Bueno, tal y como planteamos la materia, tal y como está planteada por el equipo docente, esta sesión tiene que centrarse o tendría que centrarse en el tema 2. El tema 2 de ciencia política está vinculado a la conceptualización y a la concepción del poder, del poder desde el punto de vista político. Yo aquí siempre suelo hacer alguna división entre lo que es el poder político y el poder administrativo, básicamente porque van muy unidos y porque me dedico a trabajar esa otra parte de poder más oculto, más oscuro, más tecnocrático, pero bueno, también un soporte para el poder, sin duda, para el poder político. Si queréis proseguir un poco el orden y marcado por el equipo docente... En el manual de Valles podemos recuperar un poco, según la videoconferencia que os envié la semana pasada y que ya está colgada, el hilo conductor. ¿A qué es la política? Teníamos que haber respondido, como reto fue lanzado por mi parte, como tutor, y yo espero que cada uno de vosotros tengáis ya una idea aproximada. Sí me gustaría hacer algún recordatorio sobre elementos fundamentales que nos llevan a la necesidad de la política, que además cada día... Tienen más vigor y más vigencia este recuerdo. Las cuestiones que tienen que ver con el riesgo, con el conflicto y con la seguridad. Sobre todo en sociedades como la nuestra o como las nuestras, por hablar de sociedades occidentales que son tremendamente complejas y que cada vez lo son más. Y esto nos va a permitir después hacer una pirueta con relación a algunos de los subtemas del tema 1. Si puede haber sociedades sin política. Y conectarlo con el punto número 2, o con el tema número 2, que es el poder político. Recuperando un poco los grandes titulares de este manual, ya vemos como en el tema 1 nos hace alusión al cumplimiento obligado de las decisiones políticas. Fijaos qué aceleración. El cumplimiento obligado de decisiones políticas supone la asunción a crítica de cualquier decisión que el poder político constituido en cualquiera de los niveles de gobierno, obviamente. Y esto vale para el caso de España, en cualquiera de los cuatro en los que estamos inmersos. El europeo, el estatal, el autonómico y el local nos dice que debemos hacer, obviamente, un análisis crítico, pero debemos asumirlo en todo caso. Y a mí me da la impresión, introduzco una especie de excursus, que esto, claro, nos coge un poco fuera de juego a todos aquellos que pensamos que están leyendo la historia, la historia de las ideas, los sistemas políticos comparados, todas las sendas de dependencia que han llevado a nuestras políticas públicas a ser lo que son o lo que han dejado de ser, bueno, pues nos niegan la mayor del manual y nos dicen que no siempre es de cumplimiento obligado las decisiones políticas. Y no tenemos más que dar ejemplos todos los días en los periódicos en relación con esto. Cuestiones que tienen que ver con desobediencia civil, cuestiones que tienen que ver con insumisión institucional, que recuperaremos en el tema 2 de Poder Político. Pero no ahora. Ya en las revoluciones liberales de finales del siglo XVIII aparecían estos elementos, en momentos sobre todo claves, claves de ruptura sistémica. Y cuando hablamos de sistema hablamos de un conjunto de factores que no solo están vinculados a la política o al poder político, sino también a la economía, a la sociedad, a los valores predominantes y a la cultura cívica que en un momento histórico determinado, pues se rompen y se reinterpretan y se reconstruyen. Con más o menos fortuna y con más o menos crueldad, pero obviamente este fue el caso de las revoluciones liberales y ahí no había obligado cumplimiento de las decisiones políticas. Por lo tanto, esta situación... Este axioma nos sirve para valorar situaciones institucionales bastante tranquilas, claras, estructuras de pensamiento político incrementales y yo no creo que nos sirvan, por ejemplo, para ahora. O por lo menos no les sirven, por ejemplo, a los basureros y servicios de limpieza del Ayuntamiento de Madrid, no les sirven a los preferentistas, no les sirven... O por lo menos no les sirven a los empleados de la radio y televisión valenciana, no les sirven a los alumnos damnificados por este coitus interruptus del ministro Bert con su intento de suprimir el complemento al programa Erasmus, no les sirven. No nos sirven, en definitiva, no nos sirven ni siquiera a los docentes, no nos sirven ni a los académicos en materia de ciencias sociales porque los paradigmas, para fraseando a Kuhn, están siempre cambiando. Y es necesario argumentar y justificar, y esto vuelvo a conectarlo con el tema 2, es necesario justificarlo, darle argumentos para que su legitimidad sea continuamente reforzada. La política sí que es verdad que hay que marcarla como una especie de instrumento, como una solución o un intento de solución a los conflictos sociales. Obviamente no vale para las sociedades primitivas o tradicionales, pero sí vale para las sociedades modernas. Hay sociedades complejas donde interaccionan, intercambian y participan en problemas comunes más allá de los núcleos familiares. Hay elementos fundamentales en los conflictos sociales, hay raíces, hay fracturas, hay momentos, hay elementos que a veces se sitúan en la agenda de una forma abierta. En las que hay una situación abrupta, intensa y otras veces vuelven a caer en el más pésimo o fatal de los olvidos. Cuestiones como el paro cuando hay crecimiento económico, cuestiones como el terrorismo cuando no hay muertes, cuestiones como la violencia de género cuando no hay acoso a mujeres, cuestiones como el fracaso escolar cuando hay tasas de escolaridad al menos tolerables, es decir, las cuestiones que tienen que ver con género, la raza, los valores, son elementos que van ondulando, se van adaptando, son fracturas que siempre están pero que en algún momento se sitúan en el centro del debate político, administrativo, social y por tanto la política debe tratar de resolver esas fracturas y gestionar de la forma más correctamente posible o al menos más universalmente aceptada, y tendría que ver con la legitimidad, esos problemas que la sociedad considera prioritarios. Las fronteras de las políticas por tanto son variables y hay que recurrir a análisis práctico, físicamente históricos pero también contingentes. Elementos de este tema 1 que deberíamos tener claros también después de su lectura en el manual de Vallés y después de la web conferencia que grabamos la semana pasada, pues pueden tener que ver con las etapas de la politización o las que alude María Vallés. Por ejemplo, la identificación e distribución es igual de valores y rentas, que es una cuestión clave, sobre todo en situaciones de crisis socioeconómica como la que vivimos ahora. La famosa imagen de Gini y la inequidad o la equidad o la falta de ella. La toma de conciencia colectiva de los implicados, y esto se ve en momentos puntuales de nuestra historia y últimamente en los últimos 5 años a lo largo y ancho del mundo, pero no solo los últimos 5 años, lo vemos en las distintas primaveras, en las distintas plazas, en las distintas frágoras donde se fraguan revoluciones sociales a veces exitosas, a veces incompletas. Pero si releís a Hanaren veréis que los episodios de revolución no se remontan únicamente a la primavera árabe, tampoco a las primaveras de los estados postsoviéticos, sino que tienen raíces más profundas en contextos culturales fundamentalmente occidentales. Pero no solo, no solo, tiene que ver con una cultura de resistencia frente al poder, tiene que ver con una cultura efectivamente de conciencia colectiva de que los problemas deben ser resueltos por parte de todos los implicados y por supuesto, segundo elemento, tercer elemento, la movilización. Si hay una toma de conciencia colectiva pero no hay una movilización, pues estamos viendo que efectivamente no hay elementos de política que puedan ayudar a la movilización. Resolver un problema de una forma completa y por tanto solo hay una parte de la política, que son los actores que están directamente gestionándola, los que tendrían esa capacidad. Se habla por tanto de identificar las rentas y valores, tomar conciencia colectiva, movilizarse y trasladar el conflicto al escenario público. Estos tres últimos elementos, conciencia colectiva, movilización y escenario público, como veis, son los elementos a los que en una España poco dormida. Por ese efecto anestésico que tienen los crecimientos financieros, y esto es lo que hemos vivido en las últimas dos décadas hasta la crisis del 2007, pues digamos rompe y nos crea una ansiedad y crea una fractura con relación a la supuesta armonía anterior, no a la falsa armonía anterior. Existen por tanto necesidades nuevas. Que se generan tras un conflicto, una crisis. La política debe adaptarse a ellas, no hay nada peor. No para los partidos políticos, sino para nosotros los politólogos, o los que pretendemos, o los que pretendéis hacer algún análisis relacionado con la ciencia política y la ciencia de la administración, con las ciencias sociales en general, que no estar continuamente sondeando, no estar buscando nuevas preguntas, nuevas agendas, nuevos problemas y nuevos equilibrios, obviamente. ¿Qué factores? Algunos elementos que los presentamos. Los polítólogos tendríamos que manejar es qué factores de controversia existen, si los viejos clivets, las viejas fracturas siguen vigentes o no, si hay nuevas fracturas, qué actores participan, qué argumentos y recursos ponen encima de la mesa y efectivamente, qué sentido pretenden darle a su influencia. Pues toda la cuestión que tiene que ver con los actores, con la movilización, con esos nuevos elementos de ruptura, son preguntas pertinentes, son preguntas obligadas. Para los politólogos, son preguntas que deben entrar en nuestro análisis de una forma absolutamente clara y sin complejos. Como diría uno de mis maestros, el profesor Rojo, la ciencia política no debe tener complejos. Hay que establecer elementos de normatividad, es una ciencia, es una ciencia positiva, pero además hay que establecer criterios avanzados. Hay que establecer criterios avanzados, de análisis, hay que arriesgarse y hay que intentar preescribir. Y esto es uno de los retos de la ciencia política y de la ciencia de la administración. Por eso, cuando vayas a final plantear la pregunta de sociedades sin política, a lo mejor lo que tenemos que hacer es preguntarnos si en lugar de sociedades sin política lo que tenemos ahora es sociedades sin partidos políticos. Y obviamente no es lo mismo. En el libro que publican conjuntamente algunos profesores, Universidades Autónoma de Barcelona y Pompeu Fabra, sobre la política para políticos, queda clara esta distinción. Está claro que no puede vivir una sociedad sin política. Otra cosa es si puede vivir sin partidos políticos, y sobre todo desde una óptica de partidos políticos de masas tradicionales, está claro que ahí sí que empezamos a ver quiebras, fallas e incluso alternativas. Por bandera llevar desde hace un par de años defendiendo que efectivamente estamos en una situación de crisis de la partidocracia, y yo defiendo con escritos y con investigación que estamos ante el fin del bipartidismo, ante ese modelo de alternancia de izquierda y derecha, al menos en el caso de España, y que en el caso de Galicia, que nos puede ocupar a nosotros aquí en esta... en este espacio que compartimos en el Centro Asociado de Lugo, o en el Campus Noroeste, pues un fin del tripartidismo. Veréis en las próximas semanas, estéis atentos, y lo podemos tener aquí cuando se presente, que acabamos de publicar un libro sobre las elecciones autonómicas del 2012 en Galicia, acaba de salir ahora, y bueno, pues algunos de los análisis trabajan en esa línea. Yo concretamente titulo mi trabajo, mi parte del trabajo como el fin del tripartidismo y lo pongo en interrogantes porque, bueno, constato algunos elementos que nos pueden llevar a pensar que así es. En todo caso son argumentos, son razones, es trabajo sobre nuevas facturas, es en definitiva hacer ciencia política aplicada, en este caso al sistema político, social y electoral en Galicia. Tendréis nuevas noticias sobre esto y si os apetece y queréis, bueno, pues os dirigís a mí. Os remito a la información del libro y a los autores, que somos varios los que hemos trabajado o los que estamos trabajando en esta línea. Bueno, con relación al tema 1, yo creo que eso sería todo. Como es un capítulo como todos los de Manuel de Valle es muy rico en ejemplos y muy bien redactado en el sentido más narrativo de la palabra, bueno, pues nada más que le echéis una lectura y hagáis vuestro esquema. En relación con el tema 2. Y aquí ya entramos en... En materia sobre perfiles, gramáticas de la política, perfiles y características propias del lenguaje de la ciencia política. ¿Qué es el poder político? Fijaos que ya entramos no en la política sino en uno de los elementos centrales de la política, que no es el único, que tiene que ver con el poder. Bueno, como señala Josep María Vallés. Inicialmente hay quien pudo vincular la ciencia política a la ciencia del poder, la kratología. Kratos en griego es poder. Bueno, yo os puedo decir que en mi caso, yo soy kratófobo y soy kratófobo militante. Mi cuenta en Twitter es efectivamente arroba kratofobia. Bueno, como veis... Esto parece que está escrito por... Por mi hija que tiene 6 años, que probablemente escriba mejor que yo, pero así al menos visualmente krató... Pues sí que estoy bien. Y repito, ¿por qué kratofobia?, ¿por qué kratología? Porque inicialmente no puede haber gestión del conflicto, intento de solución a problemas sociales, administrativos, culturales, económicos, si no interviene el poder. Bueno, si no entendemos cuál es la naturaleza de ese poder, no entendemos cómo se distribuye, cómo se manifiesta, pues es muy difícil, es muy complicado. Por tanto, para entender la política y entender el papel de la ciencia política en ella, es necesario entender el poder. Hay dos visiones, como nos dice Vallés, como recurso disponible, poder como recurso disponible o poder como resultado de una relación. Bien. Y aquí hay varios autores que se pueden situar en cada uno de estos dos grandes segmentos del entendimiento del poder. Hobbes y Marx, por ejemplo, como recurso. El capital, el elemento central. Y resultado de la relación, por ejemplo, Tocqueville o Maquiavelo o Foucault. Yo me alinearía concretamente con... Con estos últimos. Yo soy más de procesos, de interacciones, de dinámicas que tienen que ver con el desarrollo multilateral del poder, de una interacción viva, que del desarrollo estático a partir de una definición de un recurso, sea este cual sea, ese recurso económico, intelectual, fuerza de trabajo, moneda... Me da igual. Yo soy más, o por lo menos oriento más, mi forma de entender el poder a partir de la interacción. A partir del conflicto, a partir de la cooperación. Y, por tanto, me alineo más con estos autores, me alineo más con Maquiavelo, me alineo más con Tocqueville, me alineo mucho más con Foucault. Poder político, ¿qué podría ser? Bueno, pues tienes una buena definición, uno de los elementos fundamentales de tener un buen manual es que ofrece algunas... Bueno. Unas buenas definiciones que debéis recordar, no debéis memorizar, pero sí recordar. Y nos dice Vallés, en la página 33, poder político, capacidad de intervenir en la regulación coactiva del conflicto social, que es una definición que ya facilitó Cotarello en los años 80 y que a mí me gusta mucho, es decir, lo político es aquella parte de lo social y no al revés. Y, por tanto, la ciencia política se ocupa de la gestión del conflicto social. Y esto tiene que quedar claro porque a veces en esta hipertrofia social que vivimos, alimentada por entornos mediáticos, parece que el poder es únicamente cuestión de la política, en este caso de los partidos políticos, que son los que lo monopolizan y no es así, no es así. La política tiene origen en lo social. Y lo tiene porque efectivamente veíamos en el primer capítulo que tiene que haber política como acción reguladora del conflicto social cuando hay una sociedad, un conjunto de individuos o de actores que son complejos y cuyas relaciones son complejas también. Cuando se sustrae del ámbito más tribal o más familiar. Por tanto, hay que tener clara la vinculación y la dependencia. Elementos fundamentales para analizar poder político, fuerza, influencia y autoridad. Y aquí ya nos movemos en límites que tienen mucho que ver con las disciplinas que lo analizan. Fijaos, con fuerza, influencia y autoridad. Aquí podríamos decir que de la fuerza se ocupa básicamente el derecho. Establece la coacción a partir de normas. Mientras que la influencia no. La influencia tenemos un elemento político. Claramente político. Y este elemento político tiene que ver con la legitimidad, la capacidad para convencer. Continuamos ahora. A las ciencias jurídicas. En las ciencias políticas, las lógicas son esas y algunas más que tienen que ver básicamente con la capacidad para convencer. La capacidad para argumentar. La capacidad para justificar. Más allá del poder, la autoridad. En lugar de las potestas, las autóritas. En lugar de la legalidad, o como complemento a la legalidad, la legitimidad. Por tanto, entramos aquí en elementos que no acaban. Acabamos de descubrir ahora, que no son nuevos, pero que hay que recordar. Porque en un gobierno donde las mentes solo piensan en clave jurídica, y tenemos muchos casos en este gobierno, en el gobierno actual del Partido Popular, pero también en el gobierno anterior del Partido Socialista, tenemos una tecnocracia basada en el imperio de los técnicos de la administración civil. Y del cuerpo diplomático. Y su lógica, su arquitectura mental es claramente jurídica. Y eso está bien. Tienen que tener claro, un mapa claro, una estructura clara de cuáles son esos elementos jurídicos. Pero además, tienen que tener claro cuáles son aquellos otros elementos que tienen que ver con el poder político. Y no con el poder político vinculado a los partidos políticos, sino con el poder político vinculado a la gestión del conflicto social. Y eso tiene que ver con autoridad, tiene que ver con legitimidad. Por eso es tan difícil para algunos, que son expertos en democracia demoscópica, en las técnicas. Por ejemplo, el ministro Berck esta semana ha estado en el candelabro, como diría nuestra famosa Sofía Mazzagatos. Él hablaba básicamente de la norma, publica en otras disposiciones una norma, que digamos, afecta con carácter retroactivo a una serie de ciudadanos que están fuera de nuestro país. Disfrutando de un programa europeo. Bueno, una simple acción que no tiene que ver con el CIS, con las encuestas, como es la actividad de un ciudadano que pone en change.org una petición de ayuda, recaba en menos de 4 o 5 días 200.000 firmas, que son las que al final presionan a Moncloa. Moncloa, vicepresidencia. Obligan a uno de los ministros de su gabinete a desdecirse y anular una decisión tomada en uno de los ministerios más importantes del gobierno de un estado. Esto tiene que ver con la legitimidad, esto tiene que ver con la capacidad para justificar. Y alguien que sabe mucho de demoscopia probablemente ha quedado demostrado que sabe demasiado poco de nuevas fracturas, nuevos cleavage, nuevos elementos de análisis y nuevas agendas, entre las que están, por ejemplo, las cuestiones que tienen que ver con la ciberdemocracia, con la democracia electrónica o con el ciberactivismo. Pero esto, de la ciberpolítica, ya es otro capítulo que seguro que abordamos a lo largo del cuatrimestre. Poder y legitimidad, por tanto, nos lleva más allá de la fuerza. Poder y legitimidad nos lleva más allá de la legalidad. Tenemos claro que... En la administración existen cada vez más necesidades que tienen que ver con la legitimidad por rendimientos, pero por desgracia nos hemos olvidado de que no sólo se trata de legitimar un rendimiento, sino de legitimar la institución. Hasta el punto de que en los últimos 20 años nos hemos dedicado a legitimar rendimientos y nos hemos olvidado de legitimar instituciones y ahora los ciudadanos no ven la necesidad de sostener tales instituciones. Y en materia de política de mediación... Pues es posible que una institución como un defensor, un defensor de una comunidad autónoma, pues pueda ser situado en el mismo contexto de recorte que un elemento instrumental, como puede ser una agencia de seguridad alimentaria, por ejemplo. ¿Por qué? Pues porque en estos últimos años, estas últimas décadas, los políticos que han tenido su responsabilidad, pero también los ciudadanos, no se han preocupado de las instituciones, se han preocupado sólo del rendimiento. Y esto ha llevado a una decadencia clara de esa legitimidad y, en concreto, de la legitimidad institucional. ¿Qué es legitimidad? Ayer la definen en su página 40, en el tema 2, como capacidad para conseguir que sean aceptados los límites que el poder impone. Y aquí el poder político es difícil de establecer porque cada vez está más fragmentado. Por tanto, legitimidad podría ser... En mi punto de vista, la capacidad para hacer que otros hagan aquello que están convencidos de que es bueno hacer para el bien común. Y aquí ya habríamos, abriríamos, un nuevo escenario que no tiene que ver sólo con el poder político vinculado a estructuras de actores corporativos, partidos políticos, sindicatos, confederaciones de empresarios, sino a otro tipo de actores que... que no han tenido peso, pero que comienzan a tenerlo, como son los ciudadanos individuales. Ya no las organizaciones no gubernamentales, sino los propios ciudadanos individuales. Aquellos que suman una firma más otra, más otra y llegan a las 200.000 en una plataforma online de change.org o de avance.org. Esta nueva legitimidad está todavía por explorar. Y sin duda, este es uno de los grandes retos de esas nuevas agendas, de esas nuevas... ...preguntas que la ciencia política se tiene que plantear. Bueno, vamos concluyendo... Y vamos abordando también la última parte de la cuestión de la legitimidad que nos retrotrae a uno de los teóricos más significados que estudiaron el poder, que estudiaron la economía, que estudiaron la sociedad y por cierto, que estudiaron el poder que se trabaja en estos ámbitos, que era Max Weber. Y aquí... sí que Max Weber... nos decía que había tres fuentes de legitimidad que eran clásicas y que respondían, en su estudio histórico, a etapas distintas de formación del Estado y de formación de las sociedades de las más premodernas a las más contemporáneas. La tradición es un elemento de legitimidad, de poder, la racionalidad es otro elemento clave y el carisma es otro elemento que no se nos escapa. Bueno, pues Vallés añade un elemento más que tiene que ver con esto. Con el rendimiento. Y yo repito, este rendimiento, y hay autores que lo estudian en los años noventa, no tiene que ver solo con lo que una administración o un poder político hace sino con cómo lo hace y cómo consigue convencer a los ciudadanos de que aquello que hace básicamente va a redundar en el bien colectivo. Ese es el reto del rendimiento. El rendimiento no se puede ver como resultado numérico, y simplemente reducido a una acción. Tiene que tener un impacto colectivo, tiene que tener un impacto social amplio, sino no hay legitimidad por rendimientos. Porque puede haber muchos rendimientos, pero puede haber, y esto es lo que ha ocurrido en el caso de la crisis de las instituciones españolas, por eso decía al principio que estamos ante una crisis sistémica, y la encuesta europea, de valores, la encuesta social y el CIS así lo dice, estamos ante una crisis institucional de gran calado, no solo ante una crisis de productividad o de rendimientos de las administraciones públicas. Bueno, constitución, legalidad y legitimidad, por tanto, implicarían hablar de un escenario de normalidad, de un escenario que ya, por desgracia, no tenemos. Bueno, Valles nos dedica solo una página, casi una media cuartilla, a hablar de aquellos otros escenarios donde la constitución, la legalidad y la legitimidad, conjugado con la crisis, pues dejan de tener sentido de la realidad. Y son esos espacios de la crisis, de la desobediencia civil, de la insumisión institucional, cuando trabajadores consiguen ocupar sus propias instalaciones porque no están de acuerdo, cuando alguien se pone delante de un tanque, delante de un retén de policía, ocupa un banco porque considera que han sido injustas las leyes y la aplicación de las leyes por parte de los gobiernos y le han causado un daño irreparable a su propio patrimonio, a su renta y a su familia. Bueno, pues estas cuestiones que tienen que ver con la crisis desbordan un poco el planteamiento de constitución, legalidad y legitimidad y nos sitúan ante un nuevo escenario que está por descubrir. Y lo bueno de la ciencia política, o lo más atractivo, lo que a mí más me llena y me hace, probablemente me motive y me hace levantarme todos los días con ese chip de politólogo, es que debemos tener ese reto presente todos los días. La construcción de la ciencia política supone preguntarnos todos los días qué puede hacer la política por nosotros, pero también qué podemos hacer nosotros por la política. ¿Y cómo? Podemos preguntarnos sobre el poder en sus distintas formas, en sus distintas intensidades y en sus aplicaciones diversas en territorios diferentes con el fin de que podamos decirle a nuestros colegas de otras ramas de las ciencias sociales o a ciudadanos que no tienen o que son ajenos a estas realidades científicas esto es una ciencia positiva. Y además es también un arte que supone asumir retos de gestión del conflicto social colectivo. Esto ni más ni menos que es la ciencia política y se hace todos los días de una forma militante, comprometida, responsable y pensando en clave colectiva. Precisamente, por desgracia, lo que cada vez es menos usual en aquellos que actualmente tienen una parte pequeña del poder político y que probablemente en poco tiempo acabarán por no tener ninguna. Pues nada más que gracias a los que habéis estado ahí. Ahora cambiamos, que tenemos otras materias, otros registros. Si hay alguna pregunta me la podéis enviar por correo electrónico o si no, por el chat. Voy a cortar ya la conferencia y continuamos en el chat.