Bienvenidos a este vídeo sobre la Política Fiscal. Lo que vamos a cubrir va a ser lo siguiente. En primer lugar, haremos una introducción a la política fiscal. En segundo lugar, hablaremos de la restricción presupuestaria del Gobierno y, finalmente, abordaremos la equivalencia de perdiendo. Comenzamos entonces, por tanto, con una introducción. Es bien sabido que la política fiscal estudia el efecto de los cambios en el gasto público o en los impuestos sobre las variables macroeconómicas ordenadas frente a empleadores, etcétera. ¿En qué punto estamos hoy en relación con lo que se piensa sobre la Política Fiscal? Podemos hacer un breve panorama histórico. Veremos que, en los años 50, 60 y 70, la visión keynesiana era el paradigma dominante entre los economistas. Se sabía que la política fiscal expansiva se llevaba a cabo ya fuera por una bajada de impuestos o por un aumento del gasto público. En general, se consideraba que la política fiscal era un instrumento bastante eficaz para estabilizar la economía y que un aumento con gasto público financiado con deuda ejerce más impacto que si se financia con una bajada de impuestos. Y esto justifica el crecimiento de la deuda pública, que en último término tampoco tenía mucha importancia porque eso afectaría a largo plazo y, como decía Keynes, a largo plazo todo es muerto. Y, para matizar estas ideas, podemos utilizar el diagrama tradicional o que se ha agregado a demandar de dada. Vamos a comparar lo que ocurre cuando se financia el gasto mediante deuda y cuando se financia el gasto mediante impuestos, todo dentro del marco keynesiano. Y, puesto que estamos en el marco keynesiano, recordamos el supuesto fundamental respecto a la teoría del consumo, y es que el consumo es función de la renta disponible en cada periodo. O sea, el consumo en T depende de la renta disponible en T. Tenemos un equilibrio inicial en E sub cero, que está dado por la intersección de las curvas de demanda agregada sub cero y oferta agregada. Nos planteamos qué ocurre si aumenta el gasto público. Sabemos que la demanda agregada se desplaza a la derecha y el equilibrio pasa de E sub cero a E sub uno, conllevando un aumento en la renta y en el nivel de precios equilibrado. Bien, este incremento de gasto público se financia con deuda pública, por lo tanto no se mueven los impuestos y eso quiere decir que no hay ningún otro efecto sobre la renta disponible de los consumidores. El equilibrio final es el punto E sub uno. Pero ¿qué ocurre si esta misma subida de gasto público se financia con impuestos? Entonces, tendríamos una dinámica un tanto más complicada. La primera parte sería igual. O sea, partimos una demanda agregada sub cero con un punto de equilibrio inicial en E sub cero. La subida del gasto público desplaza la demanda agregada del nivel sub cero al nivel sub uno, en rojo. Alcanzamos un nuevo punto de equilibrio en E sub uno, con coordenadas I sub uno y P sub uno, como en el caso que acabamos de ver. Pero, en este caso, puesto que la subida del gasto público se financia con impuestos, o sea, aumentan los impuestos, esto quiere decir que se reduce la renta disponible de los consumidores y que, por tanto, el equilibrio pasa de E sub uno a E sub dos. Baja la renta disponible, baja el consumo, baja la demanda agregada y, por lo tanto, el equilibrio final es E sub dos. Eso quiere decir que el efecto total de la medida viene dado por un incremento de renta de I sub cero a I sub dos y un incremento de precios de P sub cero a P sub dos. Puesto que el nivel de renta que se alcanza en este caso, en verde, es menor que el que se alcanzaba en la casa anterior, o sea, cuando existía financiación con deuda, puesto que I sub dos es menor que E sub uno, podemos concluir que la política fiscal financiada con deuda es más eficaz, puesto que el efecto expansivo sobre la renta es mayor. Bien, pues esto es lo que se pensaba en el paradigma dominante en los países desarrollados en los años 50, 60 y 70. ¿Qué pasó a partir de ahí ya en los últimos setenta, los ochenta y los noventa? Pasaron varias cosas relevantes. Por una parte, hubo shocks de oferta manifestados en brusca subida del petróleo en el 74 y en el 79, y se vio que estos shocks de oferta no estaban ni previstos ni analizados por la política tradicional de demanda y que, por lo tanto, esa política de abrupo tenía soluciones para esta situación que era nueva. Por otra parte, sobre todo en los años 80, se producen varias crisis de deuda externa en países de Latinoamérica, en buena parte debido a que habían abusado de la deuda pública. Habían llevado a cabo políticas fiscales expansivas, las habían financiado con deuda, en este caso deuda externa y, bueno, por una serie de circunstancias aquello acabó, en muchos casos, en infavos y en una crisis que duró casi un decenio. Por lo tanto, eso de recurrir indefinidamente a la deuda para financiar políticas fiscales expansivas, pues tampoco era un buen remedio, puesto que llevaba a situaciones trágicas como esta. Y en tercer lugar, en el campo de la economía teórica, surgieron aportaciones de otros economistas destacados, como Friedman, Lucas, Schultz, Buchanan, Sargent o Barrow –por cierto, dos premios Nobel en el mismo espacio– que se pueden considerar que pertenecen a la economía neoclásica. Es un poco de paraguas, cajón desastre para englobar distintas posturas, pero que bueno, con el fin de distinguirlos de la economía trinesiana puede valer. Y estos economistas dijeron varias cosas. Por una parte, destacaron las limitaciones de la política fiscal, que en su opinión era desaconsejable para estabilizar la economía, sobre todo si se comparaba con la política monetaria, pues que tardaba más en diseñarse y en ejecutarse porque muchas veces los objetivos económicos estaban mediatizados por objetivos políticos, pues se habrían elegido en las próximas elecciones, cosas de este estilo. Porque a veces la política fiscal no respondía a una estrategia consistente y coherente en el tiempo, sino que había cambios súbitos de rumbo, inconsistencias temporales. En segundo lugar, también se decía que los agentes son racionales y miran al futuro, por lo tanto sabían que un aumento de deuda hoy significa un aumento de impuestos mañana y esto quitaba eficacia a la política fiscal. Y un poco como consecuencia de estas ideas, abogaban para que la política de demanda que se usara para estabilizar la economía fuera la política monetaria. Ahora bien, por supuesto resumiendo mucho, en el 2008 se produce la crisis subprime, que produce una recesión o una desaceleración en una serie de países desarrollados, entre ellos España y también la Eurozona. Y se ve como en un escenario como el que dejó la crisis subprime, o sea, tipos de interés muy bajos o nulos, la política monetaria tenía un margen de maniobra limitado, o sea, había consumido ya toda su munición y ya no podía seguir bajando los tipos de interés por debajo de cero, que es el índice natural. Por lo tanto, debería ser la política fiscal la que asumiera de nuevo el protagonismo de impulsar las economías. Bueno, esto es una panorámica rápida, pero nos permite justificar en qué situación estamos hoy. Hoy la política fiscal, toda ella también la neokeynesiana, ha incorporado parte de las críticas de estos economistas que hemos llamado neoclásicos. De manera que, incorporando estas críticas se ha producido una especie de síntesis que ha dado lugar a la economía neokeynesiana, que presta más atención a los fundamentos microeconómicos del comportamiento, presenta un enfoque dinámico, acerca que los agentes tienen o bien información perfecta o bien expectativas nacionales sobre la marcha de la economía y, en cuarto lugar, también consideran el largo plazo y no solo el corto como en la política keynesiana pura. No obstante, aunque digamos que las posturas entre los economistas neoclásicos y los economistas neokeynesianos se han acercado bastante, sigue habiendo discrepancia. Y por lo que respecta a la política fiscal, se sigue debatiendo cuál es la eficacia de las distintas medidas. ¿Tiene más impacto una bajada de impuestos o un aumento del gasto público? En segundo lugar, ¿qué efectos negativos puede tener una política fiscal activa? ¿Qué distorsiones puede causar al comportamiento de los agentes? Y también vemos que parte de este debate no es solo técnico, sino que también en el fondo toca un área más difusa que, en el fondo, pues esconde a los planteamientos políticos o a las preferencias de cada uno. Porque, en el fondo, discutir o debatir sobre política fiscal, pues en último término es hablar del papel del Estado, si debe ser más activo o menos activo. De cuestiones como si algunos bienes, como la sanidad o la educación, se deben proveer solo por el sector público o también por el sector público y el sector privado. Y también, pues en el fondo, ¿qué se busca con la política fiscal? Como con la política fiscal se pueden llevar a cabo varios objetivos, pues estabilizar la economía, redistribuir la renta, recaudar más… Pues cuando un Gobierno modifica la política fiscal, ¿qué está buscando? A veces claramente solo un objetivo, pero otras veces una combinación de dos o de tres y realmente la política fiscal debe responder a esa variedad de objetivos. Bueno, este es un debate que evidentemente no se agota en lo que acabamos de decir, pero sí que comentar esas ideas nos puede dar pistas también para interpretar lo que oímos y escuchamos cada día en los medios de comunicación. Pasamos entonces al punto 2, que es la restricción presupuestaria del Gobierno. Y para plantearlo, de modo que hagamos más caso a esos críticas de los 70, o sea, con más fundamentos microeconómicos, nos puede ayudar a asemejarla a la restricción presupuestaria de un individuo. En general sabemos que la restricción presupuestaria de un individuo lo que dice es que el consumo total que lleva a cabo a lo largo de su vida no podrá ser mayor que la suma de dos factores. Por una parte, la riqueza total que tenga, ya sea por herencias o por la razón que se quiera, y la renta total que vaya adquiriendo a lo largo de su vida. O sea, en definitiva, todo el consumo no puede ser mayor que todos tus ingresos si vemos no solo el corto plazo, sino un horizonte temporal amplio. Esta restricción está con desigualdad porque es posible que el consumo sea menor que los recursos, en cuyo caso se dejarían elevados para la generación siguiente. Y puesto que estamos en un entorno dinámico habrá que pulir un poco esta ecuación de manera que descontemos los focos que no están generados en el momento inicial al presente. Si hacemos esto y si sumamos todos esos elementos, lo que haremos por medio de una integral si estamos en tiempo continuo y de un sumatorio si estamos en tiempo discreto, lo que sacaremos en claro es una ecuación como la que está en la parte inferior de la pantalla. O sea, que la suma o la integral de todo el consumo descontado al presente tiene que ser menor que la integral o la suma de toda la riqueza más la renta descontada hasta el presente. Como decía en la diapositiva anterior, no hace falta que esta restricción se cumpla periodo a periodo. ¿Por qué? Porque existen unos mercados financieros que permiten al agente cubrir los desajustes en cada periodo entre la renta y el consumo. Y esto lo ha explicado muy bien la teoría del ciclo vital, que podemos resumir con el gráfico que aparece en la pantalla. Podemos relacionar edad del sujeto o bien tiempo cronológico en el eje de abdicias y las variables consumo de la gente y renta de la gente en ordenadas. Y podemos representar el consumo como una línea más o menos estable o plana en el tiempo cronológico, puesto que el sujeto… La hipótesis más extendida de economía es que presenta una función de utilidad con utilidad marginal decreciente y quiere un consumo más o menos estable en la vida. O sea, no le sirve un año consumir mil cervezas y al año siguiente consumir tres, sino que quiere un número de cervezas, no sé, a lo mejor de 60 a 65, si se toma uno cada día, pero que sea más o menos estable, puesto que si te tomas mil, pues ya las últimas te aportan muy poquito. Tienen una utilidad marginal prácticamente cero. Bien, claro, lo que pasa es que la pauta que suele seguir la renta del sujeto no es tan plana como la del consumo. Generalmente, la renta cuando uno es joven o empieza a trabajar es no muy elevada. Va creciendo conforme se adquiere más experiencia y más cualificación. Llega un máximo que se suele dar en la edad madura de cinco, cincuenta, cincuenta y tantos años. Y a partir de ahí va desceniendo, ya sea porque se trabaja menos horas o porque ya finalmente uno ya se jubila o porque empieza a consumir los ahorros de toda la vida, etcétera. En definitiva, tenemos un consumo que es más o menos estable en el tiempo. Tenemos una renta que tiene forma de U invertida. ¿Y cómo consigue el sujeto adecuar renta y consumo? Con el recurso a los mercados financieros pidiendo prestado en aquellos periodos en los que el consumo es mayor que la renta, al principio de su carrera y al final, en la jubilación. Pidiendo prestado o bien consumiendo el ahorro que él ha generado en la jubilación, en un sistema de capitalización. Y, por otra parte, generando ahorro en aquellos momentos del tiempo en los cuales la renta es mayor que el consumo, rayado en azul en el tráfico. En definitiva, lo que nos dice la hipótesis del ciclo vital es que, en presencia de mercados financieros, el consumo se aguiza, se suaviza, se hace más estable mediante el ahorro y el desahorro. Y para entender todavía mejor esta intuición puede ser útil recurrir por un momento al diagrama tradicional de curvas de indiferencia y rectas de balance, que nos muestran de forma gráfica el óptimo. Nos podemos representar unas curvas de indiferencia que respondan a una función de utilidad que depende de dos bienes –peso 1 y peso 2– que podemos considerar que están consumidos en distintos momentos del tiempo, en el periodo 1 o en el periodo 2. Por otra parte, tenemos una recta de balance, que lo que viene a decir –igual que comentábamos hace un momento– es que el consumo total del agente no puede ser mayor que sus recursos totales a lo largo de su vida en la ecuación 2, teniendo en cuenta que tenemos que descontar las magnitudes del periodo 2 al periodo 1, dividiendo por uno más otro el tipo de interés. Y si planteamos una situación inicial del agente respecto a sus recursos, como la que viene dada por el punto E sub cero, o sea, con una renta como el sub 1 en el periodo sub 1 y sub 2 en el periodo 2… Y, por otra parte, vemos que, según su función de utilidad, el óptimo para el consumo entre consumos sub 1 y consumos sub 2 de este agente es el punto F. Pues lo que hará este agente es recurrir a los mercados financieros para salvar esas diferencias entre renta de cada periodo y consumo. Obviamente, en el periodo sub 1, en el que tiene más renta que la que va a consumir, genera un ahorro –ese sub 1, en verde– y utiliza ese ahorro incrementado por el tipo de interés en el periodo sub 2, en el que va a tener un consumo que va a ser mayor que su renta. Como acabamos de decir, lo que hace este agente es recurrir a los mercados financieros para salvar esas diferencias entre renta de consumo periodo al periodo. En cambio, sabemos –es un resultado clásico en microeconomía– que el óptimo del agente, la relación óptima entre C sub 2 y C sub 1 se producirá en el punto F, donde la utilidad marginal de C sub 2 dividido por C sub 1 sea igual a la pendiente de la recta de balance, o sea, 1 más F. Y esta ecuación es importante mantenerla en la cabeza porque luego veremos algunas implicaciones de ella. Pues bien, para obtener la restricción presupuestaria del Gobierno vamos a seguir algunas de estas ideas, pero añadiendo algún supuesto más. En primer lugar, consideramos que el Gobierno tiene que tener un objetivo adecuado, o sea, una autoridad al nivel que sea, local, regional, etcétera, pero que tenga competencias sobre el gasto y competencias también sobre el modo de financiarlo, ya sea con impuestos o ya sea con deudas. En segundo lugar, que obtiene los ingresos naturalmente a través de los impuestos. En tercer lugar, que no tiene activos, pero sí que puede endeudarse, o sea, incurrir en un pasivo, en una riqueza negativa. En cuarto lugar, supondremos que el tipo de descuento es el tipo de interés real en red y también eliminaremos el análisis de financiación porque complica el análisis sin aportar mucho. Entonces, con estas premisas podemos extender la restricción presupuestaria del Gobierno en tiempo continuo, pero sería extensible a tiempo discreto, diciendo que la suma entre cero e infinito, o sea, entre cero y un horizonte temporal bastante largo de todo el gasto público GBT descontado al momento inicial, o sea, multiplicado por E elevado a –RBT– tiene que ser menor o igual a, por una parte, todos los que recaude mediante los impuestos T mayúscula de T minúscula entre este momento y ese horizonte temporal largo, también descontado mediante tipo de interés de red. Y a eso le tenemos que prestar las obligaciones en que ha incurrido este Gobierno en forma de suma antes de…, bueno, en el momento cero y en el momento que empieza este análisis de subcero. Y podemos, para quizá entender todavía con más profundidad esta ecuación, modificarla un poco despejando el término que recogen los impuestos, nos quedará como suma del gasto público y la deuda inicial. O sea, todo lo que recaude el Gobierno a lo largo de un periodo de tiempo largo tiene que cubrir, por una parte, todo lo que quiera gastar y, por otra parte, las obligaciones que tenga con aquellos agentes que hayan suscrito la deuda. Bien, así como decíamos antes que un individuo puede reivindicar su prestación presupuestaria con desigualdad si quiere dejar legados a las generaciones posteriores, esto no tenía sentido en el caso del Gobierno, que no tendría sentido dejar legados, no se sabe muy bien para quién. Por lo tanto, lo lógico es que las desigualdades 4 y 5 se verifiquen como igualdad. Bien, lo que estamos diciendo una vez más es lo mismo que decíamos respecto al agente. O sea, en un periodo de tiempo largo, en una oración de temporal amplio, los intereses totales descontados, netos de deuda tienen que ser igual al gasto total descontado. Pero esto, insisto, considerado en una oración de temporal amplio, entre cero e infinito, que puede abarcar los años que se quedan, diez, veinte, etcétera. Pero es importante notar que esta restricción presupuestaria no se tiene por qué cumplir periodo a periodo, de la misma manera que hemos visto que el agente individual tampoco tiene que verificar su restricción presupuestaria periodo a periodo. El agente podría recurrir al ahorro y al desahorro para llegar a su óptimo, y esto también lo puede hacer el Gobierno. En unos momentos determinados de tiempo puede ser que sus ingresos sean mayores a sus gastos, generando superávit, y en otros momentos es posible que sus ingresos sean menores que los gastos, generándose déficit. Normalmente se financiará con deuda pública, por lo que déficit y deuda están esencialmente vinculados. ¿Qué implicaciones tiene esta restricción presupuestaria? Fundamentalmente dos. Por una parte, esta manera de entender las finanzas públicas en una oración de temporal más largo y con mayor amplitud no implica que haya que tener siempre un presupuesto equilibrado año a año. O sea, en momentos puntuales del tiempo que se considere necesario se puede incurrir en un déficit y que esto dañe la economía. Aquí tenemos, por ejemplo, el caso reciente de la pandemia, en el que hemos visto que casi todos los Gobiernos han incurrido en déficit por tener que…, bueno, por realizar programas de apoyo a las empresas o a la sanidad, etcétera. Por otra parte, lo que también implica esta restricción es que sí que es necesario que en una oración de temporal más amplio, o sea, en medio-largo plazo, el gasto total no exceda los ingresos totales dentro del mismo. Esa sería la única alternativa sostenible, es decir, año a año se puede incurrir en superar el déficit, pero es importante que, cuando se contemplan horizontes temporales más largos, realmente el gasto total no sea mayor que los ingresos totales. Dicho esto, podemos ya pasar al último punto que vamos a considerar, que es la equivalencia picariana y voy a utilizar para esto un modelo de dos periodos, se puede explicar también tal y como lo hace David Romer en el libro, con tiempo continuo y con integrales en lugar de con sumas, pero quizás sea más útil para facilitar las intuiciones de estas ideas el hacerlo, de modo resumido, en un modelo de dos periodos a los cuales podemos dividir el tiempo en dos grandes bloques, que sería ahora y el futuro. Consideramos dos periodos, el periodo 1 y el periodo 2, y vamos a establecer una serie de supuestas. En primer lugar, en la economía tenemos una serie de agentes y en una función de utilidad que para facilitar el álgebra vamos a definir como logarítmica, o sea, la utilidad es la suma del logaritmo del consumo en el periodo 1 más la suma del logaritmo del consumo en el periodo 2, pero este último descontado mediante el tipo de descuento en paciencia de los agentes, donde RO es positivo, y bueno, a esta función de utilidad lo que le pedimos es que tenga las condiciones de regularidad de todas las funciones de utilidad típicas en micro y macroeconomía, es decir, que sea creciente y concava, o sea, con utilidad marginal decreciente. Y consideramos al consumo lógicamente como una variable de flujo, de modo que CS1 es todo el consumo que se realiza durante el periodo 1, que es un año, pues enero-diciembre, y CS2 es todo el consumo que se realiza durante el periodo 2. Suponemos que los agentes pueden prever perfectamente el futuro. En este modelo no hay incertidumbre, para hacerlo más sencillo, pero este supuesto sobre la previsión del futuro sería equivalente a las expectativas racionales en contra de esta incertidumbre. Y suponemos también que los mercados financieros funcionan bien y que el agente puede endeudarse y pedir prestado, perdón, endeudarse y prestar o invertir al tipo de interés que haga. Puesto que tenemos una economía de corte neoclásico, competitiva, sin distorsiones, el análisis de toda la economía agregada va a ser el mismo que si analizamos a un solo agente. Recordemos que esto también pasaba en el modelo de Ramsey y en otros modelos con estas características de mercados competitivos. Esto nos permite acudir a la función del agente representativo, que es útil, y esto no plantea problemas porque suponemos que la población inicial es 1 y que no crece. Por tanto, si esto lo quisiéramos escalar con una situación no con un solo agente sino con muchas más, pues habría que multiplicar por el tamaño de la población y se podría replicar el resto del análisis. En segundo lugar, los agentes se enfrentan a una restricción presupuestaria que para captar mejor la intuición la podemos dividir en la referente al periodo 1, que sería la ecuación 7, y la referente al periodo 2, que sería la ecuación 8. Lo que estamos diciendo es que en el periodo 1 a sub 1, que sería la riqueza que tendrá este individuo al final del periodo 1, será la suma de la riqueza que tenía en el momento inicial capitalizada por el tipo de interés, o sea, multiplicada por uno más 7, más la renta del trabajo que perciba este individuo neta de los impuestos, o sea, multiplicada por uno menos T sub 1, donde T sub 1 sería el tipo impositivo en el periodo 1, y menos lo que el agente tenía que destinar al consumo, o sea, C sub 1. Y lo mismo ocurrirá para el periodo 2, que suponemos que el tipo de interés es el mismo pero que el tipo impositivo puede cambiar y ser T sub 2. Bueno, lo que estamos diciendo una vez más es que las características de esta economía se pueden resumir en dos periodos con esas variables flujo de que hablábamos antes, T sub 1 y T sub 2, pero también esas variables stock, que es la riqueza, como una variable stock se mide en un momento del tiempo, que sería A sub 0, la riqueza inicial que tiene el agente antes de empezar el periodo 1, que se transforma en A sub 1 cuando acaba el periodo 1 y que se transforma en A sub 2 cuando acaba el periodo 2. Bien, podemos unificar las restricciones presupuestarias del año 1 y del año 2 en una sola ecuación, lo que nos facilita también el resto del análisis. Y, si las integramos, lo que obtenemos es la ecuación 9, que una vez más recoge la misma instrucción que llevamos repitiendo desde el principio. O sea, que la suma del consumo de este agente a lo largo de los dos periodos, descontada en este caso con el tipo de interés –pues estamos hablando de la restricción presupuestaria– tiene que ser igual a la suma de la renta disponible que obtenga este individuo en el periodo sub 1 y en el periodo sub 2, descontada con el tipo de interés en el caso de la renta sub 2, y a la que unimos la riqueza inicial, que sería A sub 0 por 1 más 0. Donde, bueno, A sub 0 se puede entender como riqueza o activos financieros. ¿Qué suponemos respecto al Gobierno? Bueno, suponemos que el Gobierno tiene…, bueno, básicamente realiza las actividades, que es gasto público y recaudar impuestos. También tiene que hacer frente a los intereses de la deuda que va generando y puede emitir nueva deuda para financiar. De modo que la ecuación 10 lo que nos dice es que la emisión de nueva deuda por parte del Gobierno en el periodo 1, o sea, B sub 1 menos B sub 0, tiene que ser igual a G sub 1, o sea, la suma del gasto público en el periodo 1 más R por B sub 0, o sea, más la retribución de la deuda que había al principio del periodo, el tipo de interés R, y menos lo que se recaude en concepto de impuestos durante el periodo 1, que será A sub 1 por I sub 1. Y lo mismo para el periodo 2, la ecuación análoga y la ecuación 1. Podemos proceder como hemos hecho antes, integrando las dos ecuaciones en una sola, y lo que tendremos es la ecuación número 12, que una vez más recoge las emisiones que estamos repitiendo. O sea, que la suma del consumo total del Gobierno descontado, en este caso el consumo le llamamos G sub 1 y B sub 2, tiene que ser igual a la suma de lo que recaude en concepto de impuestos descontado neto de la deuda que pueda tener en el momento inicio. Si especificamos, aunque esto no va a ser muy relevante para el análisis, pero puedo cerrar todos los flecos que la deuda al final del segundo periodo tiene que ser cero. O sea, no valdría incurrir en un fuego ponzi y estar creando nueva deuda indefinidamente. Y finalmente añadimos una hipótesis, y es que el mercado financiero tiene que estar en equilibrio. O sea, la suma de los activos financieros que disponen los agentes, englobados en este único agente representativo, tiene que ser igual a la suma de todos los títulos de deuda emitidos por el Gobierno. O sea, A sub i tiene que ser igual a B sub i para todo momento i, que en estos casos será el periodo 1 y el periodo 2. Dicho de otra forma, todos los activos financieros tienen que ser iguales a la deuda emitida. Bueno, esto no es una identidad contable, pero tiene sentido hacerlo explícito. Con objeto de consolidar todavía más las ecuaciones podemos despejar 1 más R por el sub 0 en la ecuación 12 y sustituir en la ecuación 7, de modo que obtenemos la ecuación número 14. Que es otra manera de suscribir lo que ya hemos anticipado antes. Bueno, de aquí ya podemos sacar una primera consecuencia con respecto a la equivalencia ricariana, y es que esta ecuación número 14 va a ser la restricción presupuestaria que afecta a la economía en general, obtenida –recordemos– por sumar la de la gente y la del Gobierno. En esta restricción presupuestaria no aparece ni el tipo impositivo, ni tampoco la deuda pública. Aparecen los consumos en cada periodo, la venta, el gasto público y el tipo de interés, pero no la deuda ni el tipo impositivo. ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que la forma como se financie el gasto público generado por este Gobierno es irrelevante. No afecta a la restricción presupuestaria de los agentes y, por lo tanto, tampoco va a afectar a su equilibrio. Lo que importa para el consumo y, por lo tanto, para el resto de la economía a través del equilibrio general, va a ser el nivel de gasto público en cada periodo, pero no la forma en que se financie ese gasto público. Esta es una de las maneras de anunciar el principio de la equivalencia picardiana, con la irrelevancia de la forma de financiación, ya sea deuda o impuestos. Veremos que se puede formular en otras formas, pero aquí está la intuición principal. A diferencia de lo que postulaba la economía financiera, en el sentido de que financiar con deuda es preferible a financiar con impuestos porque el impacto sobre el consumo es mayor, aquí vemos que ni la deuda ni los impuestos aparecen en la restricción presupuestaria del agente y, por lo tanto, da lo mismo afecto a este consumo financiar el gasto público con deuda o financiarlo con impuesto. Bueno, una vez anunciados los supuestos, podemos ir un paso más allá y resolver el modelo obteniendo el óptimo del consumidor. Lo que tenemos que hacer es maximizar la función de utilidad sujeta a la restricción presupuestaria en la forma más consolidada que hemos obtenido, o sea, la ecuación número 14. Bueno, esto se puede hacer también de varias maneras, pero vamos a hacerlo por la manera más sencilla, que sea montando el Lagrangiano y lo que tenemos es la ecuación número 15, o sea, el Lagrangiano, que será igual a la suma de la función de utilidad más lambda, el multiplicador de Lagrange por la restricción presupuestaria. Para resolver este problema sabemos que tenemos que obtener las condiciones del primer orden, o sea, derivar Lagrangiano con respecto a cada uno de los consumos, C1 y C2, e igualarlos a cero. Llevando a cabo estas derivadas en la ecuación 15 lo que obtenemos es, por una parte, que una condición del primer orden nos dice que 1 partido por C1 menos lambda tiene que ser igual a cero, y que la segunda condición del primer orden nos dice que 1 partido por 1 más rho por 1 partido por C2 menos lambda partido por 1 más rho tiene que ser igual a cero. Y aquí, dos ecuaciones en dos incógnitas podemos obtener C1 y C2 y lo que llegamos a encontrar es la ecuación número 16 que nos dice que C2 partido por C1 es 1 más el tipo de interés cero y partido por 1 más el tipo de descuento rho. Este es el mismo resultado que habíamos alcanzado para el modelo de Ramsey, lo que pasa es que en el modelo de Ramsey lo hacíamos en tiempo continuo y con un consumo que no estaba circunscrito a los periodos sino que era función del tiempo en general. Pero recordemos que la intuición era la misma, o sea, lo que estamos diciendo ahora es que el consumo crecerá en tiempo, o sea, C2 es mayor que C1 cuando la retribución del ahorro 1 más R sea superior a la impaciencia del consumidor dada por 1 más rho. Si la retribución del ahorro es mayor que la impaciencia entonces al consumidor le merecerá la pena ahorrar, convertir ese ahorro en consumo futuro y aumentar su consumo en el periodo. Vemos también que se vuelve a cumplir la credencia Ricardiana, es decir, que en la ecuación número 16 que nos muestra la pauta del consumo no aparece ni el tipo impositivo ni tampoco la deuda. Volvemos en el fondo a la misma… al mismo resultado que obteníamos con las curvas de indiferencia y la recta de balance, o sea, que llegábamos a que la relación marginal de sustitución tenía que ser igual a la pendiente de la recta de balance y en este caso llegamos a un resultado muy parecido, o sea, que era la relación entre los dos consumos tiene que ser igual a la relación… al cociente de la relación marginal de sustitución entre el consumo futuro y el consumo presente. Bien, podemos ir un paso más allá y hallar el nivel del consumo en cada uno de los periodos para lo cual podemos sustituir la ecuación de Euler que hemos obtenido, la número 16, en la restricción presupuestaria consolidada. Y lo que tenemos es una expresión para C sub 1 y C sub 2 –la segunda tendría que ser C sub 2, igual a uno más otro dividido por dos más dos–, en la que vemos que ni la deuda ni los impuestos afectan al consumo. Una vez más, el consumo sub 1 y el consumo sub 2 dependen de la renta de cada periodo y del gasto público de cada periodo, pero no de si ese gasto público se financia mediante la deuda o mediante los impuestos. Vamos a ver entonces que si el consumo no se ve afectado por la forma de financiación de este gasto público, ¿hay alguna variable que se vea afectada? Pues sí, esa variable es el ahorro y para comprobar que esto es así vamos a hallar su expresión. Podemos definir el ahorro como la variación de la riqueza en cada periodo, o sea, el ahorro en el periodo 1 sería igual a la riqueza al final del periodo 1 a sub 1 menos la riqueza al inicio del periodo 1 a sub 0. Y entonces podemos escribir el ahorro como la ecuación número 17, donde lo único que hemos hecho es sustituir la definición del ahorro por la restricción presupuestaria correspondiente al periodo 1 y lo que vemos es que el ahorro en periodo 1 va a ser igual a la suma de la renta que llega a este sujeto parte como retribución a sus activos financieros, R de sub 0 y parte como retribución a su trabajo, meta de impuestos, o sea, 1 menos A sub 1 por I sub 1. Y a todo esto, a la renta que genere, tendrá que restar el consumo en el periodo 1, que será todo el segundo paréntesis multiplicado por uno marro partido por dos marro. Es decir, lo que podemos saber es que la deuda y los impuestos afectan al ahorro, justo que sí que están aquí en la ecuación del ahorro, y además lo que vemos es que se postula una relación inversa entre el tipo impositivo y el ahorro. Sabemos que S sub 1 es igual a R por sub 0 más 1 menos Tau sub 1 por I sub 1, o sea, la relación entre S sub 1 y Tau sub 1 está mediatizada por ese signo menos, lo cual quiere decir que cuando el tipo positivo es mayor, el ahorro de los activos será menor, porque tendrá menos recursos. Mientras que cuando baja los impuestos, cuando baja el tipo impositivo, la gente puede ahorrar más. Bueno, ¿por qué hemos llegado a este resultado? ¿Por qué hemos llegado a postular que el modo en que se financia el DEFIC por deuda o por impuestos no influye en el comportamiento del consumidor? Bueno, podemos llegar a esta conclusión a partir de las ideas que hemos ido expresando. Por una parte, vemos que en este modelo el agente representativo y los consumidores en general miran al futuro, o sea, consideran todo el horizonte temporal de su vida, que aquí hemos concretado solo en dos periodos, pero que podrían ser mucho más. Por otra parte, para ellos el consumo depende no de la renta en un periodo, sino de la renta a lo largo de toda la vida, entre el periodo sub 1 y el periodo sub 2. Y, en tercer lugar, que los agentes saben, son conscientes de que el Gobierno no se puede financiar eternamente con deuda, o sea, que si optan por emitir más deuda en el día de hoy tendrán que aumentar los impuestos en el día de mañana. No es imposible sostener indefinidamente una deuda que está continuamente relojándose al estilo de un jocotón. Bien, vamos a ver este resultado también gráficamente. Vamos a proceder a hacer un experimento que es preguntarnos qué pasa en este modelo de dos periodos si modificamos los tipos impositivos de manera que lo bajemos en el periodo sub 1 y lo subamos en el periodo sub 2. O sea, lo que hacemos es bajamos a lo sub 1 y subimos el sub 2. Bueno, lo que pasaría en un modelo, en un diagrama análogo al que veíamos antes con curvas de indiferencia y flexión de utilidad sería que básicamente lo que hemos hecho es cambiar la posición que ocupa la dotación inicial de recursos de este individuo, que era al principio el sub 0, por una posición distinta, que es el sub 1 en rojo, caracterizada porque ahora el hecho de que el impuesto sub 1 sea menor permite desplazarnos hacia abajo en cuanto a las magnitudes del periodo 1 y, lógicamente, también desplazarnos hacia abajo en las magnitudes del periodo 2. De hecho, de otro modo, la gente tiene ahora, después de este cambio en la política fiscal, más renta disponible en el periodo 1 –uno menos tau prima sub 1 por sub 1–, pero tiene menos renta disponible en el periodo 2, puesto que la bajada de impuestos hoy solo es posible si se suben los impuestos mañana. ¿Qué es lo que va a pasar? ¿Va a modificar su consumo? No, puesto que su óptimo va a estar en el mismo sitio. En una comunidad de utilidad en general va a estar en el punto donde la cociente de las utilidades marginales sea igual al cociente de precios relativos, del ahorro y del consumo en el día de hoy. O sea, lo que veíamos al principio de utilidad marginal de C sub 1 partido por utilidad marginal de C sub 2 tiene que ser igual a 1 partido por 1 más R o, al revés, si lo hacemos como C sub 2 partido por C sub 1. Y, por lo tanto, puesto que en esta economía solo se modifica el tipo impositivo, pero no el tipo de interés ni tampoco la función de utilidad de este individuo, su óptimo no tiene por qué cambiar. Seguirá en el punto 10. ¿No cambia nada, entonces, en el comportamiento de este individuo? Sí, va a cambiar su ahorro, puesto que, dado que las condiciones fiscales han cambiado, le es posible ahorrar más en el periodo sub 1, puesto que ha mojado los impuestos para ese periodo y con ese ahorro financiar la situación en el periodo sub 2, que para él va a ser más difícil porque se va a presentar una subida de impuestos en C sub 2. Por lo tanto, lo que se modifica no es su consumo relativo de ambos bienes, sino que lo que se modifica es su ahorro en el periodo sub 1 y su ahorro en el periodo sub 2. Dicho de otra forma, el consumo óptimo no cambia porque no ha cambiado ningún parámetro estructural. El tipo de interés o algún parámetro de las referencias del agente. Lo que se modifica es el ahorro. Bueno, un paréntesis, mejor dicho. Aquí, para hacer el gráfico de manera que se capte bien la intuición, estoy suponiendo una función de utilidad que no es logarítmica, sino que es una función de utilidad general con utilidad marginal decreciente y curvado en diferencia, como suele serlo. O sea, no tiene que ser necesariamente logarítmica, pero sí da su utilidad que cumpla las condiciones ordinarias y daría lugar a este resultado. En segundo lugar, para centrarnos en lo importante, estamos haciendo abstracción del C sub 1 y C sub 2. Podemos poner que como constantes estarían incorporados a la recta de balance en ambos periodos. Bien, damos una amplia visual e intuición sobre este experimento. Vamos a ver si analíticamente lo podemos justificar y vamos a ver nuevamente qué pasa si bajamos este C sub 1, tipo impositivo del periodo 1, sin modificar el gasto público ni al periodo 1 ni al periodo 2. Bien, y esto lo vamos a ver analizando su efecto en el ahorro en el periodo 1, para lo cual podemos utilizar otra vez la expresión que derivábamos antes, en la que C sub 1 el ahorro lo hacemos depender de una serie de aspectos como riqueza de la gente en el periodo 1, renta del trabajo de la gente en el periodo 1 menos el consumo en el periodo 1. Bien, centrándonos en la ecuación 17, ¿qué ocurre si varía el tipo impositivo? Si lo modificamos en una cantidad muy pequeña, por ejemplo, el diferencial de tal sub 1. Lo que obtendríamos es que el diferencial de C sub 1 sería igual a, el primer término es una constante, no aparece la derivada y el segundo término sería la derivada de 1 menos A sub 1 por I sub 1 con respecto a tal sub 1, que sería menos I sub 1 por el diferencial de tal sub 1. Por lo tanto, lo que obtenemos es que la variación del ahorro sub 1 será igual a menos I sub 1, la gente en el periodo 1 por la variación en el tipo impositivo. Dicho de otra forma, si bajan los impuestos en el periodo sub 1 lo que va a ocurrir es que aumenta el ahorro en el periodo sub 1. Por otra parte, para que se verifique la restricción presupuestaria del Gobierno tiene que pasar algo más, o sea, la restricción presupuestaria hemos visto que se puede definir como la ecuación número 12 y lo que hemos dicho es que no va a cambiar ni C sub 1 ni C sub 2, tampoco la deuda. Por lo tanto, el primer miembro de esta ecuación no se modifica, va a permanecer igual. Para que se verifique esa restricción, el segundo miembro tiene que permanecer también igual. Es decir, tau sub 1 iriga sub 1, si queremos ya viendo la modificación de tau sub 1, iriga sub 1 por la variación en tau sub 1 más el otro término de ese segundo miembro que sería 1 más R por la variación de tau sub 2 por I sub 2, eso tiene que ser igual a 0. De modo que si no cambia el miembro, tampoco cambia la parte del segundo miembro, o sea, los ingresos. Y a su vez, ¿qué es necesario para que se verifique esta ecuación en los dos niveles de renta y en los dos niveles de tau? Si pasamos al otro lado, el término 1 partido por 1 más R por I sub 2 diferencial tau sub 2, lo que obtenemos es que la variación de los ingresos fiscales en el periodo 1, o sea, la renta en el periodo 1 por la variación del tipo impositivo –diferencial tau sub 1– tiene que ser igual a la variación de tipo impositivo en el periodo 2 multiplicado por la renta en el periodo 2 y descontado al tipo de interés 1 más R. Es decir, si los ingresos fiscales descienden en el periodo 1 deben aumentar en el mismo importe descontado por 1 más R en el periodo 2. Es decir, si queremos que la gestión presupuestaria siga verificándose, puesto que no hemos cambiado ni el consumo ni el gasto público ni la deuda, una bajada de impuestos en el periodo 1 tiene que verse neutralizada por una subida de impuestos en el periodo 2. Y esto es exactamente lo que sabe la gente cuando se enfrenta a un cambio en los impuestos. Si le bajan los impuestos en el periodo 1, sabe –en virtud de la equivalencia ricordiana– que eso va a conllevar mayores impuestos en el periodo 2. Por lo tanto, lo que hace es ahorrar más de manera que pueda en el futuro afrontar esa subida de impuestos y mantener su consumo estable. Hombre, podríamos decir «bueno, si me bajan los impuestos, yo lo que quiero es no ahorrar, sino que me gasto eso de más que venga este año porque me han bajado los impuestos en un viaje al Zarbide». Bueno, pues puestos lo puedes hacer. Pero estamos partiendo de la hipótesis de que los agentes quieren un consumo en el tiempo. O sea, que lo que quieren es tener un nivel de vida razonable durante el tiempo sin grandes oscilaciones del consumo, porque –como decíamos– eso no maximiza su utilidad, puesto que la utilidad marginal es decreta. Bien, ¿por qué entonces hemos obtenido este resultado? En primer lugar, porque la utilidad marginal es decreciente. En segundo lugar, porque hemos visto que el Gobierno no puede estar aumentando la deuda indefinidamente. Y en tercer lugar, porque el consumidor anticipa las subidas de impuestos futuros. Bien, y aquí podemos opcionar también dos corredores. En primer lugar, con respecto a la financiación del gasto público con deuda, si bien en la visión keynesiana un poco lo que decíamos es que el gasto público no lo financia nadie, porque en último término los agentes no soportan el coste, ya que las nuevas carreteras, los nuevos aeropuertos que se hacen en este país financian –quiero decir– a los mercados financieros, sean quienes sean los que están ahí. Sin embargo, la visión alternativa de la violencia arcadiana lo que nos dice es que las carreteras y los aeropuertos no se pagan con el aire, sino que hay alguien que soporta ese coste, que son los propios agentes, los propios ciudadanos, que en el futuro tendrán que soportar impuestos futuros. Y, en segundo lugar, y muy relacionado con esto, en relación con la eficacia global de la política fiscal, en la visión keynesiana decíamos que la política fiscal incluso en el caso de financiarse con deuda es muy eficaz, puesto que un aumento de gasto público, sinceramente lo que he financiado con deuda, no reduce la renta en el periodo y, por lo tanto, no reduce el consumo. De manera que ese aumento de gasto público no se neutraliza con nada. Sin embargo, lo que hemos visto es una secuencia de acontecimientos distintas en la visión alternativa o proporcionada por la equivalencia arcadiana. Es decir, puesto que el consumo en P depende de la renta a lo largo de toda la vida y la deuda hoy implica impuestos en el futuro, eso quiere decir que un aumento de gasto público hoy, que lleve consigo un aumento de deuda pública hoy, significa un incremento de impuestos mañana para poder acarrear y para que el Estado pueda seguir manteniendo su presupuesto equilibrado. Y, por lo tanto, lo que hace es que ese aumento de impuestos mañana tendrá como resultado un efecto contractivo sobre la economía que neutralizará el aumento del gasto público. Por lo tanto, podemos concluir que la política fiscal es mucho menos eficaz en el marco de la equivalencia arcadiana. Bien, ¿cómo podemos valorar este resultado? Bueno, podemos enfocarlo de otra forma y preguntarnos, bueno, qué hemos aprendido, qué han aprendido los economistas con, bueno, este paper de Robert Barro de 1974 y todo lo que ha habido desde entonces. O sea, los sucesivos contrastes y, bueno, extensiones del modelo, etcétera, que se han analizado. Bueno, en general sí que los economistas hemos aprendido cosas. O sea, la equivalencia arcadiana a lo mejor puede parecer un poco disparatada o una idea un poco peculiar, pero contiene incisiones válidas que todos los economistas –90%– hemos incorporado a nuestra caja de herramientas. Por ejemplo, que el consumo depende de la renta en un horizonte temporal más amplio de lo que decían los financieros puros, o sea, que depende de las rentas a lo largo de toda la vida. Que las bajadas de impuestos que no vengan por una regionalización, un descanso del gasto público, no son un muerto gratis, sino que a la larga saldrán por algún lado y a la larga la factura se le pasa a los consumidores, que verán cómo se aumentan sus impuestos en el futuro. Que la política fiscal no es eficaz de lo que se pensaba –esto también se admite por casi todo el mundo– y que la financiación ilimitada con deuda no es viable. Y esto es otra cosa que, en general, pues casi todos los economistas aceptan. ¿Qué críticas podemos hacer a la credencia ricardiana? Bueno, se han hecho muchas de muy distinto tipo, pero por resumirlas de alguna manera podemos decir que hoy en día las fuentes de crítica más extendidas a la credencia ricardiana se basan en dos ideas. Por una parte, que los mercados de capital no son perfectos, o sea, que este mecanismo que hemos aducido para justificar que no se varíe el consumo de año a año, que es el recurso al ahorro y al embeudamiento, pues quizá no funcione también como hemos supuesto. O sea, en la práctica puede haber restricciones de crédito que impiden la deuda. O sea, que puede que haya un consumidor que vaya al banco a pedir un préstamo para suavizar su consumo en el periodo actual y no se lo dé, pues porque no tenga la solvencia suficiente, porque los mercados a lo mejor no funcionan todavía y no funcionaría. Y que, por lo tanto, puede haber un grupo de agentes, que es lo que llaman en la literatura anglosajona hand to mouth, para los cuales el consumo entero depende de la renta entera. O sea, que no pueden pensar en que el consumo de hoy puede estar en función de las expectativas futuras –todo esto aplicaría a los jóvenes, a los que están con unos sueldos actuales más bajos–, sino que tienen esa restricción de que el banco no tiene esas expectativas tan optimistas respecto al futuro que ellos tienen y, por lo tanto, no pueden obtener esa ayuda financiera que les facilite el consumo hoy al nivel que desean. Por otra parte, se puede hacer también la segunda crítica y es que la cojada de impuestos puede que no afecte de ningún modo a todos los agentes. O sea, es posible que tengan distinta propensión marginal al consumo. En otras palabras, es posible que haya heterogeneidad entre los agentes. O sea, que ese supuesto del agente representativo que hemos adoptado en el modelo de los periodos para justificar que todos los agentes son iguales a lo mejor es cuestionable. O sea, que no podemos resumir toda la economía en un solo agente, sino que a lo mejor tenemos que distinguir dos o más tipos de agentes, pues sean heterogéneos en su comportamiento. Y esta es una hipótesis que en la actualidad muchos economistas teoqueirosianos están utilizando y es lo que ha dado lugar a los modelos HUNK, o sea, a los modelos neopinguesianos pero con heterogeneidad. Finalmente, diremos que respecto a la evidencia empírica pues aquí no nos saca de duda respecto a si la equivalencia ricardiana en la práctica se da o no, puesto que ha habido trabajos empíricos que llegan a conclusión de que sí hay evidencia empírica a favor de la equivalencia ricardiana y, sin embargo, ha habido otros papers que han llegado a la conclusión opuesta. Por lo tanto, en este caso, digamos que la evidencia empírica a día de hoy por lo menos o con lo que hay ahora mismo publicado no nos saca de dudas respecto a la virtualidad real de la equivalencia ricardiana en la práctica. Bueno, pues esto era lo que quería explicar. Muchas gracias por vuestra atención.