Bienvenidos a todas y a todos a una nueva sesión de la asignatura clave del mundo actual. Mi nombre es Manuel Tamajón Velasco, soy el profesor del Centro Asociado de la UNED de Sevilla y en la sesión de hoy analizaremos el capítulo 7 del manual de asignaturas llevado por títulos Rusia y la herencia soviética. Antes de entrar de lleno en lo que supuso el desarrollo de la Unión Soviética primero y después los gobiernos de Boris Yeltsin, así como el de Vladimir Putin, podemos tener en cuenta que Rusia es el país más extenso del mundo, aunque la mayor parte de él mismo se encuentra congelado y lo hace poco habitado. Es el tercer país por gasto de defensa, tras Estados Unidos y China, y el sexto por su producto interior bruto, que, como ya vimos en clases pasadas, pues hacía a través de... la paridad del poder adquisitivo. Y el séptimo, el número de habitantes. El informe sobre desarrollo humano en el año 2018 lo colocaba, sin embargo, en el puesto 49, es decir, entre los países de desarrollo alto, mientras que por su sistema político la convierte en el segundo país menos libre de Europa tras Bielorrusia. Con esas características, pues vamos a ver cómo se ha ido configurando desde el punto de vista político, social y en política exterior. Pues, Rusia tras la caída de la Unión Soviética. En el año 1917, Rusia era un imperio, era una de las grandes potencias europeas, también el estado más autoritario del continente. Este imperio surgió de la expansión de un pequeño principado medieval de Moscú, entre los siglos XVI y XIX, pues se va a ir descendiendo hacia el oeste, por la región del Báltico, Bielorrusia y Ucrania, y hacia el sur, por las estepas del Don y del Volga, así como por la montaña del Cáucaso y hacia el este, por Asia Central y Siberia. Esto va a conducir a la creación de un gran imperio euroasiático, aunque evidentemente la parte más poblada es la parte de la Rusia europea, y también multietnico, en el que los rusos, otros pueblos eslavos, ucranianos, etc., van a constituir la mayor parte de la población. Pero la periferia, especialmente. La periferia va a estar constituida por pueblos de distintas etnias. A diferencia del resto de Europa, donde a lo largo del siglo XIX se fueron estableciéndose democracias más o menos liberales, la autocracia nazarista se opuso a toda liberalización. Este estado absolutista va a estallar con la Primera Guerra Mundial, de la forma que en el año 1917 un descontento popular se tradujo en un estallido revolucionario, primero en febrero y después... ...en octubre, que condujo finalmente a la toma del poder por la facción bolchevique del Partido Socialdemócrata Obrero Ruso, que a partir del año 1918 se pasará a llamar el Partido Comunista. de Rusia. Y este partido va a estar influido por las ideas formuladas tanto en el siglo XIX por Karl Marx como Friedrich Engel. Estos comunistas rusos van a estar dirigidos por Lenin y después por Stalin, y será la manifestación primera de la implicación real del sistema económico y político basado en esa propiedad estatal de los medios de producción, tanto de la tierra como de las industrias. La dictadura del proletariado de partidos únicos y el implacable represión de todo tipo de disidencia política entre estos al ser una de sus señas de identidad. El antiguo imperio ruso se transformaría en el año 1922 en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, en adelante la URSS, que estaría constituida por quince repúblicas, cada una con una etnia principal, aunque todas ellas multietnicas. El nuevo sistema comunista se caracterizó de represión muy superior al imperio zarista, especialmente durante el mandato de Josef Stalin, que sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial. Su triunfo frente a Alemania nazi le llevó a 1945 a los ejércitos soviéticos hasta el centro de Europa y al establecimiento de regímenes afines al modelo soviético y subordinados a la Unión Soviética en los países como Alemania Oriental, Rumanía, Polonia, Hungría... Aunque también debemos destacar las disidencias, primero de Hungría en el año 56 y después de Checolovakia en el 68. En el año 1945 se estableció un régimen comunista en China, echado más por lado del mundo, pero las relaciones entre ambos gigantes comunistas no tardaron en deteriorarse y a partir del año 1960 se produjo la ruptura entre ambas. A comienzos de 1980, la sensación general era que había un estancamiento en la Unión Soviética. La rivalidad con los Estados Unidos durante la llamada Guerra Fría, que había estado caracterizada por la cara de armamento, por las armas nucleares y por el enfrentamiento directo en guerras combativas en escenarios secundarios y lejanos como Corea, Vietnam o Afganistán, contribuyó al desánimo. A medida que... ...se fue demostrando el dinamismo tecnológico y económico del rival norteamericano. Una nueva fase de reformas económicas y políticas comenzó a partir del año 1962, cuando el nuevo secretario del Partido Comunista de la Unión Soviética, Mikhail Gorbachev, lo podíais encontrar de distintas maneras según la grafía que utiliza el autor, pues comenzó a aplicar una política de perestroika, reestructuración y de glasnot, apertura. Con un resultado bastante inesperado. Las reformas tuvieron escaso éxito y la apertura mostró que el sistema estaba desacreditado y eso va a estimular las protestas en los países de Europa y el centro oriental controlados por Moscú del año 45. Y cuando Gorbachev dejó claro que no iba a recurrir a las fuerzas armadas para impedir ese cambio, el dominio soviético se desmoronó. La presión popular impulsó la democratización en Polonia, en Hungría, en Checolovakia, Alemania Oriental, Bulgaria y Rumanía. Y dos años después, en el año 91, los sectores comunistas contrarios al cambio intentaron un golpe en la Unión Soviética que fracasó. El hombre que más contribuyó al fracaso del golpe fue el presidente de la República Rusa, Boris Yeltsin, que acordó con los presidentes de Ucrania y Bielorrusia la disolución de la Unión Soviética. El comunismo soviético, que había nacido de las derrotas rusas en la Primera Guerra Mundial y de una cruenta guerra civil, había revolucionado profundamente. La estructura de la sociedad ya había sido durante décadas un modelo en el que creyeron millones de personas en todo el mundo, se hundió sin ofrecer resistencia debido a que los propios comunistas habían dejado de confiar en el sistema. En China, en cambio, se mantuvo el régimen del Partido Único, pero fueron los dirigentes comunistas los que, como ya veremos más adelante, impulsaron la transición hacia una economía de mercado. La desaparición de la Unión Soviética dio lugar a la independencia de quince repúblicas que la constituían, tres en las zonas islámicas. Rusia, Ucrania y Bielorrusia, tres bálticas, Lituania, Letonia y Estonia, que se van a incorporar en la Unión Europea en el año 2004, una de lengua rumana, que era Moldavia, y tres del Cáucaso, que son Armenia, Georgia y ambas de tradición cristiana y Azerbaiyán de tradición musulmana. y las cinco de Asia Central, entre las que destacan Utristán, Khajazistán y Azerbaiyán. La más poblada de las antiguas repúblicas soviéticas era con gran diferencia, y es Rusia, mientras que Ucrania tiene una población muy similar a la española. Tal y como se puede ver en este gráfico 7.1 de tendencias demográficas, el rango demográfico más característico de Rusia y de la República eslava ha sido el estancamiento. La población apenas ha crecido en las últimas décadas, cosa que no vemos en otras regiones, y la explicación es que la caída de la tasa de fecundidad se produjo muy tempranamente, a comienzos del año 70, la tasa de tres hijos por mujer en España y solo dos en Rusia, y en la actualidad, aunque tanto en España como en Rusia, esas tasas de fecundidad se colocan en unos niveles bastante bajos, que incluso no aseguran el relevo generacional. Pero ya hay repúblicas musulmanas donde la fecundidad ya no tiene el nivel elevadísimo de hace 20 años, y aunque sí es verdad que se superan los niveles de 2,1 un hijo por mujer, que asegura el reemplazo biológico. En cuanto a la evolución, la evolución de la esperanza de vida, que también se puede ver en esta tabla, es mucho más llamativa, puesto que mientras que en las últimas cuatro décadas ha aumentado en España casi en 10 años, en Rusia se ha mantenido estancada, y en Ucrania ha descendido levemente, lo que demuestra que ni en los años finales del comunismo ni en los iniciales del poscomunismo se ha producido una mejor sustancial en la calidad de vida de los rusos. En el cuadro 7.2, que también podéis ver en vuestro manual sobre el desarrollo económico, se ofrecen dos estimaciones distintas del volumen de la producción de bienes y servicios en los Estados citados. Por un lado, nos vamos a encontrar el Producto Interior Bruto expresado en su valor nominal, es decir, según la tasa de cambio de la moneda local y el dólar, y por otro, el Ingreso Nacional Bruto ante denominado Producto Nacional Bruto expresado según la paridad de poder adquisitivo, es decir, según la capacidad de compra que representa en función de los precios locales. Este segundo cálculo va a ser más importante. Para ver el nivel de vida real, en estos términos, el Ingreso Nacional Bruto ruso era más que el dólar que el español. El ingreso por habitante es, sin embargo, muy superior en España, incluso si se calcula de acuerdo a la paridad de poder adquisitivo, y en la red de Rusia triplica el de Ucrania. La actual pujanza económica de Rusia se basa sobre todo en la producción de hidrocarburos, de los que, en cambio, va a carecer Ucrania. El crecimiento económico se ha producido en la región de Ucrania. El crecimiento económico se ha producido desde 1970 hasta el 2008, cuando es la fecha en que inicia la Gran Recesión Mundial, pues ha sido bastante modesto tanto en Rusia como en Ucrania y similar al de España. en las de otras repúblicas, aunque ello encubre etapas muy distintas, incluida la dificultad del año 90 y la recuperación del comienzo del siglo XXI. La gran recesión ha tenido un impacto limitado en el tiempo, pero la bajada de los precios de energía desde el 2014 y sobre todo las transacciones económicas a Rusia han incidido en este crecimiento. Cinco de las repúblicas exsoviéticas mencionadas en este presente cuadro 7.3 de desarrollo humano se sitúan en la actualidad en un nivel de desarrollo alto, mientras que Uzbekistán se sitúa en el nivel medio y España, por ejemplo, por poner una comparativa, en un nivel muy alto. Llama la atención el escaso progreso experimentado por Rusia y Ucrania desde la desaparición del comunismo que contrasta con los importantes avances de España en las últimas décadas. El nivel de desigualdad en los ingresos entre los países, medido por el coeficiente Gini, es similar al español y Rusia es la más próspera de las repúblicas que aparece en el cuadro y también la menos igualitaria. En cuanto al índice de corrupción percibida, basado en las encuestas que elabora la Organización de Transparencia Internacional, cuyos valores son tanto más altos como menos en la evolución, muestra que todos estos países son considerados más desigualdados. En cuanto al nivel de desigualdad en los países más corruptos que España, Uzbekistán en particular es uno de los países más corruptos del mundo y, por último, en cuanto a la tasa de homicidio, que es un buen indicador de la inseguridad ciudadana y de la violencia en las relaciones interpersonales, es también elevada sobre todo a las repúblicas eslavas, de la manera que la tasa rusa es casi 13 veces mayor que la tasa española. La herencia autoritaria de los periodos salistas y soviéticos no ha favorecido la consolidación de las instituciones democráticas en las repúblicas soviéticas, a diferencia de lo que ha ocurrido en otros estados de la Europa Central y Oriental, en los que la caída de los regímenes comunistas que estaban subordinados a Moscú dio paso a una rápida transición democrática. Diez de ellas, incluida Rusia, pueden considerarse estados no libres a la altura del 2019, según los criterios de la ya citada organización Freedom House, mientras que Ucrania y Moldavia entran en la categoría de estados parcialmente libres, y son las tres repúblicas bálticas incorporadas como modificadoras. Los estados libres, como he dicho anteriormente, a la Unión Europea en el año 2004, son estados plenamente libres. Si se compara la situación actual con la de los años 90, se comprueba que tanto Rusia como en otros países ha producido un retroceso de las libertades, aunque ello no haya supuesto una vuelta al rigor autoritarista soviético. Por poner un ejemplo, veamos el cuadro 7.4 de Tendencias Políticas, elaborado por Freedom House in the World en el año 2019, y veremos cómo el valor 1 se aplica a los estados plenamente libres y el 7 al que se aplica a los estados más autoritarios. De tal forma que España estaría en el 1, mientras que Uzbekistán y Kazajistán estarían en la cola junto con Azerbaiyán, seguidos de Bielorrusia, y que Rusia y Uruguay estarían más o menos a mitad. La primera década de existencia independiente de Rusia fue un periodo en el que se produjo una transición de un sistema económico basado en la propiedad estatal a una economía de mercado y de una dictadura de partido único a un sistema plenamente democrático o, por lo menos, abierto. El estilo de gobierno de Boris Yeltsin fue siempre opuesto al espíritu democrático, mientras que la economía de mercado que se construyó en aquellos años estaba minada por la corrupción. Y por la arbitrariedad estatal, lo que motivó que el proceso de cambio implicó un enorme coste social en la ciudadanía. Boris Yeltsin, que fue el principal promotor de la independencia de Rusia y su presidente en los años noventa, procedía de las filas comunistas, como era normal, pues estábamos en un régimen de partido único. Tuvo una brillante carrera política y ya en 1965 se convirtió en el primer secretario del Partido Comunista de Moscú, cargo del que fue destituido. Tras un enfrentamiento con Gorbachev, a quien acusó públicamente de falta de decisión al abordar las reformas necesarias. Este enfrentamiento con la cúpula soviética, cada vez más desprestigiada, incrementó su popularidad, quien a partir de 1969 se convirtió en el impulsor de la soberanía rusa. frente al intento de Gorbachev de defender el poder central. En el año 90 abandonó el Partido Comunista y en junio del año 91 venció en las primeras elecciones presidenciales democráticas que se celebraron en Rusia. Su momento de honor llegó en agosto del año 91 cuando se puso al frente de los manifestantes que en Moscú se opusieron a un intento de golpe de Estado. En diciembre del año 91 se reunió con los líderes de Ucrania y de Bielorrusia con los que acordó la disolución de la Unión Soviética. Rusia se convirtió así en un gran Estado independiente y ocupó el puesto de la Unión Soviética en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Rusia era un mosaico de diversas etnias y el nuevo Estado no se definió en un sentido étnico. La ciudadanía rusa correspondía a todo lo habitante del Estado independientemente de la etnia a la que pertenecían y la lengua que hablase. Por esa parte, el hecho de que muchos ciudadanos de etnia rusa hubieran quedado en territorios de otros Estados como Estonia, Ucrania o Cajafistán, pues fue aceptado sin protesta. El porcentaje ruso era particularmente elevado en las repúblicas bálticas de Estonia y Letonia, donde se aprobaron leyes que exigían el conocimiento de la lengua local para obtener la ciudadanía y por ello tampoco generó un conflicto. Únicamente en Moldavia, república de lengua rumana situada entre Ucrania y Rumanía, se produjo la secesión violenta a la región de Transdniester, una región al excedido de Dniester cuya población era mayoritariamente rusa debido al flujo migratorio que se produjo en la época soviética, cuando la región se convirtió en un foco de desarrollo industrial. Al igual que el propio Yeltsin, la mayor parte de los líderes y los cuadros de la Nueva Rusia habían pertenecido a la burocracia comunista, pues no se produjo un desplazamiento de los funcionarios comunistas del tipo que se dio en Europa Centro-Oriental. Por otra parte, no existía un diseño institucional que pudiera sustituir fácilmente la dictadura del partido, no estaba bien definida la relación entre el presidente y el Parlamento y existía, además, el complejo problema de las relaciones entre el Poder Central de Moscú y las 89 entidades territoriales que integraban la República Federal rusa. Yeltsin no prestó, sin embargo, gran atención a estas cuestiones en la etapa inmediatamente posterior a la independencia, cuando su prestigio era máximo. ¿Por qué consideró prioritaria la reforma económica? Yeltsin era un hombre de acción, asesorado por jóvenes economistas como el primer ministro Yegor Gaidat, principal arquitecto de la reforma, postuló por una terapia de choque que transformara al sistema soviético en una economía de mercado en el menor tiempo posible. Ellos calculaban unos doce o trece meses aproximadamente. Una opción que recomendaban también las grandes instituciones económicas. El coste social fue muy alto y en los primeros años de la reforma se deterioró gravemente el nivel de vida de buena parte de los rusos, ya que había retrocedido durante los últimos años del periodo soviético. El primer problema eran los precios, que en el periodo soviético eran fijados por la Administración y a finales del año 91 resultaron, en muchos casos, artificialmente bajos. En el año 92, Gaidar liberalizó los precios de muchos artículos de consumo, lo que generó una espiral inflacionista. La inflación se mantuvo muy elevada hasta 1995, pero la liberalización ya fue en conjunto un éxito, pues los precios pudieron volver a cumplir su función económica de orientar la oferta y la demanda, algo que en Rusia había estado prohibido durante 70 años. Se aceleró también la privatización de las propiedades estatales, tales como las viviendas, las pequeñas empresas y, a partir del año 93, también las grandes empresas. El proceso fue tan rápido que en el año 96 casi el 90% de los trabajadores de la industria estaban empleados en el sector privado, aunque en buena medida las empresas privadas siguieron bajo el control de sus directivos anteriores, que les hicieron con importantes paquetes de acciones. Surgieron, por otra parte, numerosas empresas nuevas. En el sector agrario, el ritmo de cambio fue más lento, pero se redujo gradualmente el papel de las grandes granjas colectivas, mientras que aumentó el de los productores privados, normalmente familiares, que en 2001 sumergeban algo más de la mitad de la producción agraria. En contraste con el ritmo cerrado de la privatización, fue lento el desarrollo de las empresas privadas. desarrollo de las instituciones sin las que una economía de mercado no puede funcionar adecuadamente, tales como las compañías seguros, empresas de auditoría y, sobre todo, órganos de regulación estatal. El nuevo Estado ruso se mostró poco eficiente en funciones básicas como asegurar que los contratos se cumplen, recordar los impuestos necesarios, evitar la inflación y ofrecer una red de protección social. Los límites entre legalidad e ilegalidad se hicieron muy difusos y se produjo el ascenso del crimen organizado, que adquirió una influencia económica considerable, aunque se ha exagerado este fenómeno. Para el empresario medio, los obstáculos principales no venían de la extorsión criminal, sino de una burocracia arbitraria y corrupta, y las mayores empresas podían obtener exenciones fiscales gracias a la influencia política, mientras que muchas de las otras escapaban a la presión fiscal mediante el falsamiento de su contabilidad. De hecho, era casi imposible que una empresa subsistiera dentro de la legalidad, es decir, sin recurrir a la evasión fiscal y al soborno de funcionarios. La salida de capital a extranjeros ha sido también muy importante y, en cambio… La falta de seguridad jurídica y la arbitrariedad burocrática frenaron la inversión extranjera, a pesar de los activos que representaban las riquezas naturales de Rusia, su amplio mercado, sus trabajadores cualificados y sus bajos salarios. El descenso de los salarios reales se mantuvo durante todos los años noventa, en lo que la productividad del trabajo se redujo, aunque, sin embargo, el desempleo aumentó muchísimo. Los trabajadores se aferraron al empleo en sus antiguas empresas, aunque se deteriorara el nivel académico. Y los empresarios no trataron de reducir costes mediante el despido masivo. La desigualdad de ingresos incrementó un 20%. Se incrementó, perdón, y un 20% de la población se vio reducida a la pobreza, según estimaciones oficiales. También fue importante en la economía sumergida, que lo que hace pensar que el hundimiento del nivel de vida de la gente no fue tan importante como sufrían las estadísticas oficiales. Por otra parte, el consumo de alcohol aumentó, entre otras cosas, por la liberalización y la retirada de los impuestos al alcohol importado desde Occidente. Por otra parte, no ha habido ni en los años 90 ni después estallidos significativos de protesta social, aunque no han faltado las huelgas, especialmente en el sector minero. La sociedad ha focalizado su preocupación en sus propios problemas de supervivencia, desinteresándose de problemas generales o de violencia. El malestar social generado por el inicio de la reforma y la ausencia de un reparto de poder bien establecido entre el presidente y el Parlamento contribuyeron a la generalización de una grave crisis política. Cuando en marzo del año 1993 Yersin anunció que se disponía a asumir plenos poderes, el Congreso de los Diputados intentó destituirle, pero no alcanzó la mayoría cualificada a dos tercios de los votos. En septiembre, Yersin anunció que se proponía disolver el Congreso y que gobernaría por decreto hasta que fuera elegido un nuevo Parlamento. Ante ello, el Sobre Supremo, la Cámara Alta del Parlamento, acordó su destitución y el vicepresidente Alexander Ruzkoi asumió la presidencia interina. Pero Yeltsin logró garantizarse el apoyo de las Fuerzas Armadas y mantuvo el control. Ruzkoi y quienes lo apoyaron se negaron a abandonar el edificio del Parlamento, la Casa Blanca. Pero cuando a comienzos de octubre manifestaron desfavorables a los parlamentarios tratando de ocupar otro edificio oficial, Yeltsin recurrió a las Fuerzas y envió carros armados contra el Parlamento y los enfrentamientos causaron un centenar de muertos. Lo ocurrido fue una tragedia para el naciente democracia rusa, pero Yeltsin se dio reforzado. En diciembre del año 1993, el pueblo ruso eligió un nuevo parlamento que retomó la vieja denominación de Duma bajo los zares y aprobó en el referéndum una nueva constitución que tenía un marcado carácter presidencialista. Tras ello, el gobierno de Yeltsin se hizo más arbitrario y corrupto y tendió a apoyarse en los grandes magnates de las empresas privatizadas, los que denominaron los oligarcas, que asumieron el control de los principales medios de comunicación. La salud del presidente se estaba deteriorando debido a sus problemas cardíacos y quizá también al alcoholismo, algo muy frecuente entre los varones rusos. La limitada consolidación de la democracia contribuyó también a la debilidad de los partidos políticos que no lograron convertirse en representantes de la voluntad popular del conjunto ruso. A diferencia de lo que había ocurrido en el centro y oriente de Europa, en Rusia el hundimiento del comunismo no fue resultado de una movilización popular a favor de la democracia. sino fue la dirección comunista la que optó por el cambio. El incipiente movimiento democrático, surgido a finales del año 80, no llegó a formular un programa coherente tras la desaparición de la URSS y sus diversos componentes adoptaron líneas distintas. Algunos de ellos se apoyaron en Yeltsin y otros en la oposición. Los niveles de afiliación de los partidos cayeron muy pronto. Ninguno de los diferentes partidos podemos llevar a que sería un partido de masas. Rusia no era un estado unitario, sino que era una federación integrada por 89 entidades de diversos tipos, 21 de las cuales tenían una entidad de república autónoma y comenzaron a asumir a partir del año 90 amplios poderes. La relación entre estas entidades y el gobierno central se basa a menudo en acuerdos bilaterales, al margen de los estipulados por las leyes. Con todo, se evitó que la federación se disolviera. Solo la República Chechenia, de mayoría musulmana, optó por la separación. Por un tiempo pareció que Rusia iba a aceptar la secesión de Chechenia, un territorio de apenas un millón de habitantes situado en la vertiente septentrional del Cáucaso, pero en el año 94 Yeltsin decidió intervenir. Los chechenos eran uno de los pueblos incorporados al Imperio Ruso en las guerras del siglo XIX y durante la Segunda Guerra Mundial fueron deportados por Ander Stalin a Asia Central, de donde no se les permitió volver hasta el periodo de Rusia. En el momento de la guerra mundial, los nacionalistas chechenos pretendieron obtener la independencia al igual que lo hicieron las 15 repúblicas socialistas soviéticas. que integraba la Unión, a la que la constitución soviética sí reconocía el derecho a secesión. En las difíciles circunstancias de Rusia de finales del año 91, no le fue sin embargo difícil a los nacionalistas chechenos más radicales, encabezados por Dostya Dubayev, que había sido un general de aviación del ejército soviético, asistir con el poder en Chechenia mediante un golpe de mano. Tras ello, Dubayev convocó elecciones, las ganó y proclamó su independencia. Su régimen se caracterizó desde muy pronto por su tendencia autoritaria, por la ilegalidad generalizada y por el colapso de los servicios públicos, lo que dio lugar al desarrollo de una oposición interna. Para el gobierno ruso, la dirección que había tomado Chechenia se convirtió en un grave problema por motivos políticos, ya que la secesión electoral de una república era un mal precedente. Económicos, ya que el principal holoducto desde los yacimientos del Caspio se desababa en el territorio checheno, y también de seguridad, ya que en el año 94, criminales chechenos secuestraron varios aviones. En una primera fase, Rusia se limitó a suministrar armas a los enemigos internos de Dubayev, que iniciaron una insurrección en septiembre del año 94, pero su escaso éxito llevó a Yeltsin a la crucial decisión de atacar con una columna, brindada rusa Grozny, la capital sesena en noviembre. El ataque fracasó ante las firmes de las fuerzas sesenas, que contaban con la ventaja defensiva que ofrecen las calles y edificios de una gran ciudad, pero los rusos tuvieron importantes bajas. Era el comienzo de una sangrienta guerra que se prolongó durante casi dos años. Fue impopular en Rusia y desagreditó a Yeltsin. En diciembre, el ejército ruso comenzó un bombardeo masivo de Grozny, que causó miles de muertos entre la población civil, y en marzo del año 95 la ciudad fue ocupada, tras lo cual la resistencia se llenó. Adoptó técnicas de guerrilla, mientras los rusos adoptaron medidas represivas al margen de la legalidad, incluida la tortura de los sospechosos arrestados. A mediados del año 95, la llanura de Chechenia estaba bajo firme control ruso y la resistencia se limitaba a las montañas fronterizas. Los chechenos recurrieron entonces a las tácticas terroristas, sobre todo por la iniciativa de su líder más radical, Samir Basayev, quien en junio del año 95 cruzó la frontera con un setenar de hombres y ocupó un hospital de una pequeña ciudad rusa, tomando a más de mil rehenes, tras lo cual pudo retirarse. En abril del año 96, un misil mató a Dudayev, pero la resistencia se desplazó. La resistencia no cesó y en agosto de ambas partes acordaron el cese del fuego. En el año 96, Yeltsin se encontraba con una salud delicada, una popularidad que descendía en picado y una oposición a la alza de los comunistas que habían sido el partido más votado en las elecciones parlamentarias del año 95. Las elecciones presidenciales se presentaban por tanto difíciles, pero personalmente Yeltsin se impuso al candidato. Yeltsin se impuso al candidato comunista, obteniendo el 54% de los votos. Sus últimos años de gobierno, aunque menos conflictivos, estuvieron también marcados por dificultades, la grave crisis financiera que sufrió Rusia en el año 98. que forzó al Gobierno a admitir una fuerte devaluación del rublo respecto al dólar. Esta devaluación, al impulsar las exportaciones, facilitó, sin embargo, una rápida recuperación económica y al año siguiente Yeltsin anunció su dimisión y encomendó la presidencia interina hasta las próximas elecciones a su nuevo primer ministro, Vladimir Putin. Boris Yeltsin fallecería en el año 2007 a la edad de 76 años. Vladimir Putin ha dominado la política rusa desde el año 99, fue presidente de Rusia durante dos mandatos, tanto en 2000 como en 2004 venció y, puesto que no podía presentarse a un tercer mandato sin modificar la Constitución, en 2008 optó por apoyar la candidatura de un joven colaborador, Dmitry Medvedev, que fue elegido presidente y tuvo como primer ministro a propio Putin, quien volvió a recuperar la... presidencia a la edad del 12 y del 18, y que actualmente sigue en el poder. Putin se había formado en el KGB, el Servicio Secreto Soviético, en el año 98. Yeltsin le puso al frente del FSB, el nuevo Servicio Secreto, lo que de forma simultánea le llevó a ocupar el cargo de secretario del Consejo de Seguridad Nacional Cargos que dejó para convertirse en primer ministro en el verano del año 99. Por entonces era un desconocido para la mayoría de los rusos, pero su popularidad no trató en crecer debido a la imagen de hombre enérgico que se dio desde el primer momento, sobre todo en su relación con Chechenia. En el año 99 se reanudó la guerra con Chechenia, en contraste con la primera fase del conflicto que fue muy popular en Rusia. Durante esta nueva fase, la opinión pública apoyó la actuación del Gobierno, a pesar de las bajas que sufrieron las tropas rusas y las atrocidades que se acometieron, evidentemente apoyado también por la imagen extrema de los radicales terroristas chechenos. El acuerdo firmado con Boris Yeltsin del año 97. El acuerdo firmado con Boris Yeltsin del año 97 y el nuevo presidente Chechenio había establecido un plazo de cuatro años para llegar a una solución definitiva y, entre tanto, Chechenia mantuvo una independencia de hecho al tiempo que se hundía en el caos y aumentaba la criminalidad, especialmente los secuestros. Por otra parte, creció la influencia del islam y se adoptó la acharía, la ley islámica tradicional, que implicaba castigos corporales, amputaciones y ejecuciones públicas. El más radical. El más radical de los líderes islamistas, Basayev, aspiraba a crear un Estado Islámico que no incluyera solo Chechenia, sino también a todo el norte del Cáucaso. Y en agosto del año 99, una columna chechena encabezada por Basayev inmediatamente en la región de Dagestán, pero fue desalojada por las tropas rusas tras duros combates. Pero lo que más indignó a la población rusa fueron varios tentados terroristas indiscriminados, incluida la destrucción en plena noche de dos edificios de viviendas en Moscú, que causó la muerte de más de 200 personas en septiembre de ese mismo año. Lo ocurrido justificó ante la opinión pública el ataque contra Chechenia que ordenó Putin. Las tropas rusas actuaron con más eficacia que cinco años atrás, tomaron Grozny en octubre y desde ahí establecieron un gobierno favorable a Moscú. El conflicto se prolongó, sin embargo, durante varios años, en los que los chechenos recurrieron a métodos terroristas copiados del ente medio, como los tentados suicidas cometidos a veces por mujeres, a los que los rusos replicaron con la represión. El ataque terrorista fue un ataque terrorista feroz que a menudo castigaba a la población civil. Los ataques terroristas tuvieron más eco fueron la toma de los rehenes en teatro de Moscú en el año 2002 y la escuela de Beslan en el año 2004, que provocaron numerosas víctimas. Los drásticos métodos terroristas rusos terminaron, sin embargo, por ser eficaces y una cierta paz ha retomado a Chechenia bajo el despótico gobierno local fiel a Putin. En las elecciones parlamentarias celebradas en el año 2003, el partido apoyado por Putin, Fuerza Aérea, Rusia unida, logró más de dos tercios de los escaños. Comunistas y nacionalistas lograron una representación minoritaria, mientras que los liberales, divididos, identificados por la opinión con las dificultades de los años 90, obtuvieron unos resultados pésimos. Aún así, hubo bastante ascensión. En las elecciones presidenciales del año siguiente, Putin obtuvo un triunfo rotundo al recibir el 71% de los votos. Putin tenía realmente apoyo a la mayoría de los ciudadanos, que mostraban escasa confianza en la oposición. Pero esta se vio también perjudicada por el creciente autoritarismo del régimen. Podemos hablar del retroceso en la libertad de prensa. Las cadenas televisivas contrarias a Putin han pasado a manos de propietarios más favorables al poder y los periodistas que tratan de investigar temas como la corrupción o los abusos del régimen han encontrado serias dificultades. Podemos destacar el caso de Ana Politovkaya, periodista asesorada en 2006, que se había distinguido por sus críticas al régimen de Putin y su denuncia de los crímenes cometidos por las autoridades en Chichen Itza. También tenemos que hablar del control efectivo del poder local. En los años 90, los gobiernos regionales adquirieron una gran autonomía real que en algunos casos favorecía la corrupción y la arbitrariedad de los gobernantes locales, pero que representaba también un acercamiento de la política a los intereses más directos de los ciudadanos. Durante la era Putin se ha producido, sin embargo, una recentralización y la corrupción, que no ha disminuido, y la ausencia de una justicia imparcial representan también graves límites para la efectiva consolidación de la democracia en Rusia. La mayoría de los observadores extranjeros han llegado a la conclusión de que Rusia es un sistema político no democrático y sí autoritario. Podemos destacar que la Rusia de Putin es un país mucho más libre que el antiguo no soviética. En las elecciones del año 2011 al Parlamento, el triunfo de Rusia unida se redujo por un margen más reducido y las protestas por el supuesto fraude electoral congregaron a decenas de miles de manifestantes. Sin embargo, esto no significó que la población rusa comenzara a rechazar las prácticas autoritarias y corruptas del régimen de Putin. La vuelta a la presidencia de la Federación Rusa en 2012, que se redujo con el apoyo de un 63,7% de la población, representó para Putin el efectivo respaldo popular que necesitaba para formalizar la estructura de su régimen político. En las siguientes elecciones presidenciales del 2018, Putin aumentará ese respaldo hasta el 76,69%, es decir, un 13,9%. En las siguientes elecciones presidenciales del 2018, Putin aumentará ese respaldo hasta el 76,9% más, evidenció el apoyo explícito de la sociedad rusa al régimen personalista basado en cuatro elementos fundamentales. En primer lugar, el control absoluto de las instituciones estatales a través de su partido Rusia Unida, que se entiende identificar con el Estado, a través de la libertad limitada dentro de un orden social establecido, con el establecimiento de los valores como la jerarquía. a pesar de que desde el 2017 se ha bajado la creación de riqueza, y una proyección exterior con el objetivo de recuperar el estatus de potencia mundial que se tenía con la Unión Soviética. La desaparición de la Unión Soviética supuso no solo una colosal merma de la influencia exterior, sino la propia desmembración del antiguo imperio zarista. A partir de la definitiva pérdida del carácter del líder ideológico por parte de los diables de la humanidad, la Rusia de Putin trata de revertir ambos procesos. Por una parte, recuperar el prestigio y la capacidad de influencia en una geopolítica mundial en transformación. Y, por otra, revertir la dinámica centrífuga, incrementando su presencia en las repúblicas anteriormente integradas en la URSS, e incluso ejecutando acciones reintegradoras territoriales como Ostequia del Sur o Crimea. En los primeros años tras la caída del comunismo, Yeltsin trató de impulsar la incorporación plena de Rusia al mundo occidental, pero a lo largo de la década de los noventa se fue extendiendo un desencanto. Y abriendo paso la convicción de que Rusia debía recuperar el papel de gran potencia, perdió tras la desmembración de la Unión Soviética, de la que comenzó a culpar a Occidente. El desarrollo de un nacionalismo exclusivo e incluso una visión nostálgica de la antigua Unión Soviética se ha convertido en el fundamento ideológico del régimen de Putin. privando así a los ultranacionalistas y a los comunistas de que fue su principal bandera en los años 90. La tendencia es la de percibir las relaciones internacionales en términos de confrontación y la expansión de la OTAN hacia el este ha sido vista como una amenaza. El anti-occidentalismo de la opinión pública subió en retorno a raíz de la intervención de la OTAN en Kosovo en el año 99 y se reforzó tras la invasión de Irak en el año 2003. La voluntad de hacer valer su poder más allá de la frontera se manifestó en su intervención contra Georgia en el 2008, una república con casi 5.000 habitantes que se encuentra al sur del Cáucaso, es decir, más allá de la frontera convencional de Europa, aunque de tradición cristiana. En el año 99, Georgia optó por separarse de la Unión Soviética, pero pronto surgieron enfrentamientos étnicos dentro de la misma Georgia. Tras duros combates, las regiones de Osteria del Sur y Abkhazia, fronteriza con Rusia, adquirieron una independencia en los primeros años 90. Los acuerdos de alto fuego en ambas regiones estipularon el despliegue en ellas de fuerza de paz fundamentalmente rusa. De hecho, Rusia aspiraba a seguir ejerciendo una influencia dominante en el Cáucaso y un gran apoyo a la república secesionista, aunque no reconoció oficialmente su independencia. Las relaciones entre Rusia y Georgia se deterioraron tras la revolución, en rosa, del año 2003, en la que manifestaciones masivas protestaron por un fraude electoral y forzaron la dimisión del entonces presidente Eduard Serafnazler, que había sido ministro soviético de Asuntos Exteriores con Gorbachev. El nuevo presidente, Mikhail Saakashvili, elegido en 2004, adoptó una política encabellada a librarse de la hegemonía rusa, a lograr el apoyo del occidente, especialmente de los Estados Unidos, y a recuperar gradualmente el control de las regiones excepcionistas. Ello implicaba, evidentemente, el cierre de las bases militares rusas en Georgia y el ingreso del país en la OTAN, que fue apoyado por los Estados Unidos. En el año 2007, los rusos evacuaron su última base militar, pero en abril del año 2008, la OTAN acordó no aceptar de momento el ingreso de Georgia, debido a la reticencia de algunos estados europeos, en una medida que había irritado a Moscú. En este contexto, en agosto del año 2008, las Fuerzas Armadas de Georgia intervinieron en los Tretes del Sur para poner fin a la secesión, y la respuesta rusa fue una inmediata ofensiva militar. tras cuatro días de combate, las tropas georgianas habían sido derrotadas y las columnas rusas habían penetrado más allá de los límites de Ostetia. Por mediación del presidente francés Sarkozy, que ejercía entonces como presidente de la Unión Europea, ambas partes firmaron entonces el acuerdo de paz y después Rusia reconoció la independencia de ambos territorios. La oposición de Putin a que el Consejo de Seguridad de la Nación Unida adoptase sanciones contra el régimen de Bashar al-Assad en Siria por sus atrocidades contra la población civil a partir del año 2011, ha mostrado una vez más que la política rusa se rige por el criterio de mantener su influencia exterior frente a los intentos centrales de promover la democracia y los derechos humanos. que Sperling tiende a considerar pretexto utilizado para extender su influencia de Estados Unidos y sus aliados. El mantenimiento de ese estatus implica también una estrategia frentista sostenida por Rusia en la crisis de Venezuela, la oscura participación en el hackeo informático y desvelación de secretos en connivencia con Wikileaks de los departamentos de Estado y Defensa de Estados Unidos y su activa participación en la campaña electoral presidencial contribuyendo al triunfo de Donald Trump. Un bloque especial para la política internacional del régimen Putin tiene que ver sobre las relaciones con las repúblicas anteriormente integradas en la Unión Soviética. El objetivo es no solo recuperar determinantes esferas de influencia, sino asentar las bases para futuras reincorporaciones más faccibles en las grandes y poco pobladas repúblicas centroasiáticas y poco menos que imposibles en las repúblicas bálticas ya integradas. Sin embargo, han sido las repúblicas occidentales de Bielorrusia y Ucrania las que han sido objeto de agresivas políticas de acercamiento. En el caso de Bielorrusia, el padrinazgo ejercido con el presidente Aleksandr Lukashenko ha permitido el establecimiento de un modelo de vinculación que formalmente mantiene la soberanía de la joven república. Más dramática ha sido la relación con Ucrania, ya que Putin pretendió replicar el modelo anterior utilizando la figura de Bielorrusia. En el caso de Bielorrusia, el padrinazgo ejercido con el presidente Aleksandr Lukashenko ha permitido el establecimiento de un modelo de vinculación que formalmente mantiene la soberanía de la joven república. culminando en los acontecimientos del Euromaidal a comienzos del 2014, que supuso el derrocamiento y huida de Yanukovych en febrero del año 2014 y su petición de asilo en Rusia. La respuesta de Rusia fue desencadenar la crisis de Crimea. Las autoridades de la República Autónoma de Crimea anunciaron el 6 de marzo la generación de un referéndum para conseguir su independencia de Ucrania y su intención de solicitar su incorporación a la Federación Rusa. De forma inmediata, las tropas rusas fueron desplegadas en toda la península y la autoridad de la capital de Sevastopol proclamaba la incorporación a Rusia. En medio de las tensiones con las nuevas autoridades de Kiev, las protestas formales de los Estados Unidos y la Unión Europea, la celebración de un referéndum bajo venganza militar arrojó un resultado favorable a la elección que se institucionalizó el 18 de marzo. Paralelamente, las regiones orientales de Donetsk y Lugansk. Las fronterizas con Rusia, con una abrumadura mayoría de población rusa, iniciaron un camino análogo, pero Kiev respondió con fuerzas militares. De esta va a ser la crisis que desde hace unos 20 meses estamos padeciendo de la guerra entre Ucrania y Rusia. La popularidad de Putin debe mucho al crecimiento económico sostenido que se produjo durante sus primeros mandatos presidenciales. Tras la crisis del año 98, que provocó una importante caída de los productos y los productos, la economía se recuperó con rapidez. Desde 1999 al 2007, el PIB creció a una tasa media anual del 7%. El principal estímulo para este desarrollo provino de la empresa privada, pero la estabilidad política alcanzada ha creado también un entorno favorable y, en términos generales, la política macroeconómica ha sido aceptada. El alza de los precios del petróleo en el mercado mundial favoreció también a Rusia, tres cuartas partes de cuyas exportaciones consisten en petróleo, gas y metales, y esto indica que la economía rusa está insuficientemente diversificada. La recesión económica internacional, que se inició en 2008, tuvo una inmediata repercusión en Rusia, cuyo PIB tuvo una fuerte caída en 2009. El presidente Dmitry Medvedev, con Putin como primer ministro, anunció reformas estructurales en la economía, que nunca llegó a concluir. Además de una decidida lucha contra la corrupción, que en realidad fue instrumentalizada para reforzar el poder centralizador del régimen y un enriquecido entorno oligárquico y empresarial que apoya al régimen. Rusia presenta una natalidad muy baja, un fenómeno que es común en toda Europa y una mediocre esperanza de vida que resulta insólita en un país desarrollado, aunque tanto la natalidad como la esperanza de vida se recuperaron algo a comienzos del siglo XXI. Pero las proyecciones indican que el descenso de la población va a continuar. La esperanza media de vida masculina es particularmente baja, debido sobre todo a la incidencia de enfermedades relacionadas con el estilo de vida, como la cardiovascular y la respiratoria, además de contar con un sistema sanitario mucho peor que en Occidente. y que los rusos beben mucho, fuman mucho y hacen poco ejercicio, además de mostrar un cierto fatalismo que lo hace preocuparse de medidas tan básicas como el uso del cinturón de seguridad. La inmigración es reducida por los trabajadores extranjeros, no son bienvenidos a Rusia, donde se manifiesta una fuerte xenofobia. La magnitud de la corrupción alcanzó el año 90, uno de los problemas de la Rusia actual, que más destacaron los medios de información, tanto rusos como internacionales, y cuando llegó a la presidencia Putin anunció que había estado dispuesto a atajarlo. Las medidas más espectaculares fueron dirigidas contra alguno de los más destacados oligarcas de la Yeltsin, cuyas fortunas tenían orígenes dudosos. Veamos, por ejemplo, Mikhail Khodorov. Mikhail Khodorov, presidente de la gran compañía petrolera Yukos, y que instaló en el marco de Rusia, que fue detenido y condenado a nueve años de prisión en 2005 por fraude y evasión fiscal. Los jueces rusos, que en tiempos comunistas no eran más que funcionarios públicos cuyo deber era servir al Estado y a los ciudadanos, gozan de escasa independencia. Rusia se ve afectada también por una elevada tasa de delincuencia y, en particular, su tasa de homicidio, es una de las más altas del mundo, particularmente grave resulta la sospecha de que algunos asesinatos de personajes incómodos hayan gozado del beneplácito de las autoridades como Golubnyov, Shevkov, Yushevchenkov. Shekho Shoshikhin, Kletnikov, Kozlov, Stimirova o los casos más paradigmáticos de Ana Politkovskaya, de la que hemos hablado, o Alexander Livinenko, un antiguo agente secreto ruso exiliado en Gran Bretaña que había acusado de graves crímenes a su antiguo colega de la KGB y parece ser que lo habían asesinado los propios compañeros. También tenemos que destacar las recientes medidas contra los homosexuales, que representan otra demostración de que los valores rusos no están convirtiendo con los occidentales y, en conclusión, podemos afirmar que Rusia ha experimentado durante los últimos años una espectacular transformación política, económica, social, pero que ello no supuso la asignación de modelos occidentales, ya que persiste el autoritarismo, la economía está poco divertida, la corrupción es mayor que en Occidente y, aunque la guerra fría desapareció, la política exterior sigue marcada no solo por la nostalgia del modelo soviético, sino por la herencia del imperio ruso. Como siempre, muchas gracias por vuestra asistencia. Si tenéis cualquier tipo de duda, os podéis poner en contacto conmigo a través del correo electrónico mantamajón arroba sevilla.unez.es y os resolveré las dudas que podréis tener. Muchas gracias y nos vemos en la siguiente sesión. Un saludo.