Bueno, ¿me escucháis? Sí. Son las 11 y un minuto. Yo creo que vamos a dar comienzo. ¿Os parece? Sí, sí. Vale, estupendo. Muy bien. Bueno, pues espero que todo el mundo esté perfectamente conectado. En primer lugar, buenos días a todas las personas que desde vuestras pantallas os habéis conectado con este seminario web, que habéis realizado el esfuerzo de uniros desde vuestras casas y desde vuestros lugares de estudio, de trabajo, para acompañarnos a este grupo de personas que nos habéis estado viendo a través de ahora, hace un momento, que hemos trabajado para poder celebrar este webinar. Antes de pasar a hacer una breve presentación del mismo, me resulta obligado daros las gracias a todos los que estáis al otro lado de mi pantalla por la entusiasta acogida que ha tenido el seminario. Una acogida y casi podríamos decir que multitudinaria. ha llevado a que haya una matrícula superior a 300 personas. Exactamente, matriculados a día de hoy, se han quedado algunas personas fuera, estamos 336 personas. Ahora mismo, en este mismo momento, a las 11 y 3 de la mañana, no sé el número exacto de personas que estamos conectadas simultáneamente. Pero con el técnico de la UNED hemos promediado que a lo largo del día estaríamos entre 230 y 250 personas conectadas simultáneamente, conectadas al mismo tiempo. Esto es posible por la amplia experiencia tecnológica que acumula la UNED, la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Y desde luego por la acogida que nos ha dispensado. El centro de la UNED en Guadalajara, que es donde yo estoy ahora mismo presencialmente, para organizar toda la estructura online de este encuentro. Por lo tanto, gracias a todos los que estáis ahí. Inmediatamente después, tengo que dar las gracias a los ponentes que van a intervenir en el seminario por su generosa y desinteresada participación. Y por su dedicación. Y por su disposición inmediata a traernos y explicarnos sus experiencias investigadoras en el ámbito de la historia de las mujeres. Y también por la paciencia que hay que tener para aprender a manejar, digamos, todos estos medios online. Por lo tanto, gracias a todos los ponentes. Van a ser presentados a continuación de mis palabras y no voy a extenderme en esta cuestión. Aunque, de forma particular, sí que quiero dar las gracias a la profesora Alejandra Osorio, que está conectada desde Boston, en Estados Unidos, y que está conectada a horas verdaderamente improcedentes para dirigir una conferencia. Muchas gracias, Alejandra. También, en este punto, quiero informar de un pequeño cambio en el desarrollo del seminario que sucedió. Solo afecta al horario de dos intervenciones. La profesora Beatriz Blasco Esquivias tendrá su intervención a última hora de la tarde, a las 5 y 30, y yo tendré la mía a las 11 y 45. Por problemas después de organizar el seminario, hemos tenido que hacer este pequeño cambio de horario. Quiero... Agradecer la labor de las dos moderadoras, la profesora Paula Revenga y la profesora Macarena Moralejo, que tendrán un arduo trabajo a lo largo de toda la mañana y a lo largo de toda la tarde, y el trabajo magnífico que han desarrollado los secretarios del seminario, David Cejas y Valeria Manfred. Gracias a ellos hemos tenido esta amplísima difusión. Desde luego, también quiero dar las gracias desde el centro de Guadalajara al trabajo que han realizado Ángeles Cruz, Monse Rodríguez y Alicia Yela, y a todas las personas que desde este centro nos están ayudando. De manera especial, también, y antes de acabar con los agradecimientos, quiero referirme a la profesora Vera Fortunati, de la Universidad de Bolonia, que ha puesto a nuestra disposición su centro de documentación sobre mujeres artistas y que sabemos que ha dado una gran difusión en medios italianos y que ahora mismo hay profesoras italianas y alumnas de diversos másteres también desde Italia conectados con nosotros. El seminario en sí plantea dos preguntas que están, digamos, en su título, ¿no? ¿Cómo abordar una historia en femenino? ¿Cómo investigar las identidades femeninas en la edad moderna? Estas dos preguntas están... Están siendo respondidas de forma continuada por la historiografía actual a través de múltiples trabajos de investigación que, desde diferentes líneas, diferentes enfoques, están revisando la experiencia histórica de las mujeres. Conformando un conocimiento cada vez más extenso sobre las mujeres y sobre lo femenino en el pasado. Y este ámbito de conocimiento se va llenando continuamente con nombres, con temas, con miradas, con debates, con líneas de interpretación, evidentemente con evidencias documentales o materiales de esa experiencia histórica femenina. Y es muy probable que empecemos ya a disponer de... ...suficiente masa crítica utilizando este concepto físico y sociológico como para replantear algunas cuestiones de la historia de forma general. Para replantear algunos temas de debate en los que lo femenino y la mujer tienen que estar presentes. Como digo, esto conforma un anchuroso espacio de conversación. ...de conocimiento y de investigación dentro del cual este seminario está dedicado a reflexionar sobre fórmulas y sobre metodologías de investigación en amplios colectivos de mujeres. Son colectivos de mujeres que están ligados por lazos diferentes, como pertenecer a un mismo tiempo histórico, la edad moderna, que es el tiempo que nos ocupa también en este seminario, o por ser escritoras. Hay un altavoz abierto, agradeceríamos que lo cerraran, por favor, o por ser escritoras, por ser nobles, o por pertenecer a la dinastía Mendoza. En cualquier caso, ligadas por lazos que nos permiten estudiarlas en lo individual, pero también en lo conectivo. Y que nos van a permitir encontrar... Y que nos van a permitir encontrar las identidades de grupos de mujeres concretos. Por lo tanto, la intención de este seminario, en última instancia, es confrontar diversas experiencias de investigación. El webinar se inserta en el conjunto de actividades académicas que vamos a realizar desde dos proyectos de investigación, de los que yo soy la investigadora principal, la que los dirige, y que tienen como objetivo... ... investigar a aristócratas que pertenecen a la casa y a la dinastía Mendoza, y que tendré oportunidad de hablar un poquito más de ellos en mi intervención. Pero desde estos dos proyectos nuestro propósito es desarrollar actividades periódicas. Por esta razón hemos rotulado este seminario como seminario permanente, puesto que va a tener una continuación y será la pregunta cómo abordar una historia en femenino la que irá determinando los temas a tratar en las próximas convocatorias. Al menos será así a lo largo de 2021, adaptándonos a la situación de normalidad que plantea el control de la pandemia si es que se va controlando. En este sentido puedo anunciar que el próximo seminario lo estamos organizando para la primera semana de marzo, que ojalá pueda ser de carácter... ...semi-presencial, es decir, con un pequeño grupo de personas que podamos estar presencialmente y el resto tanto ponentes como participantes online. Esto lo difundiremos con tiempo a través de los medios que hemos utilizado para difundir este seminario, pero también estamos trabajando en una página web donde habrá información, sobre todas estas cuestiones, y donde también alojaremos las grabaciones de nuestras actividades para poder seguirlas en diferido. Bueno, no me voy a alargar más porque hay mucho de lo que hablar. Así que, sin más, vuelvo a agradecer la colaboración de todas las personas involucradas en ponerla en marcha. Agradecerles a todos ustedes el estar ahí siguiéndonos hoy. Y espero abrir con esto una pequeña ventana digital para investigar esas identidades femeninas en la edad moderna. Muchas gracias. Macarena, tu turno. Buenos días a todos y a todas. Agradezco a la profesora Alegre la posibilidad que nos ha brindado participar en este seminario. Seré la moderadora de la mañana. Voy a dar una serie de directrices logísticas que son obligadas en una situación como la que tenemos. Voy a proceder ahora a presentar a todos los ponentes de la mañana. Es decir, no vamos a interrumpir la sesión para hacer la presentación después de la profesora Osorio, de la profesora Alegre o del profesor Olmedo. Por lo tanto, ahora realizaré la presentación de los tres ponentes de la mañana y, al final… de la mañana, todos aquellos que están participando y que pueden plantear sus preguntas a través del chat tendrán la posibilidad de intervenir. Por lo tanto, el debate no se va a realizar después de cada intervención, sino al final de la mañana. En el chat está David Cejas y la profesora Manfred controlando un poco las preguntas y cualquier cuestión que se plante por parte de los oyentes contestarán tanto David Cejas como Valeria Manfred. Procedo, por tanto, a presentar a nuestros ponentes. La profesora Alejandra Osorio, que es la primera que va a intervenir, como muchos de los profesores la conocemos muy bien, es la actual directora del Departamento de Historia de Wesley College en Boston, que es un centro desde el que ella ha realizado numerosas investigaciones acerca de la historia urbana y las políticas culturales en el mundo de Luxemburgo. Ha sido también directora del programa de estudios hispánicos en la Universidad de Córdoba y, como saben, muchos de nuestros oyentes participan activamente en proyectos de investigación en España. y en América. Entre sus publicaciones destaco la monografía dedicada a Lima, Inventing Lima, publicada en el año 2008, que analiza la etapa de virreinato en el siglo y todo lo que es la política cultural y social en la zona. Ha formado parte, y quiero subrayar este tema porque interesa al seminario que estamos hoy organizando, como digo, del Center for Women Studies and Gender Research de la Universidad de Florida y ha realizado investigaciones sobre el Imperio Español en Perú, Ecuador, Colombia, México y otros países. Paso a presentar a la profesora Esther Alegre. Como ya se ha señalado, la profesora Esther Alegre es profesor titular de Historia del Arte de la UNED y dirige en la actualidad dos proyectos de investigación, como ella misma ha señalado. El primero de carácter nacional, titulado Identidades Femeninas en la Edad Moderna, una historia en construcción, Aristócratas de la Casa de Mendoza entre 1450 y 1700. Asimismo, dirige un segundo proyecto financiado por la región de Castilla-La Mancha, titulado Redes de Poder, Mediación Artística y Patronazgo Femenino en la Edad Moderna, el legado de las aristócratas mendoza en los territorios de Castilla-La Mancha. Ambos proyectos plantean una secuencia de continuidad respecto a investigaciones y publicaciones ya realizadas por la profesora Alegre, como el libro dedicado a las damas Mendoza, publicado por la editorial Polifemo en 2014. Así como sus estudios acerca de la construcción y articulación de las villas ducales en el Renacimiento, especialmente en Pastrana. Paso a presentar al tercer ponente, el profesor Jaime Olmedo Ramos. Jaime Olmedo es profesor en la Universidad Complutense de Madrid y en el área de Filología Hispánica y es el director técnico del Diccionario Biográfico Español. Se formó como filólogo entre España e Italia y defendió una tesis doctoral en el Colegio Español de Bolonia. Es un profesor que ha estudiado en la Universidad de España sobre Benedetto Croce y la literatura comparada italo-española. El profesor Ormedo ha publicado numerosos artículos y monografías y pertenece a diferentes consejos de redacción y comités de revistas. Y desde marzo de 2002 es el director técnico en la Real Academia de la Historia del Diccionario Biográfico Español, que es el primer diccionario de biografías para el mundo hispánico y que primero fue publicado en papel y después se ha publicado desde el año 2018, está también en un repositorio en su versión electrónica. En este diccionario han participado o hemos participado más de 5.000 creadores españoles y extranjeros pertenecientes a más de 500 instituciones científicas de todo el mundo. También en la Real Academia de la Historia ha coordinado el Atlas Cronológico de la Historia de España en el año 2009. Bien. Paso la palabra, cedo la palabra a la profesora Osorio. Pido a todos aquellos que estáis en sala ahora mismo que apaguéis micrófonos y apaguéis cámaras para que no haya ningún tipo de distorsión. Gracias, profesora Osorio. La palabra es para usted. Alejandra, Alejandra, perdona. No se te escucha. No se te escucha. Perdón. No te hemos escuchado. No. ¿Ahora? Ahora sí, perfecto. Apago en mi... Ok, empiezo de nuevo entonces. A ver, vamos a ver esto. Si es que se apagó eso. ¿Qué ha pasado? Bueno, parece que esto, por alguna razón, no está funcionando. Bueno, espero que ahora sí se me escuche. Comienzo nuevamente y disculpas. Gracias a Esther, a la UNED y a David, Valeria y Macarena y al programa también por esta oportunidad. Como decía, en 1986, John Scott publicó un artículo en el American Historical Review titulado Género, una categoría útil de análisis histórico donde promovía o proponía un nuevo modelo teórico para pensar y entender las relaciones de poder en la historia y no solo de las mujeres como sujetos autárquicos dentro de ella. Este artículo, que inicialmente tuvo una gran difusión e importancia para los estudios de la mujer en general y cuyas propuestas fueron consideradas en su momento incluso subversivas, para su reedición en 1999 en una recopilación de trabajos de Scott publicados por Columbia University Press, el concepto de género había perdido su filo subversivo debido a su transformación en simple sinónimo de mujer. Mujer. Según señalaba Scott, esto se debía en gran parte a que el uso del concepto de género se había restringido a los sistemas de parentescos, enfatizando así el hogar y la familia como la base de la organización social en general. El artículo de Scott, de 1986, presentaba además una crítica a la historia de la mujer vigente en ese momento, preocupada mayormente de narrar la historia de opresión y privaciones ausencias sufrida por un universo de mujeres a manos de un universo de hombres, las cuales se entendía estaban mayormente relegadas a las esferas privadas de la familia y el hogar. La historia de la mujer. La historia de la mujer en Estados Unidos nació de los movimientos de derechos civiles de las décadas de los 60 y del movimiento de mujeres que se gestó entre las décadas de los 60 y 70 del siglo XX. Fue después de 1968 cuando se fundaron los primeros programas de estudios de la mujer universitarios y que se desarrolló el área de historia de la mujer dentro de la disciplina de historia. En 1972, la Asamblea General de las Naciones Unidas. La Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó 1975 como Año Internacional de la Mujer, que se inauguró ese año con una conferencia que se celebró en Ciudad de México entre el 19 de junio y el 2 de julio. Fue en la década de los 70 que la disciplina de historia convirtió por primera vez a la mujer en un sujeto de investigación. y que sus vidas y experiencias se consideraron como temas específicos y legítimos de la historia profesional, y ellas como agentes de la narrativa, ya sea en crónicas de eventos políticos como la Revolución Francesa o la Segunda Guerra Mundial, o en movimientos políticos tales como el socialismo utópico, el feminismo, el sufragio femenino, etc., o en relatos más analíticos del funcionamiento o desarrollo de procesos de cambio social a gran escala, como la industrialización, el capitalismo, la modernización, la urbanización o la construcción de los estados-nación. Estas historias iniciales de mujeres documentaron con éxito tanto las vidas de mujeres importantes como las de las mujeres de clase media y estratos más bajo de la sociedad en distintas categorías. Algunos de los títulos de estas primeras historias de mujeres, Hidden from History o Becoming Disable, revelaron la condición de la mujer hasta la década de 1970, tanto en la academia como historiadoras y profesoras de historia, así como sujetos legítimos de investigación y escritura histórica. Esta nueva historia de las mujeres comenzó como una recopilación de información que se realizó en el siglo XXI, sobre las mujeres y la escritura de lo que se conoce como Her Story, en oposición a History, que era la única historia hasta ese momento. Estas mujeres historiadoras, como Sheila Robe Botham, Joan Scott, Tema Kaplan, Natalie Zimon Davis, Renate Breidenfall, Gerda Lerner, Mary Nash, Linda Gordon, entre muchas otras, insistieron en la agencia femenina para hacer y escribir la historia. Argumentaron que los hombres no eran sino un grupo de actores en la elaboración de la historia. Un ejemplo de este enfoque fueron las historias que recopilaron los movimientos políticos de mujeres como las sufragistas en Inglaterra y Estados Unidos, desde la perspectiva de sus fases más que de sus líderes. Her Story se desarrolló en conjunto con la historia social, interesada en documentar la vida cotidiana de los sujetos. De las clases bajas de la sociedad, como los trabajadores o los campesinos, los cuales estaban a menudo olvidados o ignorados. Y donde dicha historia social se había desarrollado en oposición a la historia política, o en palabras de una historiadora feminista, esa línea de la historia que evidenciaba que solo los hombres blancos hacen la historia. Este modelo de Her Story, de investigación y escritura histórica, resultó ser, sin embargo, limitante, ya que tendía a asociarse casi exclusivamente con el sexo femenino, aislando a las mujeres como un tema exclusivo y separado de la historia con mayúscula. y ofreciendo, por lo tanto, la particularidad de las mujeres en relación con la universalidad de los hombres. Hacia finales de las décadas de los 70, Her Story además se había convertido en una historia sobre cómo las mujeres blancas, al enfatizar la hermandad o sisterhood de las mujeres como un colectivo absoluto víctima de otro colectivo universal de hombres. Esta visión universalista de la condición y subyugación de la mujer fue fuertemente atacada a partir de la década de los 80 por mujeres de color como Angela Davis, Bell Hooks, Audrey Lorde, Gloria Ansaldúa y Chandra Mohante, entre muchas otras. Estas feministas de color exigían, entre otras cosas, la inclusión de variantes como la raza, la clase social y las preferencias sexuales y religiosas en el análisis de las condiciones históricas de la mujer, pero sobre todo en lo que se refería a la opresión de las mujeres como sujeto universal. Sosteniendo además, como por ejemplo en esta nueva historia de la mujer, ellas como sujetos históricos continuaban siendo tan invisibles como antes, debido en parte a que la historia de la opresión de las mujeres blancas ignoraba la doble visión de las mujeres negras, tanto de parte de hombres blancos y negros como de sus hermanas blancas. También objetaron y cuestionaron el principio sostenido por estas historias que veían el trabajo fuera de casa como parte de la liberación femenina, debido a que por la esclavitud y las grandes desigualdades económicas productos de la discriminación, las mujeres negras habían tenido que trabajar siempre. En general, estas historias en su gran mayoría eran descriptivas y se limitaban a narrar los fenómenos ilustrando o describiendo las opresiones de las mujeres, pero sin explicar el porqué de dichas opresiones o por qué ocurrieron en coyunturas históricas específicas y no en otras. Ahora, en el siglo XIX había dos corrientes principales de ideología o pensamiento feminista en los Estados Unidos que, en términos generales, se encuentran también en otros contextos europeos y americanos, el feminismo liberal de la ilustración y el feminismo cultural. Las feministas liberales de la ilustración proporcionaron una imagen de la mujer como agente racional y responsable, alguien que era capaz, si se les daba la oportunidad, de cuidarse a sí misma y de gestionar sus propias posibilidades. Este feminismo liberal se basó en los escritos de Mary Wollstonecraft, de los derechos de la mujer, completada en 1792. En términos generales, las feministas liberales de la Ilustración sostenían o tenían fe en la racionalidad, la creencia en la igualdad del alma y las facultades racionales de mujeres y hombres, creencia en la educación, particularmente en una formación crítica, una visión del individuo como ser aislado, sincero, ético, que actuaba como un agente racional e independiente y cuya dignidad dependía de tal independencia. Finalmente, las teóricas del feminismo liberal suscribieron la doctrina de los derechos naturales. Los movimientos de mujeres del siglo XIX, por lo tanto, se asentaron en los derechos políticos, en particular la demanda del voto. Las feministas culturales, por otro lado, fueron más allá del impulso fundamental racional y legalista de la teoría liberal de la Ilustración. En lugar de centrarse solo en el cambio político feminista, buscaron una transformación cultural más amplia. Si bien continuaron reconociendo la importancia del pensamiento crítico y del autodesarrollo, también enfatizaron el papel del lado no racional, intuitivo y a menudo colectivo de la vida. En lugar de enfatizar las similitudes entre hombres y mujeres, a menudo enfatizaron sus diferencias, las cualidades femeninas podían ser una fuente de fortaleza y orgullo personal, así como también una fuente de regeneración pública. Estas feministas imaginaron alternativas a las instituciones que los teóricos liberales dejaron más o menos intactas, tales como la religión, el matrimonio y el hogar. Hacia principios del siglo XX, esta vena de la teoría feminista fue más allá de una visión de los derechos de la mujer como fines en sí mismo y los vio finalmente como un medio más para llevar a cabo reformas sociales más amplias e importantes. En este marco transformador de la sociedad, la teoría de la reforma social feminista sostenía que las mujeres tenían y debían ingresar a la esfera pública y tener el voto porque su perspectiva moral superior era necesaria para limpiar el corrupto mundo masculino de la política. a las ideologías masculinistas del darwinismo social de gran influencia en el pensamiento occidental, en las postrimerías del siglo XIX. Ahora, de estas dos corrientes feministas, liberales y culturales, van a surgir las interpretaciones de la condición de la mujer en los años 60 y 70, y que por cuestiones de tiempo solo esbozaré muy escuetamente aquí. En términos muy generales, la subordinación de las mujeres como grupo universal que ofrecía esta primera historia feminista a partir de los años 70, se basó generalmente en un modelo estático de patriarcado, que localizaba los orígenes de la subordinación de las mujeres en los hombres. Según este modelo, los hombres subordinaban a las mujeres por una necesidad masculina de dominarlas llevados por un deseo de superar su propiedad, su propia alienación de los medios de reproducción biológica de la especie, o en otras palabras, del hecho que ellos no podían engendrar hijos. Este hecho biológico había llevado a los hombres a establecer la primacía de la paternidad que unía a la mujer y los niños a un hombre como una forma de transferir la propiedad, lo cual oscurecía el trabajo real y la realidad social del trabajo, de las mujeres en la procreación. ya que las leyes privilegiaban la paternidad como elemento definitorio en la herencia de bienes, ignorando el trabajo de la mujer en el parto, la crianza y la educación de los hijos, todo lo cual pasaba desapercibido. Inherente a esta teoría del patriarcado era la noción de las esferas de poder pública y privada, y donde las mujeres ocupaban la esfera privada del hogar, los niños, la familia, donde su trabajo pasaba desapercibido por ser trabajo no remunerado. Además, al estar en el hogar, las mujeres estaban menos expuestas a ciertos privilegios de los que disfrutaban los hombres, es decir, beber en público, viajar solas o experimentar sexualmente con otras parejas. Los hombres, por otro lado, ocupaban la esfera pública del trabajo remunerado y la política. A los hombres no solo se les pagaba por su trabajo, que era limitado en comparación con el trabajo de las mujeres, sino que además disfrutaban de ciertos privilegios, como estar solos, beber en el público y experimentar sexualmente. Además, los hombres podían participar en la política, entendido como la máxima esfera de poder vedada a las mujeres, que les permitía a ellos establecer la agenda para los roles de género atribuidos a ambos sexos en la sociedad. Mientras que para algunos defensores del patriarcado, la clave de la opresión de la mujer era la reproducción, para otros era la sexualidad. Estas feministas veían en la cosificación sexual, o sexual objectification, El tema principal en la subyugación de las mujeres, dentro de lo cual solo se podía ser o madre o un objeto sexual. Aparte de no ser histórico en su análisis, este modelo de patriarcado presentaba problemas para la historia porque no explicaba las fuentes de la desigualdad sexual o las relaciones sociales que lo hacían posible, asumía la primacía del propio sistema de género en toda organización social y su análisis se basaba puramente en la diferencia sexual. Por más la diferencia física entre sujetos adquiría un aspecto universal e inalterable y asumía también, por lo tanto, que el cuerpo humano tiene un significado inherente o esencial fuera de las construcciones sociales y culturales y, por lo tanto, históricas. El uso del patriarcado como paradigma o explicación de la opresión de la mujer fue seguido por un modelo feminista marxista que la ubicaba en una división sexual desigual del trabajo y donde para las feministas marxistas la dominación económica por parte de los hombres era crucial para comprender la opresión de las mujeres y donde nuevamente la noción de esfera pública y privada era fundamental para sus argumentos, particularmente... porque la mujer estaba en desventaja en el hogar debido a que su trabajo no se consideraba como tal por no estar remunerado. Por otro lado, las feministas psicoanalíticas se preocuparon por los procesos culturales mediante los cuales se crea la identidad del sujeto. La escuela angloamericana de Nancy Chodoroff y Carol Gillian y la escuela francesa postestructuralista de Lacan, entre otros, se centraron en las primeras etapas del desarrollo infantil en busca de pistas sobre la formación de identidades del género. Y en estos casos, mientras que la escuela estadounidense enfatizó la experiencia, el modelo francés enfatizó el lenguaje, como en los sistemas de significación u órdenes simbólicos que procedieron o que precedieron al dominio del habla, la lectura y la escritura. Para Scott, todos estos enfoques presentaban varios problemas para el estudio histórico de las relaciones de poder, debido a que, entre otras cosas, limitaban el concepto de género a la experiencia familiar y del hogar, ignorando las conexiones del individuo con otros sistemas sociales de la economía, la política o el poder más allá de la familia. No eran históricos porque no explicaban el por qué, por ejemplo, los padres trabajaban fuera y las madres hacían la mayor parte del trabajo de crianza de los niños en el hogar. Y, por último, convertían la oposición binaria, hombre-mujer, como única relación posible y como aspecto inmutable de la condición humana. Ahora, ¿cómo interviene el género aquí para proponer una comprensión más integrada de los lugares o espacios y condiciones de las mujeres en la historia de la humanidad? Como es sabido, en la época de 1980 hubo un cambio significativo en los modos de investigación y producción del conocimiento o epistemologías, de la causalidad al significado o el cambio que se da de una historia que narra qué pasó y cuándo a una historia que explica y pregunta cómo pasó un hecho y por qué pasó en una determinada forma y momento. Este cambio produjo una escisión o quiebre bastante radical en la escritura de la historia, así como en otras áreas y disciplinas del conocimiento humano, entre los empiristas que sostenían o defendían la transparencia de los hechos y de las palabras y de los documentos, y aquellos que argumentaron que toda la realidad está construida o relativistas. Es importante señalar que estos dos... ...dos modelos de entender la subjetividad, la opresión o relaciones de género desiguales, así como la evidencia histórica y cómo leerla y escribirla, se derivan o basan en dos modelos de poder o perspectivas filosóficas del carácter de la naturaleza humana completamente diferentes. En términos muy generales y como menciona Scott, la historia o las historias de la mujer propiamente tales o historias empíricas o empiristas se basaban en un modelo jurídico discursivo de poder que comprende tres supuestos básicos sobre su naturaleza y uso o que el poder es poseído, que emana desde arriba hacia abajo y cuyo uso es primordialmente coercitivo. Para Scott, como he mencionado, es fundamental que primero nos preguntemos cómo suceden las cosas para entender por qué suceden de una forma y no de otra en un momento determinado. Para lo que ella sugiere que en el análisis es tanto el sujeto individual como la organización social y política en la que se desenvuelve ya que es en la articulación de la naturaleza de su interrelación. Que comprendemos cómo funciona el género y cómo se produce el cambio histórico. Y esto que lo hagamos con una teoría del poder que disipe la noción de que el poder social es unificado, coherente y centralizado como la que ofrece Michel Foucault en la cual el poder emana desde abajo, no es poseído sino definido por la relación o contexto en cuestión y que es unificado, coherente y centralizado. Que por lo tanto es productivo porque cambia de acuerdo con las circunstancias en las que se produce la interacción de los sujetos. En otras palabras, que se entienda el poder como constelaciones dispersas de relaciones desiguales discursivamente constituidas en campos de fuerzas sociales. Para Scott, por lo tanto, las categorías hombre y mujer son vacías y desbordantes. ¿Qué quiere decir todo esto? En la definición de género proporcionada por Scott, hay dos cosas principales para recordar y comprender. Primero, que el género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las diferencias percibidas entre los sexos al asignar diferentes roles y posiciones en la sociedad o situación a personas de diferentes sexos. Y dos, que el género es la forma principal de significar. El género es la forma principal de significar las relaciones de poder, asignando esos roles de manera jerárquica, pero nunca estáticas. Además, según Scott, el género tiene cuatro elementos más interrelacionados. El primero son los símbolos culturales disponibles que evocan representaciones múltiples y a menudo contradictorias de hombres y mujeres. Por ejemplo, María y Eva como símbolos de la mujer, que a su vez se asombran. También se asocian a mitos de luz, oscuridad, purificación, contaminación, inocencia y corrupción. Dos serían conceptos normativos que plantean interpretaciones de los significados de los símbolos que intentan limitar y contener sus posibilidades metafóricas o simbólicas. Estos límites se expresan y enseñan en doctrinas educativas, religiosas, científicas, legales y políticas y donde las doctrinas normativas casi siempre afirman el significado de femenino y masculino en forma jerárquica y donde además las posiciones dominantes que triunfan siempre como resultado de una lucha o un debate, los cuales no hay que perder de vista. El tercer elemento identificado por Scott es la política y las referencias a las instituciones y organizaciones sociales. En nuestro análisis, según ella, siempre debemos pensar en cómo las leyes o políticas de Ordenan a la sociedad, pero también dan forma a nuestro propio imaginario sobre las relaciones de género, los derechos de cada sexo y su lugar en la sociedad. Scott es particularmente crítica con algunos antropólogos e historiadores que han restringido el uso del género a los sistemas de parentesco, enfatizando así el hogar y la familia como la base fundamental, de la organización social. Esta estructura de pensamiento se vislumbra también en los estudios de mujeres nobles, donde se asume de antemano que el espacio político les estaba vedado y que, por lo tanto, cuando lo ocupan, se les ve como pioneras o transgresoras, heroínas de sus propias conquistas. Cuando históricamente esto no fue necesariamente así, o al menos es más complejo determinar cuáles fueron sus varios espacios de acción y de poder. Como ha señalado Silvia Mitchell en un estudio reciente sobre Mariana de Austria, es o debería ser a estas alturas imposible estudiar mujeres gobernantes sin mantener el foco sostenido en las cuestiones de la práctica. Política, que son el objeto habitual en los estudios de sus contrapartes masculinos, o por ejemplo, como en la historiografía, la regencia de Mariana no se ha considerado en el contexto netamente político internacional. De cómo sus propias decisiones políticas configuraron no solo la monarquía y España, pero la política europea de la época en su totalidad. En parte porque a veces se hacen lecturas. Lecturas de documentos como si estos fueran transparentes en lo que describen o informan, sin considerar, por ejemplo, que los confesores de las reinas o mujeres nobles típicamente despolitizaban a las mujeres que confesaban, mostrándolas como removidas o desconectadas de la política. posición o actitud que en el caso de Mariana de Austria, como señala Mecho, es contradicha cuando estos relatos se comparan con otra documentación de carácter netamente político, como cartas o despachos de secretaría o embajadas firmadas por ella. Por otro lado, en el caso de las mujeres Mendoza, se ven como mujeres excepcionales, creo yo en parte porque el marco teórico en su estudio asume de alguna forma ya unas esferas de actuaciones más parecidas a las que las mujeres presumiblemente enfrentaron en el siglo XIX, o sea sociedades con espacios privados, femeninos, limitados y más ligados a lo doméstico, contrapuesto a un espacio masculino, público y más político. Espacios que sin embargo en los siglos XV al XVI o incluso en el XVII están aún considerados como mujeres excepcionales. Por otro lado, en el caso de las mujeres Mendoza, el uso de género limitado a los sistemas de parentesco para Scott circunscribe la experiencia de las mujeres a la familia y el hogar, por lo que ella sugiere que ampliemos nuestros puntos de vista incluyendo siempre no sólo el parentesco sino también el mercado laboral, la educación y sobre todo la política, pero no sólo en referencia a las mujeres de la época que nos preocupan, sino que también en relación con la política y educación de los hombres, sus coetáneos. El último aspecto del género esbozado por Scott es la identidad subjetiva o las prescripciones sociales asignadas a cada sexo. Sin embargo, ella se muestra cautelosa al respecto porque, en su opinión, los hombres y mujeres de carne y hueso no siempre o literalmente cumplen los términos de las prescripciones de su sociedad o de las categorías analíticas del historiador. Y aquí la utilización de la historiografía en forma crítica es esencial. En otras palabras, en lugar de simplemente repetir lo ya dicho sobre un personaje, es necesario entender cómo las diversas corrientes historiográficas construyen sujetos que pueden o no corresponder a lo que realmente fueron o hicieron personajes históricos. En el caso de María de Austria, la narrativa creada por García. Gabriel Maura Gamazo, por ejemplo, en la primera mitad del siglo pasado sobre la regencia de la reina, continúa conformando entendimientos más recientes, en parte porque estudios como los suyos se usan como fuentes de información, citándolos sin problematizar o contextualizar la propia producción intelectual del autor, de ese autor. Lo cual, en este caso, por ejemplo, sirve para seguir entendiendo a Mariana en gran parte como una mujer que cedió su poder. Político y gubernativo a sus favoritos. Ahora, para terminar, la noción de identidad de género de Scott, con la ayuda de la teoría de poder de Foucault, se basa en la noción de identidades fluidas. En otras palabras, que las personas son sujetos diferentes en términos de raza, clase y poder o sexualidad, entre otras, en diferentes situaciones, lo que permite tratos y comportamientos diversos dependiendo del contexto en el que se dan. Y donde, en el análisis final, el contexto que debe ser considerado no es sólo el histórico-cultural de los personajes que queremos entender del pasado remoto, sino también el nuestro propio, en el cual y desde el cual escribimos y reconstruimos esas vidas y eventos pasados. Todo lo cual es necesario, según ella, para reinstituir el concepto de género como categoría útil de análisis. Histórico para no simplemente narrar historias de mujeres aisladas de sus contextos y espacios históricos más amplios y complejos. Gracias. Gracias a la profesora Osorio por su espléndida reflexión, que yo creo que suscitará un debate y una serie de preguntas al final. Doy la palabra a la profesora Alegre, que continuará con su intervención. Gracias.