Bien, pues ya estamos grabando esta parte de la tutorial de hoy dedicada a Espacio 1, paisajes y mar. Para ubicarnos un poco en el temario comenzamos hoy la segunda parte del temario dedicada a Antropología del Espacio. Hasta ahora hemos dedicado seis capítulos a Antropología del Cuerpo, ¿de acuerdo? Seis capítulos a Antropología del Cuerpo y ahora vamos a comenzar los cuatro que nos quedan sobre Antropología del Espacio. Hoy paisajes y mapas y la próxima semana Espacio y Cuerpo. Tendremos otro para Espacio y Tiempo y finalmente Lugares. ¿De acuerdo? 17 minutos de sesión. Verdes paisajes. Paisajes y mapas, verdes paisajes. Estamos aquí ahora entre el paisaje con un producto, una construcción cultural. El paisaje natural, ¿verdad? Que es anterior, es lo primero, pero que es sometido a construcción cultural. Lo hemos transformado nosotros. Hemos antropizado. El paisaje. Y de ese paisaje natural surge el concepto de una calificación. El paisaje que ha llegado a ser universalmente asumida. Hasta el punto de que hay, forma parte, los paisajes forman parte del patrimonio de la humanidad, de la humanidad. En forma de categoría de paisajes culturales. Y estamos acostumbrados a ello, ¿verdad? Los parques naturales y todo lo demás. No cabe duda de que el paisaje implica un modo de mirar al entorno natural, ¿verdad? Un modo de verlo desde el punto de vista humano. La etimología del paisaje viene de país, ¿verdad? Paisaje. Es una referencia física espacial y que parece que implica cierto objetivismo. Paisaje implica una visión. Cuando nosotros nos metemos a observar una panorámica, implica una visión. Evidentemente subjetiva, cultural, construida, idealizada. También hablamos de paisaje y es una manera de descubrir la naturaleza. Y esta visión de la naturaleza como paisaje, ya antropológico, antropizado, pues está asociada a cambios demográficos, económicos. Esas formas de vida que surgen cuando hay un cierto inicio del bienestar en los siglos XVIII y XIX, en determinados tiempos de la humanidad. Esa visión de la naturaleza, que es la visión de las generaciones, como pueden ser Inglaterra, asociada al desarrollo de la ciudad. Empieza el éxodo del mundo rural, de la población rural a las ciudades. Eso se ha visto en... Yo estamos viviendo en nuestro país, por ejemplo, y no solamente en nuestro país, la migración a las grandes ciudades para alcanzar mayores objetivos de vida. Y ahí se va a producir una idealización de ese paisaje que se ha quedado atrás. ¿Eh? En Europa y en muchos países, el paisaje implica una contemplación del campo desde la ciudad. El clásico escape de fin de semana senderista. Por lo tanto, es una construcción intelectual. No tiene la misma visión del campo la persona que trabaja aquí todos los días con las ovejas, las cabras y las vacas, y es su único hábitat que el urbanita que va al campo de fin de semana. Y lo idealiza. Por lo tanto, el paisaje hay que entenderlo como una construcción intelectual. Cultural. Hay un supuesto, como dice el manual, discutible, ¿verdad?, que los campesinos no contemplan el paisaje, lo que decía antes. Los campesinos no contemplan el paisaje porque forman parte de él. Están integrados en él. Con su tractor, con su ganado, con sus vacadas. Forman parte de él. Por lo tanto, no lo perciben ni pueden percibirlo de los mismos supuestos que nosotros, los urbanos. Para ello, el paisaje forma parte de su trabajo, de su sustento y evidentemente es distinta a la valoración intelectual. Con todo ello va a surgir una antropología del paisaje con las interpretaciones, por ejemplo, la psicologista, la interpretación psicologista de Gombrich, que remite a pautas culturales. Lo tenemos en la página 316, la de Gombrich. ¿Eh? O ideologías asociadas al paisaje, como ha tratado Birmingham en 1986, que tenemos en la página 316 también. La pintura de paisajes sería una realidad en la ideología de una clase social. Ideologías asociadas al paisaje. El campo visto desde una posición social dominante. La pintura paisajística. Un tipo de pintura, ¿verdad?, un género. La pintura de paisajes. Y la representación idealizada de la realidad social del campo. Los cuadros bucólicos tan bonitos del siglo XIX. Todos son elaboraciones ideológicas. Y aquí hablamos de paisaje asociado a una ideología de clase. En este caso, habla el libro de la historia de Inglaterra y los cercados de finca para la oligarquía terrateniente. Pero no acabo de decir que es un objeto estético y cultural. Y las representaciones idealizadas se contradicen con la realidad social del campo. Una cosa es lo que vemos idealizadamente y otra cosa es lo que subyace socialmente. Por lo cual, en estas pinturas se están mezclando ideologías, jerarquías, clases, poder. Como hemos dicho, las parcelaciones en Inglaterra, la aparición de nuevos propietarios, guerras comunales. Todo muy bonito, pero por debajo subyace propietario y gente que ha sido expulsada de esos campos que han sido usados. Hay otro análisis, que es el de la identidad. Es decir, la identidad de los propietarios. Otro análisis interesante, que es el de Grimm, de 1995, que tenemos en la página 318. Lo ve como una versión particular de una élite en la cultura occidental. Y se pregunta a Grimm, ¿Belleza para quién? ¿Y qué sentido tiene? Y aborda otros aspectos del paisaje en las propias sociedades occidentales. Las influencias en los estados de ánimo, en el urbanismo, en el ocio o en el diálogo, etcétera, etcétera, etcétera, etcétera, etcétera, etcétera, metafóricamente como el paisaje interior, paisaje del alma, tratado por la escética y la mística de la literatura española, por ejemplo. Valor de los paisajes, el valor se amplía, se amplían las distintas sociedades humanas y asocia ideas, creencias, experiencias, paisajes contemplados, paisajes experimentados, hasta el punto de que se habla de una etnoteoría del paisaje. Surgen etnoteorías del paisaje en función de las distintas visiones de las distintas sociedades, cada cual el paisaje asociado a su cultura, por lo tanto, etnoteorías del paisaje. Y esto nos lleva a la primera inmersión. La etnoteoría etnográfica, asociada a este tema de paisajes y mapas, itinerarios sagrados y piedras que se mueven. Ahora ya entramos en etnografías y en trabajos de arte, que nos muestran otras formas de construir los paisajes. El relativismo cultural, es la construcción cultural del concepto de paisajes, es decir, etnopaisajes. Relativos. Un ejemplo, los paisajes míticos de la época. Los paisajes míticos de las sociedades de Nueva Guinea y de Australia. Paisajes míticos. ¿Por qué? Pues porque incluyen episodios del pasado que son registrados y experimentados espacialmente, en términos de rasgos geográficos. Esos paisajes míticos que incorporan episodios del pasado, que son memorias, están representados geográficamente en colinas, en montañas, en ríos, en lagos, en piedras, vean cita en la página 319-320, Antepasados con cara de piedra, un trabajo de Kahn, de 1990. Piedras con valor mítico. Paisaje humanizado, inmortalizado, hecho historia local, memoria local. En estas sociedades el mito está hecho lugar, como estudian Ramsey y Weiner, en 2001, el mito emplazado. En el lugar, ubicado. Esta forma de registrar los mitos indica una fuerte identificación de la gente con la tierra. Y eso sucede también en otras sociedades. No hay que irse a Australia. Ancestros, sustancia, poder revelado, fertilidad. Paisaje percibido con valores y con significados. Los hitos del camino, piedras, montañas, formas de la montaña operan como claves para identidades personales y colectivas. Familiales. Genealógicas. Enlazan, estos hitos, enlazan lo emocional con lo social y lo político. Recargan la memoria del pasado y la proyectan en el presente de esa sociedad en su aquí y ahora. Se han analizado los tipos de itinerarios en las sociedades melanésicas y australianas. Por una parte los itinerarios sagrados y por otra los lugares que se mueven. Estoy ahora en la página 321. Hablemos de itinerarios sagrados. Un ejemplo, itinerarios del sueño. Fíjense, itinerarios del sueño entre aborígenes y australianos. Aquí estamos hablando de su cosmovisión. El sueño que les va a llevar a tiempos míticos. Rutas para obtención de agua. Los puntos de las rutas están asociados a episodios del mito. O a leyendas. Un ejemplo como la del canguro Watimanu y de un hombre llamado el Walabi. Más de itinerario sagrado. Dibujos en la tierra. ¿Y cómo interpretarlos? ¿Son mapas? ¿Son paisajes? No son sólo territorio, sino también incluyen rasgos físicos, episodios legendarios, tiempos míticos. Vamos aquí en la confluencia entre el mito y el paisaje. El mito crea el paisaje, por lo que el paisaje reflejado es un producto cultural. Vean el informe de 1935. Por ello dice el manual que hay que entender el paisaje como una cosmovisión del mundo. Una forma de pensar y de representar el mundo. Paisaje como producto cultural. Hay un estudio que es el de Glowczeski , en la página 322. Un estudio de campo sobre los walpiri del territorio norte de Australia. Trabajo de 1991. Y ahí fíjense lo que viene a hablarnos este investigador. Los ancestros han dejado marcas en la tierra y todavía vigilan los lugares. Los cuales, los lugares, tienen nombres propios. Aquí hay una mezcla de toponimia y antroponimia, que toman nombres de animales, de plantas, de fenómenos naturales, lo cual son lugares totémicos. Y es que además estos lugares se consideran que siguen estando habitados por los antepasados para toda la eternidad. Esos tótenes de nombres dan nombre al Patriclán. El Patriclán que vive disperso por todo el territorio tribal. Estos seres totémicos, animales, plantas, dejan huellas, dejan marcas. Todos los seres de este territorio walpiri tienen sus itinerarios como episodios narrativos que se transmiten en el seno de los clanes. Pasan al clano, al Patriclán. Los actos que realizan el modelado del paisaje son secretos y esos lugares son inaccesibles a los no iniciados. Esto por una parte es un ritual. Aquí estamos viendo tótenes, relatos e itinerarios míticos que van a recibir el nombre en esta etnia walpiri de Curubari. Pintar un motivo asociado al lugar les hace creer que tienen acceso al itinerario. Y el sueño les permite el contacto con los ancestros. Introducirse, la persona que sueña, en el espacio-tiempo mítico, el Jucurrupa. Está una interpretación etis de Glowczeski sobre lo que él cree que ha visto en este estudio de los paisajes que se sueñan. Es decir, que esta cosmología muestra que los itinerarios míticos de los walpiri no delimitan territorios sino que más bien significan paisajes, constructos culturales. No establecen fronteras formando espacios cerrados. No ponen límites al mundo. Estos paisajes enlazan lugares y les conducen de uno a otro llevados por el sueño que es el hilo conductor. Los paisajes son a la vez figuración gráfica y construcción cultural. Matas y construcción cultural. Otro caso es el caso de los Yulbu, los Lika, dibujos de paisajes locales que también son conexión con los ancestros. Son los engarakas o huesos de los ancestros. Página 325. Hay relación triádica, es lo que se deduce de todo esto. Relación triádica entre clan, ancestros y terreno, el espacio. Y esto implica una conexión entre gente, el patrilinaje, tierra, derechos muy importantes, la economía y ancestros, la memoria, la continuidad, los itinerarios ancestrales. Evidentemente los mitos nos hablan de continuidad entre presente y pasado, entre la gente. Y con los ancestros, que es historia, pasado, memoria y con la tierra el presente, el sustento, la economía diaria. Y por otra parte están los lugares que se mueven. Página 316. Elementos del paisaje que viajan, móviles, cuevas, piedras o que se mueven, que cantan, como es el caso del geográfico de los Yulbu. De los ingarindi de Kimberley, un territorio de Australia Oeste, Western Australia. Tierra y cuerpo están interpenetrados. Plantea el manual a modo de coda en esta parte de este epígrafe de paisajes que se mueven, estamos hablando ¿verdad? de itinerarios sagrados y piedras que se mueven, una doble paradoja. Los paisajes melanésicos y australianos, estos itinerarios míticos y sagrados, los lugares que se mueven, pues estos paisajes permiten comprender por contraste dos concepciones del paisaje en Occidente. Ahora lo vamos a comparar, el ejercicio de comparativo tan útil en la antropología, con la ruta, que se debe a un supuesto naturalismo. Por una parte conjuntos englobantes, estos paisajes en los que se sitúan elementos singularizados. También marcos fijos, tiempo detenido, y se refieren a seres humanos, a personajes y a elementos transitorios. Esos son los nuestros. En cambio, los itinerarios míticos de los aborígenes australianos están hechos de puntos conectados por la memoria de los antepasados. En ambos casos hay vinculación entre la Tierra y los seres humanos. Pero, ¿qué ha demostrado la etnografía? Que no es un tratamiento cultural universal. Por ello hay que abundar en paisajes relativos. Las diferencias entre los paisajes melanésticos y los de la cultura occidental estarían en el modo y en el grado como los seres humanos se entremezclan y se distancian entre ellos. Es una situación paradójica, porque ese elemento del paisaje, formamos parte de él, pero necesitamos distancia para apreciarlo. Perfecto. Pasamos ahora al epígrafe Mapas y paisajes, página 328. Los paisajes se forman con visiones impuestas por el entorno. A ver, formas del terreno que recuerdan rocas, montañas, perfiles de animales, de humanos, de seres sobrenaturales. Muchas veces incorrectas. Nos ponen olores, sabores, sequedad, humedad, vértigo. En los aborígenes australianos que hemos estudiado antes hay rasgos y marcas para obtener su supervivencia. Marcan el paisaje porque pueden ser útiles esas marcas para su supervivencia. Por ejemplo, para encontrar lugares donde obtener recursos, donde obtener agua, de terrenos, planta medicinal, etc. Ese es el paisaje. Pero ahora viene el mapa. El mapa ya es una conclusión previa al paisaje. Es la imagen de un espacio con un fin utilitarista para su supervivencia, para planificar una guerra en su tiempo, donde hay pasos de montaña, donde hay fuentes de agua, donde hay recursos. Y un mapa está expresado en términos sincrónicos. Esto es aquí. Ahora, este es el mapa actual. Pero para los walpiri que hemos estudiado antes, la toponimia incluye también la dimensión tiempo, memoria y la diacronía. El nuestro es sincrónico. En este sentido, el mapa sería posterior al paisaje. Vemos el paisaje y lo pasamos después a un esquema o un modelo cultural que sería el mapa. Por lo tanto, sería una abstracción geométrica, ¿verdad?, geográfica de la realidad. Un mapa no dibuja la realidad como es. Es una abstracción, una construcción aún todavía más cultural. Hay que distinguir entre mapa, carta y plano. El mapa es mental. ¿Qué plano es un plan? Aquí os recomiendo que retomemos la idea de esquemas y modelos culturales, planes, guiones, de la antropología cognitiva y simbólica. El mapa sería el nivel más alto de abstracción, aún más que el paisaje. Porque el mapa abarca extensiones más amplias. El mapa mundi, el mundo entero, el universo. Por lo tanto, el mapa persigue un alto grado de objetividad. Es universalista. En cambio, el paisaje es más subjetivo. Implica subjetividad, localismo. Los mapas se construyen con pretensión de validez universal. Ahí está la geografía, con el auxilio de las matemáticas, de la geometría, de la astronomía. Paisajes y mapas son convencionales. Ambos. Paisajes y mapas están culturalmente codificados. La representación espacial está presente en todas las sociedades humanas. Esto está claro. Parece que es una dotación cognitiva de la especie representarnos en el espacio. La geolocalización, muchas veces entendida como supervivencia. ¿Dónde estoy? ¿Hacia dónde voy? En los puntos cardinales. Sería un orden de experiencia, una representación del espacio-mundo, mediante la metáfora del espacio. No cabe duda que construimos nuestro mundo a través del espacio y del tiempo, sin duda. Pero ahora hablamos de espacios. Un ejemplo etnográfico importante es el mapa de Satal Illich, año 6200 a. C. Esto es en Turquía. Os lo pongo. Este. Un mapa de Satal Illich, Turquía, hacia 6200 a. C. O el petroglifo de Val Camonica, datado en el 2500 a. C., aparecido en Brescia, Italia. Los primeros cristianos también elaboraron sus mapas. Las etimologías de San Isidro de Sevilla, en los siglos VI y VIII también. El mapa enciclopédico, con las fuentes bíblicas, las clásicas, las latinas. Todo ello reflejaba la cosmología según la ciudad de Dios de Saragustín, en el siglo IV. Por supuesto, Jerusalén estaba en el centro de dónde. Jerusalén. El centro. De acuerdo con la visión cristiana, evidentemente. Aquí tenemos el mapamundi de Beato de Llébana, de Burgo de Osva, 1086, siglo XI. Esta es una copia. El este en la parte superior. Claro, el este, oriente, Jerusalén, en la parte superior, en el cielo, con los doce apóstoles. O este es el mapamundi de Alidrisi, de 1154. Siempre intentar representar a los cristianos. ¿Dónde estaba el mapa? El mapa. Ya he dicho, el mapamundi de Beato de Llébana. Beato de Llébana vivió en el siglo VIII, cuya finalidad está en indicar gráficamente, pretendía este monje, Beato de Llébana, indicar gráficamente el lugar que corresponde a cada uno de los apóstoles cristianos en su labor misional entre los pueblos. Y evidentemente coloca a Santiago en el occidente, en Hispania. Mapamundi de Beato de Llébana, año 776. Como he dicho, el mapamundi de Alidrisi, de 1154, incorpora los conocimientos que los comerciantes y exploradores árabes habían acumulado sobre África y el Océano Índico, o los que ya tenían, sumaban. Ellos tenían ya unos conocimientos y agregan todo lo que les aportan los comerciantes. Y lo que ellos tenían, ya los árabes lo habían heredado de los geógrafos clásicos, de la antigüedad grecolatina. Y con ello se va a crear uno de los mapas del mundo más exactos realizados por entonces. Nótese que el polo norte se encuentra en la parte inferior del mapa. Polo norte abajo del mapa. El norte abajo y el sur arriba. Está invertido respecto a nuestros conocimientos actuales. De esta representación actual. Luego está la cartografía en Egipto, en Grecia, en Roma, en el Renacimiento. Y surgen aquí los mapamundis históricos. Por ejemplo, el de la Catedral de Hereford, en Inglaterra, en Reino Unido, del principio del siglo XIV. Lo vamos a ver ahora. O el japonés budista de Gotenjikuzhu, del siglo XIV, asociado a lugares de la vida de Buda. Fíjense que son todos relativos a cada cultura. El peregrinaje con la mente y con la oración de Buda. Ambos, el de Hereford y el de Gotenjikuzhu, utilizan recursos semejantes de construcción del espacio. Un marco de orientación. Orientarse es saber dónde está el oriente. Orientarnos de oriente. Oriente queda a la derecha en nuestro mundo actual, ¿verdad? Un mundo circular con el oriente arriba, en el norte. Mapa y enciclopedia. Mapa que incorpora conocimientos enciclopédicos. Incorpora informaciones como la bíblica, las fuentes clásicas latinas, las divulgaciones de conquistas y los viajes de Alejandro Magno. Incluso mapas crípticos, escritos para iniciados, con fines didácticos de la tradición oral. Vamos a ver más mapas de esto. Aquí tenemos el de Ali Drissi. Aquí tenemos el mapa, el mapapunt de Hereford, Inglaterra, del siglo XIV. El mapapunt del Salterio, de la abadía de Westminster, hacia 1265. En el centro, como ombligo del mundo, Jerusalén. La visión siempre es cultural. Y el este aparece arriba, bajo Jesucristo, como el paraíso terrenal. Este es un mapamundi viñado. Por lo tanto, mapas como marcos de orientación. Asociados a las cosmovisiones de los miembros de las respectivas culturas. La tradición bíblica, como hemos dicho, oriente se situaba en la parte superior del mapa. El lugar del paraíso, Jerusalén en el centro. O los mapas tolemaicos, de la cultura tolemaica, los Ptolomeos, ya liberados del sesgo religioso, que aportan una concepción laica del mundo, con una orientación heliocéntrica. El norte en el centro del lado superior del plano. También surgen mapas de la ecumene, mapas de la tierra conocida desde la India a Oriente, hasta las islas afortunadas, las Islas Canarias al oeste. O los que ya hemos dicho, los mapas árabes del Idrisi del siglo XII, que sitúan a Arabia en la posición central, evidentemente. Transmitiendo así un neocentrismo transcultural. Los mapas incorporan supuestos ideológicos, sin duda. Jerarquías, ambiciones de denominación, mapas políticos, mayor énfasis del hemisferio occidental que el oriental, al norte que al sur. O sea, subyacen ahí convenciones, ideologías políticas, culturales, imperialismo incipiente, colonialismo. Se privilegia el hemisferio occidental sobre el oriental y el norte sobre el sur. Las convenciones en los mapas, los signos icónicos, la leyenda, son distintas para cada cultura. Vean las interpretaciones de todo esto que hablo en la página 335-336. Y ahora la pregunta que se hace el manual es ¿qué ha de reflejar un mapa? Pues depende de cada título. Porque, como hemos dicho, son convencionales. Presencia humana, grupos humanos, ocupación, propiedad, terrenos, agua, minería. Son reflejos e instrumentos en la interacción entre los grupos humanos y los territorios. Y sin duda, como venimos diciendo, construcciones culturales del mundo, del espacio, por lo tanto simbólicas. El mapa debe ser objetivo. Contener en sí mismo todos los recursos de conocimiento que requieren su comprensión. El foco de adhesión está en el terreno, en la geografía, en áreas geográficas. Y se oculta a la gente. No estamos en una perspectiva universal y global ausente a las personas. Aunque hay mapas demográficos, ¿verdad? Pero no estamos. Los mapas implican convenciones, predominios geoestratégicos, relaciones de dominio y subordinación. Cuando se hace un mapa se pone el nombre. El nombre histórico de una reina se está incorporando en ese territorio, en ese reino. Como cuando Marruecos incorpora al Sahara. Se está apropiando de él en un mapa. Así que relaciones de dominio y subordinación, configuraciones centro-perigeria, tipificación de otros pueblos. Hay diversos tipos de mapas como los sabemos. Mapas geológicos, físicos, políticos, climáticos, enciclopédicos. Aunque el paradigma, el paradigmático, es un mapa físico. Y en los mapas se incorporan nombres. Las sociedades ágrafas no escriben, pero tienen sus códigos con sus signos convencionales distintos a los nuevos. Y ahí aparecen nombres de espacios conocidos con funciones espaciales. Los mapas tratan de proporcionar una ilusión de la realidad. Que es simbolismo, ¿verdad? Son productos culturales que son más perfectos cuanto más se aproximen a la realidad. Por eso se habla de modelos de y modelos para la realidad. Vean la cita de Clifford Ware de la página 340-341. Mapas como modelos del mundo. Y los planos son modelos para la construcción del mundo. Distinguir entre mapas y planos, ¿vale? Mapas y planos son dos modalidades de productos culturales. Hay diferencias. El mapa trata de reflejar el mundo natural y el plano el mundo construido. El mapa reflejaría la naturaleza idealmente construida y el plano la transformación de la naturaleza en cultura. El plano un mayor nivel de actuación y de esquematicidad. Las culturas fabrican falsos mapas y planos verdaderos, como dice la página 341. Y pasamos al epígrafe naturalismo-esquematismo. Paisajes y mapas, dos polos de la representación del espacio. Naturalismo-esquematismo. Paisajes, pequeña escala. Mapas, gran escala. Los mapas de gran escala reflejan aquello por lo que se interesa a la sociedad. ¿Por qué sufren mapas? Pues para saber cómo son los territorios quizás de los imperios para conquistar. Donde hay montañas o donde hay minerales y donde están ubicados espacios físicos, vías de comunicación. Los mapas marinos, las cartas náuticas fundamentales, en todo a partir del siglo XV y XIV, XV y XVI para establecer un mapa mundi, donde buscar vías de comunicación, donde aparecen vientos, ¿vale? Muy útiles para la expansión del colonialismo. El mapa de Juan de la Cosa, por ejemplo. Mapas hitocondrias de origen europeo para la reclamación de territorios ultramarinos para las metrópoles, para los imperios. El territorio de las reinas, la isla filipina, por ejemplo, nuestra, en honor de Felipe II. La isla Isabela, Isabela católica. La Fernandina, Fernando el Católico. Apropiación de territorio en el mundo colonial. Y para una producción del espacio con el desarrollo del capitalismo. Con fines utilitaristas, políticos, comerciales e imperialistas. Vean el estudio etnográfico de Gou, 1997, que tenemos en la página 343, sobre un caso etnográfico de un poblado de la Amazonia peruana, Santa Clara. Y cómo aquí hay una implicación del parentesco en el paisaje. Los espacios, el espacio general, el transformado, el espacio editable, donde se construyen las viviendas, los pobladores de esas viviendas, los parientes, las almas de los muertos, de los difuntos, de la gente, los chamanes. Gou sugiere en este estudio que los mapas y paisajes pintados no son tomados en muchas culturas orales como representaciones de los espacios. No están dirigidos a nadie. Ni pretenden en estas culturas orales que se vean ellos en el espacio. Este autor entiende que representan poderes e instituciones. Su realidad. Los poblados son tanto escenarios del parentesco como producto del parentesco. En una cultura oral, no lo olviden. El paisaje sería una referencia de narraciones de experiencias personales. Y aquí tenéis el ejemplo del esquema del paisaje de Santa Clara en las páginas 324-345. Espacios, pobladores, difuntos, chamanes y todo eso. Avanzamos con paisajes que se oyen. Paisajes que normalmente son visuales, que en este caso son sonoros. Es un sesgo en la visión del paisaje. Se suele asociar al sentido de la vista, a la percepción visual. El contraste cultural permite que puedan existir unos paisajes que no sean visuales. Y aquí surgen estudios sobre sociedades de Nueva Guinea y Norte de Australia que confirman el sesgo visualista del paisaje occidente. Porque ¿qué pasa cuando hay dificultad de mostrar paisajes en unos ambientes selváticos, como estos casos, con entornos visuales restringidos, boscosos, cerrados, para la vista? Y si no se entiende el paisaje visual, surge como reacción la apertura de otros sentidos, sonidos y olores, como entre los Kaluri, los Foi y los Sumida. Estas sociedades no carecen de paisajes, los tienen, pero lo construyen de otra manera. Mucho más válida para ellos. Mucho más utilitarista para ellos. No son paisajes sonoros, sino paisajes sonoros. Soundstage. Un caso de interacción entre ecosistema y construcción cultural del paisaje. Una aproximación naturaleza-cultura. Si han visto la película El Piano, ahí tienen un tipo de paisaje oscuro, ¿verdad? De Nueva Zelanda. Las onomatopeyas y el simbolismo de sonido o iconicidad fonológica. Como el simbolismo del sonido en la lengua umela, de Papua Nueva Guinea, o el simbolismo en la lengua Kaluri, también de Papua Nueva Guinea, que tenemos en las páginas 347 y 351. Lógica de esta importancia de los sonidos en pueblos de selvas tropicales. Pues aquí la experiencia se ordena según los ejes espacial y temporal. El paisaje aparece como multitud de sonidos, incesantes e distintos. Y eso guía a la persona en esa selva oscura. Porque esos sonidos evocan lugares, sonrizan lugares. Lo que necesita de este paisaje tan denso y oscuro, de selva oscura por completo, la vista no puede ver, lo va a revelar el sonido. De ahí la alta iconicidad simbólica de los sonidos. Que sustituyen al sesgo visualista porque es un distinto ecosistema. En esta selva las cosas están ocultas, ya la he visto por la oscuridad. Pero sí es relevante el sonido. Tiene mayor eficacia simbólica el sonido que la vista. Entre los Kaluri el paisaje no es una construcción visual, como decimos, sino kinestésica, sonora, que el cuerpo experimenta al andar, al ver y al oír, por ese ecosistema de selva tropical. Aquí habría que hablar de metáforas kinestésicas, paisajes como sonidos, como ritmos, como danzas, como coro. Otro ejemplo etnográfico es los nombres del agua en la cultura bosata. También estamos en Papua Nueva Guinea. Los nombres del lugar son nombres de tierra conformada por el agua. Nombres para sonidos del agua moviéndose. Página 351. Técnica narrativa, estructura de canción, todo ello. Visión, sonidos de agua al movimiento. Otra forma de construir paisajes culturales. Pasamos ahora a paisajes como visiones del mundo. Paisajes como visiones del mundo. No cabe duda. La construcción cultural del paisaje, ya vamos terminando, se lleva a cabo con miradas, sonidos, gestos, pero también con sentido. Los paisajes son fragmentos concretos de la visión, un sesgo visualista. De esa visión del mundo que tiene la sociedad. Con dos caracterizaciones de estos componentes de los paisajes humanos. Por una parte, un anclaje espacio-temporal de acciones y acontecimientos. Y por otra parte, una trama física en el paisaje de la memoria colectiva y personal. Y así es una memoria incorporada a través de la fijación de elementos acumulados que pasan a lugares determinados. Otro ejemplo etnográfico es la toponimia de los apaches occidentales de los Estados Unidos. Los nombres describen detalles físicos de los lugares. Utilizan la toponimia como recordatorio, memoria, de algo que sucedió allí. El paisaje entonces evoca sentimientos, personajes y estados de ánimo. Recuerda al parentesco y actúan como continuidad, como pueblo en esos mismos lugares donde existen historias ejemplares. Por ello, estas culturas han criticado siempre el valor de sus territorios que habían sido extirpados y se los han quitado. Porque en esos territorios estaba su continuidad como etnia. Los nombres de los topónimos en apaches relatan acontecimientos, lo que estaba diciendo. Condensan historia, evocan un paisaje moral. Hablan con nombres, como dice Basso. El paisaje se hace interior, se habla mediante topónimos, y los topónimos memorizan acontecimientos de su genealogía histórica. En las leyendas tradicionales en Europa, página 356 también, las leyendas tradicionales enlazan topografía, toponimia, episodios históricos. Por ejemplo, las leyendas de fundación de santuarios en España. La fundación de santuario, el hallazgo de una virgen, la imagen se asienta en un lugar y lo se produce una inversión simbólica de la identificación de la población con el lugar. Un topónimo, nombre físico, se hace primero agiónimo, nombre sagrado, y termina siendo antropónimo, nombre de mujer. Valle, la virgen del valle, y valle pasa a ser un nombre, María del Valle, el sentido de lugar como un universal relacional. Los paisajes permiten reconocerse a los individuos, a sí mismos y a las poblaciones. Hasta el punto que ha surgido la Convención Europea del Paisaje, en Florencia, en el año 2000, que ayudan a entender el mantenimiento de los paisajes transfronterizos. Paisajes transfronterizos que se entienden como una unidad, una frontera no destruye un paisaje. Ejemplo, en España tenemos la raya hispanolusa, por ejemplo, entre España y Portugal, que arranca en Huelva y finaliza en La Guardia. Y surgen vistas de paisajes de interés europeo, porque se entiende que el paisaje coopera en la elaboración de las culturas locales y representa un componente fundamental del patrimonio cultural y natural de Europa, contribuyendo a la consolidación de la identidad europea. Este tema finaliza con el epígrafe poética del espacio, que es la reflexión antropológica de esas dos dimensiones, espacio y lugar. Espacio como fondo, vacío, abstracto, carente de sujeto, una abstracción. Y lugares como formas perfiladas, delimitados, concretos, con presencia y sujeto, foco de referencia de la cristal. Es la diferencia entre el mapa físico, si un sujeto, abstracto, un espacio físico, y el mapa mental, con sujeto, un espacio igualitario. Aquí hablan, en este sentido, Merleau-Ponty, sobre espacios geométricos, deserto, conversión estática, paisaje, Bachelard, también. Aquí ya empieza a dibujarse esa implicación de los no lugares como construcción de la postmodernidad de los que habló Mara Ouellet y a quien le vamos a dedicar un epígrafe muy interesante y todo lo demás. Lean esta parte final, no tenemos tiempo, sobre poética del espacio. Y con ello, pues finalizamos esta exégesis. Un poco acelerada al final, pero yo creo que no me ha gustado cortar el tema porque tiene una unidad y así lo hemos dado completo. ¿De acuerdo? El próximo día daremos espacio 2. Muy interesante. Es un tema cortito y lo vamos a ver el próximo día, espacio 2. Me despido de vosotros. Gema Alvear, que está aquí. Gara, Gema, Gara, Jorge, Juan Manuel Ruiz, Leire, Luz Milagrosa. Gracias a todos por haberos conectado y acompañar esta sesión un poco acelerada, pero es que he querido dedicar la primera parte a hablar del apetite. Las dudas que tengáis, sí, por favor, por correo. Cuando me mandéis un correo, decidme de qué acentura es porque no sé cómo aquí ya está. He copiado esto que recibo correos y no asigno al alumno a qué asignatura. Habría que entrar en la lista de todas las asignaturas que llevo. Soy alumno de tal asignatura y me lo hicieron por tal, ¿vale? Y nada más. Dejo que tengo que entrar a la siguiente sesión. Muy buenas tardes y gracias por la asistencia a todos.