¡Hola! ¿Qué tal? Bueno, pues ya estamos aquí reunidos para la siguiente lectura obligatoria. Esta vez es el texto de Richard Borsai Lee, la subsistencia de los bosquimanos Kung, un análisis de Input-Output del año 1966. Bueno, voy a acompañaros a lo largo de este artículo que indaga en esas bases ecológicas de un sistema económico de caza y de recolección mediante este análisis de Input-Output, es decir, del trabajo y del consumo. Es decir, se aborda en este artículo, primero, la estrategia de subsistencia que permite a los bosquimanos, los Bushmen, Kung, disponiendo de una tecnología simple, vivir bien en un riguroso medio ambiente en el desierto de Kalahari. Es ese desierto que está situado entre Namibia y Botsuana en el extremo sur de África. Segundo, también mostrar una forma básica y elemental de vida económica. Y tercero, por último, intentar trazar el origen y evolución de las relaciones energéticas humanas desde el punto de partida de la vida de los primates en sentido amplio. Richard Lee. Nació en el año 1937. Es un antropólogo canadiense que estudió en la Universidad de Toronto y en la Universidad de Berkeley. Sus investigaciones están concretadas en pueblos de Botsuana y de Namibia, como hemos dicho, sobre todo en esos aspectos ecológicos e históricos que se han ido desarrollando en esa zona. En 1966 organizó... ...junto a Irvin DeBoer el célebre simposio Man the Hunter en la Universidad de Chicago, también junto a otros antropólogos muy conocidos como Marshall Salins o Julian Stauer. Lee comienza el texto explicando su metodología, basada en esa adaptación de los modelos transaccionales de la economía de input-output de Leontief y de la energía... ...la energética ecológica. La energética ecológica y los ecólogos, dice, toman como unidad de estudio una especie que guarda relaciones energéticas con otras especies dentro de un ecosistema donde se producen intercambios tróficos interespecies. Los economistas, por otro lado, dice Richard Lee, y como contraste se centran en las relaciones de intercambio al interior, es decir, dentro de una especie. La unidad productiva, en este caso, se mantiene mediante los inputs de otras unidades productivas que a su vez destinan sus outputs a otras unidades similares, o bien a la demanda final de un sistema económico, como es el caso de la industria, por ejemplo, la industria moderna en el sistema económico norteamericano, por ejemplo. Esta última, la industria norteamericana, se considera una forma evolucionada de intercambio intraespecie, desde el punto de vista ecológico. Richard Lee, a lo largo del texto, nos va explicando que la población humana, como cualquier población animal, tiene que gastar energía en forma de trabajo, incorporando energía, a su vez, a través del consumo. Pero las relaciones energéticas humanas son particularmente únicas entre los animales superiores, ya que mientras todos los vertebrados, adultos, no humanos, constituyen una unidad de subsistencia autosuficiente, un porcentaje muy significativo del gasto de energía de nuestra especie, homo sapiens, se dedica a alimentar a otros. Así como gran parte del consumo individual consiste en consumir recursos producidos por otros. Esto supone que la unidad mínima de subsistencia humana sea el grupo social, bien la familia, o bien la banda, que implica la conformación de sistemas económicos en torno a millones de personas, en algunos momentos. Este consumo cooperativo se ha dado en llamar división del trabajo o interdependencia económica, y el estudio de esas transacciones y modos de integración económica constituye la base de los estudios económicos. En el caso humano, estos intercambios intraespecie se han vuelto muy difíciles. Se han vuelto progresivamente cada vez más complejos, dándolos por supuestos y naturales. Pero es donde divergen la adaptación humana y la adaptación animal, a la vez que convergen el estudio económico y ecológico, nos dice Richard Lee. El sistema económico humano aparece en el Pleistoceno, cuando los recursos se comienzan a reunir, almacenar o guardar, rompiendo esa autosuficiencia individual, es probable que tanto las mujeres como la comida, dice Richard Lee, fueran objeto de intercambio, sirviendo como fundamento de la vida social. Más tarde van surgiendo la domesticación de las plantas y los animales, el mercado y el dinero, haciendo gradualmente más y más compleja y distante o abstracta la red de relaciones entre la fuente productiva y el consumo final, es decir, el input y el output. Pero los modos de integración económica se han ido desarrollando a diferentes ritmos en cada lugar y en cada momento, persistiendo aún en diversas sociedades contemporáneas estas formas elementales de vida económica, como vemos, la de los Kung, ahora conocidos como Yu-Juan-Shi. Una forma elemental de este tipo sería una en que la relación entre producción y consumo de alimentos, fuera inmediata en el espacio y en el tiempo, dice Richard Lee, ya que habría, primero, una mínima acumulación de excedentes, segundo, una mínima producción de bienes de capital, tercero, una ausencia de agricultura formalizada o de cabaña doméstica de animales, cuarto, una constante actividad para procurarse alimento a lo largo de todo el año, y, por último, una autosuficiencia y reciprocidad generalizada al interior de los grupos locales. Bajo estas premisas Richard Lee observa que los Kung de una aldea conocida como Dobe en Botswana se aproximan a estas características. Tienen un sistema económico simple, de pequeña escala, en que su aislamiento les ha hecho persistir hasta hoy en un entorno hostil. Un desierto con poca agua donde se carece de puntos comerciales de intercambio, de trabajo asalariado, de dinero, de medidas de conversión, que son rasgos de interdependencia e integración. Los Kung, por tanto, según Lee, son cazadores-recolectores con una pauta de consumo inmediato de 48 horas. Por ello se convierten en un objeto de estudio aprobado para su análisis Input-Output. Este análisis se volvería, dice, más complejo de surgir la necesidad de acumular más y más excedentes para fines ceremoniales, como pudimos ver, por ejemplo, en el texto de Comunidades Corporativas Cerradas de Rick Walsh, si recordáis, en que se ven impelidos a convertir bienes de subsistencia en bienes de prestigio o para el consumo diferido o aplazado en el tiempo. Lee, de esta forma, primero nos pone así en contexto a través de algunos antecedentes etnográficos y comienza a hacer poco a poco, según avanza el texto, una descripción a través de materiales previos de otros autores, como el conocido libro de Silver Bauer o algunos relatos de la familia Marshall que estaban investigando también en esa zona u otros datos históricos, demográficos y cuantitativos en torno a esas relaciones del gobierno colonial británico con los Bantúes, los Herero, los Tswana y los propios Samu. Es consciente de que el tamaño de las poblaciones es una abstracción estadística, ya que hay un traslado constante, una movilidad de personas de unos lugares a otros. En estos cuadros que vemos en el texto se intentan reflejar el censo y las expectativas de vida de los miembros de los campamentos, pero parecen contradecir la idea de Silver Bauer acerca de los Kung como un pueblo que no vive más allá de los 45 años. Los datos del censo le sirven a Richard Lee para inferir que cada tres individuos útiles aportan la subsistencia de dos dependientes, dentro siempre de una variación alta de individuos útiles y que los ancianos suelen ser poco productivos. Por otro lado, estos individuos toman un papel importante en las actividades sociales, de ocio, actividades rituales. Estos datos parecen favorecer esa proporción de prevalencia entre sexos hacia la mujer, algo que no es muy frecuente, pues esta casi de 100 mujeres por cada 84 hombres refleja una mayor mortalidad entre hombres de todas las edades, desechando el infanticidio como razón de esa desigual proporción. A continuación, Richard Lee nos va describiendo las pautas de subsistencia estacionales con un verano caluroso, una estación lluviosa de cinco meses de noviembre a marzo, un invierno frío y seco de abril a agosto y una primavera seca de septiembre a octubre. Debido a estos factores del terreno, dice Richard Lee, la distribución del agua es el determinante ecológico más importante para los Kung, ya que la disponibilidad de alimentos es más secundaria y la caza aún menos decisiva. Esto provoca que se mantengan siempre cerca los Kung de los pozos de agua, a una distancia razonable de ellos según su disponibilidad estacional, y allí donde merezca la pena poder desplazarse para acceder a esos recursos alimenticios sin demasiado trastorno energético. Esto va definiendo poco a poco las zonas donde obtener alimento dentro de un radio variable de 6 a 20 millas del agua potable disponible en ese momento y a una diferenciación zonal y oscilación estacional en densidad de población según la abundancia o escasez de alimentos cercanos para recolectar. También, en cuanto a las pautas de consumo, Lee nos recuerda que el proceso de obtención, producción y recolección es no cooperativo, pero el consumo sí se produce en partes equitativas o redistribuidas. Suelen operar los Kung individualmente o por parejas en la obtención de los recursos, pero a la vuelta se comparte siempre el alimento. Circulando siempre las nueces, las bayas, las raíces, los melones o incluso algún mamífero ungulado pequeño, van circulando de un familiar a otro. De los 94 animales presentes comestibles, sólo 10 de ellos son cazados para consumo, como el cerdo salvaje, la liebre o el oso hormiguero. La estrategia recolectora se basa, según Richard Lee, en dos criterios selectivos. En cuanto a su deseabilidad y preferencia en arreglo al gusto propio, el valor nutritivo, la abundancia y la facilidad de obtención, pero también por la distancia entre el alimento y el agua que pueda haber más cercana a él. Los miembros de la aldea o campamento prefieren recoger los alimentos deseables que se encuentran a menor distancia de los pozos de agua disponibles. Pero conforme pasa el tiempo, al tener que alejarse más y más para acceder a las nueces magongo, por ejemplo, la distancia de ida y vuelta en milla se convierte en un coste energético mayor para conseguir esas nueces, con el añadido de la necesidad de pernoctar entre las 12 y las 16 millas de distancia. Por tanto, Richard Lee distingue tres fases o tipos de condiciones a lo largo del año. Hay una primera fase de abundancia de comida y muchos lugares con agua, en la estación lluviosa. Luego después hay otra fase de abundancia de comida y sólo unos pocos lugares con agua, unos ocho, calcula Richard Lee, en la estación seca. Y por último, otra fase de escasez de comida y pocos lugares con agua, y que da paso a un nuevo ciclo hacia el mes de octubre o noviembre. Un poco más adelante en el texto ya, en el apartado input-output, el esfuerzo de subsistencia se analiza como el objetivo del trabajo de los bosquimanos es conseguir comida en arreglo y a medida del esfuerzo necesario para alimentar al grupo. Esta comida es repartida más tarde entre los miembros equitativamente. Lee entonces nos va poniendo ejemplos, bajo fórmulas cuantitativas en sus gráficos que hay en el texto, de todo el despliegue que se necesita por hombre y por día para resolver la subsistencia del grupo total mediante el trabajo y el consumo correspondientes. Nos dice que en los primates no humanos y los vertebrados, cada animal excepto los lactantes recoge su propia comida todos los días de la semana aproximándose el índice a uno. No hay intercambios de comida entre individuos, se trata más bien de una asistencia de la mano a la boca. Pero en la especie humana es distinto. En ella las sociedades comparten la comida. Forman parte de instituciones básicas, dice, entes hogareños, crean una división del trabajo y una organización de transporte elemental. Y en ellas no todos los individuos han de trabajar todos los días, manteniéndose a los niños, a los infantes y a los ancianos, a pesar de no ser productivos. Este intercambio creciente entre humanos abre la posibilidad de formas de integración económica cada vez más complejas, como hemos dicho al principio, con acumulación de excedentes para redistribuirlos o bien para consumirlos posteriormente. El esfuerzo necesario para la subsistencia, nos dice Lee, es básicamente un problema empírico que se revela en función de la facilidad o la dificultad de alimentar al grupo. Y por ello los Kung de Dobe, dotados de tecnología simple, en un terreno marginal y más bien hostil, deberían tener un índice alto. Pero en el cuadro quinto del texto podemos ver que sus resultados oscilan entre 0,11 y 0,31. El valor S igual a 0,21 indica 21 días de trabajo por cada 100, en los que cada día de trabajo proporciona comida para él y otras cuatro personas dependientes. Al calcular el valor medio global, el índice se acerca a 0,21 y en todo caso se puede incrementar hasta 0,31 cuando incluye la pernoctación. En cuanto a los niveles calóricos por cada recurso, Richard Lee nos describe los métodos utilizados y los resultados obtenidos. Respecto a la nuez magongo, por ejemplo, es usada por ser apropiada para este tipo de análisis, dice, ya que es fácil de contar y de pesar. Y conociendo el porcentaje que es comestible. Se hacen anotaciones del número de nueces utilizadas por día, pudiendo una carga de nueces enteras alimentar, dice, hasta cuatro personas durante dos días. Y siempre queda un remanente para un tercer día, con un valor calórico de 600 calorías por cada 100 gramos. Después habla de los animales de caza. Los animales de caza cobrados totalizan más de 200 kilos de carne comestible, con más de 600 calorías y un contenido de proteínas del 15% de su peso. También nos recuerda que el aporte vegetal se concentra en raíces, melones, gomas, bulbos y frutos secos que extraen del subsuelo. Todo esto nos arroja un resultado de más de 2000 calorías y 93 gramos de proteínas por persona, dice Lee. Algo desacostumbradamente alto para los estándares norteamericanos, en contraste con la sociedad norteamericana occidental. Pero se hace la pregunta ¿satisfacen esas 2140 calorías las exigencias energéticas del grupo? Aquí entonces introduce Lee datos físicos de los Kung como la estatura, el peso corporal y, basándose en datos metabólicos por sexo, edad y necesidades energéticas, le dan un resultado de 1975 calorías por miembro, que arroja un excedente de casi 165 calorías por miembro. La conclusión que se extrae de esto, según Richard Lee, es que los Kung no subsisten por debajo de los estándares al borde de la indigencia, como se suponía o se venía diciendo en muchas investigaciones antropológicas previas, sino que más bien adaptándose a la disponibilidad variable de recursos en arreglo a sus necesidades energéticas concretas, el grupo, como conjunto, reparte los recursos colectivos de tal forma que se satisfacen las necesidades de calorías de todos los grupos por edad y por sexo. El apunta con una frase muy curiosa, dice cada cual según sus posibilidades y cada cual según sus necesidades. Aquí se parece revelar que el campamento bosquimano es una sociedad comunista, dice Lee, un poco irónicamente. Sólo con un pequeño gasto de tiempo y esfuerzo, dice Lee, aquí se muestra una forma adecuada de subsistencia desde la perspectiva input-output. Esto, según Richard Lee, parece corregir la impresión de que la vida de los kung es una lucha permanente contra la adversidad y la muerte prematura. Como ha señalado Marshall Sallings en alguna ocasión, nuestra concepción del hombre cazador está siempre condicionada por nuestro sentido común de la economía de la escasez, asociando la pobreza a ausencia de bienes materiales. Pero el modesto fin de los kung puede solventarse con medios técnicos más bien rudimentarios, dice Lee. Es más, estos cazadores pueden disfrutar de más tiempo libre per cápita que otros, empleándolo en otros objetivos como descansar, disfrutar de ratos de ocio, hacer visitas a otros poblados, rituales, o los que socializan de forma habitual. Esta universal práctica de compartir ha sido etiquetada, dice, por Marshall Sallings en el libro Economía de la Edad de Piedra, que también os recomiendo y que está incluido en la bibliografía obligatoria si lo elegís como monografía para el examen. Esta práctica de compartir, decía, lo denomina Marshall Sallings, la denomina reciprocidad generalizada, donde se entrega alimento o bienes sin una concreta esperanza de devolución. Esto sólo persiste, dice, al interior de nuestras sociedades complejas en el ámbito de la familia nuclear, ocupando el polo opuesto en ese famoso continuo de Sallings a la reciprocidad negativa, y supone una forma elemental de la organización de la subsistencia donde el anverso de compartir es atesorar o retener. Esta operación especulativa de retener, de apartar parte de la producción es signo para los Kuhn de ruindad y de dureza de corazón en general entre los cazadores-recolectores, ¿verdad? Y es, según Lee, la esencia de la economía burguesa, algo incompatible con esta reciprocidad generalizada característica de los cazadores-recolectores, y que trae como consecuencia la condena al ostracismo al individuo que la practica al interior de estas sociedades digamos más complejas e individualistas. Pero dice Lee, si hubiera bastantes compañeros que siguieran esta conducta, se crearía un nuevo equilibrio económico de acumulación en que las disparidades emergen en forma de bienes de prestigio, y esa sociedad emprendería el camino de lo que se conoce como desarrollo económico. Por último, Lee nos recuerda que ningún individuo es autosuficiente y la vida social se basa en el principio del consumo cooperativo de los recursos. Hemos trazado entonces así una línea que parte de la subsistencia de mano a boca de los primates hasta otras tendencias que conducen primero a una creciente separación entre la producción de alimentos y su consumo final, después otra tendencia que transforma cada vez un mayor output de subsistencia en la producción de bienes duraderos y por último hacia una mayor disparidad en el reparto de la riqueza entre individuos. En todas estas dimensiones, va concluyendo Lee poco a poco en el texto, los bosquimanos Kung, dice, nos muestran una forma elemental de integración y aunque la ideología del intercambio es compleja, los aspectos formales del intercambio son simples. El análisis de input-output, según él, puede colaborar de modo cuantitativo a nuestra comprensión de los orígenes y la evolución de la economía, de lo que entendemos por economía. Lee nos ha presentado en este trabajo entonces un estudio de casos sobre economía entre un grupo de cazadores-recolectores a través de una serie de explicaciones de orientación marcadamente ecológica, teniendo en cuenta, os daréis cuenta, todos los factores nutricionales del entorno, factores climáticos y estacionales, una perspectiva amplia del problema, ¿verdad? Vemos cómo en contraste con la anterior perspectiva que tratábamos en Eric Wolf, en las comunidades cooperativas cerradas, por ejemplo, de campesinos, que se describían esos procesos comparados de cambio y de continuidad de comunidades en dos contextos diferentes, os acordáis, debido a relaciones y conexiones con sociedades amplias en una situación colonial, pero sin destacarse finalmente un elemento causal determinante y exclusivo que pudiera generalizarse a otros contextos, sino más bien algunos rasgos recurrentes, como decía Eric Wolf, ¿no? Aquí adquiere mayor fuerza una metodología ecológica localizada en la que Lee intenta aproximarse desde el modelo, este modelo input-output transaccional de Leon Tief propio de la economía de relaciones de intercambio intraspecie. Se intentan refutar así algunos determinismos que apelan a una supuesta dureza extrema del entorno como causa intrínseca del condicionamiento vital y la subsistencia de esos pueblos, los pueblos San del Kalahari. Así pues, contra pronóstico, en algunos casos se puede materializar aquí lo que en algún momento se conoció o se llamó una sociedad afluente u opulenta, como comentaba Marshall Salins o algunos economistas como John Kenneth Galbraith, donde influyen las relaciones de reciprocidad generalizada y donde no se ha dirigido la atención tanto a la influencia del entorno socioeconómico o colonial como en el caso de Eric Wolf, sino más bien al entorno ecológico local que ha orientado esta perspectiva de Richard B. Lee. Bueno, y esto es un poco de lo que trata este texto de Richard Lee. Espero que surjan dudas, preguntas en el foro sobre todo esto que hemos comentado sobre este texto. Me interesaría que, aparte del contenido, os fijarais en la forma, en la forma que ha seguido el etnógrafo, el antropólogo, para poder analizar una sociedad muy concreta en un entorno muy concreto y que nos va dando pistas de cómo podemos de alguna forma pergeñar un texto en una investigación que emprendamos en cualquier momento. ¿Vale? Veis que se ha propuesto hacer siempre al principio la exposición del problema, las preguntas adecuadas. Ha optado por una forma de investigar concreta, ¿verdad?, con datos cuantitativos pero mezclados con datos también cualitativos y va exponiendo al final, después del análisis, ciertas conclusiones que hemos visto en estas últimas páginas del texto. Bueno, y esto es lo más relevante del texto. Espero, como ya os he dicho, vuestras dudas y vuestras preguntas y os invito a participar en el foro para comentarlas. Muchas gracias y hasta el próximo texto. Y ánimo con el estudio y con todo y con la prueba de evaluación continua, si la queréis hacer y todas las cuestiones que creáis convenientes, pues estaremos dispuestos en el foro para comentarlas. Muchas gracias. Un saludo a todos. Adiós.