Bien, pues bienvenidos todos, buenas tardes a todas las personas que se suman a esta nueva entrega del curso del Campus Noroeste de la UNED titulado Sefarad, Historia, Cultura y Arte del Mundo Judío en la Península Ibérica. Saludamos a las personas que siguen esta conferencia presencialmente desde UNED Ourense y a las más de 700 personas que nos están siguiendo ahora en directo o en diferido a través de casi una veintena de países de América, de Europa y, por supuesto, a lo largo y ancho de España. Les habla Jesús Manuel García, director de UNED Ourense. La tarde de hoy la vamos a dedicar a recordar a tres mujeres, a tres grandes mujeres de Rivadavia, tres heroínas que, con una gran generosidad, yo creo que corrieron de lindo gusto el riesgo al que se exponían al salvar la vida de tantos judíos que venían de Europa en aquellos tiempos de la posguerra y de la Segunda Guerra Mundial. Pues hoy vamos a hablar de esas tres justas entre las naciones, como la recuerdan en Israel, que son Amparo Lola y Antonia, si no me equivoco, Julia Touza Domínguez y vamos a conocer algo de su vida y de sus hazañas con la voz y el saber de Julio Touza Rodríguez, que es nieto de una de ellas, de Lola. Yo recuerdo haber vivido el homenaje que se les brindó a estas mujeres en el 2008 en Rivadavia a raíz de aquel acto, pues a muchos nos entró la curiosidad por conocer algo más con aquel librito titulado Memoria de Ferro y, pasados los años, quiso el destino que yo pudiese conocer, pues por un golpe de teléfono, al ponente de hoy, a Julio Touza, llamándolo desde Ourense, él vive en Madrid, un arquitecto de prestigio y de gran éxito, y quiso, digo el destino, que él al final acabase presentando una investigación mía sobre el proyecto de Antonio Palacios para la Catedral de Ourense en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Como ven, a veces el mundo, sin quererlo, es más pequeño que un pañuelo. Pero vamos pues ya sin más a presentar a nuestro ponente, Julio Touza Rodríguez, es natural de Rivadavia, aquí en Ourense, donde nació en el año 1951. Arquitecto por la Escuela Superior de la Universidad Politécnica de Madrid, se graduó en 1974, completó los estudios de doctorado en el 76 e inició su labor docente como profesor de la Escuela de Madrid de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Capital, donde ejerció hasta el año 1986, desarrollando desde los primeros momentos una intensa actividad, tanto profesional como de investigación y docencia. Desde el año 1961, aunque conoció a Leoz, participó activamente en la investigación y desarrollo de las ideas sobre estructuras modulares y espaciales como base de una futura industrialización del proceso constructivo. De esta época adquieren relevancia sus publicaciones sobre temas específicos dedicados a la industrialización de los procesos constructivos y las posibilidades de nuevos materiales en prefabricación ligera, al tiempo que colaboraba con la industria de la industria de la industria. Con publicaciones y revistas con ensayos y artículos sobre la arquitectura contemporánea. Julio Touza participó como ponente internacional representando al Consejo Superior de Arquitectos de España en las áreas de industrialización de la construcción, modulación y prefabricación y diseño de elementos conexos y en comisiones permanentes ante el Instituto Eduardo Torroja dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. A mediados de los 80 centró su actividad en su estudio. El estudio Julio Touza o Touza Arquitectos con un notable reconocimiento cuyas obras le han convertido en uno de los arquitectos más prolíficos de España y referencia en su modo de hacer arquitectura basada en la racionalidad, la funcionalidad y la coherencia. Sus obras arquitectónicas tienen todas ellas el sello de la calidad indiscutible de una estética sugerente y atractiva y una funcionalidad siempre reconocida, por lo que ha recibido importantes encargos no sólo en España, sino en países como Vietnam, Marruecos, Argelia, Angola, México, República Dominicana, Estados Unidos, Qatar, Arabia Saudí, entre otros. Julio Touza es además diplomado en urbanismo por el Centro Internacional de Estudios Urbanísticos, Técnico Superior de Urbanismo por el IEAL, titulado en análisis de estructuras urbanas por FAE, diplomado en rehabilitación y conjuntos históricos por el XGL, y diplomado en la Universidad de Madrid por la Universidad de Madrid, y diplomado en ordenación del territorio por el CEI de Madrid. Es ponente en numerosos congresos nacionales e internacionales sobre arquitectura y ordenación urbana, así como sobre diseño de nuevas intervenciones en cascos histórico-artísticos. Participa habitualmente en conferencias de arquitectura y urbanismo, formando también parte de jurados de concursos nacionales e internacionales de arquitectura. Ha colaborado y colabora activamente con varias universidades extranjeras y con organismos tales como la UNESCO, la Cátedra de Ciudades Sostenibles, vinculada a la Fundación de la Universidad Politécnica de Madrid, con los Centros Universitarios ITESO de México y otros. El estudio TOUZ Arquitectos ha sido galardonado también con numerosos premios de arquitectura, tanto de instituciones públicas como de compañías privadas. Mantiene colaboración habitual con importantes arquitectos internacionales de primer orden como Philip Starck, Neil Young, Nubel Gunther Stanske o Navarrete, sin olvidar a M. Martins, entre otros, habiendo alcanzado, con proyectos singulares, un alto grado de reconocimiento y de excelencia. Desde el año 2000, en que se incorporó como arquitecto asociado su hijo, Julio Touza Sacristán, ha incentivado su actividad en encargos internacionales con notable éxito. Y dicho esto, vamos a dar ya paso a lo que nos importa, al saber de Julio Touza que, como dije antes, es nieto de una de las hermanas Touza, de Lola. Este arquitecto que, como dije antes, es nieto de una de las hermanas Touza, de Lola. Como vemos, tiene una carrera prolífica, pues también nos va a llevar ahora de la mano de la historia y de esa historia, con un poco también de corazón y de cariño, del terruño de estas mujeres, de las hermanas Touza, de Rivadavia. Julio, cuando quieras. Buenas tardes, gracias Jesús Manuel, gracias a la UNED por haberme invitado, gracias por ese prolijo currículum que no tiene nada que ver con lo que venimos a hablar, pero sobre todo gracias por permitirme. Contarle al mundo la gesta, la historia de tres hermanas absolutamente mágicas que fueron mi abuela y mis tías. Vengo aquí en nombre propio, en nombre de mis hermanos Inés y Guillermo y lógicamente en nombre de todos mis primos y de la familia Touza. Algo así como lo que ellas han hecho debe conocerlo el mundo y siempre estoy y estaré dispuesto a contar. Antes de contar la historia parece que es necesario que yo exprima tres hechos, tres hechos importantes. El primero, ¿qué significa el mundo judío en Rivadavia? El segundo, ¿cuál es el valor humano de las hermanas? Y el tercero, la gesta, ¿verdad? Hay que recordar que Rivadavia tiene una enorme tradición judía desde siglo XI hasta el siglo XIV, fue una de las juderías más importantes de España. Con la expulsión de los reyes católicos de los judíos de España, pues muchos de los que se llamaron judíos conversos se quedaron a vivir en Rivadavia. Fue un momento difícil. Hubo una enorme convivencia en nuestra villa, que no lo hubo en otros lugares. Se creó el Tribunal de la Inquisición y algunos de los judíos que seguían practicando la ley de Moisés eran sin embargo protegidos por los compañeros rivadavienses de tal manera que entre la ciudadanía de Rivadavia existió siempre una relación magnífica entre el mundo judío y el mundo católico cristiano. En este sentido cabe decir que en 1920 se produce también la expulsión de los judíos de Portugal, de tal forma que la Inquisición se genera desde Santiago de Compostela con una mayor profundidad e interés toda vez que no sólo juzga a los gallegos tradicionales sino también a los que, escapando de Coimbra, de Lisboa y de Porto, alcanzaban las tierras de Galicia buscando un mayor acogimiento. En ese momento hay un hecho, curiosísimo, y es que un rivadaviense judeo-cristiano denuncia a más de 200 personas de Rivadavia ante la Inquisición de Santiago. El hecho es terrible. En aquel momento se da uno cuenta de la dificultad que representaba el convivir de unos y otros cuando de pronto uno ve que una persona como aquella denuncia no sólo a su mujer y a su madre sino a sus hijos, algunos de corta edad. La Inquisición castigó a muchos con la muerte, y lógicamente la vida castigó con la muerte al denunciante porque un buen día apareció muerto en una de las calles de los callejones de Rivadavia. Rivadavia siempre fue un lugar de acogida para los judíos y si recorremos sus calles, sus plazuelas, sus soportales, sus esquinas, veremos que hay mucho de vida del mundo judío, es decir, se respira el ambiente igual que en Toledo, igual que en Ervás, igual que en Gerona, igual que en esas grandes juderías españolas. Rivadavia se ve en el aire que uno respira que el judaísmo no está lejos de la ciudadanía. Por consiguiente, esto es lo primero. Hay una familiaridad en el mundo judío que hace que no hubiera rechazo. Es importante conocer esto porque en otro momento podría no entenderse si no. Un segundo es quiénes son las touzas. Las touzas son unas mujeres de carácter absolutamente extraordinario que dejaron huella en nosotros, mis hermanos y en mí, como no puede ser de otra manera, con las que convivimos, como no puede ser, en fin, de otra forma, desde que éramos niños. Vivíamos prácticamente en casa de mi abuela Lola, era mamá Lola, y mis tías Amparo y Julia eran nuestras madres. De hecho, en Rivadavia, por su generosidad, por su entrega, por su sencillez, por su humanidad, le llamaban las madres. Y a mi abuela se la llamaba la madre. Esto es importante conocerlo porque de ahí viene esa especie de entrega brutal, tremenda, de ellas hacia los demás. Y hace también que ese nombre secreto, ese nombre en clave, la madre, sea el nombre que se utilizó después para que la ligazón que suponemos hubo con otras personas para enhebrar ese hilo conductor de la salvación de judíos, el nombre en clave de la madre hacía que los judíos que llegaban escondidos a través del tren, o de algunas montañas o caminos ocultos, llegasen buscando a la madre que estaba en Rivadavia y que les escondía primero, les cuidaba después y hacía que les transportasen más tarde hasta la frontera de Portugal. Estas mujeres fueron desde siempre mujeres de carácter, fueron desde siempre mujeres que recuerdan de alguna manera, hoy me lo preguntaba una periodista en una entrevista que me hacía esta mañana, si podían o no recuperar la imagen del matriarcado gallego, de la mujer gallega hecha a sí mismo y con fortaleza familiar. Sin duda eran mujeres hechas a sí mismas de una gran fortaleza familiar. Sus padres habían venido de Vande, cerca de Rivadavia, y se asentaron en Rivadavia recogiendo una casa absolutamente fantástica. Hoy es nuestra casa que, si Dios quiere, convertiremos en un pequeño telito para que regente en algunas familias humildes de Rivadavia, y desde luego en un museo en homenaje a las Touza, en una fundación que haremos y que lleva en la cabeza, que será la Fundación Hermanas Touza, pero que está en un lugar de enclave excepcional. La Plaza Mayor, el Ayuntamiento al lado, la esquina de Unso Portal, una calle mágica, una casa mágica, una casa llena de vivencias y de historia. Nosotros vivimos con ellas desde niños, en aquel silencio de la noche cuando dormían, porque dormían en una única habitación, había sido casino su casa, y la habitación donde dormían era la Timba, el salón que fue de juegos, ¿verdad?, y que tenía una dimensión enorme, de casi 100 metros cuadrados. Había cuatro camas en las cuatro esquinas. En una dormía Lola, en otra dormía Amparo, en otra dormía Julia, y en otra mi hermano Guillermo y yo, que éramos pequeños y nos encantaba quedarnos a dormir porque nos ponían el desayuno por la mañana en cama. Por las noches hablaban, hablaban en voz alta, y algunas veces se callaban para que nosotros no las escucháramos. Está claro que cuando uno después descubre esto, cuando uno descubre la historia, recupera la memoria y piensa había cosas que ocultar, había cosas que no querían que supiéramos. Éramos niños todavía y por eso uno va viendo cómo esta historia de generosidad, de entrega, de valentía y de muchas más cosas es realmente algo que yo he utilizado siempre como una historia de silencios. Nunca quisieron que se les reconociese nada, nunca hicieron las cosas para buscar oro, pelo o gloria, sino simplemente por un corazón humano que se desbordaba tanto que hay quien dice que mi abuela Lola, que murió lógicamente de un derrame cerebral, lo fue porque su corazón era tan grande que no resistió la emoción de lo que había hecho en su vida. Lola murió cuando yo tenía 15 años. Venía yo de un viaje de estudios con mis compañeros de instituto de Portugal y ya la encontré en cama con aquel derrame y estuvo en agonía durante pocos días. Amparo murió años después, en el 81 de julio. Murió unos años más tarde, en el 86. Halláramos mi hermano Guillermo, mi hermana Inés y yo mayores y convivimos mucho, mucho, mucho con ellas. Jamás, nunca nos contaron nada de todo esto que hicieron. Dice la gente que no sabía nada ni mi padre. Esto no es verdad. Claro que mi padre sabía esta historia. Primero porque vivía en casa y segundo porque no podían ocultarla. Esta historia que se produce entre los años 41 y 44-45 durante la Segunda Guerra Mundial era cuando mi padre vivía con ellos. Esto después de la Guerra Civil Española. Mi padre vivió la Guerra Civil en África, en el norte de África. Y lógicamente después al vivir en casa con su madre y con sus tías sabía estas historias. Conocimos después, al ver la casa con mucho detalle, pues una especie de zulo grande que había en el fallado de la casa que se conserva en un lugar donde se han escondido a muchas gentes que luego contaré. Y conocíamos, como no puede ser de otra manera, el zulo que tenían pequeño. En la propia cantina de la estación que regentaban también. Es decir, estas tres mujeres de gran valor, de gran riesgo y tal eran enormemente queridas. ¿Qué vivíamos nosotros en aquella casa? Vivíamos algo muy curioso. Vivíamos que todo el mundo venía a desayunar, a comer, a vestirse. Es decir, eran las madres para todos los más desfavorecidos. Eran unas mujeres que dejaron un impacto absoluto en la gente que las quería, las adoraba y ellas nunca querían nada para sí. Vistieron siempre de negro, yo las recuerdo siempre así. E incluso en sus hábitos diarios eran tan humildes que mi tía Julia, que era un poco la más coqueta para pintarse junto con mi tía Amparo, no utilizaba ni siquiera un lápiz de cejas. Quemaba con una cerilla un plato de porcelana y al ponerse oscuro se pintaba la ceja para ahorrar el dinero que luego daban a los demás. Tenían en casa escondido unas bolsas con unas monedas de plata que de noche algunas veces, siendo nosotros niños, nos enseñaban. Eran monedas de plata, duros alfonsinos de la época de Alfonso XIII que valían más por la plata que por el valor de la moneda porque ya estaba la peseta y esa moneda ya se había eliminado. Las guardaban de la época suya del casino y nos decían siempre cuando algún día se caiga la casa espero que no se caiga nunca en aquella pared hay escondidos más de estos duros por si pasa algo. Nunca hemos hecho esa prueba de picar la pared, pero fijaros lo que hacían. Pues bien, un buen día estas hermanas y contado esta generosidad se cuentan dos hechos muy relevantes de mi abuela que quiero significar y a partir de ahí empiezo a contar la historia de la salvación de los judíos. Me cuenta que mi abuela, una mujer de arrojo y una mujer que durante la guerra civil española defendía las causas más insospechadas a todo aquel que la necesitaba, fueran de un bando o fueran de otro. Todos se refugiaban en la casa. En Rivadavia hubo verdaderas atrocidades, de hecho el grupo franjista que en un momento dado triunfó en Rivadavia pues contrató a un matón asturiano fijaos como se llamaba el abisinio, sería terrible aquel matón que venía con una pistola a cargarse a quien fuera necesario y los que se escondían temerosos buscaban siempre el refugio de la casa de mi abuela. Es decir, ella arriesgaba incluso a aquel abisinio que era un bestia pues fuera por ella para esconder a la gente. El abisinio como no puede ser de otra manera terminó muerto por el otro bando en algún momento y ya no en Rivadavia sino en su Asturias natal adonde los mismos que le habían contratado asustados le volvieron a enviar. Había alguna persona que pensando que iban a matarla de un bando y de otro vuelvo a insistir dejaba sus hijos, al cuidado de mi abuela porque sabía que si estaban en casa de mi abuela nadie se atrevería a hacer nada con ellos. Frente a la casa de las Zouza estaba el ayuntamiento que durante la guerra civil se convirtió temporalmente en cárcel mi abuela y mis tías socorrían a los presos les pasaban alimentos, les ayudaban un buen día desde el ayuntamiento decidieron apresarlas no podían seguir ayudando a aquellos presos que estaban destinados a un juicio a la muerte incluso. Se levantó Rivadavia entera y tuvieron que soltarlas porque el pueblo las quería tanto, las respetaba tanto las adoraba tanto que no podía consistir que estuvieran prisioneras. Estas eran las Zouza. No se sabe cómo pero un buen día en el año 2008 alguien me da la noticia de que se había publicado un pequeño libro que se llamaba Memorias de Ferro Memorias de Hierro en castellano escrito por un tal Piñeiro. Entonces yo llamé inmediatamente a la editorial que estaba en La Coruña para que me dijera la dirección del autor. Dijeron, usted no se entera de nada. El autor supo la historia que cuenta en su libro de su abuela por un avatar que luego les contaré y visitó Rivadavia y conoció a su abuela y a sus tías. Le dijo a su abuela que quería que le contase la historia de la gesta que habían hecho y su abuela se negó. Negó que no había hecho nunca nada. Y él le dijo, lo sé todo, tengo pruebas. Si usted me lo cuenta hago un juramento de vida de que no lo contaré hasta que el último de los dos muera. Lógicamente el último de los dos sería él porque era muy joven y mi abuela muy mayor. Mi abuela le creyó y le contó la historia. Pues bien, el libro se publicó un mes después de que muriera. Antón Patiño, no Piñeiro que me había confundido de apellido. Antón Patiño. Era un hombre excepcional, un librero y escritor que había estado incluso exiliado en Argentina. Un hombre de bien que en ese libro tremendo escribe historias de algunos amigos suyos y en esas historias que él cuenta ahora voy a empezar a pasar cosas de mi presentación en esas historias que él cuenta, gracias por sus nombres habla con enorme fuerza y racionalidad. de lo que pasaba en aquella época y por eso le ilusionó tanto la historia de las trouzas. Estas tres hermanas que ven en pantalla y esta historia que yo acabo de contarles y que comienza como aquí pone en este texto y que los que puedan recibirlo, puedan tenerlo vía telemática podrán leerlo con más calma esta historia parece que nace de un buen día en el que mi abuela regentrando la estación ve a un pobre desvalido y sin saber quién era y qué le pasaba pues pretende ayudarlo como ayudaba tanta gente y a todo el mundo y entonces se dio cuenta que no podía hablar con él no le entendía había en Rivadavia, cercano a la estación un tonelero un tonelero que había estado exiliado perdón, que había estado emigrado en Nueva York porque buscando fortuna era humilde y pobre había vivido mal vendiendo tabaco de mascar en el puerto y allí conoció a un polaco y aprendió unas palabras de polaco y unas palabras de inglés se había vuelto y se había vuelto convertido además al protestantismo y se había sentado como tonelero cercano a la estación desde la estación del tren de Rivadavia se llevaba el vino en toneles y los ataúdes que eran los dos argumentos económicos de nuestra villa ese hombre, Parada se llamaba pues le sirvió de traductor le sirvió de intérprete y a partir de aquí se dio cuenta mi abuela de lo que estaba pasando un latrocinio de los nazis que hacían que mucha gente estuviera muriéndose en Centro Europa que otros estuvieran metidos en campos de concentración horribles y que los que podían escapar tenían que buscar camino de la salvación no en España que Franco lógicamente no se metía con ellos pero tampoco podía demostrar que les protegía porque había una cierta relación con el eje es decir, con el grupo alemán y con el grupo italiano y por consiguiente Franco tenía que mantenerse de alguna manera Galicia era un sitio excepcionalmente complejo porque los grupos de los servicios secretos ingleses estaban protegiendo y vigilando la zona del puerto de Vigo y sin embargo la Gestapo alemana protegía y vigilaba la zona de Belfranio que estaba más orientada hacia Montfort el presidente de la Gestapo estaba siempre aquí buscaba y había que tener mucho cuidado con esta situación escaparse a Portugal era lo mejor porque desde Portugal había caminos bien para el norte de África sobre todo Tánger en Marruecos que tiene una enorme judería y ya no digamos pues la zona de Argentina con muchos judíos con muchos judíos tradicionales y por supuesto pues América del Norte y Nueva York incluso México bueno esta especie de camino hizo que mi abuela se diera cuenta y se juramentase de que había que ayudar a aquellas personas hay una historia previa verdad que también debo contar nadie sabe si esta es una historia que mi abuela hace sola con sus hermanas o es una historia que le liga con alguna persona que tiene también tradición de Salvador en este caso hay un hombre excepcional hay un Rivadaviense historiador magnífico que ahora hablaré de él que ha investigado mucho esto y ha encontrado en la persona de Aristides de Sousa Mendes que era un diplomático portugués tenía tenía en Vigo verdad el consulado de Portugal en Galicia estaba en Vigo y que pasaba mucho por el tren por Rivadavia y que él cree que conocía lógicamente a mi abuela y a mis tías y que fue parte de esa especie de liga para establecer las conexiones Aristides de Sousa Mendes liberó igual que Sanz Brice en España lo hizo etcétera o que el doctor Martínez también en Galicia lo hizo pues liberó a muchos judíos siendo el cónsul en Burdeos hasta que el dictador entonces en Portugal, Oliveria Salazar pues para no enfrentarse a los alemanes le destituyó pero lo peor es que le quitó todos sus bienes y su capacidad de trabajo y murió humildemente un hombre que era un tipo excepcional bien pues nuestro historiador del Culebro de la Ley cree que Aristides de Sousa Mendes pudo efectivamente tener mucha participación en lo de mi abuela y luego contaré una historia hermosa que tiene que ver con una investigación que este mismo investigador hace en la fundación Aristides de Sousa que está en Nueva York y que dirigen sus miedos mi abuela no podía trasladar lógicamente a estos hombres no podía hacerlo porque no tenía medios y se buscó quien los tuviera se buscó a dos tipos excepcionales magníficos que tenían además pues la raigambre de la brutalidad y al mismo tiempo la sensatez y la humanidad que les alumbraba uno era el Rocha y otro era el Calavera fijaros los nombres casi nadie al aparato el Calavera había sido durante la guerra chofer de Millán Astray fijaros un poco de lo que estamos hablando y eran tipos muy bregados los dos taxistas y por la noche cuando mi abuela les conectaba sabían a dónde tenían que dirigirse para llevarlos hasta la frontera de Portugal lógicamente todo esto lo sustentaba mi abuela es decir Ana Lola con esos duros alfonsinos de plata iba pagando todas estas cosas sin decir nunca jamás nada a nadie y esto forma parte del éxito de lo que vuelvo a decir yo llamo la historia de silencios hay una historia hermosa también participó aquí un barquero el que cruzaba el río con la barca no había entonces puente para cruzar el Miño en alguna ocasión no podía ser con los coches porque estaba la Gestapo buscando y había que trasladarlos por la noche a través de la barca y los caminos hasta Portugal hubo un día uno de tantos mi abuela pidió a estos hombres a Esteves Zarango que por favor por la noche disfrazados de pescadores que entonces era muy común llevasen a unas personas a cruzar el río para que nadie pudiera perseguirlos y llegar lógicamente hasta la frontera con Portugal padre e hijo así lo hicieron y el hijo fue el que llegó hasta el final porque el camino era largo casi 30 kilómetros o 20 y muchos y el padre se quedó esperando cuando fue a cruzar el río uno de ellos se quitó la camisa hizo un atillo se lo puso en la cabeza y él vio una marca en la mano en la muñeca era la marca de Auschwitz del campo de Portugal en la concentración el chico no sabía lo que era aquello el hombre se dio la vuelta emocionado casi llorando le dio un abrazo se despidió de él y le dio una moneda una de las tres que mi abuela daba a todos para que pudieran llegar después hasta Lisboa le había dado el 30% de lo que tenía para su salvación aquel hombre guardó la moneda se la enseñó a su padre le dijo a su padre esto me han dado y el padre le dijo guárdala algún día te servirá para algo no la pierdas pasaron los años emigró a Venezuela estuvo más de 40 años en Venezuela volvió a España un buen día con la televisión española la televisión gallega no lo sé delante estaba mi hermano Guillermo yo no estaba contó él la historia le dijo esta moneda que la tengo aquí todavía que la conservo que la he conservado toda mi vida es vuestra y se la entregó a mi hermano un símbolo magnífico 50 años después de una historia hermosísima y que lógicamente conservamos como parte de ese museo este hombre vive tiene casi 100 años una memoria prodigiosa y da fe y es testimonio de que lo que pasó fue cierto y es fantástico pues bien ya teníamos a dos taxistas especiales a un barquero extraordinario y un traductor estos eran pues la guardia de corps de mi abuela y supongo que muchos más estaban ayudando supongo que muchos más que en silencio pues aparecían apareció en 2008 esta historia que se conoce pues lógicamente una enorme un enorme interés en todo el mundo a mí empezaron a llamarme gentes de todas partes empezaron a investigar desde todos los puntos de vista alguna revista una preciosa de del faro de migo salcó esta imagen de su de su revista complementaria del faro como las slinder de galicia como el callado heroísmo de las hermanas touza como aquellas mujeres que sin decir nada a nadie han sido capaces de salvar se supone que al menos a un millar a medio millar de judíos algún otro algún otro además especialmente curioso verdad este es un personaje que escribió era un historiador es un historiador buen amigo ahora verdad con el que debo verme porque está escribiendo algo más sobre esto que tiene un programa de radio muy bonito en madrid este bruno cardeñosa su programa se llama la rosa de los vientos escribió un artículo precioso se llama la madre la mujer que salvó a 500 judíos en aquel momento todo el mundo hablaba de esto y de pronto yo recibo una llamada desde el gobierno de israel me cuentan que ellos ya lo sabían pero que en una historia de silencios y de generosidad como nunca se había contado ellos tampoco quisieron contarlo hasta que alguien lo descubriera una vez que ya se sabía ya podían contarlo pero no sólo contarlo sino que el presidente quería conocerme tuve la suerte la fortuna de encontrarme con simón pérez premio noveno de la paz y presidente de israel entonces en sevilla con motivo de un homenaje a las tres culturas y estuvo generoso y en aquel momento él e isaac sibonin que era el presidente de la federación judía española dijeron que habían mandado plantar un árbol en el jardín de los justos en israel con el nombre de mi abuela y que seguirían plantando una alameda completa con el nombre el mundo ya estaba reconociendo la gesta ya se sabía ya se conocía en aquel momento pocos años después como dos años después los servicios secretos ingleses destapan ya determinadas causas que de la segunda guerra mundial eran secretas y me pongo en contacto con los servicios secretos ingleses y me dicen que efectivamente puedo investigar y pedir datos de aquellas cosas hablo de memoria creo que eran 26.000 euros y decidí no pagarla porque ellas desde el cielo no lo entendería ellas siempre buscaban la generosidad nunca la estupidez nunca buscaron ningún oropel nunca buscaron ningún reconocimiento para qué vamos a investigar cosas algún día lo sabremos si queremos saber más no había por qué buscar y de pronto aparece nuestro historiador José Ramón un tipo excepcional bregado ribadaviense que curiosamente la vida es un pañuelo es el hijo del hombre de la moneda es el nieto del barquero fijaros qué suerte tenemos que de pronto la hilazón se completa ¿verdad? y entonces aquí vemos esa estación que era un lugar de trenes esa cantina que era un espacio muy pequeño esta mañana he estado recordándolo paseando por allí ya no existe la cantina la han tirado existe simplemente un macetero con unas plantas es un triste homenaje a lo que sin embargo fue yo recuerdo y mi hermano recuerda perfectamente el zulo pequeño que había debajo en el que no sólo se cobijaba eventualmente algún fugitivo por lo que después supimos sino que en el momento en que nosotros íbamos mucho a la estación y ayudábamos vendiendo melindres y refrescos en los trenes porque los trenes paraban como 10 o 12 minutos porque había que cargar de agua las máquinas de vapor mi hermano y yo siendo niños éramos buenos estudiantes pero ellas decían que había que trabajar para el mundo para hacer feliz al mundo y nos obligaban nos pedían y nosotros lo hacíamos encantados a subir al tren y a vender esos discípulos y así lo hicimos durante muchos años yo recuerdo no me olvidaré nunca volvía yo de Barcelona había terminado mi selectividad en la Universidad Central de Barcelona tenía 17 años tenía eufórico había sacado unas notas fantásticas venía deseando contárselo y nada más bajar del tren el tren se llamaba El Catalán era un tren directo se paraba en realidad nada más llegar voy a contarle la historia a mi tía y me dice si un momentito coge este cubo súbete al tren sigue vendiendo y después me lo cuentas ya tenía yo 17 años ya iba a ser dentro de unos meses iba a entrar en la Escuela de Arquitectura de Madrid daba igual eso marcaba para siempre eso era la generosidad el esfuerzo el trabajo eso es lo que a mí me marca estos son mis padres cuando eran eran novios desde el año 43 si mal no recuerdo verdad porque desde mi padre lógicamente vivía en casa y lo sabía y esto es el presidente Israel Simón Pérez y el presidente entonces de la Unión Sefardí Española y del Centro Pérez para la Paz Isaac Siboni con el reconocimiento estas son mis tías Amparo y Julia debajo la casa donde ellas vivieron lo que era casino lo que era su casa la familia arriba mi abuela Lola con mi padre a la derecha y el kiosco en donde se ve a mi tía Amparo detrás de la ventana y a mi madre embarazada de mi hermano con mi padre al fondo verdad estas son las calles de Rivadavia esas calles que recuerdan y resuman judería incluso en la derecha podemos ver el soportal donde estaba una de las sinagogas hoy convertida en restaurante eh y aquí tenemos lógicamente más calles de eso de eso que alumbra como si fuese un Toledo verdad un lugar mágico la foto de abajo hay un niño jugando con un patinete esa es nuestra casa es una casa hermosa que dice a Lola Amparo y Julia luchadoras por la libertad loitadoras por la liberdade es decir un detalle porque eso fue hermoso y precioso estas eran las rutas que de alguna manera seguían hay alguien que investigó en aquel momento me hice una entrevista en Madrid y se ocupó de buscar a través de sus corresponsales en Israel la verdad de cuanto se decía fue Paco Orrego hoy está en el cielo porque murió durante la época de COVID Paco Orrego fue un periodista muy bregado que trabajó en El Mundo y en su suplemento crónica sacó una matrícula excepcional que dio la vuelta al mundo y él me dijo Julio hemos investigado con nuestros corresponsales en Israel efectivamente todo esto ya se sabía ellos lo tenían escondido y la ruta que venían siguiendo era que desde Polonia y desde Alemania escapando de los campos o a través de las montañas y de los caminos llegaban desde Francia a Gerona y a partir de aquí pues venían hasta Medina del Campo después bajaban subían hasta Monforte de Lemos y de Monforte de Lemos arriba de Aria y escapaban esa era un poco la ruta que seguían y sobre todo se utilizaba el ferrocarril porque el ferrocarril tenía muchas ventajas viajaba con vagones largos era mixto porque a veces era viajero sin alternativas se podía esconder uno muy bien y podías pararte donde quisieras empezaron a escribirse historias sobre esto yo recuerdo a Diego Carcedo que fue un magnífico director de televisión española un hombre que además fue luego corresponsal en Lisboa su libro de bestias y héroes habla de la historia de mi abuela él también lo había investigado y también lo confirmó y después otros que hicieron como Estación Libertad Lola Tout o Memoria de Silencio de Eva Mejuto es decir mucha gente después ha escrito sobre esta historia incluso alguna persona llegada a nosotros alguna persona familiar como Alexandra Zouz hizo un pequeño librito que se contó y se repartió por los colegios de los niños de Galicia para que supieran realmente lo que es una gesta maravillosa para que la gente sepa que la condición humana existe y que no podemos estar siempre entre egoísmos y rifirrafes y una sorpresa curiosa que es me llaman para decir que se estrena una obra de teatro se llamaba Las Toutzas desde entonces guardo una relación magnífica con dos de las actrices mexicanas que cuando conocieron la historia escribieron un libreto y lo estuvieron representando durante dos años y este certificado del árbol que me mandó Simón Pérez y Charles Ciboni para que supiéramos que se había plantado ya es más se han intentado hacer películas Yo recibí además también la llamada de un hombre de Spielberg. La recibí poco después de recibir la llamada del gobierno israelí. Y pensé, y pienso todavía, que no es momento, que han pasado pocos años, que tiene que haber algo más de conocimiento para saber todo de esta historia. No quiero que se mezclen cosas raras en esta historia. El cine a veces es muy volandero y yo creo que hay que buscar la esencia y la racionalidad frente a la historia y el invento. Luego Sucios es una curiosa película que está bien montada, hecha en Galicia. Es un homenaje a las hermanas Touza, pero lo dicen claramente, un homenaje a las hermanas Touza. Y hacen como tres hermanas en Monforte de Lemos, junto a las minas de Bolframio, hacen un poco el mismo efecto de salvar a gente del mundo judío del holocausto nazi. En ese momento, desde el grupo de los presidentes... Los presidentes sucesivos, ¿verdad? La Unión Sefardí Internacional y la Unión Sefardí Española, tanto Isaac Sigoni después, como Isaac Kerouf después y hoy, que todavía lo es, o como David Hachuel, que es el de la derecha, pues siempre han estado en contacto conmigo para decirme que el pueblo israelí, el pueblo judío, está orgulloso y muestra su testimonio. Esa es una carta de Isaac Sigoni diciéndome lo agradecidos que estaban el pueblo israelí por esto. Y esta es una historia hermosa. José Ramón, el historiador, sigue perfilando la historia pensando que efectivamente Aristides de Sousa Méndez y mi abuela se conocieron, que hubo seguramente alguna relación para que hubiera una red un poquito más armada, ¿verdad? Buscando, investigando, conecta con la Fundación Aristides de Sousa de Nueva York y entonces le dicen, le mandan un documento que él me ha hecho... Le mandan un documento que él me ha hecho llegar, porque es muy generoso siempre, en el que la familia real de Luxemburgo confirma que su vida fue salvada huyendo del holocausto nazi a través de Galicia con la ayuda de las de Rivadavia. No dice las de Sousa, sino las de Rivadavia, no podían ser otras. Y reconoce a Aristides de Sousa y a las de Rivadavia todo el valor y todo el éxito de su salvación. Dice que... Aquella tragedia terrible que sufrió Europa, aquellos millones de muertos que hubo entonces, solo se pueden superar con un sentimiento de corazón y alma que cuesta años. Este es Aristides de Sousa en la parte de abajo cuando era diplomático y cónsul y este era uno de sus visados, de los cientos, miles de visados que permitieron que de Burdeo saliese mucha gente, judíos casi todos, judíos sefarditas o mal llamados sefarditas, pero tenían un derecho preferencial. Hasta que Oliveira Salazar le destituyó. Esta es Alexandra, una parienta nuestra, que es una chica estupenda, que además de escribir ese librito que antes os contaba, El mundo es un pañuelo, su abuelo holandés estuvo en Autis detenido y fue de los poquísimos que salvaron la vida de aquella redada. Fijaros, qué terrible, ¿no? Este es José Ramón que sigue escribiendo y trabajando siempre en el tema de las hermanas Sousa y que investiga tremendamente. Ha escrito un libro, perdón, ha escrito un artículo brillantísimo sobre la generosidad de las Sousa incluso antes de la historia de la salvación de los judíos. Lo que antes contaba yo, cómo eran, cómo defendían en la guerra civil española, en aquel atrocinio terrible entre hermanos que hubo, hubo un momento en el que un joven alcalde de Rivadavia, 33 años solamente, fue detenido y llevado a la prisión militar de Oreses para hacerle un juicio. El hombre era bueno, no tenía culpa ninguna, pero las insidias que había entonces entre los de un bando y los de otro hicieron creer que ese hombre había hecho daño a alguien. Solo una persona se atrevió a ir al tribunal y a plantarse delante de los jueces y de los militares para decirle que aquel hombre bueno no merecía el castigo. Fue mi abuela, Lola Touza, sabiendo además que podía ser castigada duramente porque no era fácil en aquel momento de finales de la guerra civil defender a los que se consideraban. Que habían sido traidores. No tuvo éxito. Fueron fusilados dos años después, pero mi abuela se jugó la vida por él. Esta era mi abuela, este es su temperamento, su talante, su carácter que nos ha legado a nosotros gracias a Dios. Esto lo cuenta muy bien José Ramón, estas historias que quedan aquí escritas para que alguien las pueda leer, ¿verdad? Y que he querido recoger. Y quiero terminar, porque no sé cómo vamos, Lola. Vamos bien. Bueno, entonces contaré más cosas. Llevamos 40 minutos. Voy a parar entonces y no voy a poner... Estaba diciendo que era un poco el colofón, es un resumen de lo que yo escribí en el homenaje de 2008 y que está absolutamente vigente hoy. Pero eso lo contamos después. Es decir, ahora lo que quiero llevarles a todo el mundo hacia el interés de lo que fueron estas mujeres era la categorización de su vida. Primero eran los demás, después eran los otros, después eran... Los demás allá, nunca eran ellas. Todo para los demás. En aquella casa, y eso ya lo vivimos nosotros, ya hablo mi hermano, mi hermana y yo, es decir, ya hablamos de otros tiempos, ya hablamos de los años 60, de los años 70. En aquellas casas, en aquella casa todo el mundo venía a vestirse, todo el mundo venía a almorzar, todo el mundo venía a coger un pan, todo el mundo venía a tomar una sopa o un caldo. Aquello parecía un hospicio más que una casa. Adoraban a las madres, adoraban a mi abuela. Muchas de aquellas mujeres que con gran esfuerzo emigraron, algunas a Venezuela, y no tenían dinero. Supimos después que había una ayuda de mi abuela para conseguir el pasaje en barco. Se hacía en barco, no en avión, porque entonces no había, o por lo menos era tan caro que no se usaba. Era un barco transatlántico que salía de Vigo y solía durar entre 15 y 20 días la travesía. Cuando volvía, después de varios años... Esa casa que se habitaba no era la de sus familias, era la de mi abuela. Venían a darle las gracias y hacer algún regalo para sus nietos. Es decir, esto es mágico. Algunas de aquellas mujeres que después se quedaron ya a vivir en Rivadavia, nos querían tanto a nosotros, a mi hermano, a mi hermana y a mí, como si fuéramos sus hijos. Era el agradecimiento que tenía hacia mi abuela desde mis días. Algunas mujeres excepcionales que me contaban anécdotas y nos contaban historias hermosas. Fijaros... El Parada, aquel intérprete... Era un hombre que cuando vuelve, se ha convertido a la religión protestante. Vive de tonerero y hay un momento en que en su humildad fallece. No se le puede enterrar en el cementerio. No está permitido enterrarle porque no era católico. Y había un pequeño cementerio, ya está integrado, al lado, que era lo que se llamaba el cementerio civil para los que no eran de religión católica o para los que se suicidaban. Bueno... Bien, pues, era un hombre humilde, no tenía medios. Si yo, un buen día, recorro el cementerio, rezo delante de la tumba de mi abuela, hoy está encerrada con mi padre, mi padre y mi abuela están en el mismo nicho, y voy al cementerio civil a dar una vuelta y me encuentro algo sorprendente. Pared con pared, justo detrás, está la tumba de Parada, del hombre que no tenía quien le enterrase. Estoy convencido de que fue mi abuela quien buscó el lugar más cercano a ella para que aquel hombre que le había ayudado tanto estuviera enterrado justo, exactamente detrás. Esa es Lola Couza, ¿verdad? Es la mujer que quiero llevaros al entendimiento de lo magnífico y de lo mágico y de lo entrañable y de lo generosa que era. Muchas de aquellas personas que desayunaban en casa, que tomaban un caldo o que cogían unas zapatillas para poder ir calzadas, vivían del pequeño contrabando. Ese contrabando sencillo y que no hacía daño a nadie consistía en pasar a Portugal en el tren, comprar unos paquetes de café que venía de las colonias. Había una marca que recordamos mi hermano y yo muy bien, que se llamaba Café Sical, porque además tenía un premio pequeñito, siempre tenía algo cuando uno lo abría. Traían cuatro o cinco kilos de café escondido entre la faja y luego lo vendían. Mi abuela les ayudaba precisamente a venderlo y las escondía. Y como no tenían dinero para pagarse el billete de tren hasta Figueira o Portugal, mi abuela o se lo pagaba o le decía al revisor, porque mi abuela les ayudaba a todos a los revisores también, que les dejasen. Nosotros vivimos mucho esto y vivimos como metidos en la cantina, pues se quitaban las fajas aquellas mujeres y echaban sus pequeños kilos de café que tenían escondidos. Recuerdo una anécdota preciosa. Yo no sé si fue mi hermano Guillermo quien estaba aquel día en el tren, pero la anécdota fue, como os la voy a contar, una de aquellas mujeres, sencilla, menuda, pobre hasta la exageración, pero que estaba siempre en casa y vivía feliz entre las faldas de mis tías y de mi abuela porque la cuidaban como suya, una desheredada de la fortuna. La llamábamos, Rivadavia la llamaba, Lapeliños, los que tengan una cierta edad recordarán lo que estoy contando. Un guarda de salto o lo que era entonces una especie de guardia civil que iban armados por si había somatenes en el camino. Pues dentro del tren la detuvo y quiso desnudarla para quitarle su café. Y Tía Amparo estaba en el tren con una bandeja vendiendo melindres, a veces iba desde Rivadavia a Filgueira y volvía y así hacían un poquito más de tiempo para poder vender. Dejó la bandeja en el suelo y le dio un ostión a aquel guardia. Le dijo, deje usted en paz a la mujer. Aquel hombre se quedó frío, la gente que lo veía se quedó helada, aquella mujer era valerosa. Las tres eran valerosas. Las tres eran de un arrojo increíble. Lógicamente, aquel hombre no tuvo respuesta y su compañero iba siempre de dos. Le dijo, no sigas, no hagas nada, déjala. Porque además, ella es una de las zouza que cuando llegamos a Rivadavia a la estación y nos bajamos, nos da siempre una copa de licor café y no nos cobra porque ascendía también a los guardias. Es que era la historia que quiero contaros de cómo esas mujeres valerosas, era lógico que atendieran a una situación terrible, que era la situación de los que huían de ese holocausto nazi increíble, de algo inhumano como jamás ha habido en la historia. Por eso contaba primero, por qué Rivadavia tiene una tradición judía que hace que no esté el rechazo entre nosotros, los rivadavienses y los judíos, que siempre hemos sido así. Segundo, cómo eran de generosas y de arrojadas y de valientes. Y tercero, cómo ante todo, por eso es lo que yo digo, que no se ha hecho nada. Lo que quería contar en esta historia, anteponían el vosotros al yo. Todo era para los demás, lo menudo era para ellas. Estas mujeres que para mí son el ejemplo de vida más importante que he tenido y que no fijaremos nosotros y familia hasta que podamos ver rehabilitada nuestra casa, su casa, para convertirla en el museo, su museo, y pueda ser un lugar de vida para que se vea que la condición humana, en medio de la maldad, tiene momentos de una gran ternura y estas mujeres lo han demostrado. Y que los más jóvenes y los más niños puedan ver en este ejemplo algo tremendo para el futuro. Y que nos demos cuenta que el alma no tiene dimensión, que puede llegar hasta donde llegue porque ellas se jugaron la vida de una manera extraordinaria para poder ayudar a los demás sin ánimo de nada más. Quiero recordar que aquí escribí estas palabras que casi, casi voy a leer. Si soy capaz de leerlas, yo creo que sí, porque las traía escritas y así termino estos minutos que me quedan con lo que yo escribí hace exactamente 14 años. Decía entonces yo el próximo 7 de septiembre, en Rivadavia, rendirá homenaje de reconocimiento y gratitud a las hermanas Lola, Amparo y Julieta. Al haberse conocido ahora su hermosa gesta de ayuda a numerosos judíos en su huida del holocausto hacia Portugal en la Segunda Guerra Mundial. Esta actividad clandestina ayudó a salvar las vidas de hombres que, marcados por su raza y religión, huían desesperados del fascismo nazi, ha salido a la luz 60 años después al publicar el escritor y librero Antón Patiño Regueira su libro Caminos de Ferro. Se publicó precisamente en esa época. Bueno. Año, el 2005, cuando él lo publica, en el que también muere, por aquello que yo os contaba, de que el juramento de vida o juramento de muerte que le había hecho a mi abuela, si usted me lo cuenta, no lo contaré jamás hasta que el último de los dos muera. Y así fue, el libro se publicó cuando él acababa de morir. El libro escrito de forma entrañable y cargado de intensidad poética es un recuerdo a los mártires del holocausto de 1936 primero, pero recoge especialmente la historia de tres hermanas. Una de ellas es la madre de Antón Patiño, que en el silencio de su gesta actuaron con notable riesgo para salvar del otro holocausto, el de los campos de concentración y exterminio, a los judíos que huían de la locura racista y xenófoba del Tercer Reich. Antón Patiño conoció a las tres, de las que supo por confidencias de algunos de los salvados quienes, gracias a su ayuda, alcanzaron desde Portugal las costas de América o las de Marruecos y Argelia. Antón supo de esto porque un judío en Nueva York quería dar las gracias a los judíos gracias años después, a las touza que le habían salvado, y se lo contó a un gallego de la Coluña que volvía a la Coluña de vacaciones, y este a su vez lo contó en el Casino del Juego de la Coluña, estando Antón Patiño escuchándolo dijo, no vayas a Rivadavia, yo voy en tu nombre, entre otras razones, porque tú disfruta de tus días venir desde la Coluña a Rivadavia, entonces era costoso y largo. Y así fue como Antón, sabiendo la historia. Porque se la había contado su paisano cruyés que la había recibido de un judío de los salvados, pues dio testimonio y mi abuela tuvo que contarse. Las tres dieron siempre un testimonio de generosidad y entrega, encarceladas por socorrer a presos durante nuestra guerra civil, su casa estaba separada, solo unos metros de las celdas del propio Ayuntamiento de la Villa, pues hubo un enorme altercado en el pueblo para que tuvieran que salir inmediatamente libres. La cantina de la estación que regentaban, donde eran transportados los presos en convoyes hacia las cárceles de Vigo, socorrían a los que podían y lo mismo a los soldados, muchos de ellos casi niños, que durante la guerra civil o después, durante la Segunda Guerra Mundial, incluso algunos en la División Azul, salían y pasaban por delante de la cantina camino del frente de batalla. En su casa, que entonces era casino de tertulias y de bailes, fueron acogidos siempre y siempre cuantos sufrían necesidad y, aun en los días más duros del hambre, había siempre un plato de comida para quienes se acercaban buscando amparo. Corazones tan generosos no podían consentir el horror de la besanía nazi y, como bien señala Patiño, se juramentaron para crear una red de apoyo a los judíos perseguidos en Europa, encargándose de enviarlos a Portugal con la complejidad de un familiar taxista, el Rocha, otro amigo, el Calavera, un tonedero que servía de intérprete y un... barquero, que tuvo después el detalle hermoso y la historia bonita de la moneda que antes os he contado. Fueron sin duda parte de aquellos héroes desconocidos que, animados por un profundo sentido de humanidad y solidaridad, afrontaron todos los riesgos y desafiaron todos los peligros para salvar a tantos del exterminio. Cuenta el periodista italiano Gasparri en uno de sus libros sobre el Holocausto que decía «He hecho decenas de entrevistas, he recogido testimonios originales e inéditos de personas por lo demás esquivas y reservadas que han aceptado contar sus vivencias sólo a condición de que sirvan para la búsqueda de una verdad histórica. He encontrado judíos que no habrían sobrevivido sin estas personas, estos ángeles de la caridad, y he conocido historias que remueven las entrañas y abuntan en el martirio. Pero el árbol de la vida, tan duramente golpeado por las ofensas de la guerra y de la intolerancia racial, continúa, por desgracia, alimentándose. Y sólo gracias a la valentía y a la calidad de miles de héroes desconocidos como las Tauza, este mundo viene a señalar que no tiene fin». No debe sorprender que estos hechos, aunque excepcionales, sólo se encuentren en crónicas personales y recuerdos que alguien recupera pasado el tiempo. Las circunstancias requerían que no quedara prueba alguna de la acción clandestina, confiando la difusión en todo caso sólo a la comunicación oral, como guardándose casi del miedo de aquel manifiesto de la raza. al nieto de Lola, sobrino de Amparo y Julia, que era yo, certificando que ha sido plantado un árbol en las colinas de Jerusalén con su nombre. Plantar un árbol en la alegoría judía simboliza la vida que perdura y se reproduce, como sin duda ocurre en el ejemplo dado por los justos para los judíos. Este reconocimiento, dice Emanuele, presidente italiano de Amigos del Yad Vashem, que es el organismo en Israel que vela precisamente por los que han muerto y por los héroes que han salvado a muchos. Son los que nombran, los que nominan a los justos entre las naciones. Isaac Siboni, presidente de la Asamblea Universal Sefardía, ha manifestado su admiración y gratitud en un escrito remitido a Julio Touza, manifestándole además su deseo de estar presente en cuantos actos se fueran a hacer. Sin duda la expectación, en aquel homenaje decía yo, la expectación, en aquel homenaje, supera todo lo que uno puede imaginar. Muchas gracias a todos. Yo no sé si esto termina bien, termina mal. Termina muy bien, Julio, gracias por esta historia. Vaya historia con mayúsculas la que se vivió hace tantas décadas aquí en la provincia de Urense, en Rivadavia, la capital de Ribeiro, y salían a Portugal en el taxi por Ponte Bárcela. Así es. Es la salida natural a Portugal por esa zona. Pues vamos a ver si entre el público, primero, hay alguien que quiera hacer alguna pregunta. A ver, yo, más que preguntas, necesito hacer la conclusión aceptada. Me digo que con tan poco, ¿cómo consiguieron un tan mucho? Supongo que la situación no ha llegado a los objetivos. Pero con tan poco material, entendí que no eran ricas, que se averió, ¿cómo consiguió? Que había un poco de dinero. ¿Cómo hicieron tan mucho? Porque ¿cuántos judíos han nombrado que salvaron de la muerte? Bueno, que ciertamente perdieron sus vidas, ¿no? Esa es mi conclusión, no sé si es verdad. No, pues es una conclusión magnífica, pero lo que quiero decir es que la heroicidad viene siempre de la precariedad. Es decir, alguien que apenas tiene nada o que apenas vale nada se convierte en héroe por un gesto, por algo que hace que no se espera. Por eso no se espera que siendo humildes sean capaces de. Por eso no se espera que siendo sencillas fueran tan arriesgadas. Por eso nadie pensaba que siendo unas mujeres solamente fueran, sin embargo, tan valientes. Bueno, pues de esa manera se puede explicar, y solo de esa manera, que con tan poco aparente, digo aparente porque el arrojo está en el corazón, y eso es el mucho, pudieran hacer tanto como han hecho. Bien es verdad que esa ayuda que hacían... ...con los duros alfonsinos de plata que hoy conservamos algunos, mis hermanos y yo, como legado que antes conté, que nos dejaron más, los que deben estar ocultos en la pared de casa que siempre nos dijeron, venían de la época anterior a la guerra civil en la que ellas regentaban el casino de juego y lógicamente tenían ahorros. Y esos son los que daban dos, tres, hasta cuatro según las dificultades a cada uno de los huidos para que con el cambio en plata, no por el valor empresarial, sino por las respuestas que no tenían valor porque la moneda de Alfonso XIII ya había desaparecido de la circulación, pudieran alcanzar las costas de Portugal para desde allí enrolarse en algún barco como Gourmet o como Gourmetes o como lo que fuera, para alcanzar, vuelvo a insistir entonces, o bien las costas de América, o bien Argentina, o bien Estados Unidos, o bien México, o bien donde iban, o bien las de África, ¿verdad? Sobre todo, Tanger, que había una judería, y hay una judería que yo conozco y visité, y Casablanca también, extraordinarias. De hecho... Presidente de la Unión de Judíos Marroquí, Serge Morduc, el gran amigo mío, un hombre mayor, esto es una cosa importante y quiero contar, fue ministro del rey, el rey Hassan II, el padre del cual rey, y hoy es además, fue ministro de su padre, y consejero real, que es mucho más que ministro del hijo, es decir que los árabes, los marroquíes, siempre tenían un ministro judío. Es una cosa curiosísima esto que os cuento, difícil de entender, ¿verdad? He podido vivir, porque yo he vivido ahí, vamos a estar ahí, he hecho incluso como arquitecto proyectos y tengo una enorme amistad con el pueblo marroquí. He vivido ese reconocimiento que los árabes hacen, los árabes, de lo que parece poco, se convierte en mucho, porque hay como un fermento que transforma a las personas. Pero ese es el fermento del corazón, el arrojo, la valentía, el coraje, esto no va en dinero. Entonces, ¿cuál es la pregunta que...? Por mi profesión, ¿cómo es posible que en esos años de guerra, bueno, o de la entreguerra, digo, porque antes de la Segunda Guerra Mundial, supongo que, o entendí mal desde el 20, me parece que dijiste que ya era cualquier judío, ¿no? Perdón, ¿que ya? Digo que... Sí, en la entreguerra, entre la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial. Digo que ya en esa época lo hicieron los judíos, ¿no? Ya salvaban a los judíos. No, no, no, los judíos solo los salvaron durante la Segunda Guerra Mundial. Durante la Segunda Guerra Mundial. Solo durante la Segunda. Empezó esa gesta en el año 41. O sea, que la persona que a mí me habla... Entonces, esta pregunta es, ¿cómo contamos con los medios de comunicación? Porque hoy, por ejemplo, con Internet, sería muy fácil decir, oye, pues en Rivadavia hay... Primero, ¿cómo Rivadavia tenía fama en el centro europeo? Y segundo, ¿cómo se supo en el centro europeo que había en Rivadavia alguien que nos escogiera? Bueno, yo creo que esto forma parte de esa investigación. ¿Qué está haciendo José Ramón respecto...? Eso no se sabía. Lo sabían muy pocos. Y esa hilazón que hacía que alguien viniera buscando a la madre no se contaba. Se contaba solo en el oscurantismo de los medios de los que huían para salvarse. De tal manera que aparece ahí la posibilidad real de que Aristides de Sousa Méndez, ese hombre que antes contaba yo, que era cónsul de Portugal en Burdeos y que conocía a mi abuela teóricamente. Parece ser que es cierto por lo que os acabo de contar. Y que la Fundación Sousa Méndez de Nueva York, dirigida por sus nietos, confirma que la familia ducal, la gran duquesa Carlota, fue salvada, sus hijos y sus nietos, fue salvada del holocausto nazi gracias a Aristides de Sousa y a las de Rivadavia, hasta claro que eran las tautas. Eso no es que se contara, no es que se supiera, no es que tuviera fama. Es que se hacía en silencio y a escondidas. Era una red clandestina que contaba yo. Más no podemos saber. Ojalá sepamos más, y espero que se sepan. Pero fijaros, en medio de estos silencios es una cosa curiosísima. Alguien me decía un día, no sabía nada tu familia, ni siquiera tu padre. Les voy a contar una anécdota curiosa. Mi padre era profesor. Y un buen día le ofrecen un trabajo que no tiene nada que ver con el de la enseñanza. Tiene que ver con el de vender electrodomésticos, coches, etc. Era una compañía que estaba en Galicia. Era una compañía muy esentada, que hoy me parece que ya no existe. Se llamaba Jesús Lago y Lago, que vendía en todos lados. Mi padre era el director de un área importante de Orensis, pero con sede en Rivadavia. No sabía conducir. Y entonces le dijeron contrato. Era un conductor que le lleve por los sitios. Fijaros, el conductor que contrata se llamaba Rocha. Era el hijo de aquel taxista que ayudaba a mi abuela a escapar. Y cuando pasan unos años, y Ángel Rocha, recientemente fallecido, le dice a mi padre que quiere irse a Venezuela, a Caracas. Y mi padre le ayuda para pagar el pasaje y se va a Caracas, donde vivió muchos años hasta que volvió a Rivadavia no hace tanto. Luego murió. El segundo chofer que contrata a mi padre se llama Calavera. Era el hijo de Calavera. Está claro, ¿verdad? A veces me emociono cuando lo cuento. O sea, que perdóname. Las coincidencias. Y a raíz de lo que... Lo que decías tú, Josefina, a base de muchos pocos se consigue un mucho. Eso siempre. Y más en estos tiempos que andan, sobre todo los jóvenes a la carrera, parece que quieren aprender enseguida. No, no, mire, a base de un poquito hoy y otro poquito después. Conseguirá usted un mucho muy grande. Hay otra pregunta, si es que... Interesante ocurrir, porque entendí que somos unos padres, ¿no? ¿No hubo alguno que resaltase el lavador de Astorza que... Que escribiese algo, que dijese algo, que comentase algo, que sea relevante? Pero... Que a veces no hay trabajo. Está claro que no podían hablar porque contarlo de inmediato significaría delatarlas, ¿verdad? Entonces, lo primero es entendible. Lo segundo, lógicamente, lo desconozco. Porque efectivamente cuando pasa el tiempo ya la gente hace su vida y no sé si tal. Pero la historia viene precisamente porque... Que uno de ellos quiere agradecerlo y se lo cuenta a un paisano que venía para decirle, cuando vayas a España, por favor visita a estas hermanas y dale las gracias porque han salvado la vida mía y de varios. Por lo menos este. Yo he recibido escritos de muchas universidades que están dirigidas por prohombres magníficos de religión judía. Y algunos me dicen en notas que tenían notas... Pero no he pedido más datos. De cómo muchos de ellos agradecían a tres mujeres sin decir los nombres. En un pueblo de Orense, famoso por sus vinos y sus ríos. Está claro que no hay muchos más que arriba de ahí. Que les habían ayudado a salvarse. Y creo que lo contaban así para protegerlas incluso en el tiempo después. Claro, fijaros que esto se dice pronto. Pero tú que ya piensas casi como yo. Yo, porque no es edad, yo soy mayor. Pero verás, durante muchos años, años 60 incluso. 60, eso viene mucho después del 45 que termina la Guerra Mundial. En los años 60 hasta los 70 todavía se hablaba del contubernio judeo-masónico en España. Todavía había miedos de hablar y de decir que tú habías ayudado a... Aún hoy, bueno, pues fíjate, si aún hoy dices que todavía peor. Yo espero que no, pero bueno. A ver. Bueno. Vamos a preguntar a Luis Gullín si hay alguna pregunta entre las personas que nos siguen a través de internet. Más de agradecimiento que un alumno directamente desde Israel escribe. Le doy la enhorabuena por su conferencia y le felicito por lo que nos enseña en su abuela. Y es, no conoce la historia, pero me parece un ejemplo de vida. Y otro también desde Cartagena. Gracias mucho a nosotros. Estamos aquí hoy porque nuestros mayores han llegado. Gracias. Bueno, ¿alguna pregunta más? Bueno, pues yo... Es cierto, es cierto. Pues es una historia de estas que hacen época. Es más, habla una persona... Entonces, habla una persona que... ...de tres años, tiene historia de Galicia, tiene historia del arte de Galicia, y desconozco a estas tres personas. Pero uno de ellos dice que se me logró así de conmigo. Y a los otros dos dan su residencia. Entonces, yo creo que esto, si lo desean en vivo, no lo comentan, pues por lo menos que lo unen con un director que ya me... Aquí la tienen. Pues por lo menos que comenten... Pues ahí está esta propuesta que hizo precisamente un efeurense al Campus Noroeste, que es en el que estamos ahora disfrutando de estas jornadas que se titulan Sefarad, Historia, Cultura y Arte del Mundo Judío, la Península Ibérica. Pues gracias a todos los que están aquí presentes, exactamente 14 personas, los más de 700 que decíamos antes que nos están escuchando por el mundo, adelante, gracias a Julio Touza. Y os informo que la próxima conferencia de este ciclo tendrá lugar a las 6 de la tarde, como esta, el próximo día, jueves 13 de octubre, y será ofrecida desde el centro de UNED Zamora. Se titula Memorias de Sefarad, negociaciones de la condición judía entre los exiliados de Tánger y La Habana. Digo desde UNED Zamora, la va a pronunciar Jaime del Álamo Benmergui, que es del Grupo de Investigación Reconocido Cultura Académica, Patrimonio y Memoria Social de la Universidad de Salamanca. Como todos los años, pues un gusto participar en este ciclo del Campus Noroeste. Gracias a todos y hasta la próxima sesión.