Pues buenas noches otra vez. Ya estamos grabando en esta noche de Halloween. Algunos de nosotros llevamos disfraces, otros no. No da igual. Esta clase es importante, muy importante, porque me he dado cuenta que una inquietud muy extendida a la hora de plantear lo que va a ser el trabajo durante la asignatura es cómo relacionamos el tema que nos interesa con precisamente los contenidos, lo que se supone que deben ser los contenidos y revelaciones conceptuales y teóricas de esta asignatura. Así que vamos a ello. Y vamos a ello apoyándonos nada menos que en algunas de las herramientas de la estética modal más útiles y menos desarrolladas y que de hecho van a constituir en gran medida el objeto de investigación de este curso. Este curso, como ya en el pasado hicimos algunas incursiones, vamos a centrarnos en esa tríada constituida por estratos, categorías y valores. que luego son otra vez estratos, como veremos. Tres que se convierten en cuatro chinescamente. Entonces, vamos a ello. Vamos a ello y veréis como la cosa más o menos cuadra y tiene su aquel. Por supuesto, como siempre, los que estáis conectadas y conectados me vais interrumpiendo, o como sea, si veis que la lío más de la cuenta. Vale. Empezamos por aquí, por esta esquinita del diamante. Bueno, un diamante, como estos dibujillos que veis por ahí, están explicados en la tercera sección de la Estética Modal, en el libro. Y son maneras de representar fundamentalmente contradicciones. Es decir, representar gráficamente no una contraposición entre pin y pon blanco y negro, sino representar una contraposición entre diferentes, muchos más elementos, o unos elementos más, que entran en diferentes tipos de oposiciones entre sí. ¿Vale? De eso va Teoría de Diamantes en Matemáticas y yo lo he rescatado para Estética porque nos viene genial, para el pelo. Entonces, no voy a meterme hoy a saco en Fundamental Teoría de Diamantes, sino en explicar estos elementos que he puesto aquí en juego y tiempo habrá de irlos. Gracias. Empecemos por esta esquina de aquí arriba. Esto, lo que hay, son todos los estratos porque lo efectivo, aquello que nos encontramos, las obras de arte sin ir más lejos o nuestras propias experiencias estéticas siempre están estratificadas. ¿Qué significa que estén estratificadas o que tengan capas? Como decías, significa que están compuestas de diferentes niveles de acercamiento, de diferentes niveles de constitución, que es muy obvio. Bueno, si habéis visto las clases de estratos está mejor explicado que lo voy a hacer esta noche, que aquello que nos encontramos comparece como un complejo, como un paisaje formado a partir de una serie de estratos que algunos están ahí antes y tienen que seguir estando para que aquello no se caiga. Por ejemplo, si queremos observar una imagen pintada en lienzo, pues los pigmentos y la tela tienen que subsistir porque si se pudren o se los comen los ratones, pues entonces todos los elementos de orden simbólico, obviamente, pero incluso las formas que aparecen en la obra y que ni siquiera tienes que tener una formación intelectual muy allá para pillarlas Se van, se caen. Esto es muy obvio. El caso es que lo que hay, lo efectivo, es aquello que vosotras y vosotros identificáis de entrada como lo que es vuestro tema, aquello que queréis investigar. Vamos a plantearlo así, ¿vale? Entonces me decís, quiero investigar sobre Blade Runner o quiero investigar sobre Maquiavelo, me da igual. El tema que queráis tomar, vale. ¿En qué sentido vale? En el sentido en que está ahí, es un tema compuesto de una complejidad, de una multiplicidad de estratos y habrá que atacarlo. Entonces, el primer paso en todos los trabajos va a ser mostrar justo esta composición. ¿De qué está compuesto vuestro tema? ¿De qué está hecho? Aquel objeto que habéis tomado como objeto de investigación, sea una pieza musical, una época de la arquitectura, un conjunto de películas, ¿cómo está hecho? Ahí es el momento en que tenéis que indagar en monografías, en estudios, sobre vuestro objeto de trabajo. Porque el filósofo esteta, el pensador de la estética, nunca trabaja sobre elucubraciones. Siempre tiene que apoyarse en un suelo firme proporcionado por aquello que hay, por lo efectivo, ¿verdad? Que son los estratos estos de este extremo de acá. Vale. Eso es fácil. Pero si nos quedamos ahí, si solamente exponemos... incluso con mucha erudición histórica, conceptual, épocas, etc. Si solo exponemos aquello de que está compuesta la obra con la que nos interesa trabajar, seremos poco menos que catalogadores, archiveros, tendremos una noción un tanto limitada incluso de nuestro trabajo como historiadores. Pero no somos nada de eso, y son trabajos muy respetables y de hecho son imprescindibles. Pero nosotros no vamos a ser menos archiveros de las piezas que estudiamos, sino que queremos pensarlas y queremos trabajarlas para que nos lleven más lejos. El primer paso entonces, camaradas, para este ir más lejos, será identificar precisamente lo que está aquí pintado. Toma flecha, como me gusta pintar con este lápiz. Las categorías. Las categorías, como ya os sonará quizá en alguna otra clase grabada, son aquellas nociones clave, aquella colección de cajitas, aquel repertorio de cazamariposas que nos permite salir al mundo y ver aquello que hay. El ejemplo clásico, si recordáis, que poníamos de Lukács, para que os suene, es el de la categoría del metal en la era de los hombres de piedra. Para los hombres del paleolítico y las mujeres del paleolítico lo que había eran pedruscos y al carecer de la categoría de metal no podían ver que entre esos pedruscos se hallaba algunos especiales que podían ser fundidos, moldeados, etc. Pues bien, las categorías hacen esta función para nosotros. De tal manera que en aquella pieza que nos interesa tenemos que descubrir cuáles son las categorías relevantes, es decir, qué criterios de ordenación, qué criterios de percepción mismo estamos aplicando. De tal manera que cuando veamos una obra determinada y la califiquemos como siniestra o sublime o grácil, todo eso, camaradas, son categorías. Y esas categorías van a constituir nuestro objeto. Un segundo de investigación. Si el primer objeto y el primer paso de todo trabajo debe ser una caracterización de aquello de lo que vamos a partir, esa caracterización precisamente nos entregará atadas de pies y manos los conjuntos de categorías que son aquellos que articulan la experiencia ¿vale? solo que hasta que no nos pongamos no lo vamos a ver tenemos que ponernos, observarnos a nosotros mismos describiendo la obra describiendo la cosa que queremos trabajar y entonces veremos a qué palabras recurrimos pues esas palabras claves a las que recurrimos que nos permiten entender que eso es metal y esto no ¿vale? esas palabras son las categorías y es fundamental que las trajemos ¿vale? que las hagamos ahí un mapita categorial de cuáles son las que van a ser relevantes para nuestro objeto de estudio para el nuestro, para nosotros pues no es igual pero para el nuestro tienen que estar ahí ¿verdad? toda vez que tengamos las categorías tendremos ya como esa especie de clave que nos permitirá investigar seguramente tirando de Tatarkevich de Bayer, de los historiadores de la estética y de la filosofía que queráis y que prefiráis precisamente el recorrido de esas categorías ¿vale? porque hay momentos como la del metal en que no estaban y momentos en que aparecen y se hacen poderosas y luego momentos en que van declinando y quedan al final arrumbadas o ya no se utilizan para nada ¿verdad? las categorías tienen tanto que ver con los formatos de las obras como con la manera en que tenemos de poner en valor algo dentro de ellos. Y eso nos llevarán, de hecho, por eso están en este mismo eje, en este de aquí, que los valores. Claremont pregunta si las sensaciones se consideran categorías más que las sensaciones, digamos que sensaciones y percepciones todavía estarían ahí en el estrato de lo psíquico, de aquello que nos llega, de lo efectivo, de lo que hay. Las categorías son los criterios mediante los cuales advertimos esas sensaciones que tenemos. Si no tuviéramos la categoría, imaginaros que por alguna extraña minusvalía o disfunción, carecemos del sentido de la temperatura. Entonces, la sensación de frío sería desconocida para nosotros, pero tenemos la categoría de frío. Como tenemos la categoría de estremecimiento, o tenemos la categoría... de atardecer melancólico en otoño, y en cuanto lo vemos aparecer, sabemos a qué atenernos, ¿verdad? Entonces, en el ejemplo para noveles, ¿qué os podría poner? El ejemplo de Lukács y el metal es muy claro. ¿Verdad? O sea, imaginaros que estáis en un campo de rocas paleolítico cazando mamuts apedradas y de repente, precisamente observando y observando como esa hoguera que hicimos anoche para asar el mamut, algunas de las piedras con las que hicimos la hoguera, como el Boy Scout, están allí y otras en cambio se han deformado. Y entonces atamos cabos y vemos que se han deformado por el calor y decimos, ¡estáte! Hay piedras que se deforman con el calor y si le doy un golpe cuando está caliente la puedo deformar a voluntad. Pues ahí es donde decimos, ¿cómo le llamamos a estas piedras? Metal, le llamamos metal. Y entonces dejamos de ser hombres y mujeres paleolíticos y nos convertimos en compañeros del metal. Pues ahí tienes un ejemplo para noveles, se entiende bien, ¿no? Flamón o Rutia, ¿lo pilláis? Las sensaciones, igual que las piedras, son estratos, son lo efectivo, son lo que está ahí. Las categorías no se inventan en el mundo, no lo crean. El mundo ya está ahí. Simplemente nos ayudan a verlo de una manera más rica, más compleja, nos amueblan la cabeza literalmente y es como podemos... De alguna manera, hacernos con el mundo y dar cuenta de él. Esas son las categorías. Y las categorías, a diferencia de los valores con los que nos vamos a meter enseguida, tienen que convenir con el mundo. Es decir, tienen que encontrar un reflejo o una traducción en el mundo, un amarre, por así decir, que demuestre su efectividad y su utilidad, su rentabilidad epistemológica. Las categorías las utilizamos para conocer. Por eso os digo que hagáis la hoguera de vuestro tema, que hagáis que vuestro tema coja calorcillo y observéis qué pasa en vuestra sensibilidad, en vuestra cabeza. Y seguramente os encontraréis recurriendo a palabras, como he dicho, como bello, feo, o más simples, o siniestro, o sublime, o bizarro. Y ahí tendréis que poneros. Vamos a indagar cómo están compuestas esas categorías, de dónde salen. Efectivamente, Núñez, belleza, sublime, trágico, performativo. Mientras lo utilicemos, lo performativo, por ejemplo, es un muy buen ejemplo. Él es Miguel, ¿verdad? Porque durante muchas generaciones, para la gente que ha hecho teatro, por ejemplo, pues estaba lo dramático, teatral, lo que los actores hacían, pero esta especie de performatividad, de conseguir un efecto, al fin y al cabo dramático, mediante la acción, y quizás mediante la acción no necesariamente en un escenario o en un contexto formalizado, constituye la aparición de lo performativo. Y la performatividad, tanto del lenguaje como de la conducta estética, abre todo un capítulo nuevo que ríete tú del metal y de los paleolíticos. O sea que ahí es donde lo tenemos. En cuanto uno de estos conceptos, como los que menciona Miguel, se utilizan para captar lo efectivo, lo dado, el mundo, en un grado mayor de complejidad y de articulación, tenemos categorías. Entonces, lo que podemos y no podemos sentir, apreciar e incluso fundamentalmente hacer, depende de las categorías que tengamos. Y cuanto más afiladas y más limpias y más diferenciadas tengamos, pues más potentes será nuestro pensamiento. estético, lo que por un cuerpo pues mira tú, por donde haya parece alguna categoría que otra, sobre todo la de la autonomía del erótico, pero bueno vamos a meternos con eso porque si empezamos a hablar de porno acabamos, o no acabamos vale a ver, espérate Rodríguez podríamos hablar de categorías operaciones en el sentido físico y técnicamente los que te he dado muy bien, me parece una muy buena distinción, categorías Teresa que firmas como M. Rodríguez para despistar, me parece muy bien sí, las categorías son constructivas y son perceptivas seguramente a la vez, categorías operacionales sí, puede ser interesante ya hacer un hacer un distingo aunque tendríamos que afilar en cierto modo todas las categorías o las categorías por definición son operacionales, porque con ellas intervenimos y operamos sobre aquello que hay y lo transformamos como se deja ver en el diamante y es a donde llegaremos a los estratos sobre efectivo, pero lo que queda Lo que queda después de nuestra aplicación categorial es diferente de lo que queda antes de nuestra aplicación categorial. Este diamante lo utiliza CAER, el matemático en el que me he basado para hablar de diamantes. Imaginaos que aquí en estratos efectivos lo que hay en esta esquina superior izquierda, él pondría por ejemplo mi pueblo, Villarreal. Y aquí en categorías pondría Madrid. Entonces, Villarreal es el punto de partida de Jordi que se va a Madrid a estudiar en la UNED. Y entonces Madrid se refleja aquí abajo y en vez de valores aparecería de nuevo Madrid. ¿Por qué? Porque Villarreal era el punto de partida. Madrid, punto de llegada. Pero ahora, camaradas, que quiere volver Jordi a casa, Madrid se convierte en punto de salida y Villarreal en punto de llegada. Pues bien, esa especie de quiasmo, de duplicación es la que sucede aquí. Los estratos, lo efectivo que hay a través de la intervención de las categorías y de los valores que veremos ahora, se transforma en lo efectivo que queda. Que es lo mismo. De alguna manera que Villarreal es el mismo antes y después de que yo me fuera y volviera, pero no es el mismo porque hemos estado ahí. Hemos estado en otra parte y volvemos cargados con algo. Esa especie de transformación en que algo es lo mismo pero no es lo mismo es lo que hacemos. La obra de arte, las medinas o Blade Runner van a seguir siendo, porque son los estratos, es lo que está ahí, va a seguir siendo lo mismo pero después de nuestra intervención categorial y axiológica, insisto ahora vamos con ello, es lo mismo y no es lo mismo. Hay una diferencia. ¿Vale? Se está quedando muñeco la imagen. ¿Lo veis bien? Vale. Perfecto. Entonces vamos ahora por el otro par de baile porque por un lado tenemos las categorías que ya os he dicho que es fundamental. Fundamental que encuentren acoplamiento con el mundo, con lo efectivo, con lo que hay y esa es su piedra de toque, ¿verdad? Pero luego están los valores y los valores se distinguen en las categorías porque al contrario las categorías organizan nuestro conocimiento, nuestro aprender el mundo. y los valores organizan lo que queremos hacer con él, es decir, cómo nos organizamos respecto al mundo. Y a diferencia de las categorías no tienen por qué encontrar reflejo en él. Es más, muy a menudo los valores mismos que tenemos no están en el mundo. Y porque no están en el mundo, precisamente porque no están, valen más. Por ejemplo, la justicia, la nobleza, no se ven por parte alguna y eso si fuera en categoría, dirías vaya gaita de categorías que no encuentran acoplamiento con el mundo. Pues sería un problema si fueran categorías, pero como son valores no solamente no es un problema sino que les dan aún más valor. Echamos tanto de menos o tanto más echamos de menos la justicia o la nobleza en un mundo de rufianes en el cual no se encuentran por parte alguna. Esa es una de las grandes diferencias y las razones por las que es interesante distinguirlas. Les he puesto en ese mismo eje, como Madrid y Madrid, Madrid punto llegada, Madrid punto salida, porque de alguna manera son parte también de una misma operación. Digamos que lo que sucede acá, voy a pintar aquí una raya, estrato es lo efectivo y lo que sucede es que Acá, lo que sucede en ambos extremos del diamante sería simpoyético, sería algo complejo, sería paisaje, es lo efectivo lo que hay. Y lo que sucede aquí en este espacio central del diamante es algo autopoyético, es algo que sucede en gran medida en nuestras cabezas, que tiene más que ver con nuestra capacidad de organización y nuestra necesidad de racionalización y de apreciación y de organización, y nos devuelve al mundo. Entonces tenemos mundo simpoyético, categorías y valores autopoyéticas, es decir, nosotros de alguna manera engendramos. Engendramos, porque al fin y al cabo son conceptos y son ideaciones. Engendramos, acoplamos con el mundo o utilizamos para criticar el mundo y luego otra vez el mundo. ¿Lo sabéis? De tal manera que con este juego de categorías y valores lo que vamos a tener son como las dos grandes articulaciones en las que tenéis que trabajar en vuestros trabajos. Por un lado, mediante las categorías haréis una descripción mucho más rica y mucho más rastreada. de aquello que os interesa en las obras, porque seguramente sepáis, o igual que yo sé que me interesa o que me gusta o que me emociona, mi ejemplo preferido, Rocío Jurado, ¿vale? Pero para entender mi emoción, para entender mi interés, necesito hallar cuáles son las categorías que pongo en juego precisamente para percibir la actuación de Rocío Jurado, ¿vale? Y a la vez necesito saber cuáles son los valores que de alguna manera estructuran mi propia posición, por qué aprecio esa obra y qué partes de ella prefiero destacar, porque a todo esto las obras de arte son fundamentalmente poliédricas también. Y si cogéis una virgen de Murillo con su bebé sentado en los bracitos y tal y cual, pues esa misma pieza tiene muchos estratos a la que podéis aplicar diferentes categorías. También estará asociada, o la asociaréis vosotros si tendréis que rastrear esos valores, a diferentes valores, ¿vale? Y esos diferentes valores tendrán que ver con hacia dónde queráis llevar la obra, porque por ejemplo podéis llevarla hacia un campo de lo teológico y entonces justifiquéis la importancia y la dignidad de la diosa blanca, de la... Virgen María, de la figura esta de la pureza y de la tal que en la tradición cristiana llamamos Virgen María, pero también podéis llevarla hacia unos valores estrictamente formales y hablar de la composición y de la limpieza y el equilibrio y el sosiego que produce esa composición pictórica en este caso, ¿verdad? Y estaríamos hablando de dos tipos, de dos familias de valores diferentes que pueden coincidir, pero a lo mejor no tienes ninguna inclinación de orden teológico y tal y prefieres aportar por esos valores. Esos valores están en la pieza y tú los tienes de alguna manera también que iluminar y eventualmente, y ese es nuestro trabajo, rastrear en la historia del pensamiento estético. Porque todo esto, esta asignatura, camaradas, no es más que una pobre excusa para indagar en esa tesorería. Solo que es la historia de la estética y del pensamiento. Como no vamos a hacerlo en plan catecismo así de una a la otra, pues lo que vamos a hacer es que elijamos el tema que elijamos, y ese es el truco y la trampa de esta asignatura, elijamos el tema que elijamos, vamos a meternos de lleno en una especie de abrazo de oso. con las categorías relevantes para nuestra pieza y con los valores que de alguna manera han estado ahí presentes y han organizado nuestro acercamiento a esa pieza. ¿Me se entiende? Déjame ver si lo ha entendido pero hace un rato. ¿Bien, Miguel? Perfecto. Entonces, la idea es que después de ver esta clase o viéndola, vamos todo el infinito hilo de comentarios y de preguntas que tengo en el foro de teoría del arte se resuelva solo. Porque entonces ya se tratará de que cada cual elija el tema que elija, me da igual porque en todos los temas vamos a encontrar unas categorías y valores. Sea capaz de puntearlos y sea capaz de rastrearlos. ¿Cómo los puntearemos? Pues observando cómo discurrimos respecto a nuestro tema. O sea, cómo lo hablamos, cómo decimos nuestro interés. En ese decir nuestro interés nos van a faltar palabras. Las vamos a buscar y al decirlas vamos a tener las pistas de lo que estamos buscando. Y si no las tenéis, pues me escribís y me decís, es que quiero hablar de algo que es sobrecogedor, que de alguna manera me supera, incluso me amenaza, y superándome y amenazándome resulta ser terriblemente bello. Yo te diré, lo sublime. Ah, pues sí, pues ya está, ya tenemos la categoría. Y entonces ya podemos rastrearla. Burke, Schiller, Kahn, ta, ta, ta, ¿vale? A eso me refiero. Y con los valores lo mismo, me diréis, si me gusta esta pieza porque me resulta, pues no sé, entusiasmante, o porque me resulta subyugadora, o porque me resulta oscura, pues es que ahí iremos viendo precisamente cómo se han construido apreciaciones estéticas desde cada una de esas familias. Digamos que los valores, que son muy repertoriales, se organizan en familia. Por eso os ponía el ejemplo de lo teológico, de lo formal, de lo histórico. ¿Verdad? ¿Os hace falta algún ejemplo para noveles en el tema de los valores también? Porque se me está ocurriendo uno muy bueno. En concreto se me está ocurriendo el del exe homo de Borja, ¿lo tenéis presente? ¿Recordáis, no? Pues en el exeomo de Borja, de hecho tengo algo escrito al respecto, lo puedo colgar en el foro estos días. En el exeomo de Borja, cuando se pintó, creo que fue allá por los años 20, una cosa así inicialmente, era un exeomo. Es decir, era una representación del sufrimiento de Cristo, del momento en que Cristo es más humano y menos divino porque está, pues eso, sangrando, dudando, apretado por esa congoja que le produce el terrible destino que le acechan tanto a hombre, que es la muerte por crucifixión, que eso duele, que te mueres y tal. Pues ahí hay toda una tradición teológica y unos valores evidentes de devoción, de apreciación del sufrimiento, de apreciación de la dobleza. De la doble naturaleza divina y humana de Jesús, o sea, fijaros ahí la que hay cargada en ese dibujito, en esa pintura que hace este señor, el pintor este, creo que era muy valenciano a principios del siglo XX. Y que al fin y al cabo obedece a unos patrones iconológicos y tal que vienen desde el manierismo. está por ahí rastreado, pues ahí tenemos un valor determinado que estaba en el éxodo de Borja pero vete aquí, que empieza a pasar el tiempo, la sociedad se moderniza nos hacemos todos medio descreídos perdemos la cultura clásica y la cultura religiosa que tenían las generaciones anteriores, llegan los años 80 y 90 y tal, y esa pieza el éxodo de Borja se convierte en algo que es valioso, pero no porque nos ofrezca nociones teológicas de sufrimiento doble naturaleza y que se yo sino porque es patrimonio porque constituye algo a cuidar y algo a venerar en la medida en que bueno, pues advertimos ahí hay una mezcla de categorías y valores apreciamos en esa pieza que eso, que fundamentalmente es una especie de, bueno, es la categoría de monumento, es la apreciación de algo en tanto valor patrimonial ¿verdad? Y entonces hemos pasado si os fijáis, de lo teológico son diferentes formas de autoridad, Miguel de hecho cada valor impone su propia autoridad por eso son autopoyéticos, ¿verdad? Porque dice aquí estoy yo y esto vale y vale porque lo digo yo Entonces, los valores teológicos que estaban ahí en primera fila a principios del XIX, principios del XX o cuando fuera, han ido dejando paso, han ido decayendo y han ido dejando paso a los valores de lo patrimonial, de lo monumental, de lo que hay que conservar, porque en anoniano. Y esos valores son justamente los que la pintora esta, Cecilia Jiménez, creo que se llamaba, la señora jubilada del pueblo, les da tres patadas. Porque claro, de un brochazo, nunca mejor dicho, se carga todo el posible valor patrimonial, monumental, histórico, etcétera, y a la vez, y eso es lo terrible, se carga también el posible valor teológico de aquello, porque obviamente ha desaparecido. Y efectivamente, Miguel, muy fino ahí, y aparece el humor social. Aparece la ironía, aparece el meme, aparece la parodia, porque claro, la intervención de Cecilia, aunque ella no quería, tiene un cierto aspecto paródico. Entonces, empiezan a aparecer lo que todos hemos visto, ¿no? Retratos de Paquirrín, de la duquesa de Alba, de todo Dios con ese aspecto. Y entonces, precisamente, ahí es un momento muy bonito, porque los partidarios de lo patrimonial, de hecho creo que es una organización muy respetable. de restauradores de arte en Aragón y tal ponen el grito en el cielo e incluso llegan a pedir que se actúe penalmente contra la señora jubilada porque se ha cargado una pieza de patrimonio y entonces empieza a haber una especie estoy rastreándolo en la red, entonces empieza a haber como una especie de pelea en que el frente axiológico de lo religioso no aparece parece que no quedan defensores del exidomo en tanto noción del sufrimiento teológico, pero los defensores de lo patrimonial consiguen un bando muy aguerrido que enseguida remete contra esta mujer se burla, no, se indigna muchísimo y sin querer alimentan el fuego de precisamente el bando opuesto que como ha dicho Miguel empieza a surgir, que es el bando de los que más que apreciar el valor de lo patrimonial, aprecian el valor paródico, jocoso de vaya país, etc. Entonces, de alguna manera ahí lo que encontramos es ese recambio axiológico y un estudio del exidomo de Borja, que es un gran trabajo nos permitiría, fijaros que bonito, analizar esas tres constelaciones de valores y rastrearlas en el tiempo porque evidentemente durante muchísimos siglos la correlación de los valores religiosos, teológicos, devocionales con el arte ha sido fundamental Y no se podía entender el arte, este efectivo que queda, o sea, este resultado final social, sin la intervención de esos valores religiosos. Claro que habían desaparecido o están decaídos o lo que sea. O sea, un tiempo después, en que en parte, en gran parte todavía estamos, y quizá dentro de un tiempo nos dé tanta risa como nos dan ahora los valores teológicos, aparece la noción de monumento. El monumento no siempre ha estado ahí, y de hecho, como bien sabéis los historiadores y las historiadoras, durante muchos siglos, si ha hecho falta piedras, pues se cogían del coliseo para hacerte tu caseta de baño o la casita del perro, y no había ningún problema, eran piedras y las cogías. Pues ahora, evidentemente, a partir de... A partir del XIX aparece esta noción de monumento, aparece esta noción de lo patrimonial y constituye un paradigma axiológico diferente. Pero claro, el que aparece último, que es el de lo paródico, lo irónico y el humor y el juego, hace que veamos todo desde otra óptica diferente y queramos llevar la pieza que al fin y al cabo sigue estando ahí. Imagino que se podría rascarla, imaginaros que se pudiera rascar la pintura de Cecilia y sacar el bicho que hay debajo. Pues entonces... Podríamos hacer una inmersión de estratos e ir rastreando hasta llegar a la sensibilidad. Categorías y valores son las que arman la sensibilidad y las que permiten que esa sensibilidad sea operativa en los diferentes niveles que constituye el conocimiento al que llegamos mediante las categorías y la organización de la acción a la que de alguna manera aspiramos mediante los valores. ¿Vale? El fetichismo Brutia pesa muchísimo. El fetichismo es una especie de inercia en el cual unos valores que ya no valen o que no nos acabamos de creer ya del todo siguen estando ahí. Incluso valores que no entendemos pero que asumimos por autoridad, como muy bien decía Miguel, que son valores importantes. Yo tenía un vecino en un pueblo de Sobia en el que transité alguna vez, a campesino, y estaba todo el día con el tractor y era un hombre muy sensible, muy inteligente. Realmente con una cabeza muy bien amueblada, pero que vivía en su pueblo y tan feliz. Y la mujer le hacía salir del pueblo una vez al año para ver mundo y tal y cual. Entonces el tío dice, joder, es que estoy harto, que no hacemos más que ir a ver iglesias. Venga, iglesias. Iglesia para aquí, iglesia para allá. Y claro, no entendía el hombre qué hacía él por allí. Pues efectivamente él no caía en ese fetichismo. Su mujer en parte sí, porque asumía, aunque tampoco tuviera una formación en Historia del Arte, que ver iglesias estaba bien. Porque de alguna manera era cultura o era una experiencia que tenía que redundar en bien. Y mi amigo Toño no lo pillaba, que hacía bien de iglesias. Ahí había un cierto fetichismo, ciertamente. Pero eso es inherente a cualquier construcción de los humanos. O sea, cualquier filósofo Marx, por ejemplo, ha sido objeto de fetichismo durante muchos años. Y mucha gente que jamás había leído Marx se proclamaban marxistas y organizaban su acción en función de una supuesta obediencia o devoción a cosas que Marx había dicho, aunque ellos no lo hubieran leído. Eso es fetichismo. Esa especie de inercia que hace que las categorías y valores, cuando han dejado de ser operativos... Incluso cuando los desconocemos en realidad en su trazado, pues sigan siendo efectivos. Hay una clase, por cierto, grabada del año pasado, la que dediqué a Kepes, en que se habla de esto del fetichismo. Así que si tenéis interés, le dais ahí. Oye, que son las 20 y 34, se han pasado 4 minutos ya del final de la clase. Esto no puede ser. Salamón planteaba si un valor prolongado en el tiempo se puede convertir en categoría. Yo no diría que sea una cuestión de prolongación en el tiempo. Yo creo que las categorías y valores, como he explicado, son como lo que organiza nuestra sensibilidad, nuestra percepción y lo hace con estos dos diferentes enfoques. Las categorías más orientadas al conocimiento, los valores más orientados a la acción. Y sin duda se contaminan unos de otros, se correlacionan, evidentemente hay valores adecuados a unas categorías y valores inadecuados a otras categorías. Todo eso lo vamos a ver por ahí. De hecho, cuando se estudia iconología, por ejemplo, se aprende a distinguir, y es una categoría, el exeomo. Por ejemplo, yendo a Borja, ¿verdad? O el exeomo o el nacimiento de Venus o cualquier otra categoría. La iconología nos enseña, nos proporciona categorías para analizar, en este sentido, partes de las pinturas, por ejemplo. Y luego podemos o no tener valores acorde con esas iconologías que descubrimos, con esas categorías. Podemos saber que esto es un exeomo pero no emocionarnos religiosamente por él. Por ejemplo, por eso es conveniente diferenciar categorías y valores, ¿ves? Porque podemos reconocer el exeomo pero podemos no emocionarnos con él o incluso reconociendo que es un exeomo llevarlo hacia otro lado, que es lo que pasó en Borja. A ver que lea lo último que habéis escrito y dejamos aquí la clase. Efectivamente, me parece muy bien lo que dice M. Rodríguez 6806. El contexto, cuando hablamos de lo contextual, ya hablamos de lo complejo, ¿verdad? De lo abigarrado, hablamos de lo simpoyético. Yo no sé si hay otros esténios sobre lo autopoyético y lo simpoyético, si no tendré que darlo. Bueno, autopoyético es aquello que se autoproduce, ¿verdad? En nuestras cabezas fundamentalmente o en nuestros cuerpecillos cuando se autoproducen. Y lo simpoyético es lo que es objeto de una especie de colaboración, conflicto, una especie de composición abigarrada. Entonces, todo lo contextual que dices, toda la llegada de internet, las comunicaciones y tal, es lo efectivo que queda en este caso, ¿verdad? Y ahí se genera una especie de campo de batalla. En el que por un lado hay un paisaje antes de la batalla, ¿verdad? En este caso cuando abren la iglesia y se encuentran la cosa que ha hecho la señora esta, Cecilia Jiménez, la intervención artística que ha hecho Cecilia Jiménez, y entonces ahí empieza un choque en las cabezas del personal de categorías y valores para entender qué es aquello y cómo funciona o hacia qué nos organiza. Y entonces eso genera un paisaje complejo en el cual hay tortas. Pero al final, si os fijáis, siempre acaba decantándose de alguna manera y finalmente en el tema de Borja, pues Cecilia Jiménez no ha ido a la cárcel, el ex-homo no se ha restaurado a su condición original, lo cual significa que fundamentalmente el paisaje siendo conflictivo y abigarrado ha triunfado el bando de los partidarios de la ironía, la parodia y los valores estéticos como cualesquiera otros. Vale, Teresa, ya lo he pillado. ¿Leyendo Cética Modal entenderé mejor todo esto? Por supuesto, lo vas a entender como la luz del día. Faltaría más. Algo te ayudará, ¿vale? Pero sobre todo, más te ayudará, pues hay alguna clase grabada del año pasado que se llama así precisamente Estratos, Categorías, Valores. Y seguiremos abundando en esto. He ido un poco precipitadamente en esta clase porque son tres conceptos, o sea, tres familias de conceptos realmente complejas, tan complejas que el segundo libro de Estética Modal va a estar entero dedicado, el segundo no el primero, a explicar estas tres cosas, ¿verdad? Así que mientras tanto, pues mientras sale o no, iremos a la clase de este martes y tal, y en salida. Aunque tengas cero patatero de filosofía y estés perdida, no te preocupes que te encontrarás. Te encontrarás porque aquí la filosofía la tratamos como algo muy... de estar con los pies en el suelo. Entonces, básicamente, si te fijas, Muria XVII, hombre tan bizarro. Si te fijas, querida Muria XVII, si te fijas, Merce, lo que tenemos es lo efectivo que es lo que hay, lo que te encuentras en el mundo, aquello que compartes con todos los demás, y luego una modulación de lo que sucede en nuestra sensibilidad cuando nos encontramos con lo que hay. Así de simple es el esquema. Tenemos lo que hay, lo que sucede en nuestras cabezas, nuestra sensibilidad y lo que queda después de ello. Lo que queda y lo que hay es lo mismo antes de ir y antes de venir, ¿no? O sea, antes de salir y antes de llegar. Y lo que sucede en medio es lo que nosotros investigamos. Nosotros investigamos todo, pero lo que tendremos que hacer será explicar bien aquello que nos encontramos, rastrear qué es lo que pasa con nuestra sensibilidad y cómo intervenimos con nuestra sensibilidad, lo que hay, y entender mejor qué es lo que ha quedado después de esa intervención, de eso y de esta clase. Si ha quedado muy bien el mente claro, pues me alegraré. ¿Vale? Bueno, pues lo dejamos acá, que aunque sea Halloween habrá que hacer la cena, digo yo. Y nos vemos el martes. ¿Vale? Venga. Salud.