, contigo la nada nos rima, contigo el alma, la luz, la brisa, la risa, el alba y la mañana, para llenar una vida. Así eres tú sobre mis días, los pasos que da el amor sus alas, alcancen en él contigo el alma, sea salva mañana agua que canta. seas brisa siempre blanca en la mirada, el amor da sus pasos y tiene alas, el amor me alcanza, sea en él contigo alma, alba, mañana, agua cada vez más clara. Tú nombras la vida, el surco que en ella el corazón labra. Tierra para que el amor de sus pasos seas. Tierra toda alas. He tenido que volver a ser pez y ser escama, he tenido que volver a ser antiguo, que ser limpio, que ser otra vez niño. He tenido que recuperar la infancia y volver a las edades más antiguas de la tierra, a la memoria perdida, al tiempo sepultado. He tenido que volver a ser el fuego y la luz del primer día que la tiniebla aleja y rasga. He tenido que ser otra vez pez, antiguo y niño, para que sea cierto mi querer. Para quererte. Para que mi amor sea profundo y verdadero he tenido que perderme y olvidarme. Que dejar atrás como a quien se le cae del bolsillo en una esquina mi vida pasada. y he tenido que acabejar el tiempo, que agotarlo y volver a estar en el principio. Adiós a todo y bienvenida la vida en ti y por ti sentido. Solo así puedo sentir que te quiero y que así el amor se ha cumplido. Me despinto en tu amor y también en la lluvia. Te quiero de olvido. Escribo en la noche, no sé si el dolor apaciguo. El dolor de la busca. de la ausencia, de la manera en que al final nunca te encuentro. Estás al final del mismo, al final de todo, como agua o paisaje único, pero quizás siempre ciertos los principios y así me despinto en tu amor y también en la lluvia. Y me llenas de olvido. La lucidez del alba desvelada. La lucidez afilada, la lucidez que es dada y es alma. Con esta lucidez mi amor te araña y en él soy todo y nada. Las palabras se cansan y también los gestos. Digo algo que ya he dicho y solo que por eso no tiene ya sentido o lo mengua, lo pierde. Se diluye en esa repetición e insistencia. Sólo por primera vez se nombra. Sólo en su primera vez es como las cosas de verdad son. Las cosas, la tierra, la vida, el hombre, el tiempo, el latido en que el mundo registra. Las cosas han de por primera vez decirse, crearse, como alba nueva del corazón alzarse. Para vivir se crea. Sólo al crear la vida de verdad se vive, o es tan alta como su misión merece, la visión de ser. de vivir de decirse por vez primera a nombrar el mundo y crear las cosas las palabras solo por primera vez deben ser dichas así gira la tierra así se da nombre o forma a la tiniebla Así el hombre en el decir es filumbre, corazón, estío, que afaga de aire en su respirar muy puro. Sólo en su primer latido hallan las cosas su destino. No sé si digo, pienso o vuelo. En un instante alumbra el mundo. En un destello. El poema es un secreto como el tiempo. Pero en sus palabras dice al hombre exacto, antiguo y limpio como un fuego. Como brisa recorre los caminos, los puertos, los senderos. Como brisa, como risa, como prisa, prisa de vivir y vivir más, tal en un poema de Guillermo. Como brisa te prefiguro y adivino que en su profundo aire nuestro recorre cada recodo. Cada paso por la playa o un camino de montaña dado, cada huella o aliento, brisa que la vida vertebra, que en la vida se encuentra y a la que cifra, brisa o cuerpo o aire. Brisa tú, brisa, y el vivir aire en el que esplendas. Te veo y te hace el verano y es un encuentro. La vida es agua fresca y tú eres esa agua. Agua clara y sombra en que me tienda, la libertad del aire en que se cumple, el pájaro que respira el árbol, el árbol y yo. Bajo tu sombra amiga estoy yo y te respiro, si te encuentro, si estoy contigo. Porque eres agua y el aire que respiro. Eres el libre aire, el pájaro insurgido, la sombra amiga del árbol bajo la que yo quiera estar tendido. El tiempo ya no es herida ni es olvido. El tiempo es la fruta que compartí contigo. Cae la lluvia fina sobre la tierra. Este podría ser mi último poema. más triste que el demachado de los días azules, el sol y la infancia. Pero es el que se me ocurre y el que siento mientras ando bajo la lluvia fina al salir de clase, en los jardines de la maternidad. cae la noche y no tengo tiempo ni ganas de escribir un poema y así este verso va a ser un verso huérfano y podría ser un testamento un último verso para ser encontrado después de la lluvia al final del mundo