Buenos días, para comenzar estas y a octavos jornadas interuniversitarias del área de conocimiento de psicoterapia, tenemos la suerte de encontrar entre nosotros con Enrique Sebastián Pirella, que es asesor, evaluador, formador y coordinador de las titulaciones de Ciencias de la Salud. Tendente además al servicio de asesoramiento educativo de la Universidad del País Vasco y nos va a proponer la conferencia inaugural titulada Programa de la Innovación de la Docencia en Profesional Flexible en la Sociedad de la Educación. Muchas gracias. Lo primero, agradecer al profesor César Giseco por haberme invitado a estas jornadas, agradecer también al área de fisioterapia que me permita aportar lo que modestamente podamos tener de experiencia en la Universidad del País Vasco. Y agradecer también a la Universidad de León el poder estar aquí en esta tierra tan entrañable del Viernes. Entonces, bueno, como el tiempo es limitado y hay mucho que discutir luego de los talleres, pues vamos a empezar con un poco de literatura. Gustave Flaubert, en Medias del siglo XIX, tiene una novela, se titula Madame Bovary, que es la historia de un médico rural que se casa con una mujer que finalmente se suicida y cuando está agonizando... Pues llama urgentemente a un antiguo profesor suyo de la Universidad de Ruel, que se desarrolla en Minormandía. Y entonces, pues, este texto refleja un poco la visión que Flaubert tenía de lo que era un profesor de la Facultad de Medicina en 1850 en la Facultad de Ruel. Dice así. Cuando se oyó el chasquido de un látigo, todos los cristales temblaron y una berlina de posta que iba a golpe tendido tirada por tres caballos enfangados hasta las orejas y se rompió en un salto en la esquina del mercado. Era el doctor Larrivier. La aparición de un dios no hubiese causado más emoción. Pertenecía a la gran escuela quirúrgica del profesor Bichat, aquella generación hoy desaparecida de médicos filósofos que, enamorados apasionadamente de su profesión, la ejercían con competencia y acierto. Todo temblaba en su hospital cuando montaban el cólera y sus alumnos lo veneraban de tal modo que se esforzaban apenas establecían en imitarle lo más posible. De manera que en las ciudades de los apoyadores se le reconocía por vestir un largo chaleco agonchado de merino y una amplia levita negra cuyas bocamancas desabrochadas tapaban un poco sus manos carnosas, unas manos muy bellas, que nunca llevaban guantes como para estar más prontas a penetrar en las miserias. Desdeñoso de cruces, títulos y academias, hospitalario, liberal, paternal con los pobres y practicando la virtud sin creer en ella, habría pasado por un santo si la firmeza de su talento no lo hubiera hecho temer como un demonio. Su mirada, más importante que sus bisturíes, penetraba directamente en el alma y desarticulaba toda mentira a través de los alegatos y los pudores. Y así andaba por la vida, lleno de su majestad bonachona, que daba conciencia de un gran talento, la fortuna y cuarenta años de una vida laboriosa e irreprochable. Entonces, claro, esto era en el siglo XIX, pero estamos en el siglo XXI, entonces nosotros estamos acostumbrados a ser los actores de la docencia, pero nuestra función, o por lo menos esto es lo que nos dicen en Europa, en cuyo espacio europeo nos acabamos de integrar, por ley, pues lo que nos piden en realidad es que seamos directores del aprendizaje, no es lo mismo enseñanza que aprendizaje, enseñanza es lo que hacemos nosotros y aprendizaje es lo que hacen los alumnos. Entonces nuestra función no es demostrarla, no es demostrar nuestros conocimientos, nosotros no tenemos que ser el doctor Larrivier, ni hacérselo repetir a los alumnos y repetirlo como los otros. Nosotros teníamos un director de Ciencias de Aseguramiento Educativo que decía que los profesores universitarios los clonamos, decimos lo que hemos oído y cuando nuestros alumnos, algunos, lo repiten bien, le hacemos profesor universitario y de esa manera nos autoperpetuamos. Otra cosa es que los alumnos hayan aprendido algo en realidad. Lo que tenemos que hacer en realidad es fomentar el aprendizaje de los estudiantes que han surgido en ellos las competencias propias de nuestra asignatura. Si para ello tenemos que ser muy buenos fisioterapeutas, muy buenos médicos, muy buenos farmacéuticos, eso ya es otra cuestión que por desgracia es necesaria también. Entonces, entre medio, nosotros tenemos el problema de integrarnos en el espacio europeo y en la Universidad del País Bajo, pues lo que hemos hecho es intentar movernos. Hemos hecho muchas cosas, yo no sé si hemos hecho muchas cosas que son buenas o son malas o hemos cumplido muchos errores, pero luego se han hecho muchas cosas, porque claro, el problema que tenemos es ¿qué vamos a hacer? ¿Qué vamos a hacer con los alumnos? Nosotros el lunes estaremos, la mayoría de nosotros otra vez delante de nuestros alumnos que nos mirarán con esta cara y nos plantearán el problema de cómo adaptamos todo eso que nos están diciendo en el espacio europeo, cómo adaptamos la docencia, qué hacemos, qué va a pasar con nosotros, con nuestros alumnos, etcétera. Y bueno, los alumnos, como todos ustedes saben, pues nos miran y esperan que nosotros nos vamos ficha. Si lo contextualizamos un poco y supongamos que fuéramos profesores de una escuela de danza, ¿qué deberíamos hacer para formar a nuestros alumnos? Podríamos hacer lo que hemos hecho hasta ahora, como pone aquí. Que tampoco está tan mal, tampoco lo hemos hecho tan mal. Los alumnos tendrían ya una base y aprenderían lo que fuese necesario después a lo largo de su perfil profesional. El que pueda, el que no, fracasaría. Sin embargo, alumnos y profesores, aunque nuestros alumnos dominan los conocimientos teóricos, nosotros somos famosos en Europa, quiero decir, la universidad española es famosa en Europa porque todo el mundo tiene una barbaridad de conocimientos teóricos, pero nadie sabe hacer nada. Entonces, esto en algunas áreas, como la que nos ocupa en este caso, la fisioterapia es especialmente grave, ¿no? Entonces, bueno, pues nosotros, sin embargo, a pesar de que hacemos sesudamente nuestro trabajo, pues alumnos y profesores tenemos a veces una sensación de frustración. Intuimos que nuestros alumnos hubieran podido desarrollar mucho más sus capacidades. Entonces yo ponía que para consolarnos nos obligamos a repetir una y otra vez los pasos más difíciles de la danza clásica. Y al que lo hace muy bien, como decíamos antes, lo convertimos en profesor de nuestra escuela. Pero claro, esto no responde necesariamente a la realidad, simplemente tranquiliza nuestra conciencia. Pero nosotros lo que queremos conseguir de nuestros alumnos es que bailen de verdad. Es decir, ahora entramos en el espacio europeo y llegan los europeos y nos dicen que no, que nosotros lo que necesitamos es fabricar gente que sepa hacer cosas. Esto plantea una serie de problemas filosóficos, hay gente que dice que vamos a hacer universidades para las empresas, que la universidad va a perder su carácter... Hay muchos problemas. Pero nosotros lo que queremos es que nuestros alumnos no solamente manejen los pasos de la danza clásica, sino que bailen como Fred Astaire y Ginger Rogers. Y esto es muy difícil. Y sobre todo es muy difícil para los profesores que tienen que bailar muy bien, previamente haber sido profesores, y para los alumnos que muchos de ellos van a fracasar y van a tener que reconocer que no tenían capacidades para poder ser bailarines. Entonces este sistema no es un sistema amable, la motivación no tiene por qué ser amable. Hay motivaciones muy desagradables. Y puede ser un sistema que sea durísimo para el profesorado y durísimo para los alumnos. Otra cosa es que sea eficaz. Entonces, bueno, podemos dejar el problema en manos de la Lega, que se preocupa de nuestro bien. O podemos dejar el problema en manos del Gobierno, sin más. O podemos dejar el problema en manos de las autoridades académicas, seguramente nos recibirán y nos resolverán todos estos problemas. Pero entre medio, ¿qué hacemos con nuestros alumnos? Es decir, si el Ministerio hace lo que tenga que hacer, y las autoridades académicas en cada universidad hacen lo que tengan que hacer, esto está muy bien, pero nosotros el lunes tenemos a los alumnos delante. Y entonces tenemos que hacer algo. Entonces, bueno, pues nosotros lo que hemos intentado es plantearnos por lo menos las preguntas de qué es lo que tenemos que hacer. Es decir, ¿cómo organizamos la integración en el Espacio Europeo de Educación Superior? ¿Qué hacemos? ¿Qué queremos realmente conseguir que aprendan nuestros alumnos? ¿Qué competencias les vamos a exigir para otorgarnos una titulación? ¿Qué capacidades vamos a exigir a nuestro profesorado? Esto es una cosa que a los profesores, por lo menos, a mí me pone los pelos de punta. ¿De cuánto dinero disponemos? Porque este es el verdadero muro de contención que se rompió la zona, en el que se chocan todas las buenas intenciones. En todas las universidades hay un vicerrectorado de innovación docente que predica la poesía académica y otro vicerrectorado que hace las cuentas que predica el ajuste del dinero. Entonces, claro, es muy bonito decir, vamos a dividir nuestros alumnos en seminarios, pero los seminarios son veinte alumnos, y eso significa multiplicar la carga docente de un profesor por cinco. Y esto, pues es una cosa que no hay quien la pague. Entonces, ¿qué hacemos con todo este problema? Bueno, pues lo primero que hay que hacer, pensábamos nosotros, es tratar de analizar en qué situación, en qué metodología pedagógica está cada profesor. Entonces, en este cuadro que manejan algunos pedagogos hay tres ejes en el espacio. Hay un eje X, horizontal, que representa a los alumnos. A la izquierda, en el lado negativo, estarían los alumnos sin interés y desmotivados. Y a la derecha, en el lado positivo, aquí, estarían los alumnos interesados y motivados. En el eje Y, en el eje vertical, la parte negativa, el eje Y se refiere al profesor. El profesor, en la parte negativa, sería un profesor que fiscaliza y sanciona. Y en la parte superior, sería un profesor que apoya y supervisa. Entre medio irían, pues distintos, un gradiente, ¿no?, distintas variables. Y el eje Z, que iría desde fuera hasta el fondo de la diapositiva, este eje perpendicular, pues en la parte negativa, o sea, el eje Z se refiere a los contenidos, a las asignaturas o a las materias, habría unos contenidos, en la parte negativa, no adaptados a la realidad e impuestos a los alumnos. Y en la parte positiva, habría unos contenidos adaptados a la realidad y elegidos por los alumnos. Entonces, cada uno de nosotros, mal que nos pese, nos encontramos en un sitio de este espacio cartesiano, ¿no? Entonces, estamos en este espacio y, pues, podemos dividir ocho cuadrantes, pero más o menos las partes más importantes serían estas cuatro. Entonces, por ejemplo, en esta zona, en el cuadrante inferior derecho, pues tendríamos algo que podríamos definir como el profesor de antes con los alumnos de antes. El resultado es una excelente formación teórica, es lo que hemos hecho toda la vida. Y las competencias se desarrollarían posteriormente en la vida profesional, el que pueda. Por otra parte, los problemas básicos serían que los alumnos tendrían grandes dificultades en el ejercicio de su profesión y aprenderían sobre la marcha. En este caso, lo que veríamos es que el profesor no se angustia, pero los alumnos sí, por lo que muchos de ellos abandonan aún teniendo una capacidad suficiente. Esto es lo que hemos hecho toda la vida y lo que hemos vivido, por lo menos desde los 7 años, lo que hemos vivido en nuestra formación. Podríamos pasar, podríamos evolucionar a lo que nos está pasando a muchos ahora, al cuadrante inferior izquierdo, el profesor de antes con los alumnos de ahora. El resultado, que no se desarrollan competencias y que hay una pésima formación teórica porque, según el profesor, los alumnos no estudian. ¿Problemas? Pues la frustración del alumno y la frustración del profesor. El profesor se siente muy mal, el alumno también, el alumno cree que no aprende nada y el profesor pues hace lo que hacemos muchos días, cuando estamos de mal humor, ir a la cafetería de nuestro centro y decir tengo unos alumnos que son unos inútiles y entonces el otro te dice pues no, no puede ser, mis alumnos son más inútiles que los tuyos y entonces llegamos a la conclusión de que todo es culpa de la enseñanza media, etc. Entonces en esta tesitura el profesor se angustia y los alumnos también. ¿Por qué? Pues entre otras cosas, pues porque el profesor fiscaliza y sanciona los contenidos que no están adaptados a la realidad y están impuestos a los alumnos y los alumnos no tienen interés y están desmotivados. Entonces esto es un desastre y es lo que nos está pasando en el marco del espacio europeo si no utilizamos nuevas metodologías que nos quedamos en esta situación, a un abismo insalvable con respecto a los alumnos, los alumnos están descontentos, nosotros también y todo funciona mal. Podemos con nuestra mejor intención subir al cuadrante superior izquierdo, pero esto tampoco es muy bueno. En el cuadrante superior izquierdo hay un profesor que apoya y supervisa, pero hay unos alumnos sin interés y desmotivados ¿Y cómo están los contenidos? Pues eso puede ser variable. Esto sería el profesor actual que intenta aplicar nuevas metodologías, aunque no con mucho éxito, con los alumnos de ahora a los que todavía no se ha fiscalizado lo suficiente para entrar en el espacio europeo. El espacio europeo para los alumnos es una cosa muy dura porque requiere salir de la pasividad habitual y entrar en un aprendizaje activo que es una cosa muy bonita cuando no tiene un gran interés por algo, pero muy dura cuando no tiene capacidad o no tiene capacidad de esfuerzo o no tiene ganas de hacerlo. Entonces, bueno, esto sería el profesor actual con los alumnos de ahora. Resultado, que no se desarrollan competencias, problemas, la frustración del profesor. Es decir, el profesor se angustia y los alumnos pasan de todo. Entonces, bueno, pues esto tampoco funciona. Y a lo que deberíamos llegar, quiero decir, si aplicamos el espacio europeo y nos quedamos aquí, entonces lo que vamos a hacer con la universidad es lo que se ha hecho por desgracia la enseñanza media, es decir, destruirla y producir unos resultados malísimos. Y tendríamos que llegar a este punto, que es el punto en el que los estudiantes funcionan bien y lo que realmente nos piden que consigamos. El cuadrante superior derecho, el profesor actual que aplica nuevas metodologías, un profesor que apoya y supervisa con unos alumnos interesados y motivados. Yo tengo un compañero que dice que nadie dijo que la motivación tenga que ser amable. Hay muchas formas de motivar a la gente, por ejemplo, suspenderla sin necesidad de ser amable. No todas las motivaciones son amables. Siempre que hablamos de coordinación, cooperación, motivación, siempre nos imaginamos cosas amables. Pero esto no tiene por qué ser así. La coordinación puede ser muy desagradable. También puede ser muy interesante y muy agradable, pero requiere un esfuerzo. La persona actual que aplica nuevas metodologías conseguiría el desarrollo de competencias y tendría problemas que son muchísimo trabajo personal y cooperativo de los alumnos, mucho trabajo, mucho esfuerzo y mucho fracaso también. Y muchísimo trabajo y mucha exigencia del profesor y mucho fracaso también. Entonces el profesor y los alumnos en este caso no se angustian, salvo que no tengan capacidad suficiente. Entonces sí, puede que hasta se tiren por las ventanas. Resumiendo un poquitín, en el caso del profesor de artes con los alumnos de ahora, pues más o menos en estas viñetas, en fin, esto es un poco frívolo, pero en estas viñetas, pues se trata de representar un poco intuitivamente qué pensaría el profesor, qué pensaría el alumno. El profesor está pensando, ¿cómo es posible que mis alumnos sean tan tontos? No sirven para nada. La culpa es de la enseñanza media, lo que todos escuchamos todos los días en la cafetería de nuestro centro. Por otra parte, el alumno pensaría, el profesor es un imbécil. Paso de ir a clase y ya probaré repitiendo las bobadas que dice. A lo mejor es verdad que soy tonta, pero ¿para qué me sirve aprender todas esas cosas inútiles? Que es lo que está diciendo el alumno en la conversación paralela en la cafetería de nuestro centro. Entonces, así no vamos a ningún sitio. Por otra parte, nos podemos encontrar con el profesor actual con los alumnos de ahora. Entonces, el profesor apoya y supervisa y fiscaliza poco, es decir, tiende a ser tolerante y se queja continuamente que cada vez es más tolerante y que si seguimos así, luego se reanudarán las titulaciones de unas tapas de los yogures. Seguro que todos hemos oído este tipo de cosas. Los contenidos están algo adaptados a la realidad e impuestos parcialmente a los alumnos. Los alumnos se revelan contra los contenidos. El profesor tiende a ceder porque le pone buena voluntad. Los alumnos no tienen intereses tan desmotivados, porque dan por hecho que lo que aprenden no les va a servir para nada. Quizá tengan razón. Los alumnos son jóvenes, pero no son tontos. Entonces, ¿qué pensaría la profesora? Pues la profesora pensaría, ¿cómo es posible que les apruebe con lo poco que saben? ¿Qué dirían mis maestros si me vieran ahora? Soy una profesora pésima, es decir, frustración. ¿Qué dirían los alumnos? Los alumnos se preocupan mucho. Los alumnos dirían, el profesor es muy enrollado. Paso de ir a clase, pero acabaré facindando. Te pondré buena nota en las encuestas. A ver si apruebo o me olvido ya de esto. Entonces, al final, el resultado que vamos a tener es que estas bailarinas que nosotros estamos fabricando van a trabajar trabajos de poco hundimiento, podríamos decir. También podríamos tener el caso del profesor de antes con los alumnos de antes. En este caso, el profesor fiscaliza y se adiciona. Esto estimula a los alumnos, a los de antes, que ya no existen, a estudiar más. Los contenidos están algo adaptados a la realidad, a la de antes. Impuestos a los alumnos. La realidad de antes ya no existe. Y los alumnos están interesados y motivados. Quieren ser como el profesor y vivir en el mundo de antes. Lo cual es muy difícil, porque el mundo de antes ya no existe. Entonces, el profesor pensaría, tengo unos alumnos excelentes, dignos de un gran sabio como yo. Es una lástima que solo unos pocos puedan sustituirme. Los otros trabajarán en bóbalas. Y el alumno pensaría, el profesor es un verdadero sabio. Le admiro muchísimo. Algún día, tras muchos años de esfuerzo y sacrificio, es posible que consiga repetir de memoria todas las cosas que él dice. Así, todos me admirarán a mí también. Y nos convertiremos en el doctor Larrivier. Es una cosa, pero más elegante. Y finalmente, esto es a lo que quizá pienso yo que es lo que nos piden que tengamos que llegar. No es que yo personalmente piense que el espacio europeo es una maravilla. Es que viene impuesto por ley y entonces hay que hacerlo. Y nos tenemos que adaptar a lo que nuestras universidades nos piden. Para bien o para mal. Entonces, en el caso del profesor actual que aplica nuevas metodologías, tendríamos que el profesor apoya y supervisa. Pero tiene que saber bailar bien. Los contenidos están adaptados a la realidad y vestidos por los alumnos. Esto es muy difícil. Cuando un alumno nos pregunta algo relacionado con un tema actual, es muy fácil contestarle. Quiero decir, nosotros en el área de fisiología, cuando alguien nos pregunta sobre los viajes espaciales, lo que hacemos en clase es decirle ¿Pero tú te has estudiado el volumen telediastólico? Entonces, cuando el alumno va para allá, decimos... Y entonces respondemos que no sabemos qué pasa con los viajes espaciales. Y alguno dirá, un fisiólogo tendría que saber sobre los viajes espaciales. No está para mí. ¿Sí? ¿No? Entonces, los alumnos nos lo preguntan. Y nosotros no lo sabemos. Decimos, no, no, no. Yo tengo un plan de estudios y tengo unos maestros y aquí hay que estudiar la fisiología del hígado. Y punto. Entonces, esto es cómodo para nosotros. Pero no es real. Entonces, los alumnos no son tontos y se dan cuenta de las cosas. Entonces, en este caso, los contenidos tienen que estar adaptados a la realidad y elegidos por los alumnos. Y esto es muy difícil. Para los alumnos y sobre todo para el profesor. Y los alumnos tienen que estar muy interesados y muy motivados. Si llegásemos a esto, que es el cielo del espacio europeo y que esperemos no quedarnos por medio, pues la profesora pensaría, ¿cuánto me ha costado preparar este curso y trabajar con los alumnos? He tenido que usar todas mis habilidades y utilizar toda mi experiencia previa, que será mucha. Espero estar a la altura de esta universidad y del talento y el gran esfuerzo de mis alumnos. Porque pobres de los que no tengan talento para intentar ser Fred Astaire. Espero que lleguen aún más lejos que yo. Que ya he llegado muy lejos. ¿Y qué pensaría el estudiante? Pues pensaría, tuve grandes maestros. Supieron cómo fomentar mi aprendizaje. No pretendieron impresionarme, sino que se esforzaron en sacar lo mejor que yo llevaba dentro. Y me enseñaron a superarme a mí mismo. Sin ellos, no lo hubiera conseguido. Entonces, claro, esto es muy bonito, pero es muy duro, ¿no? Bueno, entonces, nosotros intentando ser prácticos y aplicando las categorías de la famosa taxonomía de Dumb, los niveles del aprendizaje, el conocimiento, la comprensión, la aplicación, el análisis, la síntesis y evaluación, que son los seis niveles que los pedagogos establecen para el aprendizaje. Es decir, el conocimiento sería memorizar datos. La comprensión sería aplicar la teoría dentro del contexto del aprendizaje. La aplicación sería aplicar la teoría flexible en nuevos paradigmas, en nuevos dominios. Luego ya las competencias del conocimiento superior, el análisis, conexión de puntos y principios. La síntesis, crear conocimiento que no estaba presente anteriormente, inventar. Y la evaluación es el juicio crítico de ideas y teorías. Entonces, lo primero que hay que plantearse es en nuestra materia qué competencias queremos desarrollar y qué nivel de aprendizaje queremos conseguir, ¿no? Es decir, el conocimiento pues hay que pedirle al alumno que haga cosas como listar, definir, identificar, sacar perfiles. El nivel dos, la comprensión, pues que explique algo, que parafrasee, que describa, que interprete. El nivel tres, que calcule, que resuelva, que aplique, que determine. Y luego ya el nivel cuatro, que son palabras mayores, pues que clasifique, que prediga, que haga modelos, que analice. El nivel cinco sería síntesis, pues que cree cosas nuevas, que invente, que diseñe. Y ya el nivel, la guinda, digamos, es la evaluación. El nivel seis, que juzgue, que seleccione, que justifique o que evalúe, que debata sobre el tema, ¿no? Esto es más o menos lo mismo. Entonces, por ejemplo, conocimiento, memorizar datos. Pues nosotros, para no complicarnos la vida, dijimos, para memorizar datos podemos impartir clases magistrales. ¿Qué es una clase magistral en nuestra universidad? Esto, clase magistral, M mayúscula, se utiliza típicamente para transmitir conocimientos teóricos a grupos numerosos de alumnos. La clase de toda la vida, la lección es positiva. El profesor expone visiones panorámicas de la asignatura, resalta sus medidas maestras, encuadra las partes de que se compone, los temas o bloques en toda la asignatura, relaciona los diferentes temas, lo que hacemos todos los días. Se centran los aspectos principales de estos. La ausencia basada en las clases magistrales no garantiza la adquisición por parte del alumno de habilidades muy importantes, pero es la más usada, la más barata, pero no la única para impartir la teoría. El nivel de comprensión, aplicar la teoría dentro del contexto del aprendizaje, ¿qué hacemos? Bueno, pues podemos hacer prácticas de una. ¿Qué son las prácticas de aula? Pues las clases de problemas, de toda la vida. Nosotros definimos la modalidad prácticas de aula que tiene su presupuesto, su número de alumnos, etc., y su porcentaje máximo en cada asignatura, porque esto está ya pasado, digamos, por caja y hecha la factura de cuánto nos cuesta cada cosa, constituye un tipo de ausencia en la que un profesor hace una exposición o resolución práctica con fines ilustrativos. Por ejemplo, resolver un problema de matemáticas. Aquí hay un grupo de alumnos no muy amplio. Aquí está el problema. Un grupo, pues como mucho, de 50 alumnos. No de 100, como en las clases teóricas. Aunque interaccionan con los estudiantes, no son estos los que llevan el peso de la clase, sino el profesor. Es un tipo de ausencia que complementa los aspectos prácticos de la teoría expuesto a las clases magistrales. Es idónea para coordinar los varios grupos de seminario, etc. También se exponen los resultados de otros trabajos, pero es básicamente el profesor que resuelve un problema delante de los demás. Esto sería lo que nosotros llamamos prácticas de aula. El nivel 3, la aplicación, aplicar la teoría flexible en nuevos dominios, pues lo que podemos hacer es prácticas de laboratorio. Las prácticas de laboratorio están clarísimas en su definición. También está definido el número de personas, etc. Es un tipo de ausencia en la que un grupo no muy numeroso de alumnos, cada uno ocupando su plaza, realiza ensayos o experimentos, practica mediciones, etc., utilizando laboratorios, equipos de trabajo, con un responsable que es capaz de resolver dudas y realizar funciones de vigilancia. Las clásicas prácticas de laboratorio. Pero al llegar a los niveles superiores en el análisis, pues lo que hacemos es, podemos dirigir talleres. ¿Qué es un taller? Entonces aquí es donde ya empieza la cosa a ser un poco distinta. Los talleres, lo que nosotros llamamos talleres no industriales, constituyen un tipo de ausencia en la que cada alumno trabaja por su cuenta. Es decir, en un pequeño grupo, pero cada uno trabaja por su cuenta. Es como un taller de alfarería, cada uno hace su vasija. De modo personal, en presencia de un profesor que resuelve las dudas que le van surgiendo. Y entonces, bueno, pues le resuelve sus dificultades. El profesor, que en este caso lo llamamos instructor, no tiene protagonismo. Aquí es donde empezamos a perder protagonismo. No habla el profesor, hacen los alumnos. Y los alumnos preguntan y nosotros tratamos de resolver. Es decir, muchas de las cosas que llamamos prácticas, en realidad, pedagógicamente son talleres. Entonces, los alumnos van haciendo cada uno su propio problema y resolviendo su propio problema con un profesor que les asesora. La síntesis, el nivel 5. Pues podemos organizar seminarios, que es quizá lo más duro desde el punto de vista económico. Porque requiere grupos muy pequeños. Los seminarios permiten un tipo de docencia que facilita la interacción fluida entre un profesor y un reducido grupo de alumnos. Hay mucha gente que cree que un seminario es que un profesor coge un reducido grupo de alumnos y les cuenta una historia. Y esto lo repite veinte veces a otros veinte grupos de alumnos. No, no es así. En el seminario generalmente se utilizan, como pone aquí, para que el alumno dé cuenta al profesor en presencia de otros compañeros con los que ha compartido el trabajo, el resultado de las tareas prácticas que se le han encargado. Es decir, es el alumno el que habla, no nosotros. Nosotros escuchamos y entonces lo que hacemos es utilizarlos para que los alumnos presenten trabajos y entonces analicen casos, resuelvan supuestos, expongan un tema teórico, etc. Entonces, a diferencia de lo que sucede en las prácticas de aula, el profesor no es el protagonista. Limitándose a escuchar, atender, orientar, aclarar, valorar o mostrar cómo se hacen las cosas o evaluar. Es un tipo de docencia que es esencial para la evaluación continua de los alumnos y para el autoaprendizaje. Y sin ella no hay metodología docente para la autoformación. Entonces, el seminario es, digamos, la estrella del espacio europeo. Pero es muy caro porque tienes que utilizar grupos de veinte alumnos. Entonces, esto, no hay universidad que tenga presupuesto para pagarlo. Lo importante es que se realiza entre lo que es, digamos, la situación óptima desde un punto de vista pedagógico y lo que es la realidad del dinero. La universidad es muy cara. La universidad pública se paga con los impuestos. Y luego, en el sexto nivel, la evaluación, lo que se puede hacer es prácticas clínicas. Las prácticas clínicas son carísimas porque, al menos en nuestro medio, se hacen con un grupo reducidísimo de alumnos. Uno no puede ir a palpar el hígado como hacíamos nosotros cuando yo estudiaba a una señora trece alumnos. Porque cuando llegas ya al trece a palpar el hígado con la señora trece alumnos, entonces tienes que ir con poca gente porque, si no, los pacientes se estresan, se ponen nerviosos. La gente va aprendiendo y todo el mundo se pone muy nervioso. Y esto es muy caro. Es muy caro porque se requieren convenios, se requiere un tiempo de trabajo, etc. Bueno, ya para terminar, porque tenemos el tiempo limitado, pero podemos continuar hablando de los talleres. Podemos hacer prácticas de ordenador, otras modalidades como las tutorías, las tutorías colectivas, las tareas personales, los talleres industriales y las prácticas deportivas. En conclusión, nosotros lo que hemos hecho es adaptar nuestra asignatura a esto. A estos cánones que luego quizá, si tenemos interés, podemos discutirlos más adelante. Pero nosotros siempre que contamos esto, podemos poner esta frase que está sacada del libro de los cuentos del Conde Lucanori de Patronio, que está escrito en el siglo XIV por el infante Don Juan Manoli, que es una joya de la literatura española. El Conde Lucanori es un aristócrata un poco trambaina que, por suerte para él, tiene un criado que se llama Patronio y que fue listo. Entonces, después de cada episodio, Patronio le da un consejo. Entonces, una de las cosas que le dice es esta frase. Y dice, y vos, señor Conde Lucanori, si queréis que las cosas que os dicen y las que pensáis sean un día realidad, fijaos bien en que sean posibles y no fantásticas, dudosas y vanas. Y si quisierais intentar algo, guardaros muy bien de aventurar nada que estiméis por la incierta esperanza de un galardón del que no estáis seguros. Es decir, cuidado con el espacio europeo y con la adaptación al espacio europeo porque podemos dejar las cosas pendientes. Y resulta que, con nuestra mejor intención, podemos montar un pequeño lío en nuestra universidad y crear una situación confusa. Al final, esta lista que es lo que nuestro rectorado establece como número máximo de personas, de alumnos que integran cada modalidad docente es lo que nos permite desarrollar unas modalidades docentes u otras en cada asignatura. Por otra parte, las proporciones están limitadas. No nos permiten hacer una asignatura toda en seminarios, no nos permite hacer una asignatura toda en prácticas de aula porque podríamos multiplicar nuestra carga docente cada profesor por 20. Con lo cual, esto no se puede hacer. Está limitado el número de alumnos y está limitado el porcentaje de cada modalidad porque hay que ajustarlo a un dinero. Otra cosa es que luego el profesorado se forme pedagógicamente, etc. Entonces, sencillamente, lo que hacemos en nuestra asignatura ya lo comentaremos para el que tenga interés y simplemente terminaré diciendo que nos queda mucho camino hasta la final. No es un mal espacio europeo de educación superior, pero que con tiempo y esfuerzo conseguiremos cumplir los criterios de calidad que se nos exigen porque, como se dice vulgarmente al fin y al cabo, emplear es plazas no historiales. Y bueno, eso es todo. Muchas gracias.