Hola Kai, buenas tardes. Soy Iñaki Madariaga, soy tutor de esta asignatura de Hacienda Pública en el grado de Derecho o denominada también Economía del Sector Público en el grado de Ciencias Políticas de las Administraciones Públicas en el Centro Asociado de Verdad. La Hacienda Pública o Economía del Sector Público es una asignatura económica que dentro del grado de Derecho por lo menos supone el tránsito entre la asignatura de Economía Política y el Derecho Tributario. No obstante, para todos aquellos alumnos que tengan una especial adversión a las asignaturas de contenido económico, puedo tranquilamente decirles que en esta asignatura apenas se estudian nuevos conceptos económicos distintos a los que ya han sido objeto de estudio en la asignatura de Economía Política. Por lo tanto, considero que aunque no sea necesario, sí que es conveniente para afrontar el estudio de esta asignatura haber superado el tránsito entre la Asignatura de Economía Política y la Asignatura de Economía Política. Repito, no se adquieren nuevos conceptos o muy pocos conceptos económicos distintos a los que hayan estudiado ya en la Economía Política. Por otro lado, es una asignatura yo creo que más entretenida que la Economía Política. Al menos tiene un contenido más práctico que la Economía Política. Bien, esta asignatura consta de 10 capítulos que están en la bibliografía básica publicada por el equipo docente. Y como son 5 las tutorías que se me han asignado, en cada una de estas tutorías expondré los aspectos más relevantes de dos capítulos. En concreto, en este caso, expondré los capítulos de la Asignatura de Economía Política. Por otra parte, también recordaros que para facilitaros el estudio de la asignatura he elaborado unos resúmenes que están a vuestra disposición. Los facilito a través de la plataforma Academos y también se encuentran a vuestra disposición en el curso virtual de la asignatura, en el apartado de materiales del tutor. Bien, dicho esto, por lo tanto, entramos ya en materia. Entramos en materia y en el capítulo primero lo que se trata es de dar una respuesta al concepto de sector público, que entendemos por sector público en el ámbito de la economía. Hay que decir que en la mayoría de los países occidentales funciona lo que se llama la economía de la economía. Se denomina una economía mixta. Esto significa que las actividades económicas son llevadas a cabo por un sector privado, que se mueve dentro de las áreas del mercado y por un sector público. Bien, un sector público que tiene una gran relevancia, no solamente cualitativa sino cuantitativamente, como veremos a lo largo de la exposición de este tema, y que en el aspecto cualitativo cabe destacar que su actividad incide, incide sobre el resto de los agentes económicos. Es decir, la actividad desarrollada por el sector público incide sobre las economías domésticas y las empresas. Bien, el sector público como agente económico. En el manual tenéis una lista de actividades económicas. Una representación de lo que sería el flujo circular de la renta entre los tres agentes económicos, entre las economías domésticas, los empresarios y el sector público. Bien, pues dentro de este flujo circular de la renta nos vamos a fijar en cuáles son las actividades económicas desarrolladas por el sector público. En primer lugar, el sector público es un sector público, es un agente consumidor. Es un agente consumidor porque adquiere bienes y servicios en los mercados y paga el precio correspondiente. Adquiere material, por ejemplo, pues para el equipamiento de los centros docentes, de los centros sanitarios, etcétera. Agente consumidor. El segundo papel que cumple el sector público. Productor de bienes y servicios. Produce también bienes y servicios que contribuyen, obviamente, a la producción nacional. Si bien hay una característica especial que distingue esta actividad productiva del sector público respecto al sector privado. En que en la mayoría de los productos suministrados o producidos por el sector privado no tienen una oferta paralela en el ámbito privado. Es decir, son producidos en, digamos que, en exclusividad. Como sucede, por ejemplo, en el caso de la defensa, de la administración de justicia, etcétera. Y que, por otro lado, se financian con impuestos. No con ingresos, con el pago de un precio por el que adquiere esos bienes o servicios, sino por una recaudación impositiva que se realiza de forma coactiva. El tercer papel que desarrolla el sector público es como oferente de transferencias a los ciudadanos y a las empresas. Es decir, lo que hace el sector público también es, por un lado, recaudar impuestos, obtiene ingresos de forma coactiva y con una parte de esos ingresos lo que hace es transferir recursos económicos bien a las economías domésticas o a las empresas. En definitiva, lleva a cabo una función de agente redistribuidor de la renta. Se recaudan impuestos y con esos impuestos pues se dan lugar a prestaciones sociales, de desempleo, pago de pensiones, etcétera. Y en cuarto lugar, el sector público también participa. Como un agente económico más en el mercado de los factores de producción. ¿Cuáles son los factores de producción básicos? Son el trabajo y el capital. Pues bien, el sector público contrata empleados, contrata funcionarios, lo contrata hasta el trabajo y asimismo demanda financiación, emite deuda pública que es adquirida por los ciudadanos, etcétera. Bien, pasamos a la definición del sector público. Y aquí podemos utilizar tres criterios para definir el sector público. El primero, el criterio económico. Desde un punto de vista económico hay que decir que en el sector privado las decisiones se toman en base a los principios económicos del mercado. Son las leyes del mercado las que determinan las decisiones. Los empresarios y de las economías domésticas. Sin embargo, en el sector público las decisiones se toman, no todas, pero sí con carácter principal, basadas en principios políticos. Con la autoridad y el poder coactivo. Por ejemplo, los ingresos, los ingresos que sirven para financiar los gastos públicos, los obtiene el sector público fundamentalmente por la vía impositiva. Que se recauda de forma coactiva. Prestaciones que se establecen con carácter coactivo para las economías domésticas y las empresas. El segundo criterio es un criterio jurídico. Hay que decir que las organizaciones públicas siguen las directrices que marca el derecho público. Fundamentalmente el derecho administrativo. La Ley de Contratos del Sector Público es la que en definitiva determina la forma en la cual el sector público tiene que adquirir bienes y servicios, por ejemplo. Mientras que en el caso de las entidades privadas se rigen por el derecho privado, por el Código Civil y el Código Mercantil. El tercer criterio es el criterio contable. Sistema de Contabilidad Nacional. Sistema de Contabilidad Nacional de España estaría dentro del Servicio Europeo de Cuentas. Según el cual, el sector público estaría formado por las unidades institucionales, que forman parte de las administraciones públicas. El Estado, comunidades autónomas, entidades locales, etc. Así como, en segundo lugar, por las sociedades no financieras. Sociedades no financieras. Que no desarrollan actividades financieras. Y, en tercer lugar, por las instituciones financieras controladas por la administración pública. Hay que decir que este tercer grupo, obviamente, hoy en día es muy reducido. Cabría hablar, pues casi, casi únicamente del Banco de España. También el Instituto de Crédito Oficial, etcétera, el INCO operamos prácticamente reducido al Banco de España. Bien. Cuestión importante dentro de esta clasificación de criterio contable es la que diferencia entre el sector público, desde un sentido estricto, y el sector público en un sentido amplio. En un sentido estricto estaría configurado por, en primer lugar, los órganos constitucionales del poder legislativo, ejecutivo y jurídico. En segundo lugar, por las administraciones públicas territoriales. Es decir, las comunidades autónomas en ciudades locales, diputaciones. En tercer lugar, por la seguridad social. Y, en cuarto lugar, por determinados entes, organismos autónomos. Organismos autónomos de tipo administrativo, pero que apenas intervienen en el mercado. ¿Eh? Es decir... Que... Su... Sus prestaciones y sus servicios no se intercambian en el mercado. ¿Eh? Ejemplos. Pues, el FIS, por ejemplo. ¿Eh? Centro de Investigaciones Sociológicas o la Biblioteca Nacional. Ese sería el concepto de sector público en sentido estricto. Bien. En un concepto más amplio, más amplio del sector público, además de esos órganos que hemos mencionado anteriormente, habría que incluir también aquellas entidades, aquellas empresas públicas, ¿eh? Por lo tanto, empresas con una forma jurídica de carácter privado, pero que están controladas por el Estado, ¿eh? Y en las cuales el Estado actúa como empresario desarrollando una actividad industrial, comercial o financiera e interviniendo en el mercado. ¿Eh? Está claro. Incluiríamos aquellas empresas que configurarían el sector empresarial público. Hoy en día, bueno, pues prácticamente estaría limitado a las empresas del SEP. Bien. Pasamos al siguiente epígrafe donde se aborda la organización del sector público. Y la primera pregunta que se hace es por qué existen distintos niveles de gobierno. ¿Eh? Ya hemos mencionado que junto al Estado, en el sector público, se integran también otras instituciones de carácter territorial. En los ámbitos administrativos territoriales. Con lo cual podríamos hablar de distintos niveles de gobierno. Por uno estarían los niveles supranacionales, aquellos que superan el ámbito estatal, y ahí estarían las instituciones de la Unión Europea. De ámbito central. El Estado. Pero también habría las instituciones territoriales de ámbito regional, como es el caso de las comunidades autónomas. Y finalmente las de ámbito local. Bien. La cuestión que se plantea aquí es por qué existen estos distintos niveles de gobierno. Pues la razón principal que fundamenta la existencia de estos distintos niveles de gobierno es que el beneficio que generan las políticas públicas pueden ser distintos dependiendo de quién sea el que preste los servicios y quién sea el que recaude los impuestos. Bien. Para poder decidir qué ámbito territorial del sector público tiene que suministrar un determinado servicio o recaudar un impuesto, es necesario encontrar el equilibrio entre las siguientes condiciones. Tres principios. Principio de subsidiariedad, principio de escala, economías de escala y el tercero, el principio de correspondencia. El principio de subsidiariedad. Este principio considera que cuanto más próxima sea la gestión de la situación, las políticas a los ciudadanos, es más probable que esas políticas se adapten mejor a las preferencias de los ciudadanos y a las necesidades de los ciudadanos. ¿Por qué? Porque se da esa proximidad, esa cercanía entre el ente que toma la decisión de realizar un determinado gasto o de recaudar un determinado impuesto y los ciudadanos que se van a beneficiar de ese servicio. O que van a financiar ese servicio. Es decir, esa proximidad entre la administración y los ciudadanos estaría a favor de que ese servicio se preste por los entes de menor nivel posible. Por las entidades locales o las comunidades autónomas. Bien. Segundo principio, economías de escala. En determinadas circunstancias ocurre que, cuanto mayor sea la población atendida, es más barato producir los servicios para los ciudadanos. Es decir, se originan economías de escala. En definitiva, resulta más barato que haya una única empresa que suministre o que facilite ese servicio o ese producto porque por cada unidad producida el coste será inferior. Se producen, en definitiva, economías de escala que ya habréis estudiado el concepto en la economía política. El ejemplo típico es el de la defensa nacional. Pues bien, en estos casos el nivel óptimo de la administración, del ámbito territorial de la administración para el suministro de estos bienes sería el más centralizado posible. Fijaros que hay una incompatibilidad entre este principio de economías de escala y el principio de subsidiariedad. El tercer principio, sería el principio de correspondencia. Para que la gestión de las políticas públicas sea eficiente es necesario que los beneficios y los costes asociados a estas políticas se desplieguen dentro de los límites de la administración. Los límites territoriales de aquella autoridad que ha establecido esos servicios o esas políticas públicas. Es decir, que no se produzcan desbordamientos. Es decir, cualquier tipo de política pública que los beneficios derivados de la misma se limiten única y exclusivamente a los ciudadanos que habitan ese municipio, ese ámbito territorial. Y que no se produzcan economías externas. Es decir, que no se produzcan efectos hacia otros ciudadanos de otros ámbitos territoriales. Esto está relacionado con la existencia de economías externas. Es decir, hay actividades, por ejemplo las actividades contaminantes que puede desarrollar una empresa. Una empresa que desarrolle actividades contaminantes a la hora de fijar el precio de los productos que fabrica tiene en cuenta sus costes internos, los costes necesarios para la producción de ese bien. Pero no tiene en cuenta los efectos sociales, los efectos externos que se derivan de esa producción como es la contaminación. Por lo tanto, eso da lugar a una ineficiencia en la asignación eficiente de los recursos. Ahí, en ese supuesto, se estaría quebrantando, por lo tanto, el principio de correspondencia. Pues bien, conjugando estos tres criterios se elabora lo que se denomina el teorema de Oates. Que viene a sugerir que en relación a las políticas públicas deberán ser gestionadas por el ámbito de gobierno en el cual a igualdad de costes de suministros, es decir, cuando no se producen economías de escala y cuando no existen desbordamientos, es decir, cuando no se produce economías externas, mejor se adapte a la diversidad territorial de las preferencias y necesidades de los ciudadanos. Y consiguiendo de esta manera maximizar así su bienestar. Es decir, en aquellos supuestos en los cuales no se producen economías externas, no se producen economías de escala, lo más eficiente será que esas políticas se realicen en el ámbito territorial inferior. Por el contrario, en aquellos supuestos en los cuales se producen amplias economías de escala y se producen a sí mismos efectos externos hacia terceros, lo más eficiente será que esa política pública se lleve a cabo por el ámbito territorial superior. Por el Estado, incluso en algunos casos por las entidades supranacionales. Bien, visto esto, por lo tanto, ¿cuál es la definición del sector público? Pasamos ahora a los indicadores del sector público. Es decir, ¿cuánto de grande es el sector público? ¿Qué importancia tiene este agente económico en el conjunto de la economía? ¿Cómo podemos medir esto? Pues lo podemos medir fundamentalmente en función del gasto público o bien de los ingresos públicos. Y así vamos a definir los ratios más importantes que se utilizan para poder valorar la importancia del sector público dentro de la economía de un determinado país. El gasto público, el primer ratio, es el que viene determinado por el cociente entre el gasto público no financiero de las administraciones públicas y el Producto Interior Bruto valorado a precios de mercado. Es decir, la relación cuánto gasta el sector público en relación a la producción bruta del interior del Estado. Bien, este ratio tiene las siguientes limitaciones. La primera, que el Producto Interior Bruto es un valor muy sensible al ciclo económico. Y que puede representar que aunque mantengamos un mismo nivel de gasto público, el indicador aumente en los periodos de recesión o que disminuya en los periodos de expansión. Y esto nos lleva a que se proponga la utilización de estabilizadores automáticos. Bien, en las partidas de los gastos públicos o bien en el caso en los ingresos a través de la progresividad de los tributos. Bien, estabilizadores automáticos dentro de las partidas de los gastos pues serían por ejemplo las prestaciones por desempleo. Mientras que, que actuarían como estabilizadores automáticos ahora vamos a ver o en la vertiente de los ingresos los impuestos progresivos. Imaginaros un periodo de recesión económica. Un periodo de recesión económica supone que por un lado se incrementa el nivel de paro. Lo cual nos llevará a la necesidad de incrementar las prestaciones de desempleo. Es decir, un periodo de recesión generará por lo tanto un incremento del gasto público. Por otro lado, si estamos en un periodo de recesión obviamente, en la medida en que los ingresos tributarios dependen en gran medida los niveles de renta si baja la renta estamos en recesión económica bajarán los ingresos tributarios. Y además, si el sistema es progresivo bajarán más que proporcionalmente. Esto significa que mediante la utilización de estos estabilizadores automáticos estaremos generando una situación de déficit público. Está claro, las prestaciones de servicio de desempleo dan lugar a un incremento del gasto público. La reducción de la renta da lugar a una reducción del gasto público. Se genera automáticamente un déficit público, que es justamente lo que conviene a esa situación económica para poder animar la demanda de bienes y servicios. En segundo lugar, otras limitaciones que plantea es que el gasto público no financiero no incluye solamente operaciones de gasto o la adquisición de bienes y servicios sino que también se incorporan las transferencias transferencias de rentas lo que decíamos antes que eran unas actividades que podía desarrollar el sector público. Por un lado, obtiene unos ingresos tributarios coactivamente y por otro lado esos ingresos los destina a transferencias a las economías domésticas o a las empresas. ¿Cómo? Pues mediante el pago de pensiones mediante el pago de determinadas subvenciones a las empresas para favorecer el crecimiento económico, etc. Es decir, que no todo el gasto público es debido a operaciones de adquisición de bienes y servicios sino que también se incluyen las transferencias de rentas entre quienes pagan los impuestos y quienes reciben esas prestaciones sociales subvenciones, etc. Bien indicadores de los ingresos públicos. Dentro de los ingresos públicos, el indicador más utilizado es el consciente entre los ingresos no financieros totales de las administraciones públicas y el Producto Interior Bruto. Y el segundo, y quizás el que más os suena a vosotros, es el concepto o indicador de presión fiscal. El indicador de presión fiscal importante, esto es muy importante, de cada examen esto yo hablo bien aprendido. Es el consciente entre los ingresos impositivos, no todos los ingresos sino solamente los ingresos impositivos y el Producto Interior Bruto. Bien, en los ingresos se integrarían por lo tanto, tanto los impuestos directos como los impuestos indirectos pero ojo, no aquellos que supongan una contraprestación, como es el caso de las tasas y las contribuciones especiales. Bien. Pasamos al siguiente epígrafe, por ir avanzando los aspectos más relevantes de este tema. El presupuesto del sector público. ¿Cuál es el concepto de sector público? Las características del presupuesto del sector público son las siguientes. Primero el presupuesto es una previsión por lo tanto no recoge las operaciones ya realizadas sino las futuras, las previstas para el futuro. En segundo lugar la globalidad todas las operaciones del sector público tienen que estar cuantificadas en el presupuesto. Tened en cuenta que el presupuesto entre otras cosas es un instrumento de control por parte del legislativo al poder ejecutivo y para poder controlar efectivamente es necesario que todas las partidas de ingresos y de gastos realizados por el Estado o por cualquier otra institución pública sean recogidas en el presupuesto. Tiene que darse un equilibrio contable de tal manera que las previsiones de los ingresos y los gastos se elaboren de tal manera que ojo, se produzca este equilibrio contable que no necesariamente económico. Un presupuesto se puede cerrar con un déficit o un superávit económico, pero en todo caso siempre deberá existir un equilibrio contable. Por ejemplo en aquellos casos en los cuales los gastos públicos son superiores a los ingresos ordinarios normalmente se estará generando un déficit público y ese déficit público deberá ser cubierto por ejemplo con una emisión de deuda, de tal manera que al final se corrija ese desequilibrio económico en un equilibrio contable. De manera que contablemente los ingresos se equiparen a los gastos. Con carácter regular las previsiones tienen que referirse a un periodo concreto que es el periodo anual y que comprenda además el ejercicio natural, el año natural. Su cumplimiento es obligatorio salvo circunstancias específicas. Hay que decir que aquí esta obligatoriedad es distinta en relación a los gastos y a los ingresos. ¿Por qué? Porque los gastos en realidad son un límite máximo. Como máximo es una habilitación que concede el Parlamento al Ejecutivo para que pueda realizar un gasto. Pero no siempre el cumplimiento de ese gasto tiene carácter obligatorio, es un máximo. Por contrario en relación a los ingresos, en relación a la recaudación de los impuestos es una mera condición, en la medida en que no depende sólo de las decisiones políticas, sino también de la situación económica. Está claro, las previsiones de ingresos se hace teniendo en cuenta un determinado crecimiento económico. Si después el crecimiento económico es superior, pues obviamente se recaudarán más ingresos, pero si el crecimiento económico es inferior se recaudarán menos ingresos. ¿Veis que lo más importante de este tema? No vamos a entrar en los restantes epígrafes, solamente destacaros quizás los principios presupuestarios y diferenciar aquí los principios clásicos de los principios modernos. Bien, y pasamos a la exposición del capítulo segundo. Capítulo segundo que viene a dar respuesta a la siguiente pregunta. ¿Por qué? ¿Por qué interviene el sector público? Bien, y en este capítulo se plantea cuál es el grado óptimo de intervención del sector público. Y en definitiva, cuáles son los instrumentos más adecuados para conseguir un determinado objetivo. ¿Cuándo tiene que intervenir el sector público o cuándo puede intervenir? Pues fundamentalmente para cumplir las siguientes funciones. En primer lugar, para corregir aquellas ineficiencias en la asignación de los recursos. Es decir, en aquellos supuestos en los cuales la asignación de recursos efectuada a través del mercado es ineficiente. Y entonces estaría justificada la intervención del Estado para corregir esas ineficiencias en el funcionamiento de los mercados. Cuando se produzcan lo que sería minimizar los fallos en el mercado. La intervención del sector público también estaría justificada para corregir las desigualdades en la distribución de la renta que resulta del libre funcionamiento del mercado. Y en tercer lugar, para impulsar el crecimiento y la estabilidad económica. La mejora de la eficiencia. En este epígrafe se desarrolla el óptimo deparato y la eficiencia económica. Vamos a entrar en detalles porque esto sí que es más propio de la economía política que habréis estudiado en el primer cuatrimestre. Lo cierto es que, como os decía, el libre funcionamiento del mercado no siempre consigue una asignación eficiente de recursos, sino que se producen en algunas situaciones unas ineficiencias. Bien, ¿en qué situaciones? Pues en primer lugar en aquellas situaciones en las cuales los agentes económicos no se comportan de una forma competitiva lo cual hace necesaria la intervención del sector público. En segundo lugar, en aquellos casos en los cuales, a pesar de comportarse de una forma competitiva, los participantes en el mercado no tienen en cuenta las economías externas que mencionamos anteriormente, es decir los efectos que producen sus decisiones sobre el bienestar de otros agentes. Por ejemplo, la contaminación. Una empresa dedicada a la producción de abonos químicos, por ejemplo, puede actuar de una forma competitiva a la hora de fijar sus precios, tener en cuenta los costes de producción interna, pero sin embargo no tener en cuenta esas economías externas, esos efectos perjudiciales que se producen a terceros como consecuencia de la contaminación del medio ambiente. Pues eso justificaría una intervención del Estado justamente para corregir esa ineficiencia. En tercer lugar, existen bienes que el mercado no puede producir de forma eficiente. ¿Por qué? Porque se trata de bienes cuyo consumo no es rival ni cabe establecer el principio de exclusión en el consumo, es decir, no cabe excluir del consumo aquellos que no paguen el precio. Es el caso de los bienes públicos. En el caso de los bienes públicos estaría justificada la intervención del sector público. Por ejemplo, la defensa es el clásico ejemplo de un bien público. El consumo no es rival ni cabe establecer la exclusión del consumo. No cabe en definitiva proteger solamente aquellos ciudadanos que paguen por ello, que paguen unos impuestos justamente para ser protegidos por parte del Estado. Se trata de un bien público, el consumo no es rival, no cabe establecer el principio de exclusión y por lo tanto el suministro de este servicio de la defensa estaría justificado a través de la intervención del Estado. Y en cuarto lugar también el Estado puede intervenir cuando se produzca una información asimétrica. Es decir, cuando la información en el mercado no sea imperfecta. Es decir, se produce una información asimétrica entre los productores y los consumidores de los bienes. Esto justifica la intervención del Estado. Tiene una legislación de protección de los derechos de los consumidores. Los consumidores habitualmente no tienen la misma información que los productores en relación a la calidad de los bienes y a la cantidad o al precio de los mismos. Esto justifica la intervención del del Estado para proteger a los consumidores. ¿Cómo? Pues estableciendo por ejemplo la obligatoriedad de que los fabricantes informen en sus productos sobre cuáles son las características. El sometimiento a una serie, por ejemplo, de recursos de registros sanitarios, etcétera. Son intervenciones del sector público que vienen a cubrir esa deficiencia de información que se produce en relación de los consumidores en relación a los productores o empresarios. Por lo tanto, en cualquiera de estas cuatro situaciones que hemos mencionado se produciría una ineficiencia del funcionamiento del mercado y estaría justificada la intervención del sector público. La corrección de desigualdades lo decíamos al anterior. Al comienzo de la exposición de este capítulo. Como uno de los ámbitos en los cuales estaría justificada la intervención del sector público. El principio de equidad y las políticas públicas. Aquí ha habido una evolución histórica. En las sociedades preindustriales podemos decir que las actividades primarias, es decir, las actividades que estaban vinculadas con la explotación de la tierra, constituían la principal fuente de ingresos para la población. Y en definitiva las diferencias que podían existir en las rentas entre los propietarios de las tierras y los que las cultivaban estarían justificadas o atendirían un principio de mal mercado o del mal reparto de la riqueza preexistente. Por lo tanto, en estas situaciones el papel de redistribución del Estado era muy limitado o inexistente. Bien, ¿qué es lo que pasa con las sociedades industriales? Pues con las sociedades industriales nos encontramos con que la renta pasa a crecer de forma más rápida que en esas sociedades agrícolas y el reparto de la riqueza pasa a depender cada vez más de la movilización de los factores productivos del capital y del trabajo. En definitiva, se produce un incremento de la desigualdad en la obtención de rentas entre los que aportaban solamente el factor trabajo, los trabajadores y los que poseían el factor capital. Bien, este incremento de las desigualdades también llevó justamente como consecuencia de las disputas los conflictos sociales a otorgar un creciente papel redistributivo al sector público. Bien, ¿qué es lo que sucede actualmente? Pues actualmente y como consecuencia de la globalización se han producido cambios muy importantes en la demanda de los distintos tipos de trabajo. Es decir, se ha producido una segmentación del factor trabajo. Ya no cabe hablar de trabajadores como un concepto unitario, sino que dentro de los trabajadores se ha producido una segmentación que ha dado lugar a una brecha salarial muy importante entre los trabajadores más cualificados y que pueden optar por lo tanto a salarios considerables incluso a veces a rentas superiores a la del propietario de la propia empresa y aquellos otros trabajadores menos cualificados que perciben unas rentas inferiores y además en unas condiciones laborales más inseguras que las anteriores y por lo tanto con un mayor grado de precarización. Por lo tanto como consecuencia de la globalización se produce una segmentación dentro del mercado de trabajo. Después estarían las teorías sobre la distribución de la renta. Hay una primera teoría sobre el rendimiento de los factores es decir, la remuneración de los factores productivos de las economías domésticas es la fuente principal de su renta. De tal manera que la distribución de estas rentas primarias que proceden de su aportación de factores productivos trabajo o capital fundamentalmente trabajo va a depender de dos factores de cómo esté concentrada la propiedad de estos factores y de su rendimiento. En segundo lugar salían las teorías sobre la acumulación de factores. Los modelos diseñados para presentar esta acumulación de los factores va a depender fundamentalmente de dos cuestiones. Por un lado los shocks o las incidencias imprevistas y las decisiones que puedan adoptar los ciudadanos sobre el consumo o el ahorro en cada periodo. Pues bien, en cuanto a las decisiones personales que es realmente lo importante porque los shocks afectan a todos los ciudadanos. En cuanto a las decisiones personales hay dos planteamientos distintos. Por un lado hay unos autores que defienden los modelos del ciclo vital que parten de la idea de que cualquier persona trata de maximizar su utilidad en el ciclo vital. ¿Esto qué significa? Significa que mientras está en activo mientras desarrolla una actividad laboral o profesional pues lo que hace es ahorrar y ahorrar justamente para suplir la falta de rentas que se va a producir en el momento en que se jubile. De tal manera que completado ese ciclo vital se ahorra ahora para poder gastar en el futuro de tal manera que cuando fallezca esta persona no habrá acumulado ningún tipo de riqueza. Habrá gastado lo que ha ahorrado previamente. El modelo del ciclo vital. Frente a este modelo hay otros que defienden lo que son los modelos dinásticos en el cual consideran que las personas maximizan su utilidad como si fueran a vivir eternamente. Por lo cual lo que hacen es acumular riqueza a lo largo de toda su vida. Acumulan una renta que es heredada y que la adquieren sus hijos y descendientes. Cuando esta riqueza está muy concentrada porque se ha adquirido no solamente por el desarrollo de una actividad laboral o empresarial sino también por lo que se ha La transmisión en definitiva intergeneracional de esa riqueza da lugar a un incremento de las desigualdades sociales. Más importancia tienen quizás las teorías sobre el mercado de trabajo a los cuales ya hemos hecho mención anteriormente sobre la segmentación de los mercados de trabajo. En relación a las desigualdades cuestión importante y la cual voy a pararme es la de las funciones del bienestar social y la redistribución. Es una cuestión obviamente en la cual no existe un consenso, no existe una unanimidad. ¿Por qué? Porque obviamente el determinar cuál es el nivel óptimo de bienestar social, hasta que punto tiene que intervenir el sector público para corregir las desigualdades tiene un alto grado de decisión política. Y obviamente si estamos ante decisiones políticas estamos en un ámbito en el cual es difícil conseguir unos consensos universales. Y así se han desarrollado distintas funciones del bienestar social. Se dice que el establecimiento de un nivel óptimo de redistribución va a depender de la adhesión a la desigualdad que se tenga. Valoración por lo tanto de carácter político. Y así se han desarrollado distintas funciones del bienestar social dependiendo como vamos a ver ahora de distintos planteamientos políticos. La función del bienestar social utilitarista. Que fue propuesta inicialmente por Penham que considera que la intervención pública debería conducir a maximizar la suma de la utilidad de todas las personas que forman parte de la sociedad. De tal manera que cuanto mayor sea el total, el volumen total de utilidad de la sociedad mayor será el bienestar social. Es decir no se entra en la distribución de esta utilidad sino que cuanto mayor sea la utilidad total de la sociedad, mayor será el grado de bienestar. Y por tanto se concede muy poco un papel muy limitado a las políticas de redistribución. El segundo planteamiento es el de Rals. La función del bienestar social de Rals. Bien. Este filósofo parte de la siguiente reflexión. Los siguientes criterios de las políticas de redistribución pues dependen, dependen de cuál sea la posición social de quien las formula. Es decir aquellos que tengan unas rentas muy altas pues obviamente estarán en contra de las políticas de redistribución de la renta. Mientras que aquellos otros que tengan unas rentas muy bajas pues serán muy favorables a que se lleven a cabo políticas de redistribución de la renta. Es decir si esta valoración sobre cuál tiene que ser esa política óptima de redistribución del bienestar social depende de cuál es la posición inicial de cada uno pongámonos todos ante un velo de ignorancia. Es decir sin que sepamos cuál es nuestra posición inicial. Si nos pusiéramos en esa situación obviamente la única opción racional posible sería seleccionar aquellos principios que traten de maximizar la posición del que se encuentra con un menor bienestar. Es decir si me preguntan a mí cuál considero que es la mejor política de redistribución de la renta y yo estoy con ese velo de ignorancia, es decir no sé cuál es mi posición real ante la eventualidad de que sea el mayor paria de la tierra ante ese riesgo pues diga no, no, que la función del bienestar social consista en maximizar el bienestar de aquellos que se encuentren en peor situación. Por si acaso esa es mi situación. Está claro. Por lo tanto Rals formula esa función del bienestar social en esos términos maximizar la posición de los individuos con un menor bienestar. Este planteamiento fue cuestionado en su momento con el siguiente ejemplo, es muy curioso y aún ha cuestionarse este principio en el sentido de que por ejemplo imaginamos que nos encontramos con dos ciudadanos dos ciudadanos que están enfermos de tuberculosis y disponemos solamente de una vacuna. Uno de estos dos enfermos además de la tuberculosis tiene un cáncer terminal Pues bien, si aplicáramos la máxima de Rals ¿A quién le tendríamos que dar esa vacuna de tuberculosis? A aquel que está en peor posición que sería el enfermo de cáncer. Este fue un ejemplo que se puso por parte de un autor para un poco desvirtuar el planteamiento de Rals a lo cual Rals contestó diciendo hombre que como toda regla tiene sus excepciones. La tercera función del bienestar social que se formula es la de las capacidades que postula que una sociedad tendrá un mayor bienestar que otra si sus ciudadanos disponen de un mayor nivel de capacidades. En definitiva aquí se abogaría por un principio de igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos. Después estaría la función del bienestar social libertaria que viene a coincidir con los planteamientos neoliberales Aquí se defiende que el libre movimiento de la oferta y la demanda garantiza no solamente la asignación de eficientes recursos en el mercado sino también el bienestar por lo cual niega cualquier política de carácter redistributivo de tal manera que la intervención pública se tendría de limitar a preservar la ley, el orden y a fomentar la competencia en los recursos. Y finalmente estaría el planteamiento ya de carácter socialista que sería la función de bienestar social igualitarista que defiende la igualdad de resultados como el mejor criterio para evaluar el bienestar social. Bien, pues esto es lo más importante de estos dos primeros capítulos de esta asignatura y sin más quedáis emplazados con la siguiente tutoría que será de 15 días y en la cual expondré los capítulos 3 y 4 del programa. Un saludo y hasta entonces. Muchas gracias.