Buenas tardes. Me escuchan bien, ¿verdad? Bueno, ante todo agradecerles la presencia. Siempre nos emocionamos ante cualquier evento, pero no se pueden imaginar la alegría que da ver ya este salón que se puede ir llenando, que podemos volver a compartir esta semipresencialidad, que es nuestro modo de funcionar en la UNED, con gente desde casa, con gente en la sala, y pudiendo presentar un acto tan importante como es la presentación de un libro de una persona que se ha formado en la casa, que eso es orgullo doble. Así que gracias por estar, gracias por acompañar a Pedro y en este caso a la UNED en este nuevo camino y si me permiten voy a hacer la presentación formal de las dos personas que tenemos en la mesa, porque es un lujo contar con estos perfiles y entonces hay que resaltar qué tenemos hoy en esta tarde. En primer lugar, nos va a acompañar María Iglesias presentando el libro. Ella es licenciada en periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela. En la UNED es que no damos periodismo, si no estaría en la UNED, pero bueno. Entonces tuvo que irse a Santiago de Compostela y actualmente tenemos la suerte de que esté como redactora jefe en la sección vierzo de la nueva crónica. Estoy segura que ustedes han leído cantidad de noticias que ella nos ha dado, sobre todo en estos tiempos, nos ha mantenido informados. Y yo creo que siempre hemos sido muy conscientes del papel clave. que cumplen las personas de Ciencias de la Información, pero en situaciones como la que hemos vivido es todavía mucho más claro y patente. Y gracias por estar hoy aquí, que sabemos que son tiempos difíciles con agendas difíciles, y por acompañarnos en esta presentación. Y en el centro de la mesa tienen al protagonista de la tarde, que es Pedro Villanueva, creo que todos le conocen, es una persona mediática en nuestra zona, así que solo en presentaciones, pero yo voy a hacer la presentación formal. Él es politólogo, comunicador y promotor cultural, y como les decía, alumni que se dice ahora, ¿verdad?, a los egresados de la universidad. Es patrono de la Fundación Foro Jovellanos, pertenece a la Junta Gobierno del Colegio de Politólogos de Castileón, es miembro de la directiva del Día de la Romanidad y colaborador habitual en diversos medios de comunicación en el Vierzo. Es asturiano de nacimiento, ¿verdad? De Cerredo, exactamente. De Cerredo, pero casi casi que lo tenemos a México. De Bercianidasa. Bercianizado, ya. No es su primera novela, cuenta con una larga trayectoria, seguro que ustedes han leído ya otras obras, como por ejemplo la historia del Hospicio Real de Asturias y novelas juveniles como El principio de las raíces celtas y La huella de Roma. Gracias, le voy a decir porque además esta presentación es en primicia, así que le voy a dar las gracias por escoger la que fue su casa y queremos que siga siendo, que es la UNED. Gracias, Pedro. A vosotros. Gracias a vosotros. Voy a dar paso a mi amiga Mari, luego ya me explayo. No me gusta hablar mucho, ya lo sabéis, entonces voy a darle paso a ella. Ya veo las risas. Sí, bueno. Así vas pasando la pelota de un lado para otro. Eso es. Estoy escoltado perfectamente. Antes de nada, dar las gracias a todos por formar parte de esta presentación pese a la situación que estamos viviendo que imposibilita la normalidad de este tipo de eventos, de este tipo de bienvenidas, de bienvenidas de un libro que ni siquiera se puede hacer normalmente. Pero bueno, muchas gracias. Esperemos que dentro de la… No me escucháis. Hola. A ver, ¿ahora? ¿Ahora me oís? Sí. Grito más. No hay problema. Bueno, os agradecía eso, la presencia que tenéis hoy aquí. Espero no aburriros mucho con la presentación. Es por cortarte, lo tenía preparado. No, ya lo veo yo. Pues entonces te voy a aburrir aquí. Espero no aburriros mucho con la presentación porque… Bueno, yo quiero empezar hablando un poco de esas historias que parece que están tatuadas en algún sitio, ¿no? De esas historias que no sé si vienen del destino, del alma, de un hilo rojo, pero hay historias que están ahí y que van a por ti para ser contadas. Las historias necesitan un hilo de transmisión y una vez que lo encuentran no se separan de él. Le puedes dar vueltas, pero van a volver a ti. La historia que ahora forma parte del currículum literario de Pedro estaba dentro de él. O no le quiso dejar escapar. Le buscaba y él iba tanteando un poco el tema, pero no estaba justo en el tema porque… La primera intención que tenía Pedro era escribir sobre la primera corresponsal de guerra española, sobre Sofía Casanova, y sobre todo sobre su acompañante Pepa, una gallega con retranca que le llamaba particularmente la atención. Pero, bueno, en ese prolegómeno no escrito todavía del libro se encontró con la que iba a ser la historia de verdad, ¿no? Y esa ya no le dejó escapar. Contaros algo de Pedro antes de la novela, que por cierto nos va a dejar indiferentes, eso ya os lo adelanto. Realmente toca mucho. No sé si porque se enmarca dentro de lo más profundo de nosotros, que además del amor es el odio, y dentro del odio tiene que haber una cierta esperanza porque si no, no podemos procesarlo. Todo eso está dentro del libro y también porque nos permite una reflexión que tal vez sin este libro no nos haríamos nunca. Pedro es escritor, como decía. Es escritólogo, es patrón de la Fundación Jovellanos, es policía y miles de cosas más. Pero sobre todo Pedro es curioso y le gusta responder a cosas que le llaman la atención. Y en esa búsqueda encontró el Festival de la Cosecha. El Festival de la Cosecha es el fruto de una búsqueda y un encuentro. Es el principio y fin de algo. Tal vez sea una parte de sí mismo o tal vez sea esa historia que esperaba ser contada y lo encontró. El Festival de la Cosecha no es una fecha en el calendario, aunque también lo es, el 3 de noviembre de 1943. La mayor matanza de civiles en horas que uno se puede idear y que ideó el ejército nazi en un momento determinado. Es como una fiesta de cadáveres supertrágica, lo más negro que puede existir dentro de un ser humano para incluirse en esas cosas insuperables que tienen las guerras. La Segunda Guerra Mundial yo creo que tal vez sea la que guarda capítulos más desvestidos de lógica de todas y este libro está enmarcado en ella. Pedro nos narra un relato muy duro, muy crudo, tanto que hay que pararse a respirar. Si os pasa cuando empecéis la lectura no os preocupéis porque vais a volver sobre el libro porque os va a enganchar pero de inicio hay que pararse. Las imágenes son tan cruentas, chocan tanto con los conceptos que tenemos dentro de nosotros que tenemos que parar, es obligado a la hora de querer procesarlo. Hay que subrayarlo, frenar la lectura. Incluirlo en nosotros. El libro está dimensionado como un sacrificio romano y esto le pega mucho a Pedro por lo que decía Sara, porque él es un enamorado de Roma. Él y un conjunto de historiadores han luchado por que el Día de la Romanidad se celebre en todo el mundo y lo han conseguido. Por eso le pega mucho ese tipo de partitura del relato que finalmente se convierte en una especie de diario de guerra basado en muchas voces que él ha escuchado, voces que ha escuchado de primera mano. Son personas que aún existen. Varsovia arde al principio de la historia, así se abre, con un humo desentazado y Pedro lo cuenta con un lenguaje sencillo, fulminante, imparable, muy dinámico para arrastrarnos a las escenas que nos va contando, que son fotogramas, pequeños fotogramas, pero que nos llevan a oler el repugnante odio en el que se basan todas las escenas. Cerco de Varsovia, 1938, y un entrecomillado que hago, los niños flotando como algas al albor de las aguas. Esta es una de las metáforas iniciales que nos atrapa de inicio, por su dureza, es el relato que nos va a dejar indiferentes, como os dije antes, pero que va más allá para dilatar esa agonía que nos vamos a encontrar. Otro entrecomillado nos dice, escenas de heroísmo y espanto. Esto también es al inicio. Una imagen que, además, se complementa con otra que esa sí que ya no nos va a dejar en todo el relato, que es la de los enamorados cantando que mueren bajo los escombros. Pedro se acerca a las fosas comunes, al olor insoportable de la muerte, relata cómo en los hospitales de guerra se le cierra los ojos a los heridos de bala por última vez. En esos hospitales de guerra vuelve a Sofía Casanova, precisamente haciendo un guiño, y la incluye como enfermera. Pero el relato tiene un porqué. Y el porqué está fuera del propio libro. Y es su amiga Emilia Lagunar. El encuentro con Emilia, que le da el contacto con Sonia Stelman. Ahí estaba toda la novela, en ese contacto primero. Su abuela Danca y su abuelo Benigno. Y en medio, el Festival de la Cosecha, sin separarse mucho de él. Danca era una enfermera polaca, cocinera, y tenía una profesión que no a muchos nos gustaría tener. Era recomponedora de cadáveres. Benigno era un sinsuerte, un ganadero asturiano, que viaja como voluntario obligado a luchar contra un comunismo que ni siquiera sabía lo que era. Primero va a Leningrado y después va a Lublin, a Polonia, que es donde la guerra les encuentra. Y ellos mismos se encuentran en la paz del conjunto que forman. Aunque a Danca le costará un poco más darse cuenta. Benigno acaba trabajando para un capitán de las SS, porque lo salva. Pero este agricultor asturiano empieza a desvelar otro pensamiento. Él tenía un pensamiento casi obligado en la guerra. Se enfrentaba... Se enfrentaba a algo que consideraba malo, pero no sabía exactamente por qué. Pero en un determinado momento del relato ve cómo los nazis van a quemar a unos niños judíos y a partir de ahí no puede borrar esa imagen. A partir de ahí solo piensa en escapar, en coger a Danca de la mano, en volver a Asturias y vivir su amor. Era lo que quería. Y la historia real es así. Él volvió a Asturias con Danca, vivieron su amor juntos, acabaron sus días sin recordar demasiado esas cosas que tanto le dolían. Tal vez esa sea la parte de esperanza del libro, en un mundo que incluye ese festival de la cosecha. que precisamente gestaba el capitán para el que estaba trabajando Benigno y que era la tilde del horror en el ser humano. Y en paralelo, la vida en los campos de concentración, que eso ya es una visión que, bueno, desconocemos mucho, pero sí que sabemos que es repugnante y dolorosa a vista de pájaro. Pero es que Pedro se mete dentro y cuando se mete dentro se hace insoportable de nuevo. O sea, hay que parar la lectura, este libro casi se tiene que consumir de tres o cuatro veces, pero hay que parar a procesar todas esas imágenes que nos está contando. Porque no te queda otra cuando te está contando que en los cristales de las casas de una ciudad polaca se tenía que limpiar la grasa humana que salía de los cadáveres quemados. Tal era la cantidad de muertos que se deshacían en los campos de concentración en aquel momento. Incluso se usaba de parrilla. El chasis de los camiones que los trasladaban al campo de concentración, ya ni siquiera los sacaban del camión. Y eso son imágenes que chocan tanto con la realidad, la imaginación no llega a ellas. La chica que cuelgan cuando intenta escaparse de un campo de concentración. Una joven de 16 años a la que amputan las dos piernas y muere serenamente, dice Pedro en el relato. La muerte del rabudo, otro voluntario español al que asesinan con un tiro en el cuello. Son imágenes que espero no os esté desvelando mucho y que os inciten a querer leer la novela, no echaros para atrás. porque son imágenes que se producen incluso antes de esa matanza del Festival de la Cosecha. Historias en las que los niños judíos eran para un gris sin galones gusanos que se movían en la tierra, porque ni siquiera querían gastar la munición en darles muerte y los enterraban vivos para disfrutar un poco de su ahogo. Esas escenas de cadáveres infantiles o la familia de Sofía, una chica judía en el campo de concentración, son las que hacen de este libro un best-seller obligado, porque lo descarnado obliga también al lector a abrir sus carnes y a pensar. Y esto fue real. Esto fue real y hay bocas que aún pueden contarlo. Por eso, gracias, Pedro, por enseñarlo. Sé que no eres el mismo desde tu paso por Polonia, sé que no volverás a un campo de concentración, sé que incluso te costó la salud en algún momento hacer todo esto, pero era un relato que se tenía que contar. Y que encontró en ti la mejor correa de transmisión que podía encontrar. Así que desde ese territorio incómodo de la realidad, llevada a un libro, al valor del relato, su frescura hecha diario, sus personajes que al final se nos presentan como en una película que acaba, seguro que nos encuentra igual que lo hizo con él. Y la idea que dejo sobre la mesa es saber si seguimos llevando en nuestras vísceras ese odio, ese odio desconocido al otro, por distinto o por miedo. O si realmente hemos aprendido algo o vamos a aprender algo. Con todo ese sacrificio que dibujas en el Festival de la Cosecha. Y mi reflexión final es la que incluyes en el libro, en un diálogo que los voluntarios españoles tienen en una conversación y con la que creo que se corrige un poco, no mucho, más que dentro de un pensamiento, las injusticias que describes. Las armas las carga el diablo, pero las disparan los gilipollas. Gracias Pedro, ahora te dejo a ti que es tu día. Muchas gracias a todos. Gracias a todos. Y la verdad es que sí lo estoy, pero no por tener que hablar aquí ni nada, sino por tener que hablar de esto. Entonces, bueno, voy a empezar así, voy a hacerlo oficioso. Me encanta estar así acompañado. ¿Qué más quiero? De Sara y además hemos coincidido en más cosas y estoy en mi casa. Aquí estaba sufriendo los exámenes y estaba pidiendo a ver si me aprobaban, me pasaban alguna pregunta. Nunca lo hicieron, la UNED es de sufrir, ya os lo digo. De hecho tengo la experiencia de otras universidades y espero manejarla. La pena, por supuesto, siempre lo diré. Aunque haya sudado la gota gorda y alguna vez... He dicho, de este examen no salgo airoso. Y luego, Mar, ¿qué te voy a decir? También, aparte de agradecerte, me he quedado, ya ha sido mi lectora cero, aprovecho también para dar las gracias a varias lectoras ceros que tengo por aquí. A Carmen, a cantidad de gente que tengo por ahí. Y Emilia, lo que decíamos, ese hilo conductor. Y bueno, voy a contaros un poquito cómo sale la cosa. Voy a intentar ser breve porque con el tema del COVID, ya sabéis, hay que intentar hacer todo ameno. Parece que todo es distancia. Estar ahora mismo, ahora te hubiera dado un abrazo y te hubiera dado las gracias y estamos ahí en la distancia. Voy a advertir también que traigo algunos materiales, lo digo por la gente que esté tanto aquí. Como en el curso de extensión, que yo voy a poner un vídeo específicamente luego, cuando hablemos del tema del Festival de la Cosecha. Y sí que tengan en cuenta que si son sensibles o algo, pues que lo advierto, ¿no? Que tienen un alto contenido violento y demás. El vídeo muestra imágenes de lo que se encontraron los rusos a la entrada del campo de concentración, porque estos campos de concentración estaban próximos a Ucrania y no les dio tiempo a los nazis a destruirlos. Entonces, bueno, son documentos duros y conmovedores. Y aparte, sí, se los agradezco. Voy a intentar tocar la vena sensible. Sí que lo voy a hacer, ¿eh? Así que nada. Bueno, voy a empezar un poquito. La idea ya la contó Omar. Era el tema de hablar de Sofía Casanova. Soy un enamorado de Sofía Casanova, de todas las mujeres que lucharon por los derechos de otras mujeres y de los hombres que lucharon por los derechos de las mujeres. Hablemos de... De Stuart Mill, por ejemplo, y de tanta gente. Pero Sofía es que tiene una peculiaridad. Tiene esa peculiaridad que fue corresponsal de guerra, vivió la primera revolución rusa, la primera guerra mundial, la guerra civil española, la segunda guerra mundial y lo hizo desde dos perspectivas, tres, importantísimas para mí. La primera sería como propia madre, ¿no? Encima madre abandonada por su marido con cuatro hijas, una falleció muy pequeñita, pero bueno, al final y todo fue porque no dejó un heredero masculino y dio el orgullo del filósofo polaco, que tenía un apellido ahí Lutos Lasky. Ya les digo que no pienso pronunciar muchas palabras en polaco porque me pueden criticar bastante. Y luego también el de enfermera, estaba entre enfermeras en la Cruz Roja, o sea que vivió de primera mano todos los horrores. Y luego también el de enfermera, estaba entre enfermeras en la Cruz Roja, o sea que vivió de primera mano todos los horrores. Y luego también el de enfermera, estaba entre enfermeras en la Cruz Roja, o sea que vivió de primera mano todos los horrores. Conmigo tenemos un feeling directo, explosivo, de primera mano. Y cuando me cuenta todo eso, pues hala, todo lo que tenía pensado, todo lo que tenía documentado, no es que lo tirara, pero dije, lo apartamos a un lado a ver cómo hacemos un compendio de todo. Y la historia de su familia pues me... Me llegó y dije esto hay que contarlo. Así que bueno, tanto Sonia como su madre Ana que está aquí, que es hija de los protagonistas además, Ana, y además sé que estáis pasando un momentillo ahí delicado, pero bueno, como se suele decir, somos gente aguerrida, todos en general habiendo pasado esta pandemia, todos en general somos aguerridos y vamos a tirar para adelante siempre. Y bueno, y esta es la historia. Les voy a poner un pequeño powerpoint antes de ponerles el vídeo, a ver si nos va bien porque hoy nos falló el proyector, nos… ¿cómo lo vemos? A ver si… no creo, no sé, no está… sí, vamos a ver si hay presentaciones. Uy, pues no nos deja verlo. No sé si… bueno, pues es igual, sigo hablando un poquito de otras cosas. El vídeo tampoco nos lo dejará ver, me imagino. Vamos a ver si los jefes técnicos nos van dando. Pero bueno, me adelanto a la presentación, vamos adaptándonos al terreno, no hay ningún problema. Además, como no me gusta hablar, como les decía, así que no pasa nada. Vamos a sufrir ahora un silencio y ya está, ahora sí. Uy, qué bueno lo de las comunicaciones, Sara, esto es. A mí no me pasaba así cuando siempre se me leía alguna… Bueno, aquí haciendo promoción del libro, como no podía ser de otra manera, ¿no? ¿Qué quiere más un autor? Soy un juntaletras, siempre lo digo, hay gente que se avergüenza decirlo de juntaletras. Mi amiga Emilia siempre está… no digas que eres un juntaletras. Y tal y tal. Pues que a mí me encanta decir que el que junta letras es un escribiente. Yo no soy escritor, yo no vivo de la profesión. Gracias a Dios, remarco las palabras, gracias a Dios. Y bueno, pues eso. Estos son los dos protagonistas. Ahí tenéis a Benigno Menéndez. Fijaros la mirada tan intensa que tiene. Mi amiga Verónica, que está por ahí, dice igual. Dice qué mirada tiene ese hombre, cómo transmite. Pues bueno, este es el soldado voluntario que se tiene que ir a luchar a una guerra que no es suya, que no quiere, que detesta. Porque tiene unos valores y unos sentimientos intensos. Y sobre todo valentía y gallardía. Porque para poder sobrevivir a las dos batallas que sobrevivió, la de Krasnivur y la del salto del Sinyavino en Poselok V, que se llamaba La Posición, es terrible. Para que se hagan una idea, por ejemplo, en la batalla del Ebro, que fue la que más... digamos, obuses se lanzaron, se contabilizaron en un día unos 7.000 de un bando a otro. Solamente en Krasnivur, en la batalla, en tres horas los rusos lanzaron 70.000 obuses. Muchos de los soldados partían hasta los dientes de aguantar La Posición y apretar allí. Era terrible. Bueno, este es el viaje que hizo Benigno en su viaje de amor. Yo lo voy a decir así porque quiero que quede claro que la novela lo importante es el amor. Es el valor, es el resistir, es el seguir adelante, el formar una familia. Esos valores que hay que inculcar. Y bueno, por ahí tenéis un poco el paso, sale de Irún hasta Leningrado y luego está en el hospital de Binla. Bueno, quiero dar las gracias también a Andrés Pérez que anda por ahí, a mi mujer Sandra que me ayudaron con los mapas. Soy malísimo en temas de dibujar, cantar no pienso cantar tampoco, entonces ya tela. Y bueno, estos son esos mapas que pueblan el libro. Hay algún mapa, hay algún cuaderno de soldado, ¿no? Quise hacer algún cuaderno para que cuando leamos o veamos una batalla sepamos dónde estamos, para intentar ser divulgativo, porque al final si nos hacemos todos académicos no sé por qué pero no llegamos. Entonces, pues bueno, en ese sentido los libros de este tipo, estos son los mapas que les decía, porque son muy sencillos. ¿Qué puede ver un soldado? Pues esto, la frontera sobre todo con el enemigo y pequeños detalles que le llaman. Aquí por ejemplo ven que abajo pone Krasnogardéis, pues los españoles se reían porque les recordaba. A Carlos Gardel, vamos a… y cantaban canciones del argentino, ¿no? Un bolero y demás. Hacían siempre palabras que se relacionaban con otras. Bueno, esto es la situación que había cuando nuestro protagonista llega al frente. La zona verde sería la zona alemana y la zona naranja en aquel momento Rusia era aliada de Alemania. Y bueno, Lublin estaría, no sé si se ve el cursor, estaría por aquí. Y es por lo que le decía, los campos de concentración estaban muy próximos a la frontera. Y por eso tenemos todas las referencias y la suerte de que esos, la suerte entre comillas, de que esos campos sobrevivieran a… no les dio tiempo a destruirlos y lo abandonaron a toda prisa. Este es un mapa de los guetos que había, si se fijan, los más importantes, el de Minsk, el de Varsovia, pero bueno, eran lugares de muerte, simplemente para que tengan una referencia geográfica. Nuestro soldado llega a Lublin, a esa ciudad que en su día fue cuna cultural, judía, hebraica, y bueno, ahí tiene todas sus vivencias, se encuentra con la polaca y la polaca no lo quiere porque, claro, piensen que en ese momento era el enemigo, ya estaba obligada a trabajar de enfermera, de cocinera, de lo que le pedían, tanto ella como su madre. Entonces, pues, al final... Al final el poder latino, vamos a decirlo así, esos ojos intensos de Benigno, ¿no? Conquistan a Danca y al final, pues, surge esa historia de amor, ¿no? Dentro del campo de concentración. Esta foto la hice un día que estuve por allí, fui tres veces al campo, había estado ya anteriormente a Polonia, en Polonia había hecho, recorrí Polonia, pero no era mi idea ir a los campos ni nada, simplemente visité el de Auschwitz y en aquel momento me causó una mala sensación, más que... No puedes decir si... No puedes decir si te gusta o no te gusta, es simplemente la sensación que te transmite. Y bueno, luego al empezar a documentar esto sí que tuve que ir al campo y hablé con testigos vivos, con el señor Vadio, que puebla el libro, con Sofía, con muchos de los testigos que viven, pero hay otros testigos que documenté... También crueles. Tuve que documentar testigos crueles en los juicios de Dusselford, que fueron en el 81, fíjense, desde el 43 algunos no fueron condenados o juzgados hasta 1981 y la mayoría de los asesinos se libraron de la cárcel. Otros no, otros cuando llegaron los ejércitos rusos tomaron la justicia rápida, la horca y en cuanto tal. Y sí que tuve que documentar eso, me costó mucho, como decía Mar, sobre todo hay un campo que no es el de Mayaguen, es el de Poniotoba y ahí documenté unas cosillas en ese campo que sí que tuve que parar unos días y estuve, no quiero decir que me pasara demasiada factura, pero estuve 15 días de esto como cuando tienen una gripe, como cuando te vacunan del COVID, vamos a decirlo ahora así también. Y de estas personas que les decía, pues por ejemplo aquí tienen una de las, no voy a llamarles protagonistas porque para mí son odiosos y ojalá se perdieran el tiempo y vamos, esta es la yegua de McYannick, ya pueden imaginar por qué. Esta mujer ven el aspecto y ya les dicen que mala persona, ¿verdad? Pero claro, los hay malos y los hay malos. Fíjense la rubia que está ahí, esa le llamaban Brigida la Maldita, esta era muy cruel, era una de las peores guardias. Que tenía el campo de McYannick, una mujer muy moldeable y bueno, no les voy a adelantar nada del libro, pero cometió una de las mayores atrocidades. Lo curioso es que a esta persona se le condenó fuertemente y sin embargo a ella pues no, porque no se pudo. Aquí además tengo amigos letrados que podrían hablar mejor del tema que yo, pero no se le encontró una responsabilidad directa, sino que era como una especie de rueda que se vio influida en ese tema. Y este, que sale además en el vídeo promocional, este era el jefe de los hornos y les cuento una anécdota. Cuando fui allí, que el guía me enseñó el campo, pues me dijo que el jefe de los hornos era panadero en Alemania. Como te dicen tantos datos, tampoco te quedas con la copla, pero a las 3 de la mañana me desperté como las películas de terror y dije, no puede ser, o sea, de hacer pan a manejar los hornos de… de los crematorios nazis. Y bueno, pues este es uno, además tenía una bañera, él mientras estaban haciendo el trabajo estaba en una bañera, todavía se mantiene allí esa bañera y él estaba viendo cómo hacían su trabajo mientras estaba en la bañera con el agua caliente, obviamente que venía de los hornos. O sea, imagínense el grado de maldad, ¿no? Esta es una maqueta y aquí ven lo de las fosas, se tuvieron que hacer fosas y se fijan ahí un alargamiento de la fosa ahí al final y es porque cuando fusilaron a las 10 situaciones… 8.000 personas en esas horas tuvieron que alargarlo porque no les cogía, no les cogía tanto muerto. En total, entre los campos en los que sucedieron esos hechos, en el 3 de noviembre del 43 se llegaron a ejecutar unas 47.000 personas, entre ellas, claro, obviamente muchos niños… He podido documentar tres soldados republicanos que estuvieron en los campos. Además, la vida de estos represariados políticos era dura por dos vertientes. Primero, porque casi ninguno sobrevivía, porque los utilizaban para… le llamaban Soder Comando, el comando de la muerte, y utilizaban a esta gente para hacer las limpiezas después de las cámaras de gas. Y, ¿por qué? Porque no hablaban, no se enteraban de nada, pero claro, no querían testigos y los ejecutaban. Sé que en el de Miami había tres, tampoco indagué mucho, sé que ahora está muy de moda indagar cuánta gente había aquí y allí, oye, el que quiera tirar, yo no pienso… simplemente con saber que había españoles. Y bueno, esta es una foto de los testigos y de la traductora, que es una chica que trabajaba allí, Ariadna, que trabajaba en Erasmus, y vino acompañándome ahí. Le agradezco muchísimo también a… Mi amiga Paula, que hizo traducción a gallego y me echó un cable también con los correos de inglés. Soy malísimo en el inglés, no sé los profesores que hicieron, pero hasta que no llegué a la UNED, no acabé yo de llenar mis lagunas, esas vacías que tenía. Voy ahora a salirme de aquí. Les voy a poner el vídeo, pero antes de poner el vídeo ya les advierto lo que les he dicho, que es muy duro, pero antes quiero que escuchen esta canción y luego les explico lo que es. Después del vídeo los voy a... Bueno, no hace falta escucharla entera. Ahora les voy a poner el vídeo y luego les digo lo que es la canción. Ya les dije que iba a intentar tocar su vena sensible. Vuelvo a repetir, si hay alguien que no quiera ver alguna de las imágenes, está a tiempo. Simplemente no hay que abandonar la sala, no huya, que tampoco es tanto, pero... Tengo que advertirles, los que estén también conectados, que lo tengan presente. Vamos a ver... Los detenidos de Majdanek, los sobrevivientes que fueron rescatados a través del avance de la Armada Rota y no fueron más asesinados o derrotados por los héroes Himmler. Bueno, no hace falta más decir que hacer un poco de... pues eso, pensar en estas imágenes y pensar en lo que fue el Festival de la Cosecha. Dudé mucho a la hora de poner el título al libro, porque claro, la historia de Benigno y de Danca me apasionaba, pero al final, pues eso, la historia es la historia. Y bueno, la canción que les puse antes, que les dije que se lo iba a decir ahora, es Drie Lien. Soy un autor pejiguero, me gusta tirar de los hilos y pues en una batalla preguntarme a qué olía el aire, ¿no? acordita, decían los soldados o por qué les llamaban mortadelas era porque, decía ¿por qué nos llaman mortadelas? yo decía ¿por qué les llaman mortadelas? el tema era porque se ponían muy rojos con el frío 40 grados bajo cero y esa canción, varios testigos mencionaban que cuando entraban a las, antes en el vídeo no sé si se han fijado, ponía salas de baño y desinfección era como les llamaban, no llamaban cámara de gas pues esta canción se la ponían con un jarrón de flores frescas y les ponían la canción de Dre y Lien para entrar a las cámaras de gas, entraban con esa música a las cámaras de gas entonces en el libro sale también por ejemplo cuando comentaba Mar, esa niña que cuelgan, que ahorcan simplemente por intentar escapar con 16 años y es real, pues también los judíos cantaban ahí una canción de petición de encima dando gracias y también pues eso, está documentado intenté pues eso, coger todas las cositas las pequeñas referencias que a lo mejor son insignificantes, no son tan importantes como un personaje como Hitler o como Churchill o todas estas cosas pero sí que son detalles que las personas recuerdan, como lo del cristal y también esas personas malas el que llevaba los vagones el maquinista Rudolf y demás que llevaba y disfrutaba llevando a esa gente al matadero entonces pues bueno, sí que quiero decir que aunque sea fuerte, potente y la historia es dura vuelvo a repetir prima la la supervivencia, la libertad el El derecho a la vida y todas estas cosas antes que toda esta maldad. Eso sí, siempre nos dijeron lo mismo. Todos coinciden, todos los prisioneros con los que tuve la suerte porque, como decía Ámbar, me cambió como persona. No soy el mismo después de ver esto, de escribirlo, de tener... Pero hablar con esta gente prima lo mismo. Ellos están contando todo esto porque quieren que nosotros seamos conscientes de que tenemos que aprender. Es decir, que nuestro sacrificio sirva de advertencia. Es la frase que en polaco está por ahí escrita. La traducción del polaco al castellano no es muy parecida, pero va por ahí. No quiero desentrañarles nada más. Simplemente creo que no se me olvida nada más. Nos hemos quedado todos en silencio después de ver este vídeo y la música. Ahora ya cualquiera dice algo. Por eso, bueno... No sé si tenéis alguna pregunta. ¿Queréis decir algo? Algo o demás por ahí. No sé. Se me olvida algo aquí. Es que siempre luego digo, se me olvidó esto, se me olvidó lo otro. Y luego nada. Bueno, sí, el libro lo podéis comprar. Que eso es importante. La editorial me dijo, no te olvides de decir que el libro lo puedes comprar en la editorial. Buscáis en internet la editorial, comodín, y ahí tiene el teléfono, el sitio, pero en las librerías también va a estar. Y como soy un tío raro también, pues dije, no lo pienso poner en Amazon hasta que pase una buena temporada y las librerías vendan los libros de papel, que me encantan, me gustan mucho. No pudo venir o no la he visto entrar a Verónica, no sé. ¿Sí? Ah, Vero, no te veía, caches. Mira, Verónica, no me atrevo a decir tu apellido porque ya sabes que el polaco es fatal. Lo he intentado decir hasta los buenos días. Verónica tiene una relación con toda esta historia enorme y con la familia. Está aquí diciendo... Es que de todo esto empezamos a hablar y al final aparecieron las cartas, que tengo aquí algunas, escritas en polaco después de tantos años que se mandaba Danca con su madre. Su madre estaba en Australia, tuvo que huir a Australia y Danca en España nunca más se volvieron a ver. Y entonces escribían estas cartas que aparecieron por ahí escondidas y que la buena de Vero hizo la traducción, se pegó un curro. Además me decía... Me acuerdo de esas anécdotas que me decía... Joder, es que me engancha. Es que he estado hasta las 3 de la mañana y tal. Porque pasa como en España. Digamos que el polaco tiene diferentes dialectos de cada zona y entonces, pues bueno, es complicado. Y sí que gracias al trabajo de Vero, aparte de lo que se ha podido documentar en la novela a nivel histórico y la importancia que tiene, la familia de Danca y de Benigno, que están ahí... Además dijimos que no nos dábamos más gracias, así que nada. Pues pudieron conocer... Qué problemas tenían, qué se contaban. Porque Danca nunca lo dijo. Danca se callaba estas cosas. Era como... Quería ocultarlo, ¿no? Benigno igual. Benigno no contaba lo que le había pasado. Y si tenía dos vinos, pues era cuando soltaba alguna barbaridad. Y a lo mejor en el retumbar de la mina, ¿eh? Alguna vez ahí metido en la galería a oscuras cuando retumbaba, ¿eh? Aquí, mi amigo Carlos, hay muchos más mineros que tengo. Mi padre también, que sepan que va dedicado al libro a mi padre. Se me había olvidado, pensaba que se iba a olvidar, pero no se me olvidaba. Va dedicado a mi padre y a todos esos hombres y mujeres que hicieron posible pues eso, que tengamos hoy la sociedad que tenemos. Pues en ese retumbar benigno seguramente escucharía los obuses y esos proyectiles que disparaban en la batalla de Krasnivur y demás. Así que Vero, aparte del agradecimiento de la familia, el mío, y yo siempre lo animo, digo, tienes que ponerte a estudiar, tienes que aprovechar y pues mira, la UNED es ya el punto, ¿ves? Sara, además, ¿ves? Ya estoy buscando clientes. Así que, bueno, no voy a alargar mucho más. No sé si tenéis alguna pregunta. Yo, de verdad, os agradezco muchísimo que estéis aquí. Para mí, igual que Mar y Sara, poder, Paco también, que está por ahí, que intercambiamos antes libro, que ahí tenemos las mismas aficiones y somos los locos que estamos por los archivos y por ahí como los ratones todo el día. Y cuando encontramos algo, es curioso, ¿eh, Paco? Porque se lo dices a alguien y tú tienes esa alegría espontánea. ¡Guay, lo que he encontrado! Y te miran como diciendo, ostras, este... Este... Porque saben que no fumas y no te llaman fumado. Pero sí que lo que te apasiona a ti a lo mejor a otro le parece. Pero bueno, al final, por ratones como nosotros, al final salen algunas cosas de estas, ¿no? Por ahí raras. Así que nada. No se me olvida nadie más. Por ahí. Nada. Pues ya está. Pues entonces... Nada, si tenéis alguna pregunta, os agradezco muchísimo, que es una alegría poder ver otra vez esto. Ah, es verdad, Mika. Ahí va. Pues si falta lo más importante. No, y aparte es que me lo he guardado a sabiendas, ¿no? Estaba preparado. Estaba preparado. Si me permitís, y ahora sí que me pongo muy, muy, muy, muy serio, he querido montar un pequeño homenaje corriendo. Agradezco muchísimo a Monserrat, agradezco muchísimo a Verónica. Verónica, pianista, amiga. Tengo tantas cosas con Vero también, qué tela. Y Monserrat, pues no sé si me va a pegar después de todo esto, pero bueno, aún así la llamé. Y no solo tenemos la gente de la cultura, pero al final hacemos todos un apego impresionante. Y bueno, que sepáis que es una soprano, que es una referencia. Que tiene una voz espectacular y que ha querido estar hoy aquí para hacer un pequeño homenaje a todas las víctimas, y lo vamos a decir así, a todos los que sufrieron o sufren las guerras. Y además con una pequeña introducción, un aria de Händel, que lo va a explicar, yo creo, un poco ya mejor que yo, porque yo soy un profano en la música, que lo sepan. Escucho música clásica y dirán, este sabe. Y me pongo a escuchar heavy, pero al final escucho lo que me gusta, pero no sé mucho. Así que si me permiten, les doy paso. Buenas tardes. Esta es un área de ópera que clama por la libertad, todos la conocéis. La Shakiopiano, a mi acruda suerte, que suspire la libertad. Es de la ópera del Rinaldo y dice, dejadme llorar mi cruel destino y suspirar la libertad. Que mi dolor rompa las cadenas de mi sufrimiento por piedad. Dejad que llore mi cruel destino y dejadme suspirar la libertad. Gracias por ver el video. Madre mía. ¿Y ahora qué? Uf. Madre mía. Bueno, que se me olvidó con los nervios. Que es profesora en el Conservatorio Cristóbal Halter de Ponferrada, que hay que estar orgullosos del conservatorio, de los profesionales del conservatorio y de lo que tenemos aquí en la tierra. Así que nada. Bueno, muchas gracias a todos. No voy a seguir diciendo nada más. Nuevamente, gracias a la UNED, a todos los que habéis estado conectados. Amar, muchísimas gracias. Familia, mi familia, mis amigos, mis compañeros de trabajo, suegros, mujer, de todo. Aquí de todo. Gracias. Y la ne... Ah, sí. Perdón, se me olvidaba. Que sepan que el libro lleva un marca páginas que hizo mi niña Carla con siete años, que eso vale más que el libro. Gracias. Gracias a Carla. Gracias. Si queréis firmar alguno, como estamos con lo del COVID, mejor fuera, porque está la mesa y como está el patio podemos salir, hablar y relajarnos después de cómo nos puso el cuerpo Monserrat.