Un saludo para los alumnos de la asignatura de Historia América Moderna, correspondiente al grado de Geografía e Historia. Mi nombre es Marta García Garralón y soy la profesora tutora que trabaja dentro de esta asignatura el periodo correspondiente al reformismo, es decir, al siglo XVIII. A continuación, asistiréis al videotutorial perteneciente al sexto apartado del bloque temático 5 sobre el reformismo. Ese apartado sexto trata sobre las transformaciones de la sociedad en el siglo XVIII. Los apartados que abordaremos en esta webconferencia son los siguientes. Peninsulares frente a criollos, los cambios en la población indígena, campesinos y ciudadanos, esclavos y libertos, mestizos y mulatos, la decadencia de las misiones y, por último, las revueltas en la segunda mitad del siglo. El primer epígrafe se presenta... ...bajo el nombre de peninsulares frente a criollos. Los criollos, descendientes de europeos y nacidos en las Indias, se constituyen ya desde el siglo XVII en el grupo más dinámico de la sociedad colonial. Ya en esta centuria se produce en palabras del historiador Ramón María Serrera la gestación de una nueva cultura indiana en la que, en el nuevo mundo, adquiere tintes propios con patrones culturales importados de la metrópoli. ...a través de la creación de un nuevo tipo de cultura indígena. ...a través de la criollización de sus manifestaciones y la regionalización de variantes provinciales, así como con un creciente protagonismo del indígena y del mestizo en la cultura indiana. Al efecto, recomendamos la lectura del artículo de Carlos Martínez Show, denominado La cultura criolla en tiempos de Calderón. El nacimiento de esta conciencia criolla en el siglo XVII se basa en la aparición de determinados elementos como son, por un lado, la asunción e idealización del pasado prehispánico... ...es decir, a partir de ahora ya no se habla tanto de España y de Hispania América, sino como de la América antes y después de la conquista española. Esa reivindicación de la historia prehispánica condenada al olvido de los españoles será ese elemento nuevo que cada vez cobrará más intensidad en las crónicas y escritos americanos. En segundo lugar, la nueva cultura indiana se va a manifestar en la creencia de una revelación específicamente americana... ...que precedió a la creación de la cultura indiana. ...que precedió a la llegada de los misioneros españoles, basada en la convicción de que los indios de América no podían haber quedado al margen de la predicación evangélica... ...porque Cristo mandó a sus discípulos el mandato de difundir la buena nueva entre todas las naciones. En tercer lugar, un tercer componente de la construcción ideológica radica en la difusión de un particular aparicionismo mariano... ...o lo que ha llamado Martínez Show... ...la ofensiva de las vírgenes criollas. La Virgen de Guadalupe se va a convertir en la virgen que refleje el sentir de los criollos... ...y cuyo culto se va a extender por toda Nueva España para convertirse en la patrona de México. La Virgen de Guadalupe, representación del criollismo, se contrapone a la Virgen de los Remedios, que es la virgen de los gachupines o peninsulares. A estas vírgenes seguirán el culto a otras vírgenes y santos locales de gran devoción... ...por lo que supone su vinculación a cada uno de los territorios y formas culturales en las que se enraizan. El último elemento que potencia el criollismo se basa en la exaltación del orgullo criollo a través de la proclamación de la grandeza americana... ...representada en las ciudades y capitales virreinales que florecen y muestran esas nuevas representaciones artísticas. En relación con el sincretismo, la fusión de elementos artísticos europeos e indígenas en el arte virreinario... ...se recomienda la lectura del artículo de Víctor Mínguez Cornelles, Efímero Mestizo, que se contiene en la página virtual de la asignatura... ...y en cuyo artículo se muestra la riqueza de la integración de elementos indígenas y europeos en la compleja realidad colonial. Por tanto, asistimos a la criollización de la cultura, que tiene sus expresiones en campos como la historia, la literatura... ...o en manifestaciones de diverso orden artísticas, sociológicas. Se va a producir una cristalización de una conciencia diferencial entre la clase de los criollos... ...y va a ser en el siglo XVIII cuando la cultura criolla comience a manifestar una cierta incompatibilidad... ...con la cultura española de origen metropolitano que se intentaba aplicar en América. La realidad de los criollos se contrapone con el mundo, con las reglas que desde los inicios de la conquista... ...habían sido establecidas por los peninsulares. Esta contraposición dará lugar a un fenómeno que irá cobrando una mayor envergadura conforme pase el tiempo. Ese fenómeno se va a cristalizar en el antagonismo entre peninsulares y criollos, una realidad que tendrá su presencia... ...en numerosos conflictos y fricciones sociales. Conforme las degeneraciones americanas se van sucediendo, la ciudad indiana, el vínculo a la tierra, a la región, va a ir cobrando más fuerza... ...y a su vez se van a ir debilitando el ya lejano reglamento. Esto es un recuerdo familiar del origen español. Los criollos, que han hecho de América su tierra, consideran a los que llegan después como adenerizos... ...o al menos como menos americanos que ellos. Se trata de un conflicto en el que el sentimiento y la política enfrenta a criollos y peninsulares. Ya desde los primeros tiempos, los criollos se veían agraviados por los funcionarios del rey que ejercían el poder... ...y teniendo resentimientos cuando, por ejemplo, otorgaban tierras en nombre del monarca a advenerizos recién llegados. Los criollos hablaban de un rey lejano de Castilla que gobernaba sin conocer los territorios americanos. Todas estas ideas que empezaron a crecer en las conciencias de los primeros conquistadores van a arraigar en sus descendientes. Los criollos, como hijos, nietos y sucesivas generaciones posteriores a los conquistadores... ...se van a considerar acreedores de la atención real por su doble condición de herederos y de nacidos en los reinos indianos de Castilla. En contraposición, los términos de chapetón o gachupín usados en el Perú y en Nueva España respectivamente designan a los peninsulares. Se trata de expresiones que adoptan un cierto matiz despectivo, un matiz de superioridad expresado por los criollos con respecto a los peninsulares. Si atendemos a la emigración peninsular americana, cabe decir que durante los dos primeros siglos, en los siglos XVI y XVII, encontramos una población sobre todo de origen andaluz y extremeña. Son los inmigrantes de la primera época. Tiempo después se van a unir los vascos. Cada peninsular, cada español, va a aportar a la cultura americana las costumbres y las tradiciones típicas de su región. En el siglo XVIII, la emigración peninsular aumentará en comparación con la centuria anterior. Destacando por un lado las expediciones de labradores, canarios y sus familias organizadas por el Estado para asentarlos en lugares de interés estratégico con escasa población, por ejemplo como Cuba, Santo Domingo y Montevideo. La otra fuente de inmigrantes peninsulares en el siglo XVIII la constituirá la afluencia de peninsulares comerciantes que a raíz de la aprobación del libre comercio en 1778 abandonan la península, para establecerse en los puertos americanos abiertos al tráfico marítimo. Estos comerciantes se van a dispersar rápidamente por tierras americanas, aprovechándose de las nuevas disposiciones sobre internación de mercancías. La población peninsular tiende a concentrarse en las ciudades o en los grandes núcleos de población como por ejemplo México y Puebla, pero también en la Pampa al sur de Buenos Aires y en la banda oriental, o en las ciudades de Buenos Aires y Montevideo, o incluso en la parte colonizada de Chile. Con respecto a la tensión entre criollos y peninsulares, la corona no llegó a adoptar una política concreta. Si bien la corona destruyó la naciente aristocracia de conquistadores encomenderos para firmar el poder absoluto del monarca, por el contrario aceptó la aparición de una nobleza indiana que por otro lado apoyó el prestigio y autoridad de la corona. Pasamos a los siguientes episodios. En este apartado hablaremos de la evolución que se produce en la formación de las estructuras sociales desde una tradicional división social entre la ya tradicional República de los Españoles y República de los Indios, desde una sociedad en la que una buena parte de la población indígena se asentaba en las reducciones o congregaciones, en los llamados pueblos de indios, hasta la formación en el siglo XVIII de la sociedad de castas y además hasta la generación de importantes movimientos migratorios que se dirigen a las ciudades y a los núcleos de absorción de mano de obra como son las haciendas. Pues bien, existen dos elementos que desencadenan en el siglo XVIII importantes movimientos de población. El primero de esos elementos se identifica con el desplazamiento del eje demográfico hacia el este de la región. El segundo con la aparición de migraciones internas. El siglo XVIII es un siglo de crecimiento demográfico, en su primera mitad de crecimiento lento y en la segunda de crecimiento más rápido, hasta el año 1810 en el que ese crecimiento queda estancado. Durante la segunda mitad de la centuria tiene lugar un crecimiento vegetativo gracias a los elevados índices de natalidad y sobre todo a la recuperación demográfica de la población indígena, que ya se había iniciado en el área de Nueva España desde la segunda mitad del siglo XVII y que después se extendió a Centroamérica y finalmente a mediados del siglo XVIII al área del Perú. Como consecuencia del crecimiento demográfico y también de otros factores, la población americana se va a dispersar por el continente conforme a nuevos patrones, teniendo en consideración que desde los inicios la población se había situado en la parte occidental del continente americano, observamos que desde comienzos del siglo XVIII el eje demográfico se va a desplazar hacia el este, hacia las regiones atlánticas que van aumentando su población. Un factor que influye sobre este fenómeno es la influencia de Europa como estímulo al desarrollo demográfico en las regiones y ciudades orientales. La fuerte demanda europea para los productos ganaderos y agrícolas que se cultivan en las zonas tropicales estimulará la afluencia de población hacia regiones de sabana o pradera en las que el ganado domesticado y cimarrón se cría con éxito. La pampa argentina y los llanos venezolanos son un ejemplo. Por tanto, áreas como el Virreinato de Buenos Aires, como Venezuela, el litoral caribe de Nueva Granada, Cuba y Puerto Rico van a incrementar considerablemente sus tasas de población. Por otro lado, las áreas de la provincia de Buenos Aires, como la provincia de Buenos Aires, y áreas más densas en el territorio americano hispano de poblaciones indígenas se concentraron en el Alto y Bajo Perú, Guatemala y Nueva España en lo que se ha denominado la América nuclear. Para el caso de Nueva España cabe hacer un apartado específico. Su población aumenta considerablemente gracias a la prosperidad económica especialmente en las zonas central y norte en las que las minas de plata demandan una gran cantidad de mano de obra. Estas regiones, dada la carestía de esclavos negros, y las grandes distancias que dificultaron y encarecieron el transporte de población indígena de trabajo forzoso van a reclutar a través de los enganchadores trabajadores indígenas libres y voluntarios. Muchos indígenas abandonan sus comunidades, muchos de ellos con sus familias, para desplazarse a las minas del norte liberándose así del pago del tributo y de los turnos de trabajo forzoso. Algunos de ellos se convirtieron en peones de los ranchos o haciendas agroganaderas del norte, ajornal, o bien en trabajadores de las minas. En resumen, observamos importantes desplazamientos de indios hacia zonas bien agrícolas, ganaderas o mineras o incluso a ciudades en busca de mayores ingresos. Estos indios son denominados indios forasteros, una población que se va a mezclar con mestizos y españoles en los entornos urbanos y rurales y, en el caso de las ciudades, esos indios que se instalan en los núcleos de población urbana son totalmente hispanizados y asimilados. La población de las ciudades crece de forma considerable en el siglo XVIII sobre todo en las últimas décadas, hasta que se estabiliza durante las guerras de emancipación. El crecimiento es de carácter desigual, muy escaso por ejemplo en las poblaciones andinas como Lima y Cuzco o del oeste de Nueva España, en contraposición con el rápido crecimiento que experimentan ciudades atlánticas no hispanas. México sigue siendo la ciudad con mayor población de la América Hispana seguida de las ciudades de primera categoría entre las que se encuentran La Habana, Lima, Santiago de Chile o Puebla de Los Ángeles. En un segundo nivel destacan poblaciones como Cuzco, Guanajuato, Mérida, Quito, Zacatecas, Potosí, Santa Fe de Bogotá, Cochabamba, o La Paz. Y en un tercer orden sobresalían capitales provinciales con poblaciones como San Salvador, Durango o Córdoba del Tucumán. En resumen, movimientos migratorios internos en el continente americano determinarán la marcha de numerosa población indígena a zonas agrícolas, ganaderas, mineras o también a las ciudades en busca de un mejor futuro como trabajadores libres y asalariados. Hemos hablado de la población indígena, hemos hablado de peninsulares y de criollos, pero también hay sectores de población que se corresponden con los esclavos y libertos, con los mestizos y los mulatos. Veamos cómo estas poblaciones evolucionan a lo largo del siglo XVIII. La población que acusó un mayor crecimiento en esta centuria fue la de los esclavos africanos. Los estudios estiman que prácticamente vino a duplicar las cifras del siglo anterior, lo que implica un aumento de la trata negrera. Son las potencias europeas establecidas en el golfo de Guinea africano, principalmente portugueses, holandeses, franceses e ingleses las que van a promover una masiva emigración forzosa de las poblaciones africanas hacia el continente americano y ello a lo largo de toda la edad moderna, pero con especial énfasis llegados al siglo XVIII. La trata de esclavos fue una pieza indispensable del colonialismo europeo y un elemento esencial para la explotación de los recursos americanos. Cabe anotar que una gran parte de esa población de esclavos se introdujo en las plantaciones brasileñas. El crecimiento de las economías de plantación y, en una menor medida, la demanda para el servicio doméstico determinó el aumento de la mano de obra esclava para plantaciones azucareras, de tabaco o de cacao americanas. Comenta Céspedes que del total de esclavos que llegaron al Nuevo Mundo, sólo un 40% se destinó a Brasil y a los territorios hispanos, a regiones como el Caribe y en menor medida a las costas tropicales del Pacífico, pertenecientes al Virreinato de Nueva Granada y norte del Perú. En Cuba, por ejemplo, ya a finales del siglo XVIII los negros alcanzaban la mitad de la población. Presenciamos en el siglo XVIII un constante avance de un mestizaje completo, de grandes proporciones. El mestizaje es el factor demográfico dominante en toda la América nuclear. En la segunda mitad del siglo territorios como Nueva Granada alcanzarán cifras de hasta un 45% de mestizos o el norte del Perú un 50%, o ya en menor grado en Centroamérica un 31%. Estamos ante una sociedad estamental, corporativa, muy jerarquizada que se desarrolla en un contexto multiracial y en un espacio geográfico de gran vastedad en el que los procesos de mestizaje van a dar lugar a la llamada sociedad de castas, típica de la segunda mitad del siglo XVIII pero que va a tener un corto recorrido hasta finales de siglo cuando esa sociedad de castas evolucione lentamente hacia una sociedad de clases. La sociedad de castas es percibida como una amenaza por parte de los españoles, que ven peligrar su privilegiada posición social. Los españoles reaccionaron defensivamente desdeñando las castas. La casta adquiere un sentido relacionado con el linaje, con la ascendencia o con el pedigree, pero no indicaba grupos cerrados ni fue incompatible con la fuerte movilidad social vertical que experimentó la sociedad indiana. Los términos que daban sentido a la sociedad de castas agrupaban denominaciones como español, indio, mestizo, mulato, zambo y negro. En el Perú por ejemplo se utilizaba el sinónimo de chino para designar al zambo y existían otros términos como cholo y coyote para designar al mestizo oscuro o castizo para el mestizo claro. Luego existían eufemismos como los de pardo y moreno que designaban tanto como casta. El apogeo de la sociedad de castas convive con las uniones no matrimoniales y con la ilegitimidad. Las uniones no matrimoniales se producían entre individuos de distintas castas, siendo generalmente el varón de casta considerado como superior a la de la mujer. Por otro lado, la ilegitimidad forzaba a quien la padecía a casarse con alguien de casta inferior a la que hubiera podido pertenecer en caso de ser hijo legítimo. O bien empujaba al ilegítimo a unirse no legalmente con alguien de otra casta. La generación de las castas de mezcla tiene su origen en todas estas uniones y nacimientos ilegítimos que se producen como consecuencia de las trabas legales y prejuicios etnosociales. En este contexto aumenta la amplitud del mestizaje y se complica difuminándose los límites de las castas y homogeneizándose genéticamente, lo que va a dar lugar a la imposibilidad de elaborar una clasificación de tipo racial. En este sentido, la política reformista borbónica fomentó la movilidad social vertical, por ejemplo con la creación del ejército y la renovación de las milicias. Por ejemplo, las unidades de milicias integraron a mestizos, a mulatos y a negros libres. A finales de siglo desciende el número de hijos ilegítimos y aumenta el de matrimonios entre individuos de diferentes castas. Esto va a favorecer el crecimiento de las castas de mezcla y va a suponer la ascendencia social de estos individuos por encima de la casta de los indios, cuando hasta entonces habían sido considerados por debajo de éstas. Como hemos anotado a principios del siglo XIX, la sociedad de castas se desintegra y no sobrevivirá a las guerras civiles que preceden a la emancipación. A continuación, pasamos a ver el epígrafe relativo a la decadencia de las misiones. Las misiones fundadas en América del Sur por la Compañía de Jesús a partir del siglo XVII constituyen un experimento social de unas características peculiares. Una vez se constituyó la provincia jesuítica del Paraguay, aparecen las primeras misiones en las regiones del Tapé, Ibe y el Guairá. Pero estas misiones son destruidas por incursiones de bandeirantes entre 1629 y 1632. Las misiones quedaron concentradas en un área situada entre el sur del actual Paraguay, la provincia argentina de Misiones, y parte del actual Uruguay y del sur del Brasil, mientras que otros grupos aislados se establecieron en el límite de las provincias argentinas de Santa Fe y Salta. Las reducciones jesuíticas eran comunidades cristianas basadas en una organización económica colectivista. Disponían de territorio propio, con parcelas para el cultivo, parcelas comunales, con cuyos frutos se pagaban los impuestos, la manutención de los religiosos y las necesidades de enfermos, viudas y huérfanos, pero también con parcelas individuales para el uso exclusivo familiar. En las reducciones, la vida social giraba en torno a la Plaza Mayor, cerca de la iglesia, de la casa de los religiosos y de los edificios administrativos. También estaban las viviendas de los indios, edificadas atendiendo a la tradicional cuadrícula hispánica. La administración la llevaba el cabildo y el cacique indígena, supervisados ambos por la autoridad de los misioneros. Las reducciones guaraníes tuvieron que defenderse de ataques de colonos vecinos y del expansionismo de invasores brasileños, los manmigrantes. El Tratado de Límites de 1750 modificó la línea divisoria establecida en virtud del Tratado de Tordesillas y a cambio de la obtención de la Colonia de Sacramento por parte de la monarquía hispana, siete pueblos quedaron dentro de las fronteras brasileñas. Se produjeron levantamientos indígenas apoyados por los misioneros jesuitas que dieron lugar a las denominadas guerras guaraníes o guaraníticas entre los años 1753 y 1756, pero no impidieron la ocupación lusitana a pesar de que un nuevo tratado firmado en 1761 devolvió a parte de los colonos a sus destruidas poblaciones del Tape. La expulsión de la Compañía de Jesús en 1767 y su definitiva extinción en 1773 condenaron a la decadencia y extinción de las revoluciones guaraníes que pasaron a ser administradas por las órdenes de franciscanos y dominicos. Las reducciones del Alto Perú situadas en Mojos y Chiquitos todavía perviven en tierras bolivianas. Como estupendo complemento a esta breve explicación sobre las misiones jesuíticas recomendamos el visionado de la peli La Misión en la que trabajan actores como Robert de Nilo y Jeremy Irons con música del gran maestro Ennio Morricone. El último epígrafe de este bloque temático hace alusión a las revueltas de la segunda mitad del siglo. Hemos hablado al inicio de esta webconferencia sobre cómo se va afianzando esta identidad criolla en América hispánica y sobre los conflictos y las distintas maneras de sentir por parte de criollos y de peninsulares. Estas tensiones se incrementaron en el último cuarto del siglo XVIII. Los gachupines son recibidos en América con menor simpatía que nunca por ser percibidos con actitudes de altanería y superioridad. Ese aumento general de la inmigración desde España muy especialmente de vascos catalanes y norteños su dedicación mayoritada al comercio supuso una seria competencia para los criollos que veían cómo sus beneficios podían menguar por la aparición de estos nuevos peninsulares. En el último cuarto del siglo XVIII los criollos se denominaron a sí mismos españoles-americanos para reafirmar su identidad frente a los simples españoles. Los reformadores intentaron atraerse a los criollos y vincularlos al nuevo plan de reformas ilustradas que se estaba implementando en América. Algunos de esos criollos viajaron a la península o siguieron una carrera militar como se convirtieron en intelectuales o ideólogos del absolutismo ilustrado. Un buen ejemplo fue el intelectual y jurista Pablo de Olavide criollo-limeño que tuvo un papel destacado como intendente y superintendente en los proyectos de colonización de diversas zonas del sur de España. La aplicación de las reformas dieciochescas provocó colisiones con los criollos en algunos casos como fueron los ataques a los consulados de México y Lima o cuando se trató de implementar reformas tipo fiscal que afectaron a los intereses de los criollos. Para Céspedes del Castillo estas tensiones entre criollos y peninsulares fueron naturales dentro de un marco de conflicto de intereses entre dos sectores sociales distintos. Los desórdenes que tuvieron lugar en diversos territorios americanos, en Quito en 1765 en Nueva España entre 1767 y 1769 y los de 1781 de Nueva Granada y algunas provincias venezolanas o la conspiración de 1795 en Venezuela se integran en esa realidad de conflicto entre la nueva política reformista monárquica y los intereses tradicionales de los criollos. En todo caso no deben confundirse estos hechos como antecedentes de las emancipaciones decimonónicas y sí identificarse como hemos dicho como formas de participación política y de expresión de violencia colectiva de carácter defensivo ante la aplicación de reformas por parte de la corona. Con este último apartado damos por terminada esta webconferencia que ha versado sobre las transformaciones de la sociedad en el siglo XVIII.