Bienvenida también a mi colega Francisco Sosa Wagner, que nos acompaña aquí, eurodiputado también, y para que se vea que no sólo va con los eurodiputados, también a mi querido compañero de curso Carlos Julio Báez, a quien veo ahí. En fin, cuando éramos ambos jóvenes, él nos sigue pareciendo, pero en fin, no es mi caso. ¿Qué tiempos aquellos, no? Que la Constitución de los Estados Unidos decía eso de la persecución de la felicidad, y la Constitución de Cádiz mandataba que los hombres fueran justos y benéficos. Nuestro siguiente interviniente entra en el campo de la crítica literaria, es Ángel Basanta, Ángel Basanta es profesor de literatura, es crítico literario en el cultural, suplemento cultural del mundo, donde trabaja una buena amiga mía. Mía Liz Perales, Liz Perales, y en fin, ha trabajado fundamentalmente, curiosamente, enlazo con la intervención de Paula, ha trabajado específicamente con Cervantes, con el origen de la novela, y con la novela española contemporánea, probablemente en gran medida estableciendo nexos, estrechos nexos de unión, que en ese hilo que recorre, en fin, la literatura. La literatura española. Es presidente de la Asociación Española de Críticos Literarios, y bueno, yo podría decir más cosas de él, no muchas más, porque yo tampoco soy el narrador omnisciente de Estendal, ni tampoco el personaje ese, sábelo todo del idiota de Dostoyevsky, pero en fin, suficientemente informado como para saber que Ángel es un respetado crítico literario, entre otras cosas, porque, según he podido saber, es el autor de la primera crítica a una obra de Marisa de Santiago. Así que tienes la palabra. Bueno, buenas tardes, muchas gracias por haberme invitado a compartir este momento con todos ustedes, y únicamente quiero aclarar que cuando yo hice aquella crítica de la primera novela de Marisa de Santiago Bolaños, yo no la conocía a ella. Luego después vinieron otras novelas en las que ella siguió mejorando sus expectativas, y son esas las satisfacciones que el crítico tiene, entre otras desventajas, porque a veces uno se va creando por ahí gratuitamente enemigos no siempre silenciosos. El reto que he asumido aquí hoy no sé a dónde me va a llevar, porque yo he replanteado conmigo mismo mucho esta intervención. La intervención acerca de la literatura española actual y Europa. Empecé pensando en enfocarla a través de las traducciones, y me pareció que iba a quedar un informe demasiado frío, demasiado poco cálido y poco formativo. Y acabé pensando en lo que voy a hacer, en hablar de la condición radicalmente europea de la literatura española desde hace años, porque es lo que me ha hecho pensar que mejor formación, mejor información puede transmitir a quien esté interesado en ello. Lo que ocurre es que, lógicamente, en el pequeño tiempo de 15-20 minutos, prometo no ir más allá, voy a tener que simplificar muchísimo, utilizar la brocha gorda como es inevitable. Quiero decir que, como saben todos ustedes, la literatura española actual es una literatura tan europea como cualquier otra. Ha sido difícil, ha costado años, pero hoy es así. Como sabemos, perdimos el tren de Europa con la guerra civil, porque en los años 20 y 30, en las artes, íbamos a la par que Europa, por influencia de aquella generación de Ortega, que fue la generación más europeísta, que mantuvo a España, a la literatura española, a la par que en la europea, en el cultivo de las vanguardias, con aquel célebre grupo, poético del 27, y por dar un dato, en 1924 se publicó en París el manifiesto del surrealismo que era inmediatamente traducido en la revista de Occidente en España. O el mismo Ortega publicaba en el año 1925 la deshumanización del arte, que fue la mejor explicación de las literaturas vanguardistas europeas de aquel momento. En aquellos mismos años, el gallego Valleclan dejaba el teatro español, en la cumbre del teatro europeo, con su teatro mítico, popular y con sus esperpentos. La guerra civil truncó aquel esplendor, vino el exilio exterior e interior, y durante años la literatura española tuvo que desenvolverse con una falta de libertad y con falta de información. El cambio político se produce en España, como todos sabemos, a partir de 1921. En 1925, pero el cambio en literatura se había producido antes. Es decir, la literatura, una vez más, había ido por delante. Ya en los años 50, con Cela y la Colmena o Rafael Sánchez Ferlosio y el Jarama, pues se asimilan en España corrientes europeas como el neorealismo italiano, como el existencialismo filosófico y literario francés, el nouveau goman francés, o a los novelistas de la generación perdida. se ha convertido en una literatura norteamericana, sobre todo a John Dos Pasos en estos años. Follner será en la década siguiente. La década siguiente continúa esa renovación, esa vuelta al camino de Europa, en la novela Con tiempo de silencio, de Luis Martín Santos, que es como una transposición del Ulises, de Joyce, al Madrid de la posguerra, y nos encontramos con Juan Benet como el mejor émulo de Follner. Follner en la literatura española. Y ya, vean que voy corriendo mucho porque quiero llegar a hoy, en la década siguiente, en los años 70, exactamente en el año 1972, se publica una novela de Gonzalo Torrento Ballester, La saga fuga de JB, que es la novela gallega, la novela más gallega de las escritas en castellano, por su contenido, por sus personajes y por su visión del mundo, y la novela más... europea, también de las escritas en castellano, en la segunda mitad del siglo XX. Porque esta novela es una parodia de la literatura experimental que se está haciendo entonces en toda Europa, es una parodia del estructuralismo lingüístico y antropológico, la he visto, aparece citado directamente, y es una parodia de toda, bueno, toda no, pero una gran parte de la cultura occidental. Desde la leyenda de Abelardo y Eloisa, que aparecen ahí, bajo la sombra de Jean-Paul Sartre y Simón de Beauvoir, hasta Rilke y su carta a un joven poeta. El propio Gonzalo Torrento Ballester siguió europeizando la novela española con fragmentos de Apocalipsis, que es una novela que se escribe hablando de cómo se escribe esa misma novela. Y la crítica literaria destacó entonces ya que se publica en España esa novela exactamente en el mismo año en que en Francia se publica el estudio teórico de Lucien Dalmau. La crítica relacionó la novela de Gonzalo Torrento Ballester con los monederos falsos de Gide, aunque los conocedores de Gonzalo Torrento Ballester y de Cervantes sabemos, supimos siempre que la novela apuntaba una vez más a Cervantes y la defensa del verdadero Don Quijote frente al falso de Avellaneda. En poesía pasaba algo parecido. La poesía de la novela de Don Quijote, que es la novela de Don Quijote, la poesía española, dio un salto notabilísimo con los novísimos, consagrados ya por la antología de Castellet, los nueve novísimos poetas españoles, que es del año 1970, y en el teatro se hicieron experimentos también radicalmente europeos, protagonizados por Fernando Arrabal y su teatro pánico, y Francisco Nieva y su teatro furioso. He de decir que hay que reconocer que... ...con muy poco éxito de público, porque el público español, con tantos años de pérdida de esa tradición teatral, no estaba realmente preparado para recibir esos experimentos teatrales que en Europa nunca habían dejado de producirse. Así llegamos a los últimos años, años 80, 90 y ya en el siglo XXI, en que la literatura española se mueve con absoluta libertad. Los escritores españoles recuperaron a sus lectores, que antes habían preferido sobre todo a los novelistas hispanoamericanos, y es una literatura esencialmente europea, pensando por ejemplo en poetas como Guillermo Carnero, Jim Ferrer, Antonio Colinas, Luis Alberto de Cuenca o el propio exministro de Cultura, César Antonio Molina. En teatro nos encontramos con los mismos experimentos de Fernández, Fernando Arrabal y Francisco Nieva, y con otros autores más jóvenes, por ejemplo Juan Mayorga, cuyo título de unas obras es Himmelberg, en alemán, que es Camino del Cielo, y la existencia de un fenómeno relativamente nuevo, no enteramente nuevo, pero sí relativamente, que es el de las dramaturgas, es decir, autoras de teatro, como por ejemplo Paloma Pedrero, Maribel Lázaro, María Manuela Reina o la revolución teatral protagonizada por Angélica, Lidl, en los últimos años. Me gustaría destacar además que José Luis Gómez instituye en el Teatro de Lavadía, que es una iglesia convertida en teatro, un verdadero laboratorio teatral, y el Centro Dramático Nacional levanta en el barrio madrileño de Lavapiés el modernísimo Teatro Ballinclán, con la idea además de levantar el propio barrio. Y no quisiera olvidarme de los grupos de teatro independiente que protagonizaron importantísimas aportaciones, por ejemplo, el Teo o Joglars o la Fura del Sbaus, que son grupos colectivos que están en la memoria dramática teatral de todos los españoles. Hablaré más en estos últimos minutos de novela, porque es el género al que me dedico y porque es también el más conocido, el de mayor proyección en Europa, y voy a reducirlo a tres apartados. El primero... Es el de que, por primera vez, se produce el fenómeno de que hay varios novelistas españoles residiendo en Europa. No por eso son más europeos, pero sí hay un contacto, por ejemplo, entre Juan Goitisolo, que lleva vivienda en París, bueno, entre París y Marrakech, para ser más exactos, pues mucho tiempo, y su contacto de amistad con Jean Genet o con Milan Kundera y otros autores. González Sainz vive en Trieste, Aramburo vive en Alemania, Ovejero vive aquí en Bruselas, o estancias de autores españoles en instituciones extranjeras, como la bien conocida de Javier Marías, como profesor en la Universidad de Oxford, de donde sale la novela Todas las almas, o la de Enrique Vilamatas en su formación literaria en los años 70 en París, en los que tuvo como casera ni más ni menos que a Marguerite Duras, y de ahí salió la novela París no se acaba nunca. Quiero también decir que los escritores españoles, son distinguidos con importantísimos premios en Europa, y que han gozado de éxitos muy notables, como por ejemplo, por señalar solo dos, el éxito extraordinario de Javier Marías en Alemania, con el célebre programa de Ray Raniki, o el éxito menos conocido, pero muy notable en Alemania, como el que tuvo Rafael Chirves, donde llegó a ser nombrado escritor del mes en varias ocasiones, y eso implica que hay algo así como 100 actos culturales, sobre ese escritor durante ese mes. Esto era inimaginable hace 30 o 35 años. Y quiero decir también que hay instituciones extranjeras que dedican estudios, importantes trabajos, no me refiero ya a tesis doctorales, que eso es labor bien conocida que viene de antes, pero hay centros en los que se dedica tiempo, cursos, congresos, a los escritores españoles actuales. Voy a destacar uno porque, tiene ya cierta historia. El gran seminer que en la Universidad Suiza de Neuchatel organiza, coordina todos los años Irene Andrés Suárez y que tiene siempre como protagonista a un novelista español. El último es el dedicado precisamente a Almudena Grandes. En segundo lugar, hay más que nunca novelas españolas ambientadas en distintos lugares de Europa. E insisto, no por eso son más europeas, pero es un fenómeno que también conviene destacar. Por ejemplo, en los años 80, El invierno en Lisboa, de Antonio Muñoz Molina, que es un poco representativa del cosmopolitismo de aquellos años, o quizás con mayor profundidad, Sefaraz, que es una novela de todos los exilios y de todas las épocas. Viniéndonos más hacia el siglo XXI, la novela de Antonio Muñoz Molina, que es un novela que se publica a nuestro tiempo, la ofensa de un escritor bastante más joven, Ricardo Menéndez Salmón, que se localiza en la Segunda Guerra Mundial, pasa por Alemania, Francia e Inglaterra. Pero no para contar la Segunda Guerra Mundial, sino una visión simbólica de lo que ahí está ocurriendo y con un protagonista que se llama Kurt, en el cual se puede ver fácilmente un homenaje al protagonista del Corazón de las Cineblas, de Conrad. Y viniéndonos también a años muy actuales, pues la monumental serie, bueno, no serie, una novela en tres partes de Javier Marías, Tu rostro mañana, que se localiza en Londres, en Madrid, con algún desvío de algún personaje a Berlín. Lo mismo ocurre con novelas recientes de Enrique Vilamatas, por ejemplo, Doctor Pasavento, cuyo protagonista es un letraherido que acaba peregrinando al sanatorio psiquiátrico de Erizo, en Suiza. Huellas de Robert Balser y sus microgramas. O la última novela que está en los escaparates en todas las librerías españolas, de este autor titulada Dublinesca, y que es una originalísima recreación del Bloomsday, en forma de palimpsesto de Lulises de Joyce, por las calles de Dublín, con homenaje a Joyce y también con una humorística parodia del fin de una época en literatura, en la época digital. Fin de una época, no fin de la literatura. Es decir, esa época evidentemente marcará otras derivaciones. Y también por seguir en estos años, pues editar la novela del hispano-argentino Andrés Neumann, El viajero del siglo, que se publicó el año pasado y que, como saben, es un intento plenamente logrado de contar el siglo XIX alemán desde el siglo XXI, en una ciudad imaginaria, donde hay un personaje que se llama Hans, en el cual quizás también puede haberse un homenaje al Hans Kastorp, protagonista de La montaña mágica. Y finalmente, los cinco o seis minutos que me pueden quedar, pues voy a dedicarlos a poner en relación las tendencias dominantes de la novela española actual con las europeas. Hoy, en la novela española de los últimos años, se escribe sobre los mismos problemas que en el resto de los países europeos, y con las mismas técnicas y los mismos procedimientos. Teniendo en cuenta, además, que la novela española tiene, por otra parte, una doble relación. Por un lado, con la novela europea occidental, mejor dicho, por incluir la norteamericana, y por otro lado, con la novela hispanoamericana, con puentes de unión muy interesantes, sobre todo en autores que tienen la doble nacionalidad y que han residido o residen en España. Por ejemplo, Vargas Llosa, Alfredo Brais Echenique, el llorado Roberto Bolaño, o el jovencísimo, Andrés Neumann. El europeísmo de la novela española, por tanto, es indudable, pero no porque haya citado novelas que se localizan en Europa, porque me gusta decir que una novela no es más europea por localizarse en París, Roma o Bruselas, que si se localiza en Celama, trasunto de una imaginaria provincia leonesa como las novelas de Luis Mateo X. Dicho con palabras de ese gran portugués que fue Miguel Torga, lo universal es lo local sin fronteras, o lo local sin paredes, como nos gusta decir. Hay en la novela española actual varias promociones, todas ellas escribiendo novela, unos con ya una época final por sus años, otros más jóvenes que están iniciando o consolidando su trayectoria literaria, y la característica dominante... Yo diría que es el mestizaje de géneros, es decir, la hibridación, la superación de los géneros tradicionales, y en ese sentido, ya Pablo Izquierdo antes citaba la autoficción. La autoficción, que efectivamente está muy bien eso de Tabuki, que no es autobiografía, no es novela, no es autobiografía novelada, ni es novela autobiográfica, sino que es producto de un ludismo autorial que se concibe como una narración autobiográfica, concebida con la libertad de la novela. En el fondo es la construcción de un yo, ante el cual el lector carece de elementos demostrativos de si ese yo es real o es ficticio. Se trata de un juego y ahí es donde está precisamente el encanto de la autoficción, que en su auge actual responde a razones literarias, ese mestizaje de géneros, y también quizás a razones sociológicas, porque vivimos o hemos vivido hasta hace nada en tiempos de imposturas, y de realidades virtuales, en que no sabemos muy bien ya lo que es verdad o lo que es mentira. Autoficciones españolas de ahora mismo son las últimas novelas de Javier Marías o de Enrique Vilamatas, que ya he citado, o las de Javier Cercas, Soldados de Salamina, o La velocidad de la luz. Y por citar el parangón con Europa, pues autoficciones son algunas novelas de Sebald, en Alemania. Autoficción es la novela de Marguerite Duras, en Francia, El amante, luego después remodelada con el título de El amante de la China del Norte. Autoficciones son las novelas de Pierre Michon o los de la escritora rumano-alemana Herta Müller, o por irnos más allá, la del novel sudafricano John Maxwell Coetzee, si es que se pronuncia así, que no estoy muy seguro. Otra corriente es la de la novela experimental, que nunca desde los años setenta ha dejado de... ...cultivarse en España. Novelas experimentales, muchas de ellas en forma de metanovelas, que o bien presentan su propio proceso de escritura, su propio proceso de lectura, como por ejemplo ocurre una novela muy reciente de Eduardo Lago, llámame Brooklyn, publicada en el año 2006, o los experimentos formales con la lengua llevados a cabo por Julián Ríos o por Fernando Aramburu. Pues ni más ni menos que lo que se hace en otras literaturas europeas, por ejemplo en Francia con Claude Simon o Georges Pérec. Por cierto, Pérec es autor de un libro que se titula Me acuerdo, je me souviens, que tiene su recreación original en España. En un libro de Juan Bonilla se titula Tanta gente sola, reconocido por él mismo. Quiero hacer lo mismo que hizo Georges Pérec, pero naturalmente con otras narraciones completamente distintas. Y no puedo dejar de citar a... Ese gran novelista portugués que es Antonio Lobo Antunes, paradigma de la novela experimental, por ejemplo con Esplendor de Portugal. Una tercera corriente es ese realismo simbólico, por llamarlo de alguna manera, llevado a la creación de espacios míticos en universos provinciales, entendido en el sentido de que Elias Canetti da a esa palabra, la eterna provincia del hombre. Nada de provincianismo, sino esa provincia que es eterna, y ahí se sitúa la obra de uno de los mayores novelistas españoles de hoy, que es Luis Mateo X, creador de esa trilogía inmortal ya, El reino de Celama, en la que ha contado ni más ni menos que el fin de las culturas rurales. Y también me gustaría destacar la trilogía de Ramiro Pinilla, Verdes valles, colinas rojas, trilogía monumental sobre el desarrollo del País Vasco, tomando como referencia el azote. Podríamos citar también las provincias de, por ejemplo, como espacios provinciales, la Barcelona de Juan Marsén o de Eduardo Mendoza, la Málaga de Antonio Soler, la Mágina Úbeda, Mágina Imaginaria Úbeda Real de Antonio Muñoz Molina, o La Maragatería de Marifé Santiago Bolaños, en la primera novela que citábamos antes ya también. Y en esta corriente del realismo simbólico yo incluiría, por ejemplo, pues novelas de José Saramago en Portugal, por citar una, El ensayo sobre la ceguera. Por irnos años más atrás, los microcosmos provinciales de novelistas italianos, por citar uno, La Ferrara de Giorgio Bassani y, aunque no los vaya a citar, pues esos espacios urbanos de novelistas de la novela negra que abundan por toda Europa. Otra corriente sería lo que podemos llamar novela existencial, en el sentido de defensa de la imaginación como remedio para superar la prosa de la vida, de la existencia cotidiana. Y en España está representada por Luis Landero como heredero exímido de Cervantes. En la actualidad, como en Europa, pues lo pueden representar novelas de Kundera como La inmortalidad o de Alessandro Varico en Italia, Seda, por ejemplo. Y Cervantino declarado es el novel citado antes, Cotsi, o el propio Kundera. También abunda la novela histórica, tanto en España como en Europa, en distintos modelos. Uno es el de recrear la historia. Dos es el de narrar fabulosamente la historia. Tres es la proyección de la historia sobre el presente, que quizás sea el más interesante. Y ahí yo destacaría en España, por ejemplo, la última novela de José María Merino, La cima, que es un intento de ahondar en esa constante de la violencia en la historia pasada y no tan pasada de España. O, en cuarto lugar, un cuarto tipo de novela histórica, que sería la explotación de la historia para elucubraciones de orden intelectual o estético, como por ejemplo ocurre en Soldados de Salamina, de Javier Cercas, o en La ofensa, de Ricardo Menéndez Salmón, que cité antes. En Europa cabría recordar las novelas del Nobel húngaro Imre Kertész y sus novelas del Holocausto, novelas del británico nacido en Japón, Ishaguro, o por irnos a años anteriores, modelos célebres como Doctor Zhivago o El gato pardo. Si pasamos al apartado siguiente, otro grupo sería el de la revisión crítica de la historia de España reciente. Me refiero al siglo XX y ya la guerra civil está siendo objeto de novela histórica también. Ya hay muchos, muchos españoles que no tienen ni idea ni ningún recuerdo de la guerra civil, ni de niños ni de jóvenes. Y hay libros que se refieren a la guerra civil y a la inmediata posguerra. Quiero destacar sobre todo tres. Uno, que es un libro de narraciones cortas, se titula Los girasoles ciegos, de Alberto Méndez, que le recomiendo vivamente. Gracias. Y El corazón helado, que es la última novela de Almudena Grande, que arranca de la guerra civil, Segunda Guerra Mundial y llega hasta la actualidad. Como también La noche de los tiempos, que es la última novela de Muñoz Molina. Si nos venimos hacia tiempo más actual habría que destacar a Rafael Chirves en esa tetralogía que va de la larga marcha crematorio o la novela que acaba de aparecer de José María Gelbenzu, El amor verdadero. También en Europa nos encontramos con los mismos textos, los mismos temas y las mismas épocas. Parece que en Europa es la Segunda Guerra Mundial. Lo encontramos en el caso de la ucraniana Irene Nemirovsky en Holocausto, o en el caso de Vasily Grossman grandes novelas como Vida y destino, o en el caso del albanés Ismael Kadare, o el turco Orhan Pamuk. También nos encontramos con la novela psicológica que aparece en todas las épocas y también en estos últimos años. En España estaría representada por Álvaro Pombo. Alguna novela de Paula Izquierdo también se podría citar aquí, como en Europa aparecen los británicos Doris Lessing o Ian McEwan o en la belga Amélie Nothomb. Y no voy a hablar de la novela policíaca porque es mucho más conocida pero evidentemente es una corriente muy difundida en España y en todas las naciones europeas. Quizá destacaría Vázquez Montalbán, José María Gelbenzu y Lorenzo Silva, entre los españoles y entre los europeos por las novelas de Henning Mankell, el irlandés John Banville que a veces firma con el seudónimo de Benjamin Black, siciliano Andrea Camilleri, que le pone de nombre a su comisario de policía Montalbano y siempre he creído que es un homenaje a Manuel Vázquez Montalbán o la italoamericana Donna León y sus novelas localizadas en Venecia. Voy a terminar porque ya no me queda más tiempo para decir que hay una extraordinaria variedad y riqueza en la literatura española actual, en la novela concretamente. Curiosamente hecho en falta novelas críticas con la Unión Europea tanto en España como en América, por más que haya escritores de un europeísmo indudable, el caso paradigmático quizá sea ese italiano autor de El Danubio, Claudio Magris, tiene menos presencia en Europa la literatura española que otras literaturas, por ejemplo la inglesa, la alemana o la francesa. Estoy convencido que por la diferencia de peso político de los países se traduce bastante de literatura española hoy en Europa pero se traduce bastante menos de lo que en España traducimos de la literatura europea y estamos, creo que en España y en los distintos países de Europa también, en una verdadera saturación de mercado, ubicado en una creación de falsos prestigios para complacer a un mercado tomado como lector implícito y utilizando la frase de un novelista español, Luis Mateo X, vivimos en tiempos en donde hay demasiadas novelas que no son novelas, escritas por autores que no son novelistas y que están dirigidas a lectores que no son lectores. Por eso, y no entiendan que quiero arrimar el asco a mi sardina, es más necesaria que nunca la crítica literaria. Gracias.