El testimonio, un término que sin duda se la ve para el tema que se atardece, nos ocupa porque el testimonio es precisamente el primer lugar entre la memoria y la historia, como puso de manifiesto Jorge en algunos de sus títulos más conocidos, por ejemplo, en la narración, en su expresión, toda la memoria es de la memoria. Para él, el testimonio es el resultado de la acción del tiempo sobre la memoria y en él se analiza la percepción de la sentida, la retención del recuerdo sobre ella y la resolución narrativa de los sentimientos. En el grupo de la superposición y combinación de los sentimientos de memoria, ya no íbamos a hablar de la percepción visual, de la percepción directiva, de la percepción social, de la memoria histórica, de las exigentes que se han dado. No solo importa conocer qué se recuerda y quién recuerda, o como él señala, de qué supervive el recuerdo y de quién es la memoria, sino el cómo, puesto que lo que define y realiza la memoria es el estatuto de veracidad que ha de enfrentarse con el trabajo historiográfico. No es lo mismo, por ejemplo, el recuerdo que llamamos pragmático, instantáneo, que aparece súbitamente en un recuerdo cognitivo que ha sido buscado, que ha sido provocado por alguien.