Bueno, buenos días. Soy el tutor Josep María Sánchez Blanco, tutor de Historia del Pensamiento Económico, uno de los tres tutores intercampus, y vamos a continuar con el tema 2, que lo grabaré íntegramente, y luego grabaré el tema 3 en otro vídeo a continuación. Bueno, pues vamos a seguir con el tema 2, el pensamiento económico de los mercantilistas. Hemos visto que el capítulo 1 y este capítulo 2 van a tratar de las raíces del pensamiento económico anteriores al siglo XIII, la escolástica será su raíz teórica y el mercantilismo verémoslo en el próximo capítulo. Veremos que eso es su raíz práctica, que el concepto ha sido objeto de múltiples interpretaciones, el concepto de mercantilismo. Entonces, ¿qué es el mercantilismo? Vamos a ver, Adam Smith en La riqueza de las naciones, su famoso libro escrito en el siglo XVIII, expone que los mercantilistas proponían una acumulación de metales preciosos y para ello unas medidas de política comercial y económica que afectaran a las partidas de la balanza comercial de tal manera que siempre, vamos a ver esto, siempre quieren o desean que las exportaciones sean mayor que las importaciones y de forma perenne. Bueno, la interpretación de Smith es criticar el sistema mercantilista, al que tacha de conjunto de falacias proteccionistas, intervencionistas y reguladoras que están inspiradas en las demandas de algunos productores y comerciantes con el fin de obtener ganancias a costa de otros productores y sobre todo del consumidor. No es difícil determinar, dice Smith, quienes idearon el sistema mercantil. No fueron los consumidores, por supuesto, cuyos intereses se olvidan por completo. Fueron los productores. Esto os tiene que quedar bien seguro, bien afirmado. Que son los que se benefician junto a nuestros comerciantes y manufactureros. En las regulaciones mercantiles que se señalan el interés de nuestros fabricantes si se ha tenido en cuenta, sí que se tiene muy en cuenta. En cambio, se ha sacrificado tanto el de los consumidores como el de otros conjuntos de productores. La interpretación de Smith fue aceptada por sus discípulos, que eran todos los de la escuela clásica, pero criticada por los economistas de la escuela histórica alemana, que luego ya veremos, Friedrich List, Rocher, Smoller, etc., que consideraban que el mercantilismo era un elemento esencial del proceso de producción de los productos. En este sentido, Smoller, historicista alemán, señala que la esencia del sistema no radica en determinada doctrina monetaria o de la balanza de pago. No se basa en barreras arancelarias, impuestos proteccionistas o leyes de pagos o leyes de navegación. Se trata de algo mucho más grande. En la total transición, la ley de navegación es una ley de navegación. La ley de navegación es una ley de navegación. De la sociedad y de su organización, así como del Estado y de sus instituciones. Y se sustituye una política económica local y territorial por una política nacional. Esto es lo que opinaba el historicista Schmoller. En la misma línea, algunos historiadores ingleses de finales del siglo XIX, como William Cunningham, escéptico del SFR, mantenían que los mercantilistas perseguían objetivos políticos. Y el principal era engrandecer el poder de la nación. En el primer tercio del siglo XX, tres destacados economistas se ocuparon del mercantilismo. Keynes, Hatcher y Cunningham. Perdón, y el canadiense Wiener. Keynes, Hatcher. Keynes, Hatcher y Wiener. John Maynard Keynes, en su teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, escrito en 1936, señala que la preocupación de los mercantilistas por las entradas de metales preciosos fue un reconocimiento intuitivo de la relación entre abundancia de dinero y bajos tipos de interés. En una sociedad en la que no existían inversiones públicas ni políticas monetarias, proponer una balanza comercial. una balanza comercial favorable que permitiese la entrada de metales preciosos y que esa entrada a su vez implicase la disminución de los tipos de interés estimularía muy mucho la inversión y el empleo. El sueco Eli Philip Hatcher, en 1931, influenciado por Smith, Smollett y Cunningham, analiza el mercantilismo como un sistema... un sistema de poder, de protección como un sistema... monetario y una sociedad que se desarrolla entre finales de la Edad Media y el surgimiento del liberalismo. Para este sueco, los cuatro aspectos del mercantilismo expuestos por los economistas son, primero, política proteccionista, segundo, actitudes monetarias, bullonistas, que se basa en la acumulación de metales preciosos como única riqueza posible, tercero, el mercantilismo como una doctrina de la construcción del Estado y cuarto, el mercantilismo como un sistema de poder. Esos son los cuatro aspectos del mercantilismo. Bueno, y hay un quinto que se añade, el mercantilismo como una cierta concepción de la sociedad que rompió con unas creencias religiosas y morales que intentaban influir en el comportamiento de los agentes económicos. El canadiense Wiener, en 1937, señala que el mercantilismo tenía objetivos, políticos y estrictamente económicos. Desde los años 40 hasta hoy se puede distinguir cuatro grupos de comentaristas del mercantilismo. El primer grupo, de historiadores, ahí lo tenéis puesto los autores del primer grupo, asocian el pensamiento mercantilista a un mercado. Un periodo primitivo o preanalítico del pensamiento económico. Luego está el segundo grupo, con Graham, que rehabilita a los mercantilistas y mantiene que los mercantilistas anticiparon muchos elementos importantes de la doctrina económica clásica. Concepción del propio interés, del mecanismo de precios, de la ventaja mutua en el intercambio y del lugar que ocupa el Estado en la organización económica. Y que además realizaron interesantes reflexiones sobre el pleno empleo. Hay un tercer grupo, este sería el segundo, el tercer grupo de historiadores entre los que destacan estadounidenses como Robert Burton, Ekelund y Tojuson, que fijan en la aproximación política al mercantilismo y realizan un análisis que no hace hincapié en la política exterior proteccionista, sino en la política interior, en lo que ocurre en la economía local y nacional. Examina las motivaciones económicas de los individuos o de las coaliciones con el fin de utilizar al Estado para conseguir unas rentas derivadas de un privilegio monopolístico. Es decir, se analiza al mercantilismo como una forma de búsqueda de rentas de acuerdo con la moderna teoría de la regulación. El modelo de la teoría de la regulación. La teoría de la regulación será el fruto de la confrontación de los intereses de dos grupos egoístas. Por una parte, los demandantes, hombres de negocios o comerciantes que esperan obtener beneficios de un privilegio monopolista. Y por el otro grupo, los oferentes, que serían los monarcas, parlamentarios o legisladores estatales, que esperan dinero o votos a cambio de la concesión de dinero. De este análisis se deduce que la regulación es un bien que se ofrece y se demanda y, por lo tanto, está sometida a las mismas reglas como el resto de los bienes. Ekelun y Tojison aplican este modelo a las reglamentaciones del periodo mercantilista que surgieron en la economía local, nacional e internacional. Decían estos autores que la peculiaridad del periodo mercantilista consiste en que la regulación es un bien que se ofrece y se demanda. Y que la oferta de privilegios la realizaba un monarca absoluto. Reducía costes... al ofrecer y demandar reglamentaciones. Por lo tanto, aquel que obtenía un privilegio monopolista bajo tal marco institucional sabía que su derecho era cierto y duradero. Lo interesante de este tipo de análisis no se produce, no se reduce a descubrirnos por qué y cómo surgieron unos privilegios monopolísticos, sino que nos explica por qué dieron paso a un sistema económico diferente al mercantilismo. Y hay un cuarto grupo, de Coleman, el mismo perdices de Blas y de Irrider, entre los que mantienen la doctrina, que la doctrina mercantilista parece, carece de la coherencia y homogeneidad mostradas en las interpretaciones de Smith y de sus discípulos y de otros economistas de los siglos XIX y XX. Y Coleman llega a decir que el mercantilismo... El mercantilismo es una invención de los investigadores y que en la actualidad el debate sobre el mercantilismo se está moviendo gradualmente desde esta visión homogénea y coherente hacia el examen de problemas económicos y sociales relacionados con medidas, periodos hechos o políticas económicas específicas. Por lo tanto, según este autor, hay una gran variedad de asuntos tratados en distintos países y con diferentes soluciones. Para Coleman, el término mercantilismo constituye una racionalización a posteriori que no nos ayuda a comprender mejor el cuerpo de literatura sobre temas económicos escritos en las nuevas naciones-estado europeas entre finales del siglo XVI y mediados del siglo XVIII. Bueno, ahí tenéis esos cuatro grupos con distintas opiniones. ¿Cuáles son los rasgos comunes de uniformidad en esta literatura? Primero, todos participaban de la misma problemática, la coyuntura económica de la Europa de su tiempo. Y segundo, todos buscaban el mismo objetivo de fortalecer la nación-estado en la unidad básica de organización política de la Europa Atlántica de aquellos tiempos. La mayoría de los escritos mercantilistas son monotemáticos. Estamos ante panfletos, folletos relativamente cortos de estudios parciales que tratan aspectos muy concretos de la economía. El reducido número de escritores que intenta dar una visión de conjunto de la problemática económica lo hacen enumerando los problemas uno detrás de otro sin engarce entre ellos, sin llegar a construir un modelo donde las variables determinantes aparezcan de una forma interrelacionadas. Son escritos de carácter coyuntural de política económica, no de teoría económica, que examinan tal o cual problema y ofrecen soluciones. La limitación es solamente a aquellos a los que van destinados, a los monarcas, a los consejeros, a los válidos, a los parlamentarios y a los grupos de presión específicos que necesitan el trabajo de un especialista para presentar sus intereses. Esta limitación lleva a proponer un planteamiento metodológico alternativo para analizar los estudios económicos escritos durante el periodo que abarca el ocaso del pensamiento escolástico hasta Cantillón, Hume y los fisiócratas. Se traza la evolución del pensamiento económico de este periodo analizando el desarrollo de problemas y debates específicos como los autores escribieron sus tratados. Vamos a ver por separado el desarrollo del pensamiento sobre el crecimiento económico, sobre el comercio exterior o sobre la moneda. En vez de unificar e interrelacionar los diversos pensamientos, los diversos proyectos, informes, discursos propuestas en una especie de modelo macroeconómico falso. Se estudiarán los diferentes debates de los arbitristas castellanos, de los mercantilistas ingleses, de los colbertistas franceses y de los autores que escribieron en Holanda y en los estados italianos y alemanes. No tenéis que olvidar que Francia, Holanda e Inglaterra se tuvieron que organizar como estados para poder competir contra una España muy rica por el oro y plata que había venido de las colonias americanas en los siglos XV y XVI. Pasamos al 2-2, los arbitristas castellanos. ¿Qué significa arbitrista? Pues el término fue empleado en el siglo XVII para designar a la persona que se inventa planes o proyectos disparatados o empíricos con el fin de aliviar la hacienda pública o remediar malas. Males políticos. ¿De qué se ocuparon? Bueno, la mala fama de los arbitristas comienza a desaparecer en el siglo XVIII cuando Campomanes y Sempere y Guarinos editan algunos de sus escritos. Los temas y problemas más representativos son, como iremos viendo, de Luis de Ortiz, Martín González de... ...Cellorigo, López de Deza, Sancho de Moneada, Miguel Casa de Leruela, Francisco Martínez de Mata y Álvarez Osorio y Redín. Estos se ocupan de reflexiones sobre las causas de la decadencia de Castilla y de sus remedios, dejando a un lado los problemas morales que planteados por los escolásticos. Al margen de la política comercial que propusieran, su intención era centrarse en temas de política... ...de la política nacional. La mayoría se fijan del estancamiento económico y en la asistencia a los pobres. La crítica a la ociosidad, la alteración del valor de la moneda, la tasa del trigo, la agricultura, la ganadería, los erarios públicos, la política comercial y sobre todo el desempeño de la hacienda pública. Los arbitristas se ocuparon de destacar tres consecuencias económicas del descubrimiento de América que afectaron negativamente a España. La primera, el alza de los precios. La segunda, cuantificar la entrada de metales preciosos y denunciar su inmediata saca de moneda. En el siglo XVI la acuñación de piezas de oro o plata cuyo valor como metal era muy superior al mundial. El trigo monetario trae como consecuencia la saca de moneda hacia el extranjero y el atesoramiento. Circunstancias que darán lugar a una gran escasez de metal precioso. Esta situación unida a la dificultad e irregularidad en la llegada de plata americana llevará a la devaluación de la moneda y a la adopción de medidas proteccionistas para evitar la evasión de los capitales. Por medio de los banqueros e industriosos extranjeros a los centros financieros e industriales europeos. Bueno, antes, perdón, antes el tercer punto sería señalar también, otra consecuencia económica, señalar el abandono de los sectores productivos por la saca de moneda. Se debía el abandono de las actividades productivas por parte de los españoles que derivaba del desprecio por el tráfico de moneda. Ya que vivir de rentas no fruto del trabajo, era trato de nobles. Se dieron cuenta de que lo importante no era la exportación de los metales propiamente dicha, sino el que los españoles abandonaban las actividades productivas. y se creía en que la riqueza firme y estable, y compraban en el extranjero. Para ellos la riqueza era el fruto de la actividad productiva, no de los metales preciosos. Los dos arbitristas que podemos considerar precursores en el estudio de la decadencia y que ejercieron una mayor influencia sobre el resto de los autores del siglo XVII fueron, primero, el contador de Burgos, Luis de Ortiz, que en su memorial no confunde riqueza y metales preciosos, aunque sí moneda y capital. Lo que quiere Ortiz, al igual que algunos mercantilistas ingleses, es acumular metales preciosos para invertirlos en actividades productivas y sacar del empobrecimiento a España. Partiendo de que España era un país privilegiado, tanto por su situación geográfica, por sus recursos naturales, como por la calidad de sus habitantes. Propone la vuelta de los españoles, incluidos los nobles, a cualquier actividad productiva que pare la sangría que representa comprar bienes masivamente en el extranjero y hace hincapié en las manufacturas porque la transformación de las materias primas de las que España posee en abundancia dejará un valor, un valor de la vida de los españoles, un mayor valor añadido a España. Por esa razón propone, palabras suyas, vetar en España, como está dicho, la entrada de cosas labradas de otros reinos y vedarse la salida de las cosas por labrar a ellos. Un segundo arbitrista sería el abogado de la Real Chancillería de Valladolid, Martín González de Ceilorio. En su memorial de la política necesaria y útil, restauración a la República de España y estados de ella y del desempeño de estos reinos, publicada en 1600, coincide con Ortiz al señalar que los españoles, después del descubrimiento de América, no han seguido la ordenación natural y por ello se ha reducido el reino a una república de hombres encantados que han dejado los oficios, los tratos y las demás ocupaciones virtuosas. Bueno, otros arbitrios, a partir de 1600 se escribieron numerosos arbitrios, todos contra la ociosidad y precisando que el sector económico convenía fomentar. Bueno, pues hay casos de López de Deza, Miguel Casa de Leruela, Pedro Fernández de Navarrete y el conjunto de arbitristas toledanos. Será López de Deza en su obra Gobierno Político de Agricultura en el siglo XVII hace una apología de dicho sector de la agricultura que recoge la tradición griega y escolástica diciendo que es una actividad dedicada al sustento de los hombres y de los animales y necesaria para el desarrollo del resto de los sectores de la economía. No desecha la importancia de dedicarse a otros sectores productivos siempre que se realicen de forma virtuosa. Miguel Casa de Leruela, alcalde entregador de La Mesta, en su restauración de la abundancia de España hace una defensa de la ganadería, de la ganadería trasumante y de La Mesta. Recalca que los ganados son riquezas sólidas y tanto más excelentes que el oro y que la plata. Otro arbitrista, como Pedro Fernández de Navarrete, que fue capellán y secretario del cardenal infante Fernando en su conservación de monarquías y discursos políticos del siglo XVII realiza otra apología de la potencia del sector primario para restaurar la riqueza de España. Lo que más aumenta la población de los reinos es el ejército. El ejercicio de la agricultura. La mayor parte de sus discursos, como los de Deza y Casa de Lerola, proponen medios para fomentar el sector agrario, pero a diferencia de sus autores confía en la industria y para ello da numerosos argumentos en sus escritos. Todo el conjunto de arbitristas toledanos señalan la potencia de la industria para restaurar la riqueza de España y exponen argumentos novedosos que contrastan con los basados en Aristóteles y en los escolásticos. El grupo de Toledo es un conjunto de universitarios, comerciantes y empleados de la administración local que escribieron en esa ciudad de Toledo con la intención de proponer medidas contra la decadencia de la industria local, en particular de la segoviana, de la manchega y de la toledana. E hicieron hincapié en el mismo problema y reaccionaron de una forma similar. Entre los miembros más importantes hay que destacar al regidor Jerónimo de Ceballos, al comerciante Damián de Olivares y al doctor y catedrático de la Universidad de Toledo, Sancho de Moneada. Los rasgos comunes de los arbitristas toledanos fueron, primero, su afán por la cuantificación, segundo, el proteccionismo, y tercero, su confianza en el industrialismo. Tres argumentos ofrecen para defender el sector secundario que repetirían otros autores en el siglo XVII, XVIII y XIX e incluso en el XX, con el primer argumento, el argumento empírico, el ejemplo de las regiones más prósperas de Europa, el segundo, el valor añadido que genera el sector industrial y sus efectos, el tercero, el hecho de que el resto de los sectores, y en particular el agrícola, necesitan del tirón de la industria para desarrollarse. Bueno, ven, este grupo, la solución está en la industria. Una síntesis del pensamiento arbitrista sería la actitud poblacionista, la no identificación de la riqueza con los metales preciosos y el análisis de la situación económica de Castilla lleva a la mayoría de los arbitristas a proponer el fomento de los sectores productivos, aunque sus diferencias surgen cuando debaten sobre el sector o sectores que se deberían fomentar. Analizaron los obstáculos que se oponían al crecimiento económico, destacaban el aplauso al ocio, el vivir de la renta no fruto del trabajo, el excesivo número de oficios improductivos, la acumulación de la población en la corte y en algunas ocasiones el lujo, constituían estorbos al restablecimiento de los sectores productivos de la economía. Realizan también un análisis extensivo, el exceso de los obstáculos al crecimiento económico derivados de la legislación, exceso de leyes, política comercial interior y exterior, el sistema impositivo, los atropellos contra la propiedad, la desigual distribución de la misma, eran también estorbos al restablecimiento de los sectores productivos de la economía. El grupo de Moneada y el grupo de Toledo principalmente estuvieron a favor de medidas proteccionistas y de una política de sustitución de importaciones. No descarta que otros arbitristas como Ruzzi o Dormer estuviesen a favor de una política comercial más favorable a la libertad de comercio. Y vamos a ver ahora los mercantilistas ingleses, también intervinieron en numerosos debates sobre la moneda, población y hacienda, pero el más importante Es en el comercio internacional, en la Inglaterra de la década de 1620. Se vivía un momento muy delicado de crisis comercial e industrial y de aumento del paro. Una idea que flotaba en el aire era la del dañino comercio de Inglaterra con terceros países. Así como la continua y perjudicial exportación de metales preciosos tanto a Irlanda y a Escocia, como a las Indias Orientales. Gerard Malines, Tomás Mohn y Edward Misselden, al analizar la crisis de los años 20, intentaron explicar las causas de la exportación de metales preciosos. Gerard Malines, que vivió entre el siglo XVI y XVII, fue un comerciante de origen flamenco que sirvió al gobierno en la Casa de la Moneda en su tratado sobre el desequilibrio de la Commonwealth. En el año 1601, que arremete contra los banqueros, los comerciantes y cambistas por actuar usurariamente. Pero su mayor preocupación serán los cambios de divisas. Detrás de estas actividades se escondían las actuaciones de dichos banqueros y cambistas dirigidas a la exportación de metales preciosos. Malines no introduce con claridad el concepto de balanza comercial, pero insiste en que una preponderancia, de los artículos extranjeros sobre los artículos de fabricación nacional, conduce a una pérdida de la riqueza de Inglaterra. Con la venta de bienes elaborados en el país a precios demasiado bajos y con la compra de productos extranjeros a precios demasiado altos, se podría diezmar la riqueza nacional y sacar metales preciosos del país hacia el extranjero, lucrándose los cambistas en estas operaciones. Una idea importante de Malines es que, debido a que los precios se han elevado más en el exterior que en Inglaterra, los términos comerciales se han deteriorado en dicho país. Insiste en que la saca de metales preciosos era una consecuencia de las fluctuaciones de la tasa de cambio debida a manipulaciones que los banqueros con la finalidad de aumentar sus ganancias realizaban. Considera que lo más oportuno es la estabilización de los tipos de cambio a la paridad que marca el valor intrínseco de cada moneda y sobre todo establecer un sistema de control de dichos cambios. Con esta medida señala que las mercancías inglesas se venderían más en el extranjero a precios más elevados. Al final el dinero volvería de nuevo a Inglaterra y se pondría a los cambistas y banqueros encierrados. En su lugar, sin que obtuviesen ventajas a costa del público en general. Otro mercantilista inglés, Edward Misselden, que vivió en el siglo XVII, miembro de la Sociedad de Mercaderes Aventureros y a partir de 1623 comisario de la Compañía de las Indias Orientales, reaccionó ante la tesis de Malines, ante la obra de Malines, ante la opinión de Malines. Una medida de política económica defendida en su tiempo. El tratado, escrito en 1622, es la devaluación de la moneda inglesa que aunque podría dar lugar a una elevación de los precios en el interior, atraería dinero a Inglaterra y estimularía la actividad comercial. Misselden debatió con Malines porque Misselden mantenía que el centro del comercio era la obtención de una balanza comercial favorable y que la salida de metales preciosos se debía... ...al saldo desfavorable de la misma. En cambio Malines defendía que el centro del comercio era la ganancia de los comerciantes y que la salida de metales preciosos hacia terceros países venía como consecuencia del bajo cambio de la moneda inglesa. Fruto de este debate surge el concepto de balanza comercial que aparece por primera vez impreso en Inglaterra en el citado libro de Misselden publicado en 1623. Misselden fue, pues, el primero en anunciar el concepto de balanza comercial, que no es otra cosa que registro de bienes de un país del valor de sus importaciones y de sus exportaciones en un periodo. Por otro lado, estableció Misselden que los movimientos internacionales de especies y las fluctuaciones en el tipo de cambio dependían de los flujos de comercio internacional y no de los manejos de los bancos. Vamos a refrescarnos un poco porque... Otro mercantilista famoso inglés, Thomas Moon, vivió entre el siglo XVI y XVII. Un comerciante, que su objetivo fue el crecimiento de la riqueza nacional, apoyaba al comercio exterior a través de las exportaciones, que éstas fueran mayor que las importaciones. Fue un comerciante que intentó probar primero que, como la compañía de las Indias Orientales, de la que era miembro, no era la causante de la salida masiva de metales preciosos. Segundo, expuso... En la misma línea que Misselden, que la salida de los metales preciosos está relacionada con los movimientos de las partidas de la balanza comercial. Y la primera idea la expresó en el libro El discurso acerca del comercio de Inglaterra con las Indias Orientales. Y la segunda idea en el libro La riqueza de Inglaterra por el comercio exterior o la balanza de nuestro comercio exterior es la norma de nuestra riqueza. Editado en 1630. El primer libro muestra como los comerciantes de la compañía de las Indias Orientales no eran unos especuladores con intereses contrarios a los del público en general. Vamos a ver ahora que el concepto de balanza de comercio en los economistas del siglo XVIII, el concepto de balanza de comercio en términos de trabajo se perfeccionó con los autores del siglo XVIII que están entre el mercantilismo y la escuela clásica y que muestra un mayor nivel de sistematización. Es el caso de Richard Cantillon que vivió entre el siglo XVII y XVIII en el ensayo sobre la naturaleza del comercio en general de Cantillon escrito en la década de 1730 y publicado en el 55 se expone la doctrina de la balanza comercial en términos similares cuando el Estado cambia su trabajo por el producto de la tierra del extranjero resulta una ventaja en el comercio puesto que sus habitantes se sustentan a expensas del extranjero. Cantillon puntualizó lo expresado en los anteriores párrafos de su obra de la siguiente manera el aumento en la cantidad de dinero que circula en un Estado le procura grandes ventajas en el comercio con el extranjero mientras el aumento de dinero se mantiene. El Estado procura siempre cambiar una pequeña cantidad del producto y de trabajo por otra mayor percibe impuestos con facilidad y no encuentra estorbo para obtener dinero en caso de necesidad pública. Es cierto que si continúa el aumento de dinero su abundancia determinará a la larga un encarecimiento de la tierra y del trabajo en el interior del Estado. Entonces los artículos y manufacturas costarán tanto que el extranjero cesará de comprarlos poco a poco. y adquiriéndolos en otro lugar, en otro país, a más bajo precio. Ello producirá la ruina del trabajo y de las manufacturas del Estado. La misma causa que aumenta las rentas de los propietarios de las tierras del Estado, a la misma causa que aumenta, a saber, la abundancia de dinero, les inducirá a importar abundantes productos de los países extranjeros donde podrán obtenerlos a más bajo precio. Es decir, estas son las consecuencias naturales, dice Cantillón. Los Estados que crecen con el comercio irremediablemente decaen más tarde o más temprano. Hay reglas que permitirían evitar ese decaimiento, pero no se aplican para impedirlo. Siempre es cierto que mientras el Estado se haya en posesión de una favorable balanza comercial, saldo mercantil y abundancia de dinero, el mercado parece poderoso y en efecto lo es, mientras esa abundancia persiste. También tenemos al mercantilista inglés James Stewart, que vivió en el siglo XVIII. Este último, en sus principios de la economía política, señala con mucha claridad cómo la materia prima que se exporta de un país supone pérdida para éste, mientras el precio del trabajo exportado supone una ganancia. De ahí concluye el caso de la economía política. De ahí concluye la necesidad de desalentar la importación de trabajo y estimular las exportaciones del mismo. David Hugo Hume vivió en el siglo XVIII, en 1711-1776. En su obra Discursos políticos expone la crítica a la doctrina de la balanza comercial favorable a los mercantilistas. Bautizada por Wiener con el nombre de teoría del mecanismo autorregulador de la distribución internacional del numerario. Esta teoría señala lo inútil que es obtener siempre una balanza comercial favorable. Es una aplicación de la teoría cuantitativa del dinero al comercio exterior y distingue entre tendencias a corto y tendencias a largo plazo. Se puede leer en este libro nuestro el párrafo, un largo párrafo que sintetiza magistralmente este mecanismo autorregulador. No sé si aquí tengo... Sí, aquí es un mecanismo regulador de un superávit inglés. A entrada de oro se incrementa la oferta monetaria, se incrementan los precios internos, se encarecen las exportaciones. Los países extranjeros experimentan una reducción de sus precios relativos, compran menos a ingleses. Los consumidores ingleses compran más bienes a los extranjeros que a los nacionales por ser más caros. Se importa más, el superávit se convierte en déficit, sale oro, disminuyen los precios, se exporta y aparece de nuevo un superávit comercial. Entra oro y vuelta la rueda. Daríamos otra vez incremento de entrada de oro. El mecanismo autorregulador de UME. Es interesante leer el párrafo que viene en el libro de las opiniones de este economista. En un breve ensayo publicado en 1758 y titulado Del recelo del comercio, UME perfecciona su crítica a las intervenciones mercantilistas que persiguen una balanza siempre favorable con el fin de mantener un nivel de industria y empleo en el país. El párrafo expone el concepto de la división internacional del trabajo como base de la prosperidad de una nación y por lo tanto de cómo todos los países pueden crecer a un mismo tiempo. Bueno, muchos de los historiadores que han mostrado que la teoría del mecanismo autorregulador de la distribución internacional del numerario de Cantillón y de Umen no es novedosa. Todos los elementos se pueden encontrar en autores mercantilistas como Moon o Locke. Por solo citar a dos autores expusieron la teoría cuantitativa que relaciona la cantidad de dinero y el nivel general de precios. También se dieron cuenta, sobre todo Malines, de que el volumen de las exportaciones y las importaciones depende de los niveles de precios relativos de los diversos países. Pero les faltó a los mercantilistas, sin embargo, unir las dos herramientas analíticas en una misma cadena de razonamiento que es lo que hacen tanto Cantillón como Umen. Bueno, hay que añadir dos comentarios sobre los mercantilistas ingleses. Que escriben en la segunda mitad del siglo XVII y principios del XVIII. Primero, dichos autores se detienen en el estudio de comercio y se muestran más liberales en cuanto a la política comercial propuesta. El rico comerciante North señala las ventajas generales que se derivarían si el comercio interior y exterior se dejara libre a las reglamentaciones. Los países se harían ricos. Los países se harían ricos no con reglamentaciones, sino gracias a sus productores. Todo el mundo comercia, pero como una nación o pueblo. Y por lo tanto, las naciones son como personas. Que la pérdida del comercio de una nación no es sólo eso. Esa cantidad del comercio perdido no puede haber comercio que no rinda beneficios al público. Y allí donde prospera el comercio, prosperan también los hombres. Ninguna ley puede establecer los precios en el comercio. Cuyas tarifas deben fijarse y se fijarán por sí mismas. Pero si existen tales leyes, lógicamente obstaculizan el comercio y son perjudiciales. Y segundo comentario sería que otros mercantilistas como William Petty Davenant, Charles Davenant, al reflexionar sobre el comercio, se detuvieron en la cuantificación de las partidas de la balanza comercial. William Petty, que vivió en el siglo XVII, fue médico del ejército inglés, miembro del parlamento y agrimensor en Irlanda y entre sus obras destaca la aritmética política. Estaba preocupado por la medición e intenta realizarla. Al igual que un siglo más tarde Smith y sus discípulos, unas reflexiones con el fin de encontrar leyes que expliquen el funcionamiento del mundo económico. Muestra una falta de entusiasmo por la doctrina de la balanza comercial, pero señala que la medición de las partidas del comercio puede servir para realizar estimaciones de la riqueza y del poder de una nación. Su método, la aritmética política. La aritmética queda sintetizada en el prólogo de su libro de la siguiente manera. El método, en vez de usar solamente comparativos y superlativos y argumentos intelectuales, he decidido expresarme en términos de número, peso y medida. De usar sólo argumentos basados en la sensación y de tomar en consideración únicamente aquellas causas que tienen fundamentos visibles en la naturaleza, dejando aquellas que dependen de las mentes, opiniones, apetitos y pasiones de cada hombre a la consideración de los demás sobre Charles Davenant que vivió entre el siglo XVII y XVIII, profundizó en las ideas de su maestro Petit, mantiene que la aritmética política es muy útil Para un mejor conocimiento del comercio y rechaza las opiniones de los comerciantes como fuentes de conocimiento adecuadas por su parcialidad o falta de principios. Además, los cálculos de la aritmética política ayudan a saber que comerciantes son útiles o perjudiciales a la nación. Porque dicha disciplina posibilita descubrir nudos y eslabones de la cadena general que enlaza entre sí los diferentes ramos del comercio y fija el grado de su influencia recíproca. En la misma línea que Moon, que distinguía entre balanza comercial general y balanza comercial particular, Davenant, en su análisis de la balanza comercial, no le conduce a posturas intervencionistas e incluso llega a señalar que el comercio de un comercio, en el país, no tiene por qué arruinar al de otro. La mejor forma que tiene Inglaterra para competir, según Davenant, es ofrecer unos productos manufacturados mucho más baratos. Y vamos al 2.4, pensamiento económico de Francia. Luego seguiremos con Holanda y los estados alemanes e italiano. Los autores franceses se diferenciaban de sus contemporáneos del resto de Europa por su mayor preocupación. Por el logro de la autosuficiencia económica de su país y por sus medidas de política económica, en especial las relacionadas con el fuertemente regularizado sector secundario. Francia desarrolla un sistema para organizar los recursos del Estado. Jean Boudin, jurista que escribió sobre filosofía y ciencia política, en su respuesta a las paradojas del monsieur Malestroit, sobre el hecho de la democracia, dice que la democracia es un sistema de la democracia. La democracia es un sistema de las monedas y el enriquecimiento de todas las cosas, en donde expone con 12 años de retraso respecto de Martín Azpilicueta. Como vimos en el tema 1, Jean Boudin expone la teoría cuantitativa del dinero, pero no fue el pionero, aunque en algunas obras lo señalan como el pionero. Los pioneros fueron los catedráticos universitarios salmantinos, entre ellos Martín de Azpilicueta y de Soto. Señalan que aunque Francia no tiene minas de metales preciosos, es rica en sal, vino, trigo y demás productos del sector primario. El país galo igualmente tiene una población abundante y trabajadora. Está Boudin a favor de mantener unas dosis. Tiene buenas y amistosas relaciones comerciales con terceros países, pero propone medidas que prohíban la exportación de materias primas y que prohíban la importación de productos manufacturados. Primero, mantiene que aumentarían con estas medidas, aumentarían ingresos regulares por aranceles para la real hacienda pública y segundo, se fomentaría la producción nacional y se generarían puestos de trabajo para los financieros. Estos autores expusieron unas medidas calificadas de industrialistas y con una excesiva confianza en la intervención del Estado en los asuntos económicos. Todos parten de las ventajas naturales y de las buenas cualidades de la población de Francia coherente con sus propuestas autárquicas, igual que proponían los arbitritas españoles sobre España. Otro autor, Baterlein de la FEMAS, controlador general del comercio y presidente del Consejo de Comercio, en su obra Tesoros para hacer el Estado en Esplendor y Mostrar la verdadera ruina francesa para el tráfico y comercio con extranjeros, desea que los extranjeros no diezmen la riqueza francesa mediante la venta de sus productos manufacturados e insiste en que los franceses, a través de la venta de sus riquezas naturales y la compra de productos extranjeros, están enriqueciendo al resto de Europa. Para restaurar la riqueza de Francia, dice este autor de la FEMAS, es necesario regular el comercio, siempre regular, regular y irregular, restaurar las manufacturas francesas que deben ser para Francia lo que las minas de metales preciosas son para otros países, es decir, las manufacturas deben enriquecer al país, al pueblo y al rey. Otro autor, Antoine de Montchretien, poeta y fabricante, escribe un libro en cuyo título aparece por primera vez la expresión Economía Política, nos referimos al Tratado de la Economía Política de 1615, que trata de cuatro temas, principalmente de manufacturas, comercio, navegación y deberes del príncipe, señalando los perjuicios que ocasionan los comerciantes extranjeros y confían en la autosuficiencia de Francia y el fomento de sus manufacturas como solución a los problemas de este país. Montchretien complementa su propuesta con medidas dirigidas a asegurar el poderío naval de Francia y asegurarse unas colonias donde establecer nuevas franquicias. Lugares en los que vender productos franceses y obtener materias primas necesarias para la producción nacional. Bueno, las conclusiones a la vista del pensamiento de Moncretiene y Lafayette, se puede concluir que ambos autores se refieren más a las formas de conseguir la autosuficiencia económica de su país más que a las ventajas derivadas del comercio y confían en la regulación estatal, regular, regular, regular, para resolver los principales problemas que tiene Francia. Por este motivo, los franceses, a diferencia de los ingleses, no llegaron a exponer conceptos tales como balanza comercial favorable. Lafayette y Montecretia contribuyeron a que se desarrollase una legislación industrialista y autárquica que fue compartida por la mayoría de sus contemporáneos franceses. Bueno, en este apartado... Vamos a analizar a Jean-Baptiste Colbert. Fue un influyente ministro de Luis XIV, el rey Sol, que se preocupó de las finanzas de este monarca y que se mantuvo en el poder durante 22 años. Fue promotor de una política económica intervencionista y mercantilista, más tarde conocida como colbertismo. No fue un pensador que se dedicase a publicar sus reflexiones. Sus propuestas tuvieron una amplia... La originalidad de su pensamiento no radica ni en su defensa de la industria ni en la doctrina que mantiene que el comercio es un juego de suma cero donde gana uno y pierde otro y solo se puede crecer a costa del vecino. Ni en su propuesta para arreglar las tarifas arancelarias, grabar la importación y estimular las exportaciones de los productos manufacturados franceses y favorecer la importación e ilimitar la exportación de materias primas. Colbert se diferencia del resto de los autores franceses por su apoyo a la industrialización de Francia, basada en una fuerte intervención estatal directa. Con este fin propone la política comercial citada, protección arancelaria, subsidio, reducción o excepción de impuestos, pero sobre todo la fundación de manufacturas reales, fábricas reales, es decir, empresas públicas. Y la intervención estatal en la mayoría de las manufacturas francesas, auspiciados por Colbert, se redactaron reglamentos muy minuciosos de fabricación que intentaban controlar la calidad de los productos manufacturados. Se reglamenta desde el número de hilos de la urdimbre de los tejidos hasta las técnicas a utilizar en los diferentes oficios. Los intendentes de provincia, como los inspectores de fábricas, desempeñaron un utilísimo papel en esta política de vigilar celosamente la aplicación de los numerosos reglamentos de Colbert. A la muerte de Colbert, en 1683, la voz de sus críticos se dejó escuchar, pero no acabó con su prestigio y autoridad en los medios gubernamentales como prueba de la continuación y desarrollo de sus proyectos hasta finales del siglo XVII por sus discípulos, que eran llamados los colbertistas. Por curiosidad, ¿sabéis cuál es el arte de la tributación para el ministro de Finanzas de Francia, M. Colbert, en el siglo XVII? Bueno, pues para éste era el arte de la tributación consistía en desplumar al ganso para obtener la mayor cantidad de plumas con el menor número posible de granidos. Bueno, esta era la opinión del ministro de Hacienda del Rey. Y vamos a ver ahora los mercantilistas holandeses del siglo XVII. Holanda fue una potencia económica envidiada por el resto de Europa. Esto hay que tenerlo claro. En el siglo XVII fundó un Estado con una clase comerciante muy fuerte que eliminó la burocracia real. Sus economistas de ese siglo XVII, Hugo Grocio, Ransvin Kell, Pieter y Johan de la Cour y Baruch Espinosa se centran en el estudio del papel a desempeñar por el Estado en el funcionamiento del sistema económico y en la necesidad de la existencia tanto de libertad de comercio y de empresa como de movilidad del trabajo y del capital. Estos autores entendieron las consecuencias favorables. de la actuación del propio interés y del propio beneficio de los individuos en la promoción del bienestar económico de toda la sociedad. El más interesante autor holandés de la época, por su defensa de la libertad de comercio, es Hugo Grocio, poeta, dramaturgo, filólogo, historiador y jurista y su obra más importante es La libertad de los derechos humanos. En cuanto a la exposición de las ideas librecambistas, dos causas determinaron la publicación de una parte de esta obra bajo el título de Mare Liberum, que fue la celebración de negociaciones entre España y las Provincias Unidas, léase Holanda, en la que estas últimas querían ver asegurada la libertad de navegación y de comercio con las Indias orientales y combatir la política restrictiva inglesa en materia pesquera y comercial. La necesidad de comerciar con libertad mantiene que la libertad de comercio es derecho primario de gentes que tiene una causa natural y perpetua y este derecho no puede ser suprimido, aunque puede ser, no podría realizarse sin el consentimiento de todas las naciones. Añade que es infundado el argumento de los portugueses que señala que sus ganancias se pueden dañar por el comercio realizado por los holandeses. La crítica de Grocio a este argumento es rotunda. Entre los más ciertos postulados del derecho está el de que ni comete dolo, ni fraude, ni daña a otro aquel que usa su derecho, lo cual es completamente verdadero si no se daña a otro, sino que cada cual obra con ánimo. Se debe uno fijar en aquello que principalmente se realiza y no en lo que extrínsecamente ocurre como consecuencia. Grocio no da el paso de ampliar su argumentación y señala que el comercio es un juego de suma positiva, no de suma cero, suma positiva, donde ganan todos, tanto el que compra como el que vende. Como sí que hicieron Smith y Schultz. El pensamiento de este autor holandés pone las bases para el establecimiento de la libertad de comercio en un periodo en el que la mayoría de las políticas económicas de los estados nacionales y las propuestas de los economistas estaban a favor de introducir enormes restricciones al mismo. Es decir, la mayoría promovía el proteccionismo y por eso... Holanda fue una pionera en libertad de comercio. Sobre el mercantilismo en Italia... No existe literatura mercantilista de alcance de la española, inglesa o francesa, ni holandesa en los fragmentados y pequeños estados italianos y alemanes que se unificaron en el siglo XIX. La explicación de esta carencia se puede deber a que no existían en estas zonas de Europa estados modernos que pudiesen ser clientes para que las propuestas de los mercantilistas... En el caso de Italia, por ejemplo, había sólo dos poderes fuertes, el español en Nápoles y el del papado. De ahí no es de extrañar que el libro italiano más sobresaliente del siglo XVII es el de Antonio Serra, dedicado al virrey español en Nápoles. En los pequeños estados italianos surgieron un conjunto de autores que o bien escribieron tratados de ciencia política y expusieron algunas ideas generales sobre asuntos económicos, como... como Botero, que tanto influyó en los argumentos industrialistas de Moneada, o reflexionaron sobre un tema específico, por ejemplo la política monetaria, como Antonio Serra, Túrbolo, etc. De estos autores habría que destacar a Antonio Serra y su breve tratado, que está dividido en tres, la primera parte, que desarrolla la industria y el comercio, que está a favor del desarrollo de la industria y del comercio, cualidades de la población y eficacia del gobierno, donde elogia a la población industriosa, comerciante y emprendedora de Génova, Florencia y Venecia. Serra dice que una población con capacidad comercial y que elabore productos objeto del comercio es interesante. Por último, considera que las regulaciones estatales pueden contribuir a atraer oro y plata hacia el país, pero advierte que hay que saber... ...que los efectos de las diferentes medidas alternativas y la compatibilidad con los objetivos propuestos. Serra... que piensa por vía de la eliminación de obstáculos que se interponen al desarrollo de la actividad productiva. Y dice que la prosperidad de Venecia y Ásterdán, la Venecia del norte, que no se derivaba de sus recursos naturales sino de su actividad productiva, como ejemplo. En la segunda parte de su obra se critica la tesis de Marco Antonio de Santís sobre la escasez de metales preciosos en Nápoles y pide su regulación. Serra, una década antes que estos autores ingleses que hemos visto, muestra que la salida de metales preciosos de un país se debe a causas reales. El argumento es que los fenómenos monetarios no son la causa de los problemas sino el efecto de las relaciones comerciales. Y la tercera parte del trabajo de Serra critica al igual que Moon las medidas de política económica encaminadas a la prohibición de las actividades productivas. La política económica de metales preciosos o aquellas que proponen la devaluación de la moneda. Dice la opinión de Serra era que la balanza comercial sanará por sí misma sin necesidad de medicina alguna. Las políticas intervencionistas de los estados no pueden, según Serra, conseguir por sí misma una balanza comercial favorable. El caso de los estados alemanes está condicionado también por la ausencia de la monarquía austriaca de Augsburgo, final del siglo XVII como estado nacional unificado. La fragmentación política de Centroamérica, Centroeuropa, perdón, en pequeños principados independientes implicará la falta de un cliente fuerte para las propuestas de los mercantilistas. Sobresale, de todas formas, Austria por su tamaño e importancia en este panorama y no es casualidad que los tres escritores en lengua alemana sobre temas económicos más importantes de esta época fueron Becker, Roder y Hornig. Todos dirigen sus propuestas al emperador austriaco. Becher, en sus enfermedades políticas, dedicado más al comercio y a la economía que a la política, argumenta que el dinero es el alma y el nervio del país y por eso se debe prohibir su exportación. Avanza con unas teorías poblacionistas, dice que cuanto mayor es la población de una ciudad, mayor debe ser su poderío y propone lo que parece ser un proyecto de economía planificada y controlada desde el Estado. El más sofisticado autor fue Schroeder, director del Centro Manufacturero Estatal Austriaco e impulsor de una política industrial colbertista, es decir, reguladora. Schroeder cree que el comercio debe ser libre y la principal preocupación es cómo aumentar los ingresos del soberano y por ello, gran parte de su obra está dedicada a un proyecto de reorganización fiscal del Estado. El libro de Hornig, el tercer austriaco funcionario al servicio del emperador Ludwig I de Austria, en tono agresivo y nacionalista, producto de un clima bélico y escrito cuando el poder político y militar austriaco declinaba, es un programa de reconstrucción nacional austriaca, muy similar a los arbitrios castellanos. Hornig como Sancho de Moneada. Hornig cree que la dependencia económica de Austria con respecto a otros países, es decir, la importación de bienes sobre todo manufacturados, es deshonrosa y propone un programa completo de política económica autárquica con el fin de acabar con esta dependencia. Estamos pues ante unos tratados con muy escasa originalidad en sus planteamientos que se preocupan de la autarquía, del buen gobierno, de la población creciente y de las manufacturas. No sólo los gobiernos, sino que también las organizaciones domésticas. Conclusiones a todo lo que hemos visto hasta ahora. Los autores estudiados, alejándose de enfoques éticos, nos propusieron exponer un modelo de funcionamiento del sistema económico en su conjunto, sino responder a cuestiones de política económica surgidas en el seno de determinados debates y en el contexto de los estados nacionales europeos. Los más aventajados perciben cómo funciona el mercado o exponen ideas interesantes sobre el crecimiento económico e intentan descubrir las leyes del funcionamiento del sistema económico. A pesar de sus aciertos, sus escritos contienen muchos errores que detectaron Cantillón, Hummel, los fisiócratas, Turgot, Smith y todos sus discípulos por poner dos ejemplos, Hummel explicó en sus discursos políticos en 1752 cómo se trataba de un empeño vano preocuparse por la obtención de una balanza comercial permanentemente favorable y cómo Smith y los escritos economistas clásicos por su parte demostraron que el comercio es un juego de suma positiva donde todos ganan, todos los participantes salen ganando y expusieron cómo funciona el mercado las funciones del capital, las ventajas del comercio exterior y todo ello integrado en una teoría del crecimiento económico. A pesar de los errores de los mercantilistas y del elevado nivel de sofisticación y sistematización alcanzados por los economistas del siglo XVII, Beccaria, Wasch-Gilbert, Cantillón, Fonbonnet, Gagliani, Genovese, Hummel, Jovellanos, Husti, Mirabeau, Necker, Kesney, Stuart, Smith, Turgot y Berri no rompieron rotundamente con el pensamiento de los economistas mercantilistas que hemos estudiado en este capítulo. Y aquí tenemos de momento el fin del tema 2 voy a cerrar aquí el tema 2 y el tema 3 lo haré en otra sesión aparte para no ser tedioso y aburrido. Y espero que estudiéis para la semana que viene el tema 3. Venga, hasta luego.